Don Quijote - 41
Total number of words is 5101
Total number of unique words is 1494
37.8 of words are in the 2000 most common words
51.7 of words are in the 5000 most common words
57.7 of words are in the 8000 most common words
"¡Quien te cubre, te descubre!" Por el pobre todos pasan los ojos como de
corrida, y en el rico los detienen; y si el tal rico fue un tiempo pobre,
allí es el murmurar y el maldecir, y el peor perseverar de los
maldicientes, que los hay por esas calles a montones, como enjambres de
abejas.
— Mira, Teresa —respondió Sancho—, y escucha lo que agora quiero decirte;
quizá no lo habrás oído en todos los días de tu vida, y yo agora no hablo
de mío; que todo lo que pienso decir son sentencias del padre predicador
que la Cuaresma pasada predicó en este pueblo, el cual, si mal no me
acuerdo, dijo que todas las cosas presentes que los ojos están mirando se
presentan, están y asisten en nuestra memoria mucho mejor y con más
vehemencia que las cosas pasadas.
(Todas estas razones que aquí va diciendo Sancho son las segundas por quien
dice el tradutor que tiene por apócrifo este capítulo, que exceden a la
capacidad de Sancho. El cual prosiguió diciendo:)
— De donde nace que, cuando vemos alguna persona bien aderezada, y con ricos
vestidos compuesta, y con pompa de criados, parece que por fuerza nos mueve
y convida a que la tengamos respeto, puesto que la memoria en aquel
instante nos represente alguna bajeza en que vimos a la tal persona; la
cual inominia, ahora sea de pobreza o de linaje, como ya pasó, no es, y
sólo es lo que vemos presente. Y si éste a quien la fortuna sacó del
borrador de su bajeza (que por estas mesmas razones lo dijo el padre) a la
alteza de su prosperidad, fuere bien criado, liberal y cortés con todos, y
no se pusiere en cuentos con aquellos que por antigüedad son nobles, ten
por cierto, Teresa, que no habrá quien se acuerde de lo que fue, sino que
reverencien lo que es, si no fueren los invidiosos, de quien ninguna
próspera fortuna está segura.
— Yo no os entiendo, marido —replicó Teresa—: haced lo que quisiéredes, y no
me quebréis más la cabeza con vuestras arengas y retóricas. Y si estáis
revuelto en hacer lo que decís...
— Resuelto has de decir, mujer —dijo Sancho—, y no revuelto.
— No os pongáis a disputar, marido, conmigo —respondió Teresa—. Yo hablo
como Dios es servido, y no me meto en más dibujos; y digo que si estáis
porfiando en tener gobierno, que llevéis con vos a vuestro hijo Sancho,
para que desde agora le enseñéis a tener gobierno, que bien es que los
hijos hereden y aprendan los oficios de sus padres.
— En teniendo gobierno —dijo Sancho—, enviaré por él por la posta, y te
enviaré dineros, que no me faltarán, pues nunca falta quien se los preste a
los gobernadores cuando no los tienen; y vístele de modo que disimule lo
que es y parezca lo que ha de ser.
— Enviad vos dinero —dijo Teresa—, que yo os lo vistiré como un palmito.
— En efecto, quedamos de acuerdo —dijo Sancho— de que ha de ser condesa
nuestra hija.
— El día que yo la viere condesa —respondió Teresa—, ése haré cuenta que la
entierro, pero otra vez os digo que hagáis lo que os diere gusto, que con
esta carga nacemos las mujeres, de estar obedientes a sus maridos, aunque
sean unos porros.
Y, en esto, comenzó a llorar tan de veras como si ya viera muerta y
enterrada a Sanchica. Sancho la consoló diciéndole que, ya que la hubiese
de hacer condesa, la haría todo lo más tarde que ser pudiese. Con esto se
acabó su plática, y Sancho volvió a ver a don Quijote para dar orden en su
partida.
Capítulo VI. De lo que le pasó a Don Quijote con su sobrina y con su ama, y
es uno de los importantes capítulos de toda la historia
En tanto que Sancho Panza y su mujer Teresa Cascajo pasaron la impertinente
referida plática, no estaban ociosas la sobrina y el ama de don Quijote,
que por mil señales iban coligiendo que su tío y señor quería desgarrarse
la vez tercera, y volver al ejercicio de su, para ellas, mal andante
caballería: procuraban por todas las vías posibles apartarle de tan mal
pensamiento, pero todo era predicar en desierto y majar en hierro frío. Con
todo esto, entre otras muchas razones que con él pasaron, le dijo el ama:
— En verdad, señor mío, que si vuesa merced no afirma el pie llano y se está
quedo en su casa, y se deja de andar por los montes y por los valles como
ánima en pena, buscando esas que dicen que se llaman aventuras, a quien yo
llamo desdichas, que me tengo de quejar en voz y en grita a Dios y al rey,
que pongan remedio en ello.
A lo que respondió don Quijote:
— Ama, lo que Dios responderá a tus quejas yo no lo sé, ni lo que ha de
responder Su Majestad tampoco, y sólo sé que si yo fuera rey, me escusara
de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le
dan; que uno de los mayores trabajos que los reyes tienen, entre otros
muchos, es el estar obligados a escuchar a todos y a responder a todos; y
así, no querría yo que cosas mías le diesen pesadumbre.
A lo que dijo el ama:
— Díganos, señor: en la corte de Su Majestad, ¿no hay caballeros?
— Sí —respondió don Quijote—, y muchos; y es razón que los haya, para adorno
de la grandeza de los príncipes y para ostentación de la majestad real.
— Pues, ¿no sería vuesa merced —replicó ella— uno de los que a pie quedo
sirviesen a su rey y señor, estándose en la corte?
— Mira, amiga —respondió don Quijote—: no todos los caballeros pueden ser
cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros
andantes: de todos ha de haber en el mundo; y, aunque todos seamos
caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros; porque los
cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se
pasean por todo el mundo, mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer
calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes
verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de
noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros
mismos pies; y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su
mismo ser, y en todo trance y en toda ocasión los acometemos, sin mirar en
niñerías, ni en las leyes de los desafíos; si lleva, o no lleva, más corta
la lanza, o la espada; si trae sobre sí reliquias, o algún engaño
encubierto; si se ha de partir y hacer tajadas el sol, o no, con otras
ceremonias deste jaez, que se usan en los desafíos particulares de persona
a persona, que tú no sabes y yo sí. Y has de saber más: que el buen
caballero andante, aunque vea diez gigantes que con las cabezas no sólo
tocan, sino pasan las nubes, y que a cada uno le sirven de piernas dos
grandísimas torres, y que los brazos semejan árboles de gruesos y poderosos
navíos, y cada ojo como una gran rueda de molino y más ardiendo que un
horno de vidrio, no le han de espantar en manera alguna; antes con gentil
continente y con intrépido corazón los ha de acometer y embestir, y, si
fuere posible, vencerlos y desbaratarlos en un pequeño instante, aunque
viniesen armados de unas conchas de un cierto pescado que dicen que son más
duras que si fuesen de diamantes, y en lugar de espadas trujesen cuchillos
tajantes de damasquino acero, o porras ferradas con puntas asimismo de
acero, como yo las he visto más de dos veces. Todo esto he dicho, ama mía,
porque veas la diferencia que hay de unos caballeros a otros; y sería razón
que no hubiese príncipe que no estimase en más esta segunda, o, por mejor
decir, primera especie de caballeros andantes, que, según leemos en sus
historias, tal ha habido entre ellos que ha sido la salud no sólo de un
reino, sino de muchos.
— ¡Ah, señor mío! —dijo a esta sazón la sobrina—; advierta vuestra merced
que todo eso que dice de los caballeros andantes es fábula y mentira, y sus
historias, ya que no las quemasen, merecían que a cada una se le echase un
sambenito, o alguna señal en que fuese conocida por infame y por gastadora
de las buenas costumbres.
