Don Quijote - 75
Total number of words is 5040
Total number of unique words is 1445
37.0 of words are in the 2000 most common words
49.2 of words are in the 5000 most common words
54.7 of words are in the 8000 most common words
la abrevies te añado cien reales.
— ¿Cuándo? —replicó Sancho—. Esta noche, sin falta. Procure vuestra merced
que la tengamos en el campo, al cielo abierto, que yo me abriré mis carnes.
Llegó la noche, esperada de don Quijote con la mayor ansia del mundo,
pareciéndole que las ruedas del carro de Apolo se habían quebrado, y que el
día se alargaba más de lo acostumbrado, bien así como acontece a los
enamorados, que jamás ajustan la cuenta de sus deseos. Finalmente, se
entraron entre unos amenos árboles que poco desviados del camino estaban,
donde, dejando vacías la silla y albarda de Rocinante y el rucio, se
tendieron sobre la verde yerba y cenaron del repuesto de Sancho; el cual,
haciendo del cabestro y de la jáquima del rucio un poderoso y flexible
azote, se retiró hasta veinte pasos de su amo, entre unas hayas. Don
Quijote, que le vio ir con denuedo y con brío, le dijo:
— Mira, amigo, que no te hagas pedazos; da lugar que unos azotes aguarden a
otros; no quieras apresurarte tanto en la carrera, que en la mitad della te
falte el aliento; quiero decir que no te des tan recio que te falte la vida
antes de llegar al número deseado. Y, porque no pierdas por carta de más ni
de menos, yo estaré desde aparte contando por este mi rosario los azotes
que te dieres. Favorézcate el cielo conforme tu buena intención merece.
— Al buen pagador no le duelen prendas —respondió Sancho—: yo pienso darme
de manera que, sin matarme, me duela; que en esto debe de consistir la
sustancia deste milagro.
Desnudóse luego de medio cuerpo arriba, y, arrebatando el cordel, comenzó a
darse, y comenzó don Quijote a contar los azotes.
Hasta seis o ocho se habría dado Sancho, cuando le pareció ser pesada la
burla y muy barato el precio della, y, deteniéndose un poco, dijo a su amo
que se llamaba a engaño, porque merecía cada azote de aquéllos ser pagado a
medio real, no que a cuartillo.
— Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes —le dijo don Quijote—, que yo doblo
la parada del precio.
— Dese modo —dijo Sancho—, ¡a la mano de Dios, y lluevan azotes!
Pero el socarrón dejó de dárselos en las espaldas, y daba en los árboles,
con unos suspiros de cuando en cuando, que parecía que con cada uno dellos
se le arrancaba el alma. Tierna la de don Quijote, temeroso de que no se le
acabase la vida, y no consiguiese su deseo por la imprudencia de Sancho, le
dijo:
— Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio, que me parece
muy áspera esta medicina, y será bien dar tiempo al tiempo; que no se ganó
Zamora en un hora. Más de mil azotes, si yo no he contado mal, te has dado:
bastan por agora; que el asno, hablando a lo grosero, sufre la carga, mas
no la sobrecarga.
— No, no, señor —respondió Sancho—, no se ha de decir por mí: "a dineros
pagados, brazos quebrados". Apártese vuestra merced otro poco y déjeme dar
otros mil azotes siquiera, que a dos levadas déstas habremos cumplido con
esta partida, y aún nos sobrará ropa.
— Pues tú te hallas con tan buena disposición —dijo don Quijote—, el cielo
te ayude, y pégate, que yo me aparto.
Volvió Sancho a su tarea con tanto denuedo, que ya había quitado las
cortezas a muchos árboles: tal era la riguridad con que se azotaba; y,
alzando una vez la voz, y dando un desaforado azote en una haya, dijo:
— ¡Aquí morirás, Sansón, y cuantos con él son!
Acudió don Quijote luego al son de la lastimada voz y del golpe del
riguroso azote, y, asiendo del torcido cabestro que le servía de corbacho a
Sancho, le dijo:
— No permita la suerte, Sancho amigo, que por el gusto mío pierdas tú la
vida, que ha de servir para sustentar a tu mujer y a tus hijos: espere
Dulcinea mejor coyuntura, que yo me contendré en los límites de la
esperanza propincua, y esperaré que cobres fuerzas nuevas, para que se
concluya este negocio a gusto de todos.