— Por el Dios que me sustenta —dijo don Quijote—, que si no fueras mi
sobrina derechamente, como hija de mi misma hermana, que había de hacer un
tal castigo en ti, por la blasfemia que has dicho, que sonara por todo el
mundo. ¿Cómo que es posible que una rapaza que apenas sabe menear doce
palillos de randas se atreva a poner lengua y a censurar las historias de
los caballeros andantes? ¿Qué dijera el señor Amadís si lo tal oyera? Pero
a buen seguro que él te perdonara, porque fue el más humilde y cortés
caballero de su tiempo, y, demás, grande amparador de las doncellas; mas,
tal te pudiera haber oído que no te fuera bien dello, que no todos son
corteses ni bien mirados: algunos hay follones y descomedidos. Ni todos los
que se llaman caballeros lo son de todo en todo: que unos son de oro, otros
de alquimia, y todos parecen caballeros, pero no todos pueden estar al
toque de la piedra de la verdad. Hombres bajos hay que revientan por
parecer caballeros, y caballeros altos hay que parece que aposta mueren por
parecer hombres bajos; aquéllos se llevantan o con la ambición o con la
virtud, éstos se abajan o con la flojedad o con el vicio; y es menester
aprovecharnos del conocimiento discreto para distinguir estas dos maneras
de caballeros, tan parecidos en los nombres y tan distantes en las
acciones.
— ¡Válame Dios! —dijo la sobrina—. ¡Que sepa vuestra merced tanto, señor
tío, que, si fuese menester en una necesidad, podría subir en un púlpito e
irse a predicar por esas calles, y que, con todo esto, dé en una ceguera
tan grande y en una sandez tan conocida, que se dé a entender que es
valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza
tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, que es caballero, no
lo siendo; porque, aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres!
— Tienes mucha razón, sobrina, en lo que dices —respondió don Quijote—, y
cosas te pudiera yo decir cerca de los linajes, que te admiraran; pero, por
no mezclar lo divino con lo humano, no las digo. Mirad, amigas: a cuatro
suertes de linajes, y estadme atentas, se pueden reducir todos los que hay
en el mundo, que son éstas: unos, que tuvieron principios humildes, y se
fueron estendiendo y dilatando hasta llegar a una suma grandeza; otros, que
tuvieron principios grandes, y los fueron conservando y los conservan y
mantienen en el ser que comenzaron; otros, que, aunque tuvieron principios
grandes, acabaron en punta, como pirámide, habiendo diminuido y aniquilado
su principio hasta parar en nonada, como lo es la punta de la pirámide, que
respeto de su basa o asiento no es nada; otros hay, y éstos son los más,
que ni tuvieron principio bueno ni razonable medio, y así tendrán el fin,
sin nombre, como el linaje de la gente plebeya y ordinaria. De los
primeros, que tuvieron principio humilde y subieron a la grandeza que agora
conservan, te sirva de ejemplo la Casa Otomana, que, de un humilde y bajo
pastor que le dio principio, está en la cumbre que le vemos. Del segundo
linaje, que tuvo principio en grandeza y la conserva sin aumentarla, serán
ejemplo muchos príncipes que por herencia lo son, y se conservan en ella,
sin aumentarla ni diminuirla, conteniéndose en los límites de sus estados
pacíficamente. De los que comenzaron grandes y acabaron en punta hay
millares de ejemplos, porque todos los Faraones y Tolomeos de Egipto, los
Césares de Roma, con toda la caterva, si es que se le puede dar este
nombre, de infinitos príncipes, monarcas, señores, medos, asirios, persas,
griegos y bárbaros, todos estos linajes y señoríos han acabado en punta y
en nonada, así ellos como los que les dieron principio, pues no será
posible hallar agora ninguno de sus decendientes, y si le hallásemos, sería
en bajo y humilde estado. Del linaje plebeyo no tengo qué decir, sino que
sirve sólo de acrecentar el número de los que viven, sin que merezcan otra
fama ni otro elogio sus grandezas. De todo lo dicho quiero que infiráis,
bobas mías, que es grande la confusión que hay entre los linajes, y que
solos aquéllos parecen grandes y ilustres que lo muestran en la virtud, y
en la riqueza y liberalidad de sus dueños. Dije virtudes, riquezas y
liberalidades, porque el grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el
rico no liberal será un avaro mendigo; que al poseedor de las riquezas no
le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas
comoquiera, sino el saberlas bien gastar. Al caballero pobre no le queda
otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo
afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso; no soberbio, no
arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo; que con dos maravedís
que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a
campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las
referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle
por de buena casta, y el no serlo sería milagro; y siempre la alabanza fue
premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados. Dos
caminos hay, hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y
honrados: el uno es el de las letras; otro, el de las armas. Yo tengo más
armas que letras, y nací, según me inclino a las armas, debajo de la
influencia del planeta Marte; así que, casi me es forzoso seguir por su
camino, y por él tengo de ir a pesar de todo el mundo, y será en balde
cansaros en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la
fortuna ordena y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea. Pues con
saber, como sé, los innumerables trabajos que son anejos al andante
caballería, sé también los infinitos bienes que se alcanzan con ella; y sé
que la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y
espacioso; y sé que sus fines y paraderos son diferentes, porque el del
vicio, dilatado y espacioso, acaba en la muerte, y el de la virtud, angosto
y trabajoso, acaba en vida, y no en vida que se acaba, sino en la que no
tendrá fin; y sé, como dice el gran poeta castellano nuestro, que
Por estas asperezas se camina
de la inmortalidad al alto asiento,
do nunca arriba quien de allí declina.
— ¡Ay, desdichada de mí —dijo la sobrina—, que también mi señor es poeta!.
Todo lo sabe, todo lo alcanza: yo apostaré que si quisiera ser albañil, que
supiera fabricar una casa como una jaula.
Yo te prometo, sobrina —respondió don Quijote—, que si estos pensamientos
caballerescos no me llevasen tras sí todos los sentidos, que no habría cosa
que yo no hiciese, ni curiosidad que no saliese de mis manos, especialmente
jaulas y palillos de dientes.
A este tiempo, llamaron a la puerta, y, preguntando quién llamaba,
respondió Sancho Panza que él era; y, apenas le hubo conocido el ama,
cuando corrió a esconderse por no verle: tanto le aborrecía. Abrióle la
sobrina, salió a recebirle con los brazos abiertos su señor don Quijote, y
encerráronse los dos en su aposento, donde tuvieron otro coloquio, que no
le hace ventaja el pasado.
Capítulo VII. De lo que pasó don Quijote con su escudero, con otros
sucesos famosísimos
Apenas vio el ama que Sancho Panza se encerraba con su señor, cuando dio en
la cuenta de sus tratos; y, imaginando que de aquella consulta había de
salir la resolución de su tercera salida y tomando su manto, toda llena de
congoja y pesadumbre, se fue a buscar al bachiller Sansón Carrasco,
pareciéndole que, por ser bien hablado y amigo fresco de su señor, le
podría persuadir a que dejase tan desvariado propósito.
Hallóle paseándose por el patio de su casa, y, viéndole, se dejó caer ante
sus pies, trasudando y congojosa. Cuando la vio Carrasco con muestras tan
doloridas y sobresaltadas, le dijo:
— ¿Qué es esto, señora ama? ¿Qué le ha acontecido, que parece que se le
quiere arrancar el alma?
— No es nada, señor Sansón mío, sino que mi amo se sale; ¡sálese sin duda!
— Y ¿por dónde se sale, señora? —preguntó Sansón—. ¿Hásele roto alguna parte
de su cuerpo?
— No se sale —respondió ella—, sino por la puerta de su locura. Quiero
decir, señor bachiller de mi ánima, que quiere salir otra vez, que con ésta
será la tercera, a buscar por ese mundo lo que él llama venturas, que yo no
puedo entender cómo les da este nombre. La vez primera nos le volvieron
atravesado sobre un jumento, molido a palos. La segunda vino en un carro de
bueyes, metido y encerrado en una jaula, adonde él se daba a entender que
estaba encantado; y venía tal el triste, que no le conociera la madre que
le parió: flaco, amarillo, los ojos hundidos en los últimos camaranchones
del celebro, que, para haberle de volver algún tanto en sí, gasté más de
seiscientos huevos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y mis gallinas, que
no me dejaran mentir.
— Eso creo yo muy bien —respondió el bachiller—; que ellas son tan buenas,
tan gordas y tan bien criadas, que no dirán una cosa por otra, si
reventasen. En efecto, señora ama: ¿no hay otra cosa, ni ha sucedido otro
desmán alguno, sino el que se teme que quiere hacer el señor don Quijote?
— No, señor —respondió ella.
— Pues no tenga pena —respondió el bachiller—, sino váyase en hora buena a
su casa, y téngame aderezado de almorzar alguna cosa caliente, y, de
camino, vaya rezando la oración de Santa Apolonia si es que la sabe, que yo
iré luego allá, y verá maravillas.
— ¡Cuitada de mí! —replicó el ama—; ¿la oración de Santa Apolonia dice
vuestra merced que rece?: eso fuera si mi amo lo hubiera de las muelas,
pero no lo ha sino de los cascos.
— Yo sé lo que digo, señora ama: váyase y no se ponga a disputar conmigo,
pues sabe que soy bachiller por Salamanca, que no hay más que bachillear
— respondió Carrasco.
Y con esto, se fue el ama, y el bachiller fue luego a buscar al cura, a
comunicar con él lo que se dirá a su tiempo.
En el que estuvieron encerrados don Quijote y Sancho, pasaron las razones
que con mucha puntualidad y verdadera relación cuenta la historia.
Dijo Sancho a su amo:
— Señor, ya yo tengo relucida a mi mujer a que me deje ir con vuestra merced
adonde quisiere llevarme.
— Reducida has de decir, Sancho —dijo don Quijote—, que no relucida.
— Una o dos veces —respondió Sancho—, si mal no me acuerdo, he suplicado a
vuestra merced que no me emiende los vocablos, si es que entiende lo que
quiero decir en ellos, y que, cuando no los entienda, diga: ''Sancho, o
diablo, no te entiendo''; y si yo no me declarare, entonces podrá
emendarme; que yo soy tan fócil...
— No te entiendo, Sancho —dijo luego don Quijote—, pues no sé qué quiere
decir soy tan fócil.
— Tan fócil quiere decir —respondió Sancho— soy tan así.
— Menos te entiendo agora —replicó don Quijote.
— Pues si no me puede entender —respondió Sancho—, no sé cómo lo diga: no sé
más, y Dios sea conmigo.
— Ya, ya caigo —respondió don Quijote— en ello: tú quieres decir que eres
tan dócil, blando y mañero que tomarás lo que yo te dijere, y pasarás por
lo que te enseñare.
— Apostaré yo —dijo Sancho— que desde el emprincipio me caló y me entendió,
sino que quiso turbarme por oírme decir otras docientas patochadas.
— Podrá ser —replicó don Quijote—. Y, en efecto, ¿qué dice Teresa?
— Teresa dice —dijo Sancho— que ate bien mi dedo con vuestra merced, y que
hablen cartas y callen barbas, porque quien destaja no baraja, pues más
vale un toma que dos te daré. Y yo digo que el consejo de la mujer es poco,
y el que no le toma es loco.
— Y yo lo digo también —respondió don Quijote—. Decid, Sancho amigo; pasá
adelante, que habláis hoy de perlas.
— Es el caso —replicó Sancho— que, como vuestra merced mejor sabe, todos
estamos sujetos a la muerte, y que hoy somos y mañana no, y que tan presto
se va el cordero como el carnero, y que nadie puede prometerse en este
mundo más horas de vida de las que Dios quisiere darle, porque la muerte es
sorda, y, cuando llega a llamar a las puertas de nuestra vida, siempre va
depriesa y no la harán detener ni ruegos, ni fuerzas, ni ceptros, ni
mitras, según es pública voz y fama, y según nos lo dicen por esos
púlpitos.
— Todo eso es verdad —dijo don Quijote—, pero no sé dónde vas a parar.
— Voy a parar —dijo Sancho— en que vuesa merced me señale salario conocido
de lo que me ha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el tal
salario se me pague de su hacienda; que no quiero estar a mercedes, que
llegan tarde, o mal, o nunca; con lo mío me ayude Dios. En fin, yo quiero
saber lo que gano, poco o mucho que sea, que sobre un huevo pone la
gallina, y muchos pocos hacen un mucho, y mientras se gana algo no se
pierde nada. Verdad sea que si sucediese, lo cual ni lo creo ni lo espero,
que vuesa merced me diese la ínsula que me tiene prometida, no soy tan
ingrato, ni llevo las cosas tan por los cabos, que no querré que se aprecie
lo que montare la renta de la tal ínsula, y se descuente de mi salario gata
por cantidad.
— Sancho amigo —respondió don Quijote—, a las veces, tan buena suele ser una
gata como una rata.
— Ya entiendo —dijo Sancho—: yo apostaré que había de decir rata, y no gata;
pero no importa nada, pues vuesa merced me ha entendido.
— Y tan entendido —respondió don Quijote— que he penetrado lo último de tus
pensamientos, y sé al blanco que tiras con las inumerables saetas de tus
refranes. Mira, Sancho: yo bien te señalaría salario, si hubiera hallado en
alguna de las historias de los caballeros andantes ejemplo que me
descubriese y mostrase, por algún pequeño resquicio, qué es lo que solían
ganar cada mes, o cada año; pero yo he leído todas o las más de sus
historias, y no me acuerdo haber leído que ningún caballero andante haya
señalado conocido salario a su escudero. Sólo sé que todos servían a
merced, y que, cuando menos se lo pensaban, si a sus señores les había
corrido bien la suerte, se hallaban premiados con una ínsula, o con otra
cosa equivalente, y, por lo menos, quedaban con título y señoría. Si con
estas esperanzas y aditamentos vos, Sancho, gustáis de volver a servirme,
sea en buena hora: que pensar que yo he de sacar de sus términos y quicios
la antigua usanza de la caballería andante es pensar en lo escusado. Así
que, Sancho mío, volveos a vuestra casa, y declarad a vuestra Teresa mi
intención; y si ella gustare y vos gustáredes de estar a merced conmigo,
bene quidem; y si no, tan amigos como de antes; que si al palomar no le
falta cebo, no le faltarán palomas. Y advertid, hijo, que vale más buena
esperanza que ruin posesión, y buena queja que mala paga. Hablo de esta
manera, Sancho, por daros a entender que también como vos sé yo arrojar
refranes como llovidos. Y, finalmente, quiero decir, y os digo, que si no
queréis venir a merced conmigo y correr la suerte que yo corriere, que Dios
quede con vos y os haga un santo; que a mí no me faltarán escuderos más
obedientes, más solícitos, y no tan empachados ni tan habladores como vos.
Cuando Sancho oyó la firme resolución de su amo se le anubló el cielo y se
le cayeron las alas del corazón, porque tenía creído que su señor no se
iría sin él por todos los haberes del mundo; y así, estando suspenso y
pensativo, entró Sansón Carrasco y la sobrina, deseosos de oír con qué
razones persuadía a su señor que no tornarse a buscar las aventuras. Llegó
Sansón, socarrón famoso, y, abrazándole como la vez primera y con voz
levantada, le dijo:
— ¡Oh flor de la andante caballería; oh luz resplandeciente de las armas; oh
honor y espejo de la nación española! Plega a Dios todopoderoso, donde más
largamente se contiene, que la persona o personas que pusieren impedimento
y estorbaren tu tercera salida, que no la hallen en el laberinto de sus
deseos, ni jamás se les cumpla lo que mal desearen.
Y, volviéndose al ama, le dijo:
— Bien puede la señora ama no rezar más la oración de Santa Apolonia, que yo
sé que es determinación precisa de las esferas que el señor don Quijote
vuelva a ejecutar sus altos y nuevos pensamientos, y yo encargaría mucho mi
conciencia si no intimase y persuadiese a este caballero que no tenga más
tiempo encogida y detenida la fuerza de su valeroso brazo y la bondad de su
ánimo valentísimo, porque defrauda con su tardanza el derecho de los
tuertos, el amparo de los huérfanos, la honra de las doncellas, el favor de
las viudas y el arrimo de las casadas, y otras cosas deste jaez, que tocan,
atañen, dependen y son anejas a la orden de la caballería andante. ¡Ea,
señor don Quijote mío, hermoso y bravo, antes hoy que mañana se ponga
vuestra merced y su grandeza en camino; y si alguna cosa faltare para
ponerle en ejecución, aquí estoy yo para suplirla con mi persona y
hacienda; y si fuere necesidad servir a tu magnificencia de escudero, lo
tendré a felicísima ventura!