— Pues vuestra merced, señor mío, lo quiere así —respondió Sancho—, sea en
buena hora, y écheme su ferreruelo sobre estas espaldas, que estoy sudando
y no querría resfriarme; que los nuevos diciplinantes corren este peligro.
Hízolo así don Quijote, y, quedándose en pelota, abrigó a Sancho, el cual
se durmió hasta que le despertó el sol, y luego volvieron a proseguir su
camino, a quien dieron fin, por entonces, en un lugar que tres leguas de
allí estaba. Apeáronse en un mesón, que por tal le reconoció don Quijote, y
no por castillo de cava honda, torres, rastrillos y puente levadiza; que,
después que le vencieron, con más juicio en todas las cosas discurría, como
agora se dirá. Alojáronle en una sala baja, a quien servían de guadameciles
unas sargas viejas pintadas, como se usan en las aldeas. En una dellas
estaba pintada de malísima mano el robo de Elena, cuando el atrevido
huésped se la llevó a Menalao, y en otra estaba la historia de Dido y de
Eneas, ella sobre una alta torre, como que hacía señas con una media sábana
al fugitivo huésped, que por el mar, sobre una fragata o bergantín, se iba
huyendo.
Notó en las dos historias que Elena no iba de muy mala gana, porque se reía
a socapa y a lo socarrón; pero la hermosa Dido mostraba verter lágrimas del
tamaño de nueces por los ojos. Viendo lo cual don Quijote, dijo:
— Estas dos señoras fueron desdichadísimas, por no haber nacido en esta
edad, y yo sobre todos desdichado en no haber nacido en la suya: encontrara
a aquestos señores, ni fuera abrasada Troya, ni Cartago destruida, pues con
sólo que yo matara a Paris se escusaran tantas desgracias.
— Yo apostaré —dijo Sancho— que antes de mucho tiempo no ha de haber
bodegón, venta ni mesón, o tienda de barbero, donde no ande pintada la
historia de nuestras hazañas. Pero querría yo que la pintasen manos de otro
mejor pintor que el que ha pintado a éstas.
— Tienes razón, Sancho —dijo don Quijote—, porque este pintor es como
Orbaneja, un pintor que estaba en Úbeda; que, cuando le preguntaban qué
pintaba, respondía: ''Lo que saliere''; y si por ventura pintaba un gallo,
escribía debajo: "Éste es gallo", porque no pensasen que era zorra. Desta
manera me parece a mí, Sancho, que debe de ser el pintor o escritor, que
todo es uno, que sacó a luz la historia deste nuevo don Quijote que ha
salido: que pintó o escribió lo que saliere; o habrá sido como un poeta que
andaba los años pasados en la corte, llamado Mauleón, el cual respondía de
repente a cuanto le preguntaban; y, preguntándole uno que qué quería decir
Deum de Deo, respondió: ''Dé donde diere''. Pero, dejando esto aparte, dime
si piensas, Sancho, darte otra tanda esta noche, y si quieres que sea
debajo de techado, o al cielo abierto.
— Pardiez, señor —respondió Sancho—, que para lo que yo pienso darme, eso se
me da en casa que en el campo; pero, con todo eso, querría que fuese entre
árboles, que parece que me acompañan y me ayudan a llevar mi trabajo
maravillosamente.
— Pues no ha de ser así, Sancho amigo —respondió don Quijote—, sino que para
que tomes fuerzas, lo hemos de guardar para nuestra aldea, que, a lo más
tarde, llegaremos allá después de mañana.
Sancho respondió que hiciese su gusto, pero que él quisiera concluir con
brevedad aquel negocio a sangre caliente y cuando estaba picado el molino,
porque en la tardanza suele estar muchas veces el peligro; y a Dios rogando
y con el mazo dando, y que más valía un "toma" que dos "te daré", y el
pájaro en la mano que el buitre volando.