A esta sazón, dijo don Quijote, volviéndose a Sancho:
— ¿No te dije yo, Sancho, que me habían de sobrar escuderos? Mira quién se
ofrece a serlo, sino el inaudito bachiller Sansón Carrasco, perpetuo
trastulo y regocijador de los patios de las escuelas salmanticenses, sano
de su persona, ágil de sus miembros, callado, sufridor así del calor como
del frío, así de la hambre como de la sed, con todas aquellas partes que se
requieren para ser escudero de un caballero andante. Pero no permita el
cielo que, por seguir mi gusto, desjarrete y quiebre la coluna de las
letras y el vaso de las ciencias, y tronque la palma eminente de las buenas
y liberales artes. Quédese el nuevo Sansón en su patria, y, honrándola,
honre juntamente las canas de sus ancianos padres; que yo con cualquier
escudero estaré contento, ya que Sancho no se digna de venir conmigo.
— Sí digno —respondió Sancho, enternecido y llenos de lágrimas los ojos; y
prosiguió—: No se dirá por mí, señor mío: el pan comido y la compañía
deshecha; sí, que no vengo yo de alguna alcurnia desagradecida, que ya sabe
todo el mundo, y especialmente mi pueblo, quién fueron los Panzas, de quien
yo deciendo, y más, que tengo conocido y calado por muchas buenas obras, y
por más buenas palabras, el deseo que vuestra merced tiene de hacerme
merced; y si me he puesto en cuentas de tanto más cuanto acerca de mi
salario, ha sido por complacer a mi mujer; la cual, cuando toma la mano a
persuadir una cosa, no hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como
ella aprieta a que se haga lo que quiere; pero, en efeto, el hombre ha de
ser hombre, y la mujer, mujer; y, pues yo soy hombre dondequiera, que no lo
puedo negar, también lo quiero ser en mi casa, pese a quien pesare; y así,
no hay más que hacer, sino que vuestra merced ordene su testamento con su
codicilo, en modo que no se pueda revolcar, y pongámonos luego en camino,
porque no padezca el alma del señor Sansón, que dice que su conciencia le
lita que persuada a vuestra merced a salir vez tercera por ese mundo; y yo
de nuevo me ofrezco a servir a vuestra merced fiel y legalmente, tan bien y
mejor que cuantos escuderos han servido a caballeros andantes en los
pasados y presentes tiempos.
Admirado quedó el bachiller de oír el término y modo de hablar de Sancho
Panza; que, puesto que había leído la primera historia de su señor, nunca
creyó que era tan gracioso como allí le pintan; pero, oyéndole decir ahora
testamento y codicilo que no se pueda revolcar, en lugar de testamento y
codicilo que no se pueda revocar, creyó todo lo que dél había leído, y
confirmólo por uno de los más solenes mentecatos de nuestros siglos; y dijo
entre sí que tales dos locos como amo y mozo no se habrían visto en el
mundo.
Finalmente, don Quijote y Sancho se abrazaron y quedaron amigos, y con
parecer y beneplácito del gran Carrasco, que por entonces era su oráculo,
se ordenó que de allí a tres días fuese su partida; en los cuales habría
lugar de aderezar lo necesario para el viaje, y de buscar una celada de
encaje, que en todas maneras dijo don Quijote que la había de llevar.
Ofreciósela Sansón, porque sabía no se la negaría un amigo suyo que la
tenía, puesto que estaba más escura por el orín y el moho que clara y
limpia por el terso acero.
Las maldiciones que las dos, ama y sobrina, echaron al bachiller no
tuvieron cuento: mesaron sus cabellos, arañaron sus rostros, y, al modo de
las endechaderas que se usaban, lamentaban la partida como si fuera la
muerte de su señor. El designo que tuvo Sansón, para persuadirle a que otra
vez saliese, fue hacer lo que adelante cuenta la historia, todo por consejo
corrida, y en el rico los detienen; y si el tal rico fue un tiempo pobre,
allí es el murmurar y el maldecir, y el peor perseverar de los
maldicientes, que los hay por esas calles a montones, como enjambres de
abejas.
— Mira, Teresa —respondió Sancho—, y escucha lo que agora quiero decirte;
quizá no lo habrás oído en todos los días de tu vida, y yo agora no hablo
de mío; que todo lo que pienso decir son sentencias del padre predicador
que la Cuaresma pasada predicó en este pueblo, el cual, si mal no me
acuerdo, dijo que todas las cosas presentes que los ojos están mirando se
presentan, están y asisten en nuestra memoria mucho mejor y con más
vehemencia que las cosas pasadas.
(Todas estas razones que aquí va diciendo Sancho son las segundas por quien
dice el tradutor que tiene por apócrifo este capítulo, que exceden a la
capacidad de Sancho. El cual prosiguió diciendo:)
— De donde nace que, cuando vemos alguna persona bien aderezada, y con ricos
vestidos compuesta, y con pompa de criados, parece que por fuerza nos mueve
y convida a que la tengamos respeto, puesto que la memoria en aquel
instante nos represente alguna bajeza en que vimos a la tal persona; la
cual inominia, ahora sea de pobreza o de linaje, como ya pasó, no es, y
sólo es lo que vemos presente. Y si éste a quien la fortuna sacó del
borrador de su bajeza (que por estas mesmas razones lo dijo el padre) a la
alteza de su prosperidad, fuere bien criado, liberal y cortés con todos, y
no se pusiere en cuentos con aquellos que por antigüedad son nobles, ten
por cierto, Teresa, que no habrá quien se acuerde de lo que fue, sino que
reverencien lo que es, si no fueren los invidiosos, de quien ninguna
próspera fortuna está segura.
— Yo no os entiendo, marido —replicó Teresa—: haced lo que quisiéredes, y no
me quebréis más la cabeza con vuestras arengas y retóricas. Y si estáis
revuelto en hacer lo que decís...
— Resuelto has de decir, mujer —dijo Sancho—, y no revuelto.
— No os pongáis a disputar, marido, conmigo —respondió Teresa—. Yo hablo
como Dios es servido, y no me meto en más dibujos; y digo que si estáis
porfiando en tener gobierno, que llevéis con vos a vuestro hijo Sancho,
para que desde agora le enseñéis a tener gobierno, que bien es que los
hijos hereden y aprendan los oficios de sus padres.
— En teniendo gobierno —dijo Sancho—, enviaré por él por la posta, y te
enviaré dineros, que no me faltarán, pues nunca falta quien se los preste a
los gobernadores cuando no los tienen; y vístele de modo que disimule lo
que es y parezca lo que ha de ser.
— Enviad vos dinero —dijo Teresa—, que yo os lo vistiré como un palmito.
— En efecto, quedamos de acuerdo —dijo Sancho— de que ha de ser condesa
nuestra hija.
— El día que yo la viere condesa —respondió Teresa—, ése haré cuenta que la
entierro, pero otra vez os digo que hagáis lo que os diere gusto, que con
esta carga nacemos las mujeres, de estar obedientes a sus maridos, aunque
sean unos porros.
Y, en esto, comenzó a llorar tan de veras como si ya viera muerta y
enterrada a Sanchica. Sancho la consoló diciéndole que, ya que la hubiese
de hacer condesa, la haría todo lo más tarde que ser pudiese. Con esto se
acabó su plática, y Sancho volvió a ver a don Quijote para dar orden en su
partida.