— No más refranes, Sancho, por un solo Dios —dijo don Quijote—, que parece
que te vuelves al sicut erat; habla a lo llano, a lo liso, a lo no
intricado, como muchas veces te he dicho, y verás como te vale un pan por
ciento.
— No sé qué mala ventura es esta mía —respondió Sancho—, que no sé decir
razón sin refrán, ni refrán que no me parezca razón; pero yo me enmendaré,
si pudiere.
Y, con esto, cesó por entonces su plática.
Capítulo LXXII. De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea
Todo aquel día, esperando la noche, estuvieron en aquel lugar y mesón don
Quijote y Sancho: el uno, para acabar en la campaña rasa la tanda de su
diciplina, y el otro, para ver el fin della, en el cual consistía el de su
deseo. Llegó en esto al mesón un caminante a caballo, con tres o cuatro
criados, uno de los cuales dijo al que el señor dellos parecía:
— Aquí puede vuestra merced, señor don Álvaro Tarfe, pasar hoy la siesta: la
posada parece limpia y fresca.
Oyendo esto don Quijote, le dijo a Sancho:
— Mira, Sancho: cuando yo hojeé aquel libro de la segunda parte de mi
historia, me parece que de pasada topé allí este nombre de don Álvaro
Tarfe.
— Bien podrá ser —respondió Sancho—. Dejémosle apear, que después se lo
preguntaremos.
El caballero se apeó, y, frontero del aposento de don Quijote, la huéspeda
le dio una sala baja, enjaezada con otras pintadas sargas, como las que
tenía la estancia de don Quijote. Púsose el recién venido caballero a lo de
verano, y, saliéndose al portal del mesón, que era espacioso y fresco, por
el cual se paseaba don Quijote, le preguntó:
— ¿Adónde bueno camina vuestra merced, señor gentilhombre?
Y don Quijote le respondió:
— A una aldea que está aquí cerca, de donde soy natural. Y vuestra merced,
¿dónde camina?
— Yo, señor —respondió el caballero—, voy a Granada, que es mi patria.
— ¡Y buena patria! —replicó don Quijote—. Pero, dígame vuestra merced, por
cortesía, su nombre, porque me parece que me ha de importar saberlo más de
lo que buenamente podré decir.
— Mi nombre es don Álvaro Tarfe —respondió el huésped.
A lo que replicó don Quijote:
— Sin duda alguna pienso que vuestra merced debe de ser aquel don Álvaro
Tarfe que anda impreso en la Segunda parte de la historia de don Quijote de
la Mancha, recién impresa y dada a la luz del mundo por un autor moderno.
— El mismo soy —respondió el caballero—, y el tal don Quijote, sujeto
principal de la tal historia, fue grandísimo amigo mío, y yo fui el que le
sacó de su tierra, o, a lo menos, le moví a que viniese a unas justas que
se hacían en Zaragoza, adonde yo iba; y, en verdad en verdad que le hice
muchas amistades, y que le quité de que no le palmease las espaldas el
verdugo, por ser demasiadamente atrevido.
— Y, dígame vuestra merced, señor don Álvaro, ¿parezco yo en algo a ese tal
don Quijote que vuestra merced dice?
— No, por cierto —respondió el huésped—: en ninguna manera.
— Y ese don Quijote —dijo el nuestro—, ¿traía consigo a un escudero llamado
Sancho Panza?
— Sí traía —respondió don Álvaro—; y, aunque tenía fama de muy gracioso,
nunca le oí decir gracia que la tuviese.
— Eso creo yo muy bien —dijo a esta sazón Sancho—, porque el decir gracias
no es para todos, y ese Sancho que vuestra merced dice, señor gentilhombre,
debe de ser algún grandísimo bellaco, frión y ladrón juntamente, que el
verdadero Sancho Panza soy yo, que tengo más gracias que llovidas; y si no,
haga vuestra merced la experiencia, y ándese tras de mí, por los menos un
año, y verá que se me caen a cada paso, y tales y tantas que, sin saber yo
las más veces lo que me digo, hago reír a cuantos me escuchan; y el
verdadero don Quijote de la Mancha, el famoso, el valiente y el discreto,
el enamorado, el desfacedor de agravios, el tutor de pupilos y huérfanos,
el amparo de las viudas, el matador de las doncellas, el que tiene por
única señora a la sin par Dulcinea del Toboso, es este señor que está
presente, que es mi amo; todo cualquier otro don Quijote y cualquier otro
Sancho Panza es burlería y cosa de sueño.
— ¡Por Dios que lo creo! —respondió don Álvaro—, porque más gracias habéis
dicho vos, amigo, en cuatro razones que habéis hablado, que el otro Sancho
Panza en cuantas yo le oí hablar, que fueron muchas. Más tenía de comilón
que de bien hablado, y más de tonto que de gracioso, y tengo por sin duda
que los encantadores que persiguen a don Quijote el bueno han querido
perseguirme a mí con don Quijote el malo. Pero no sé qué me diga; que osaré
yo jurar que le dejo metido en la casa del Nuncio, en Toledo, para que le
curen, y agora remanece aquí otro don Quijote, aunque bien diferente del
mío.
— Yo —dijo don Quijote— no sé si soy bueno, pero sé decir que no soy el
malo; para prueba de lo cual quiero que sepa vuesa merced, mi señor don
Álvaro Tarfe, que en todos los días de mi vida no he estado en Zaragoza;
antes, por haberme dicho que ese don Quijote fantástico se había hallado en
las justas desa ciudad, no quise yo entrar en ella, por sacar a las barbas
del mundo su mentira; y así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la
cortesía, albergue de los estranjeros, hospital de los pobres, patria de
los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes
amistades, y, en sitio y en belleza, única. Y, aunque los sucesos que en
ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre, los
llevo sin ella, sólo por haberla visto. Finalmente, señor don Álvaro Tarfe,
yo soy don Quijote de la Mancha, el mismo que dice la fama, y no ese
desventurado que ha querido usurpar mi nombre y honrarse con mis
pensamientos. A vuestra merced suplico, por lo que debe a ser caballero,
sea servido de hacer una declaración ante el alcalde deste lugar, de que
vuestra merced no me ha visto en todos los días de su vida hasta agora, y
de que yo no soy el don Quijote impreso en la segunda parte, ni este Sancho
Panza mi escudero es aquél que vuestra merced conoció.
— Eso haré yo de muy buena gana —respondió don Álvaro—, puesto que cause
admiración ver dos don Quijotes y dos Sanchos a un mismo tiempo, tan
conformes en los nombres como diferentes en las acciones; y vuelvo a decir
y me afirmo que no he visto lo que he visto, ni ha pasado por mí lo que ha
pasado.
— Sin duda —dijo Sancho— que vuestra merced debe de estar encantado, como
mi señora Dulcinea del Toboso, y pluguiera al cielo que estuviera su
desencanto de vuestra merced en darme otros tres mil y tantos azotes como
me doy por ella, que yo me los diera sin interés alguno.
— No entiendo eso de azotes —dijo don Álvaro.
Y Sancho le respondió que era largo de contar, pero que él se lo contaría
si acaso iban un mesmo camino.
Llegóse en esto la hora de comer; comieron juntos don Quijote y don Álvaro.
Entró acaso el alcalde del pueblo en el mesón, con un escribano, ante el
cual alcalde pidió don Quijote, por una petición, de que a su derecho
convenía de que don Álvaro Tarfe, aquel caballero que allí estaba presente,
declarase ante su merced como no conocía a don Quijote de la Mancha, que
asimismo estaba allí presente, y que no era aquél que andaba impreso en una
historia intitulada: Segunda parte de don Quijote de la Mancha, compuesta
por un tal de Avellaneda, natural de Tordesillas. Finalmente, el alcalde
proveyó jurídicamente; la declaración se hizo con todas las fuerzas que en
tales casos debían hacerse, con lo que quedaron don Quijote y Sancho muy
alegres, como si les importara mucho semejante declaración y no mostrara
claro la diferencia de los dos don Quijotes y la de los dos Sanchos sus
obras y sus palabras. Muchas de cortesías y ofrecimientos pasaron entre don
Álvaro y don Quijote, en las cuales mostró el gran manchego su discreción,
de modo que desengañó a don Álvaro Tarfe del error en que estaba; el cual
se dio a entender que debía de estar encantado, pues tocaba con la mano dos
tan contrarios don Quijotes.