Capítulo VI. De lo que le pasó a Don Quijote con su sobrina y con su ama, y
es uno de los importantes capítulos de toda la historia
En tanto que Sancho Panza y su mujer Teresa Cascajo pasaron la impertinente
referida plática, no estaban ociosas la sobrina y el ama de don Quijote,
que por mil señales iban coligiendo que su tío y señor quería desgarrarse
la vez tercera, y volver al ejercicio de su, para ellas, mal andante
caballería: procuraban por todas las vías posibles apartarle de tan mal
pensamiento, pero todo era predicar en desierto y majar en hierro frío. Con
todo esto, entre otras muchas razones que con él pasaron, le dijo el ama:
— En verdad, señor mío, que si vuesa merced no afirma el pie llano y se está
quedo en su casa, y se deja de andar por los montes y por los valles como
ánima en pena, buscando esas que dicen que se llaman aventuras, a quien yo
llamo desdichas, que me tengo de quejar en voz y en grita a Dios y al rey,
que pongan remedio en ello.
A lo que respondió don Quijote:
— Ama, lo que Dios responderá a tus quejas yo no lo sé, ni lo que ha de
responder Su Majestad tampoco, y sólo sé que si yo fuera rey, me escusara
de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le
dan; que uno de los mayores trabajos que los reyes tienen, entre otros
muchos, es el estar obligados a escuchar a todos y a responder a todos; y
así, no querría yo que cosas mías le diesen pesadumbre.
A lo que dijo el ama:
— Díganos, señor: en la corte de Su Majestad, ¿no hay caballeros?
— Sí —respondió don Quijote—, y muchos; y es razón que los haya, para adorno
de la grandeza de los príncipes y para ostentación de la majestad real.
— Pues, ¿no sería vuesa merced —replicó ella— uno de los que a pie quedo
sirviesen a su rey y señor, estándose en la corte?
— Mira, amiga —respondió don Quijote—: no todos los caballeros pueden ser
cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros
andantes: de todos ha de haber en el mundo; y, aunque todos seamos
caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros; porque los
cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se
pasean por todo el mundo, mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer
calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes
verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de
noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros
mismos pies; y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su
mismo ser, y en todo trance y en toda ocasión los acometemos, sin mirar en
niñerías, ni en las leyes de los desafíos; si lleva, o no lleva, más corta
la lanza, o la espada; si trae sobre sí reliquias, o algún engaño
encubierto; si se ha de partir y hacer tajadas el sol, o no, con otras
ceremonias deste jaez, que se usan en los desafíos particulares de persona
a persona, que tú no sabes y yo sí. Y has de saber más: que el buen
caballero andante, aunque vea diez gigantes que con las cabezas no sólo
tocan, sino pasan las nubes, y que a cada uno le sirven de piernas dos
grandísimas torres, y que los brazos semejan árboles de gruesos y poderosos
navíos, y cada ojo como una gran rueda de molino y más ardiendo que un
horno de vidrio, no le han de espantar en manera alguna; antes con gentil
continente y con intrépido corazón los ha de acometer y embestir, y, si
fuere posible, vencerlos y desbaratarlos en un pequeño instante, aunque
viniesen armados de unas conchas de un cierto pescado que dicen que son más
duras que si fuesen de diamantes, y en lugar de espadas trujesen cuchillos
tajantes de damasquino acero, o porras ferradas con puntas asimismo de
acero, como yo las he visto más de dos veces. Todo esto he dicho, ama mía,
porque veas la diferencia que hay de unos caballeros a otros; y sería razón
que no hubiese príncipe que no estimase en más esta segunda, o, por mejor
decir, primera especie de caballeros andantes, que, según leemos en sus
historias, tal ha habido entre ellos que ha sido la salud no sólo de un
reino, sino de muchos.
— ¡Ah, señor mío! —dijo a esta sazón la sobrina—; advierta vuestra merced
que todo eso que dice de los caballeros andantes es fábula y mentira, y sus
historias, ya que no las quemasen, merecían que a cada una se le echase un
sambenito, o alguna señal en que fuese conocida por infame y por gastadora
de las buenas costumbres.
— Por el Dios que me sustenta —dijo don Quijote—, que si no fueras mi
sobrina derechamente, como hija de mi misma hermana, que había de hacer un
tal castigo en ti, por la blasfemia que has dicho, que sonara por todo el
mundo. ¿Cómo que es posible que una rapaza que apenas sabe menear doce
palillos de randas se atreva a poner lengua y a censurar las historias de
los caballeros andantes? ¿Qué dijera el señor Amadís si lo tal oyera? Pero
a buen seguro que él te perdonara, porque fue el más humilde y cortés
caballero de su tiempo, y, demás, grande amparador de las doncellas; mas,
tal te pudiera haber oído que no te fuera bien dello, que no todos son
corteses ni bien mirados: algunos hay follones y descomedidos. Ni todos los
que se llaman caballeros lo son de todo en todo: que unos son de oro, otros
de alquimia, y todos parecen caballeros, pero no todos pueden estar al
toque de la piedra de la verdad. Hombres bajos hay que revientan por
parecer caballeros, y caballeros altos hay que parece que aposta mueren por
parecer hombres bajos; aquéllos se llevantan o con la ambición o con la
virtud, éstos se abajan o con la flojedad o con el vicio; y es menester
aprovecharnos del conocimiento discreto para distinguir estas dos maneras
de caballeros, tan parecidos en los nombres y tan distantes en las
acciones.
— ¡Válame Dios! —dijo la sobrina—. ¡Que sepa vuestra merced tanto, señor
tío, que, si fuese menester en una necesidad, podría subir en un púlpito e
irse a predicar por esas calles, y que, con todo esto, dé en una ceguera
tan grande y en una sandez tan conocida, que se dé a entender que es
valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza
tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, que es caballero, no
lo siendo; porque, aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres!
— Tienes mucha razón, sobrina, en lo que dices —respondió don Quijote—, y
cosas te pudiera yo decir cerca de los linajes, que te admiraran; pero, por
no mezclar lo divino con lo humano, no las digo. Mirad, amigas: a cuatro
suertes de linajes, y estadme atentas, se pueden reducir todos los que hay
en el mundo, que son éstas: unos, que tuvieron principios humildes, y se
fueron estendiendo y dilatando hasta llegar a una suma grandeza; otros, que
tuvieron principios grandes, y los fueron conservando y los conservan y
mantienen en el ser que comenzaron; otros, que, aunque tuvieron principios
grandes, acabaron en punta, como pirámide, habiendo diminuido y aniquilado
su principio hasta parar en nonada, como lo es la punta de la pirámide, que
respeto de su basa o asiento no es nada; otros hay, y éstos son los más,
que ni tuvieron principio bueno ni razonable medio, y así tendrán el fin,
sin nombre, como el linaje de la gente plebeya y ordinaria. De los
primeros, que tuvieron principio humilde y subieron a la grandeza que agora
conservan, te sirva de ejemplo la Casa Otomana, que, de un humilde y bajo
pastor que le dio principio, está en la cumbre que le vemos. Del segundo
linaje, que tuvo principio en grandeza y la conserva sin aumentarla, serán
ejemplo muchos príncipes que por herencia lo son, y se conservan en ella,
sin aumentarla ni diminuirla, conteniéndose en los límites de sus estados
pacíficamente. De los que comenzaron grandes y acabaron en punta hay
millares de ejemplos, porque todos los Faraones y Tolomeos de Egipto, los
Césares de Roma, con toda la caterva, si es que se le puede dar este
nombre, de infinitos príncipes, monarcas, señores, medos, asirios, persas,
griegos y bárbaros, todos estos linajes y señoríos han acabado en punta y
en nonada, así ellos como los que les dieron principio, pues no será
posible hallar agora ninguno de sus decendientes, y si le hallásemos, sería
en bajo y humilde estado. Del linaje plebeyo no tengo qué decir, sino que
sirve sólo de acrecentar el número de los que viven, sin que merezcan otra
fama ni otro elogio sus grandezas. De todo lo dicho quiero que infiráis,
bobas mías, que es grande la confusión que hay entre los linajes, y que
solos aquéllos parecen grandes y ilustres que lo muestran en la virtud, y
en la riqueza y liberalidad de sus dueños. Dije virtudes, riquezas y
liberalidades, porque el grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el
rico no liberal será un avaro mendigo; que al poseedor de las riquezas no
le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas
comoquiera, sino el saberlas bien gastar. Al caballero pobre no le queda
otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo
afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso; no soberbio, no
arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo; que con dos maravedís
que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a
campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las
referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle
por de buena casta, y el no serlo sería milagro; y siempre la alabanza fue
premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados. Dos
caminos hay, hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y
honrados: el uno es el de las letras; otro, el de las armas. Yo tengo más
armas que letras, y nací, según me inclino a las armas, debajo de la
influencia del planeta Marte; así que, casi me es forzoso seguir por su
camino, y por él tengo de ir a pesar de todo el mundo, y será en balde
cansaros en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la
fortuna ordena y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea. Pues con
saber, como sé, los innumerables trabajos que son anejos al andante
caballería, sé también los infinitos bienes que se alcanzan con ella; y sé
que la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y
espacioso; y sé que sus fines y paraderos son diferentes, porque el del
vicio, dilatado y espacioso, acaba en la muerte, y el de la virtud, angosto
y trabajoso, acaba en vida, y no en vida que se acaba, sino en la que no
tendrá fin; y sé, como dice el gran poeta castellano nuestro, que
Por estas asperezas se camina
de la inmortalidad al alto asiento,
do nunca arriba quien de allí declina.
— ¡Ay, desdichada de mí —dijo la sobrina—, que también mi señor es poeta!.
Todo lo sabe, todo lo alcanza: yo apostaré que si quisiera ser albañil, que
supiera fabricar una casa como una jaula.
Yo te prometo, sobrina —respondió don Quijote—, que si estos pensamientos
caballerescos no me llevasen tras sí todos los sentidos, que no habría cosa
que yo no hiciese, ni curiosidad que no saliese de mis manos, especialmente
jaulas y palillos de dientes.
A este tiempo, llamaron a la puerta, y, preguntando quién llamaba,
respondió Sancho Panza que él era; y, apenas le hubo conocido el ama,
cuando corrió a esconderse por no verle: tanto le aborrecía. Abrióle la
sobrina, salió a recebirle con los brazos abiertos su señor don Quijote, y
encerráronse los dos en su aposento, donde tuvieron otro coloquio, que no
le hace ventaja el pasado.
Capítulo VII. De lo que pasó don Quijote con su escudero, con otros
sucesos famosísimos
Apenas vio el ama que Sancho Panza se encerraba con su señor, cuando dio en
la cuenta de sus tratos; y, imaginando que de aquella consulta había de
salir la resolución de su tercera salida y tomando su manto, toda llena de
congoja y pesadumbre, se fue a buscar al bachiller Sansón Carrasco,
pareciéndole que, por ser bien hablado y amigo fresco de su señor, le
podría persuadir a que dejase tan desvariado propósito.
Hallóle paseándose por el patio de su casa, y, viéndole, se dejó caer ante
sus pies, trasudando y congojosa. Cuando la vio Carrasco con muestras tan
doloridas y sobresaltadas, le dijo:
— ¿Qué es esto, señora ama? ¿Qué le ha acontecido, que parece que se le
quiere arrancar el alma?
— No es nada, señor Sansón mío, sino que mi amo se sale; ¡sálese sin duda!
— Y ¿por dónde se sale, señora? —preguntó Sansón—. ¿Hásele roto alguna parte
de su cuerpo?
— No se sale —respondió ella—, sino por la puerta de su locura. Quiero
decir, señor bachiller de mi ánima, que quiere salir otra vez, que con ésta
será la tercera, a buscar por ese mundo lo que él llama venturas, que yo no
puedo entender cómo les da este nombre. La vez primera nos le volvieron
atravesado sobre un jumento, molido a palos. La segunda vino en un carro de
bueyes, metido y encerrado en una jaula, adonde él se daba a entender que
estaba encantado; y venía tal el triste, que no le conociera la madre que
le parió: flaco, amarillo, los ojos hundidos en los últimos camaranchones
del celebro, que, para haberle de volver algún tanto en sí, gasté más de
seiscientos huevos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y mis gallinas, que
no me dejaran mentir.
— Eso creo yo muy bien —respondió el bachiller—; que ellas son tan buenas,
tan gordas y tan bien criadas, que no dirán una cosa por otra, si
reventasen. En efecto, señora ama: ¿no hay otra cosa, ni ha sucedido otro
desmán alguno, sino el que se teme que quiere hacer el señor don Quijote?
— No, señor —respondió ella.
— Pues no tenga pena —respondió el bachiller—, sino váyase en hora buena a
su casa, y téngame aderezado de almorzar alguna cosa caliente, y, de
camino, vaya rezando la oración de Santa Apolonia si es que la sabe, que yo
iré luego allá, y verá maravillas.
— ¡Cuitada de mí! —replicó el ama—; ¿la oración de Santa Apolonia dice
vuestra merced que rece?: eso fuera si mi amo lo hubiera de las muelas,
pero no lo ha sino de los cascos.
— Yo sé lo que digo, señora ama: váyase y no se ponga a disputar conmigo,
pues sabe que soy bachiller por Salamanca, que no hay más que bachillear
— respondió Carrasco.
Y con esto, se fue el ama, y el bachiller fue luego a buscar al cura, a
comunicar con él lo que se dirá a su tiempo.
En el que estuvieron encerrados don Quijote y Sancho, pasaron las razones
que con mucha puntualidad y verdadera relación cuenta la historia.
Dijo Sancho a su amo:
— Señor, ya yo tengo relucida a mi mujer a que me deje ir con vuestra merced
adonde quisiere llevarme.
— Reducida has de decir, Sancho —dijo don Quijote—, que no relucida.
— Una o dos veces —respondió Sancho—, si mal no me acuerdo, he suplicado a
vuestra merced que no me emiende los vocablos, si es que entiende lo que
quiero decir en ellos, y que, cuando no los entienda, diga: ''Sancho, o
diablo, no te entiendo''; y si yo no me declarare, entonces podrá
emendarme; que yo soy tan fócil...
— No te entiendo, Sancho —dijo luego don Quijote—, pues no sé qué quiere
decir soy tan fócil.
— Tan fócil quiere decir —respondió Sancho— soy tan así.
— Menos te entiendo agora —replicó don Quijote.
— Pues si no me puede entender —respondió Sancho—, no sé cómo lo diga: no sé
más, y Dios sea conmigo.
— Ya, ya caigo —respondió don Quijote— en ello: tú quieres decir que eres
tan dócil, blando y mañero que tomarás lo que yo te dijere, y pasarás por
lo que te enseñare.
— Apostaré yo —dijo Sancho— que desde el emprincipio me caló y me entendió,
sino que quiso turbarme por oírme decir otras docientas patochadas.
— Podrá ser —replicó don Quijote—. Y, en efecto, ¿qué dice Teresa?
— Teresa dice —dijo Sancho— que ate bien mi dedo con vuestra merced, y que
hablen cartas y callen barbas, porque quien destaja no baraja, pues más
vale un toma que dos te daré. Y yo digo que el consejo de la mujer es poco,
y el que no le toma es loco.
— Y yo lo digo también —respondió don Quijote—. Decid, Sancho amigo; pasá
adelante, que habláis hoy de perlas.
— Es el caso —replicó Sancho— que, como vuestra merced mejor sabe, todos
estamos sujetos a la muerte, y que hoy somos y mañana no, y que tan presto
se va el cordero como el carnero, y que nadie puede prometerse en este
mundo más horas de vida de las que Dios quisiere darle, porque la muerte es
sorda, y, cuando llega a llamar a las puertas de nuestra vida, siempre va
depriesa y no la harán detener ni ruegos, ni fuerzas, ni ceptros, ni
mitras, según es pública voz y fama, y según nos lo dicen por esos
púlpitos.
— Todo eso es verdad —dijo don Quijote—, pero no sé dónde vas a parar.
— Voy a parar —dijo Sancho— en que vuesa merced me señale salario conocido
de lo que me ha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el tal
salario se me pague de su hacienda; que no quiero estar a mercedes, que
llegan tarde, o mal, o nunca; con lo mío me ayude Dios. En fin, yo quiero
saber lo que gano, poco o mucho que sea, que sobre un huevo pone la
gallina, y muchos pocos hacen un mucho, y mientras se gana algo no se
pierde nada. Verdad sea que si sucediese, lo cual ni lo creo ni lo espero,
que vuesa merced me diese la ínsula que me tiene prometida, no soy tan
ingrato, ni llevo las cosas tan por los cabos, que no querré que se aprecie
lo que montare la renta de la tal ínsula, y se descuente de mi salario gata
por cantidad.