Llegó la tarde, partiéronse de aquel lugar, y a obra de media legua se
apartaban dos caminos diferentes, el uno que guiaba a la aldea de don
Quijote, y el otro el que había de llevar don Álvaro. En este poco espacio
le contó don Quijote la desgracia de su vencimiento y el encanto y el
remedio de Dulcinea, que todo puso en nueva admiración a don Álvaro, el
cual, abrazando a don Quijote y a Sancho, siguió su camino, y don Quijote
el suyo, que aquella noche la pasó entre otros árboles, por dar lugar a
Sancho de cumplir su penitencia, que la cumplió del mismo modo que la
pasada noche, a costa de las cortezas de las hayas, harto más que de sus
espaldas, que las guardó tanto, que no pudieran quitar los azotes una
mosca, aunque la tuviera encima.
No perdió el engañado don Quijote un solo golpe de la cuenta, y halló que
con los de la noche pasada era tres mil y veinte y nueve. Parece que había
madrugado el sol a ver el sacrificio, con cuya luz volvieron a proseguir su
camino, tratando entre los dos del engaño de don Álvaro y de cuán bien
acordado había sido tomar su declaración ante la justicia, y tan
auténticamente.
Aquel día y aquella noche caminaron sin sucederles cosa digna de contarse,
si no fue que en ella acabó Sancho su tarea, de que quedó don Quijote
contento sobremodo, y esperaba el día, por ver si en el camino topaba ya
desencantada a Dulcinea su señora; y, siguiendo su camino, no topaba mujer
ninguna que no iba a reconocer si era Dulcinea del Toboso, teniendo por
infalible no poder mentir las promesas de Merlín.
Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual
descubrieron su aldea, la cual, vista de Sancho, se hincó de rodillas y
dijo:
— Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza, tu
hijo, si no muy rico, muy bien azotado. Abre los brazos y recibe también tu
hijo don Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor
de sí mismo; que, según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que
desearse puede. Dineros llevo, porque si buenos azotes me daban, bien
caballero me iba.
— Déjate desas sandeces —dijo don Quijote—, y vamos con pie derecho a entrar
en nuestro lugar, donde daremos vado a nuestras imaginaciones, y la traza
que en la pastoral vida pensamos ejercitar.
Con esto, bajaron de la cuesta y se fueron a su pueblo.
Capítulo LXXIII. De los agüeros que tuvo don Quijote al entrar de su aldea,
con otros sucesos que adornan y acreditan esta grande historia
A la entrada del cual, según dice Cide Hamete, vio don Quijote que en las
eras del lugar estaban riñendo dos mochachos, y el uno dijo al otro:
— No te canses Periquillo, que no la has de ver en todos los días de tu
vida.
Oyólo don Quijote, y dijo a Sancho:
— ¿No adviertes, amigo, lo que aquel mochacho ha dicho: ''no la has de ver
en todos los días de tu vida''?
— Pues bien, ¿qué importa —respondió Sancho— que haya dicho eso el mochacho?
— ¿Qué? —replicó don Quijote—. ¿No vees tú que, aplicando aquella palabra a
mi intención, quiere significar que no tengo de ver más a Dulcinea?
Queríale responder Sancho, cuando se lo estorbó ver que por aquella campaña
venía huyendo una liebre, seguida de muchos galgos y cazadores, la cual,
temerosa, se vino a recoger y a agazapar debajo de los pies del rucio.
Cogióla Sancho a mano salva y presentósela a don Quijote, el cual estaba
diciendo:
— Malum signum! Malum signum! Liebre huye, galgos la siguen: ¡Dulcinea no
parece!