— Sancho amigo —respondió don Quijote—, a las veces, tan buena suele ser una
gata como una rata.
— Ya entiendo —dijo Sancho—: yo apostaré que había de decir rata, y no gata;
pero no importa nada, pues vuesa merced me ha entendido.
— Y tan entendido —respondió don Quijote— que he penetrado lo último de tus
pensamientos, y sé al blanco que tiras con las inumerables saetas de tus
refranes. Mira, Sancho: yo bien te señalaría salario, si hubiera hallado en
alguna de las historias de los caballeros andantes ejemplo que me
descubriese y mostrase, por algún pequeño resquicio, qué es lo que solían
ganar cada mes, o cada año; pero yo he leído todas o las más de sus
historias, y no me acuerdo haber leído que ningún caballero andante haya
señalado conocido salario a su escudero. Sólo sé que todos servían a
merced, y que, cuando menos se lo pensaban, si a sus señores les había
corrido bien la suerte, se hallaban premiados con una ínsula, o con otra
cosa equivalente, y, por lo menos, quedaban con título y señoría. Si con
estas esperanzas y aditamentos vos, Sancho, gustáis de volver a servirme,
sea en buena hora: que pensar que yo he de sacar de sus términos y quicios
la antigua usanza de la caballería andante es pensar en lo escusado. Así
que, Sancho mío, volveos a vuestra casa, y declarad a vuestra Teresa mi
intención; y si ella gustare y vos gustáredes de estar a merced conmigo,
bene quidem; y si no, tan amigos como de antes; que si al palomar no le
falta cebo, no le faltarán palomas. Y advertid, hijo, que vale más buena
esperanza que ruin posesión, y buena queja que mala paga. Hablo de esta
manera, Sancho, por daros a entender que también como vos sé yo arrojar
refranes como llovidos. Y, finalmente, quiero decir, y os digo, que si no
queréis venir a merced conmigo y correr la suerte que yo corriere, que Dios
quede con vos y os haga un santo; que a mí no me faltarán escuderos más
obedientes, más solícitos, y no tan empachados ni tan habladores como vos.
Cuando Sancho oyó la firme resolución de su amo se le anubló el cielo y se
le cayeron las alas del corazón, porque tenía creído que su señor no se
iría sin él por todos los haberes del mundo; y así, estando suspenso y
pensativo, entró Sansón Carrasco y la sobrina, deseosos de oír con qué
razones persuadía a su señor que no tornarse a buscar las aventuras. Llegó
Sansón, socarrón famoso, y, abrazándole como la vez primera y con voz
levantada, le dijo:
— ¡Oh flor de la andante caballería; oh luz resplandeciente de las armas; oh
honor y espejo de la nación española! Plega a Dios todopoderoso, donde más
largamente se contiene, que la persona o personas que pusieren impedimento
y estorbaren tu tercera salida, que no la hallen en el laberinto de sus
deseos, ni jamás se les cumpla lo que mal desearen.
Y, volviéndose al ama, le dijo:
— Bien puede la señora ama no rezar más la oración de Santa Apolonia, que yo
sé que es determinación precisa de las esferas que el señor don Quijote
vuelva a ejecutar sus altos y nuevos pensamientos, y yo encargaría mucho mi
conciencia si no intimase y persuadiese a este caballero que no tenga más
tiempo encogida y detenida la fuerza de su valeroso brazo y la bondad de su
ánimo valentísimo, porque defrauda con su tardanza el derecho de los
tuertos, el amparo de los huérfanos, la honra de las doncellas, el favor de
las viudas y el arrimo de las casadas, y otras cosas deste jaez, que tocan,
atañen, dependen y son anejas a la orden de la caballería andante. ¡Ea,
señor don Quijote mío, hermoso y bravo, antes hoy que mañana se ponga
vuestra merced y su grandeza en camino; y si alguna cosa faltare para
ponerle en ejecución, aquí estoy yo para suplirla con mi persona y
hacienda; y si fuere necesidad servir a tu magnificencia de escudero, lo
tendré a felicísima ventura!
A esta sazón, dijo don Quijote, volviéndose a Sancho:
— ¿No te dije yo, Sancho, que me habían de sobrar escuderos? Mira quién se
ofrece a serlo, sino el inaudito bachiller Sansón Carrasco, perpetuo
trastulo y regocijador de los patios de las escuelas salmanticenses, sano
de su persona, ágil de sus miembros, callado, sufridor así del calor como
del frío, así de la hambre como de la sed, con todas aquellas partes que se
requieren para ser escudero de un caballero andante. Pero no permita el
cielo que, por seguir mi gusto, desjarrete y quiebre la coluna de las
letras y el vaso de las ciencias, y tronque la palma eminente de las buenas
y liberales artes. Quédese el nuevo Sansón en su patria, y, honrándola,
honre juntamente las canas de sus ancianos padres; que yo con cualquier
escudero estaré contento, ya que Sancho no se digna de venir conmigo.
— Sí digno —respondió Sancho, enternecido y llenos de lágrimas los ojos; y
prosiguió—: No se dirá por mí, señor mío: el pan comido y la compañía
deshecha; sí, que no vengo yo de alguna alcurnia desagradecida, que ya sabe
todo el mundo, y especialmente mi pueblo, quién fueron los Panzas, de quien
yo deciendo, y más, que tengo conocido y calado por muchas buenas obras, y
por más buenas palabras, el deseo que vuestra merced tiene de hacerme
merced; y si me he puesto en cuentas de tanto más cuanto acerca de mi
salario, ha sido por complacer a mi mujer; la cual, cuando toma la mano a
persuadir una cosa, no hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como
ella aprieta a que se haga lo que quiere; pero, en efeto, el hombre ha de
ser hombre, y la mujer, mujer; y, pues yo soy hombre dondequiera, que no lo
puedo negar, también lo quiero ser en mi casa, pese a quien pesare; y así,
no hay más que hacer, sino que vuestra merced ordene su testamento con su
codicilo, en modo que no se pueda revolcar, y pongámonos luego en camino,
porque no padezca el alma del señor Sansón, que dice que su conciencia le
lita que persuada a vuestra merced a salir vez tercera por ese mundo; y yo
de nuevo me ofrezco a servir a vuestra merced fiel y legalmente, tan bien y
mejor que cuantos escuderos han servido a caballeros andantes en los
pasados y presentes tiempos.
Admirado quedó el bachiller de oír el término y modo de hablar de Sancho
Panza; que, puesto que había leído la primera historia de su señor, nunca
creyó que era tan gracioso como allí le pintan; pero, oyéndole decir ahora
testamento y codicilo que no se pueda revolcar, en lugar de testamento y
codicilo que no se pueda revocar, creyó todo lo que dél había leído, y
confirmólo por uno de los más solenes mentecatos de nuestros siglos; y dijo
entre sí que tales dos locos como amo y mozo no se habrían visto en el
mundo.
Finalmente, don Quijote y Sancho se abrazaron y quedaron amigos, y con
parecer y beneplácito del gran Carrasco, que por entonces era su oráculo,
se ordenó que de allí a tres días fuese su partida; en los cuales habría
lugar de aderezar lo necesario para el viaje, y de buscar una celada de
encaje, que en todas maneras dijo don Quijote que la había de llevar.
Ofreciósela Sansón, porque sabía no se la negaría un amigo suyo que la
tenía, puesto que estaba más escura por el orín y el moho que clara y
limpia por el terso acero.
Las maldiciones que las dos, ama y sobrina, echaron al bachiller no
tuvieron cuento: mesaron sus cabellos, arañaron sus rostros, y, al modo de
las endechaderas que se usaban, lamentaban la partida como si fuera la
muerte de su señor. El designo que tuvo Sansón, para persuadirle a que otra
vez saliese, fue hacer lo que adelante cuenta la historia, todo por consejo
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - Don Quijote - 42
- Parts
- Don Quijote - 01Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4878Total number of unique words is 131737.1 of words are in the 2000 most common words49.1 of words are in the 5000 most common words55.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 02Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4965Total number of unique words is 169034.3 of words are in the 2000 most common words46.6 of words are in the 5000 most common words51.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 03Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5066Total number of unique words is 144439.2 of words are in the 2000 most common words49.7 of words are in the 5000 most common words55.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 04Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5079Total number of unique words is 141338.2 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words57.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 05Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5046Total number of unique words is 144039.7 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words58.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 06Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5065Total number of unique words is 155037.8 of words are in the 2000 most common words50.6 of words are in the 5000 most common words57.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 07Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5090Total number of unique words is 147939.7 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words58.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 08Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5035Total number of unique words is 157837.1 of words are in the 2000 most common words51.7 of words are in the 5000 most common words58.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 09Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5078Total number of unique words is 150839.9 of words are in the 2000 most common words52.7 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 10Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5055Total number of unique words is 145537.7 of words are in the 2000 most common words49.6 of words are in the 5000 most common words55.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 11Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5021Total number of unique words is 147638.0 of words are in the 2000 most common words50.1 of words are in the 5000 most common words56.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 12Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5166Total number of unique words is 140040.7 of words are in the 2000 most common words53.5 of words are in the 5000 most common words60.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 13Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5152Total number of unique words is 143940.4 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words57.5 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 14Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5089Total number of unique words is 146637.1 of words are in the 2000 most common words50.8 of words are in the 5000 most common words56.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 15Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5137Total number of unique words is 148838.0 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 16Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5174Total number of unique words is 148138.3 of words are in the 2000 most common words51.0 of words are in the 5000 most common words58.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 17Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5219Total number of unique words is 137138.6 of words are in the 2000 most common words51.2 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 18Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5128Total number of unique words is 152239.1 of words are in the 2000 most common words53.1 of words are in the 5000 most common words59.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 19Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5192Total number of unique words is 144639.9 of words are in the 2000 most common words53.5 of words are in the 5000 most common words60.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 20Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5184Total number of unique words is 143539.5 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words58.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 21Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5121Total number of unique words is 139539.4 of words are in the 2000 most common words51.5 of words are in the 5000 most common words56.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 22Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5124Total number of unique words is 141741.0 of words are in the 2000 most common words53.3 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 23Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5279Total number of unique words is 140039.9 of words are in the 2000 most common words54.2 of words are in the 5000 most common words60.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 24Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5170Total number of unique words is 141442.1 of words are in the 2000 most common words56.2 of words are in the 5000 most common words62.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 25Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5153Total number of unique words is 143040.9 of words are in the 2000 most common words54.7 of words are in the 5000 most common words60.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 26Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5131Total number of unique words is 138440.4 of words are in the 2000 most common words53.2 of words are in the 5000 most common words59.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 27Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5154Total number of unique words is 143640.5 of words are in the 2000 most common words53.5 of words are in the 5000 most common words59.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 28Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5153Total number of unique words is 149738.3 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words58.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 29Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5263Total number of unique words is 132340.4 of words are in the 2000 most common words51.6 of words are in the 5000 most common words56.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 30Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5143Total number of unique words is 139538.1 of words are in the 2000 most common words49.0 of words are in the 5000 most common words54.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 31Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5149Total number of unique words is 139541.3 of words are in the 2000 most common words52.8 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 32Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5160Total number of unique words is 136840.2 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words57.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 33Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5123Total number of unique words is 137038.4 of words are in the 2000 most common words51.3 of words are in the 5000 most common words56.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 34Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5069Total number of unique words is 153838.6 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words57.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 35Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5011Total number of unique words is 148636.9 of words are in the 2000 most common words50.3 of words are in the 5000 most common words56.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 36Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5082Total number of unique words is 159038.6 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words57.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 37Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4925Total number of unique words is 160537.0 of words are in the 2000 most common words49.2 of words are in the 5000 most common words55.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 38Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5083Total number of unique words is 153937.5 of words are in the 2000 most common words49.4 of words are in the 5000 most common words55.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 39Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4926Total number of unique words is 145536.8 of words are in the 2000 most common words49.3 of words are in the 5000 most common words55.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 40Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5150Total number of unique words is 149537.2 of words are in the 2000 most common words48.9 of words are in the 5000 most common words54.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 41Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5101Total number of unique words is 149437.8 of words are in the 2000 most common words51.7 of words are in the 5000 most common words57.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 42Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5026Total number of unique words is 146439.7 of words are in the 2000 most common words53.0 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 43Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5020Total number of unique words is 148037.8 of words are in the 2000 most common words50.0 of words are in the 5000 most common words56.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 44Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5012Total number of unique words is 150839.3 of words are in the 2000 most common words53.2 of words are in the 5000 most common words58.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 45Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5052Total number of unique words is 141037.8 of words are in the 2000 most common words50.0 of words are in the 5000 most common words56.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 46Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5112Total number of unique words is 146936.6 of words are in the 2000 most common words48.9 of words are in the 5000 most common words53.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 47Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5063Total number of unique words is 144938.8 of words are in the 2000 most common words52.7 of words are in the 5000 most common words58.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 48Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5028Total number of unique words is 157736.1 of words are in the 2000 most common words49.8 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 49Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5044Total number of unique words is 156235.3 of words are in the 2000 most common words49.5 of words are in the 5000 most common words55.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 50Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4996Total number of unique words is 148938.0 of words are in the 2000 most common words51.1 of words are in the 5000 most common words56.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 51Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5179Total number of unique words is 143839.1 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words56.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 52Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5017Total number of unique words is 151637.8 of words are in the 2000 most common words51.3 of words are in the 5000 most common words56.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 53Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5114Total number of unique words is 154738.4 of words are in the 2000 most common words50.4 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 54Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5045Total number of unique words is 136839.5 of words are in the 2000 most common words51.0 of words are in the 5000 most common words56.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 55Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5107Total number of unique words is 145837.4 of words are in the 2000 most common words50.6 of words are in the 5000 most common words55.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 56Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5197Total number of unique words is 146838.4 of words are in the 2000 most common words51.1 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 57Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5078Total number of unique words is 152437.1 of words are in the 2000 most common words50.4 of words are in the 5000 most common words55.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 58Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4963Total number of unique words is 159636.8 of words are in the 2000 most common words49.1 of words are in the 5000 most common words54.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 59Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5093Total number of unique words is 144737.4 of words are in the 2000 most common words49.0 of words are in the 5000 most common words54.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 60Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5142Total number of unique words is 152936.5 of words are in the 2000 most common words50.1 of words are in the 5000 most common words56.5 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 61Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5072Total number of unique words is 152636.9 of words are in the 2000 most common words49.4 of words are in the 5000 most common words55.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 62Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5058Total number of unique words is 149437.5 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words55.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 63Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5147Total number of unique words is 149239.1 of words are in the 2000 most common words52.2 of words are in the 5000 most common words57.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 64Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5161Total number of unique words is 136540.9 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words56.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 65Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5181Total number of unique words is 152637.6 of words are in the 2000 most common words51.1 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 66Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5060Total number of unique words is 157137.5 of words are in the 2000 most common words51.3 of words are in the 5000 most common words57.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 67Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5028Total number of unique words is 145639.1 of words are in the 2000 most common words51.6 of words are in the 5000 most common words57.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 68Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4968Total number of unique words is 156138.7 of words are in the 2000 most common words52.0 of words are in the 5000 most common words58.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 69Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5002Total number of unique words is 148738.9 of words are in the 2000 most common words51.2 of words are in the 5000 most common words57.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 70Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4947Total number of unique words is 152137.7 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 71Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5007Total number of unique words is 141439.6 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words57.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 72Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5086Total number of unique words is 141838.9 of words are in the 2000 most common words51.8 of words are in the 5000 most common words58.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 73Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5029Total number of unique words is 155538.0 of words are in the 2000 most common words50.5 of words are in the 5000 most common words56.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 74Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5029Total number of unique words is 149638.2 of words are in the 2000 most common words50.4 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 75Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5040Total number of unique words is 144537.0 of words are in the 2000 most common words49.2 of words are in the 5000 most common words54.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 76Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 2328Total number of unique words is 84046.8 of words are in the 2000 most common words58.2 of words are in the 5000 most common words63.3 of words are in the 8000 most common words