— Estraño es vuesa merced —dijo Sancho—. Presupongamos que esta liebre es
Dulcinea del Toboso y estos galgos que la persiguen son los malandrines
encantadores que la transformaron en labradora: ella huye, yo la cojo y la
pongo en poder de vuesa merced, que la tiene en sus brazos y la regala:
¿qué mala señal es ésta, ni qué mal agüero se puede tomar de aquí?
Los dos mochachos de la pendencia se llegaron a ver la liebre, y al uno
dellos preguntó Sancho que por qué reñían. Y fuele respondido por el que
había dicho ''no la verás más en toda tu vida'', que él había tomado al
otro mochacho una jaula de grillos, la cual no pensaba volvérsela en toda
su vida. Sacó Sancho cuatro cuartos de la faltriquera y dióselos al
mochacho por la jaula, y púsosela en las manos a don Quijote, diciendo:
— He aquí, señor, rompidos y desbaratados estos agüeros, que no tienen que
ver más con nuestros sucesos, según que yo imagino, aunque tonto, que con
las nubes de antaño. Y si no me acuerdo mal, he oído decir al cura de
nuestro pueblo que no es de personas cristianas ni discretas mirar en estas
niñerías; y aun vuesa merced mismo me lo dijo los días pasados, dándome a
entender que eran tontos todos aquellos cristianos que miraban en agüeros.
Y no es menester hacer hincapié en esto, sino pasemos adelante y entremos
en nuestra aldea.
Llegaron los cazadores, pidieron su liebre, y diósela don Quijote; pasaron
adelante, y, a la entrada del pueblo, toparon en un pradecillo rezando al
cura y al bachiller Carrasco. Y es de saber que Sancho Panza había echado
sobre el rucio y sobre el lío de las armas, para que sirviese de repostero,
la túnica de bocací, pintada de llamas de fuego que le vistieron en el
castillo del duque la noche que volvió en sí Altisidora. Acomodóle también
la coroza en la cabeza, que fue la más nueva transformación y adorno con
que se vio jamás jumento en el mundo.
Fueron luego conocidos los dos del cura y del bachiller, que se vinieron a
ellos con los brazos abiertos. Apeóse don Quijote y abrazólos
estrechamente; y los mochachos, que son linces no escusados, divisaron la
coroza del jumento y acudieron a verle, y decían unos a otros:
— Venid, mochachos, y veréis el asno de Sancho Panza más galán que Mingo, y
la bestia de don Quijote más flaca hoy que el primer día.
Finalmente, rodeados de mochachos y acompañados del cura y del bachiller,
entraron en el pueblo, y se fueron a casa de don Quijote, y hallaron a la
puerta della al ama y a su sobrina, a quien ya habían llegado las nuevas de
su venida. Ni más ni menos se las habían dado a Teresa Panza, mujer de
Sancho, la cual, desgreñada y medio desnuda, trayendo de la mano a
Sanchica, su hija, acudió a ver a su marido; y, viéndole no tan bien
adeliñado como ella se pensaba que había de estar un gobernador, le dijo:
— ¿Cómo venís así, marido mío, que me parece que venís a pie y despeado, y
más traéis semejanza de desgobernado que de gobernador?
— Calla, Teresa —respondió Sancho—, que muchas veces donde hay estacas no
hay tocinos, y vámonos a nuestra casa, que allá oirás maravillas. Dineros
traigo, que es lo que importa, ganados por mi industria y sin daño de
nadie.
— Traed vos dinero, mi buen marido —dijo Teresa—, y sean ganados por aquí o
por allí, que, comoquiera que los hayáis ganado, no habréis hecho usanza
nueva en el mundo.
Abrazó Sanchica a su padre, y preguntóle si traía algo, que le estaba
esperando como el agua de mayo; y, asiéndole de un lado del cinto, y su
mujer de la mano, tirando su hija al rucio, se fueron a su casa, dejando a
don Quijote en la suya, en poder de su sobrina y de su ama, y en compañía
del cura y del bachiller.
Don Quijote, sin guardar términos ni horas, en aquel mismo punto se apartó
a solas con el bachiller y el cura, y en breves razones les contó su
vencimiento, y la obligación en que había quedado de no salir de su aldea
en un año, la cual pensaba guardar al pie de la letra, sin traspasarla en
un átomo, bien así como caballero andante, obligado por la puntualidad y
orden de la andante caballería, y que tenía pensado de hacerse aquel año
pastor, y entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta
podía dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y
virtuoso ejercicio; y que les suplicaba, si no tenían mucho que hacer y no
estaban impedidos en negocios más importantes, quisiesen ser sus
compañeros; que él compraría ovejas y ganado suficiente que les diese
nombre de pastores; y que les hacía saber que lo más principal de aquel
negocio estaba hecho, porque les tenía puestos los nombres, que les
vendrían como de molde. Díjole el cura que los dijese. Respondió don
Quijote que él se había de llamar el pastor Quijotiz; y el bachiller, el
pastor Carrascón; y el cura, el pastor Curambro; y Sancho Panza, el pastor
Pancino.
Pasmáronse todos de ver la nueva locura de don Quijote; pero, porque no se
les fuese otra vez del pueblo a sus caballerías, esperando que en aquel año
podría ser curado, concedieron con su nueva intención, y aprobaron por
discreta su locura, ofreciéndosele por compañeros en su ejercicio.
— Y más —dijo Sansón Carrasco—, que, como ya todo el mundo sabe, yo soy
celebérrimo poeta y a cada paso compondré versos pastoriles, o cortesanos,
o como más me viniere a cuento, para que nos entretengamos por esos
andurriales donde habemos de andar; y lo que más es menester, señores míos,
es que cada uno escoja el nombre de la pastora que piensa celebrar en sus
versos, y que no dejemos árbol, por duro que sea, donde no la retule y
grabe su nombre, como es uso y costumbre de los enamorados pastores.
— Eso está de molde —respondió don Quijote—, puesto que yo estoy libre de
buscar nombre de pastora fingida, pues está ahí la sin par Dulcinea del
Toboso, gloria de estas riberas, adorno de estos prados, sustento de la
hermosura, nata de los donaires, y, finalmente, sujeto sobre quien puede
asentar bien toda alabanza, por hipérbole que sea.
— Así es verdad —dijo el cura—, pero nosotros buscaremos por ahí pastoras
mañeruelas, que si no nos cuadraren, nos esquinen.
A lo que añadió Sansón Carrasco:
— Y cuando faltaren, darémosles los nombres de las estampadas e impresas,
de quien está lleno el mundo: Fílidas, Amarilis, Dianas, Fléridas,
Galateas y Belisardas; que, pues las venden en las plazas, bien las podemos
comprar nosotros y tenerlas por nuestras. Si mi dama, o, por mejor decir,
mi pastora, por ventura se llamare Ana, la celebraré debajo del nombre de
Anarda; y si Francisca, la llamaré yo Francenia; y si Lucía, Lucinda, que
todo se sale allá; y Sancho Panza, si es que ha de entrar en esta cofadría,
podrá celebrar a su mujer Teresa Panza con nombre de Teresaina.
Rióse don Quijote de la aplicación del nombre, y el cura le alabó infinito
su honesta y honrada resolución, y se ofreció de nuevo a hacerle compañía
todo el tiempo que le vacase de atender a sus forzosas obligaciones. Con
esto, se despidieron dél, y le rogaron y aconsejaron tuviese cuenta con su
salud, con regalarse lo que fuese bueno.
Quiso la suerte que su sobrina y el ama oyeron la plática de los tres; y,
así como se fueron, se entraron entrambas con don Quijote, y la sobrina le
dijo:
— ¿Qué es esto, señor tío? ¿Ahora que pensábamos nosotras que vuestra merced
volvía a reducirse en su casa, y pasar en ella una vida quieta y honrada,
se quiere meter en nuevos laberintos, haciéndose
Pastorcillo, tú que vienes,
pastorcico, tú que vas?
Pues en verdad que está ya duro el alcacel para zampoñas.
A lo que añadió el ama:
Y ¿podrá vuestra merced pasar en el campo las siestas del verano, los
serenos del invierno, el aullido de los lobos? No, por cierto, que éste es
ejercicio y oficio de hombres robustos, curtidos y criados para tal
ministerio casi desde las fajas y mantillas. Aun, mal por mal, mejor es ser
caballero andante que pastor. Mire, señor, tome mi consejo, que no se le
doy sobre estar harta de pan y vino, sino en ayunas, y sobre cincuenta años
que tengo de edad: estése en su casa, atienda a su hacienda, confiese a
menudo, favorezca a los pobres, y sobre mi ánima si mal le fuere.
— Callad, hijas —les respondió don Quijote—, que yo sé bien lo que me
cumple. Llevadme al lecho, que me parece que no estoy muy bueno, y tened
por cierto que, ahora sea caballero andante o pastor por andar, no dejaré
siempre de acudir a lo que hubiéredes menester, como lo veréis por la obra.
Y las buenas hijas —que lo eran sin duda ama y sobrina— le llevaron a la
cama, donde le dieron de comer y regalaron lo posible.
Capítulo LXXIV. De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y
su muerte
Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus
principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los
hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para
detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo
pensaba; porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse
vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le
arraigó una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue
visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos,
— ¿Cuándo? —replicó Sancho—. Esta noche, sin falta. Procure vuestra merced
que la tengamos en el campo, al cielo abierto, que yo me abriré mis carnes.
Llegó la noche, esperada de don Quijote con la mayor ansia del mundo,
pareciéndole que las ruedas del carro de Apolo se habían quebrado, y que el
día se alargaba más de lo acostumbrado, bien así como acontece a los
enamorados, que jamás ajustan la cuenta de sus deseos. Finalmente, se
entraron entre unos amenos árboles que poco desviados del camino estaban,
donde, dejando vacías la silla y albarda de Rocinante y el rucio, se
tendieron sobre la verde yerba y cenaron del repuesto de Sancho; el cual,
haciendo del cabestro y de la jáquima del rucio un poderoso y flexible
azote, se retiró hasta veinte pasos de su amo, entre unas hayas. Don
Quijote, que le vio ir con denuedo y con brío, le dijo:
— Mira, amigo, que no te hagas pedazos; da lugar que unos azotes aguarden a
otros; no quieras apresurarte tanto en la carrera, que en la mitad della te
falte el aliento; quiero decir que no te des tan recio que te falte la vida
antes de llegar al número deseado. Y, porque no pierdas por carta de más ni
de menos, yo estaré desde aparte contando por este mi rosario los azotes
que te dieres. Favorézcate el cielo conforme tu buena intención merece.
— Al buen pagador no le duelen prendas —respondió Sancho—: yo pienso darme
de manera que, sin matarme, me duela; que en esto debe de consistir la
sustancia deste milagro.
Desnudóse luego de medio cuerpo arriba, y, arrebatando el cordel, comenzó a
darse, y comenzó don Quijote a contar los azotes.
Hasta seis o ocho se habría dado Sancho, cuando le pareció ser pesada la
burla y muy barato el precio della, y, deteniéndose un poco, dijo a su amo
que se llamaba a engaño, porque merecía cada azote de aquéllos ser pagado a
medio real, no que a cuartillo.
— Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes —le dijo don Quijote—, que yo doblo
la parada del precio.
— Dese modo —dijo Sancho—, ¡a la mano de Dios, y lluevan azotes!
Pero el socarrón dejó de dárselos en las espaldas, y daba en los árboles,
con unos suspiros de cuando en cuando, que parecía que con cada uno dellos
se le arrancaba el alma. Tierna la de don Quijote, temeroso de que no se le
acabase la vida, y no consiguiese su deseo por la imprudencia de Sancho, le
dijo:
— Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio, que me parece
muy áspera esta medicina, y será bien dar tiempo al tiempo; que no se ganó
Zamora en un hora. Más de mil azotes, si yo no he contado mal, te has dado:
bastan por agora; que el asno, hablando a lo grosero, sufre la carga, mas
no la sobrecarga.
— No, no, señor —respondió Sancho—, no se ha de decir por mí: "a dineros
pagados, brazos quebrados". Apártese vuestra merced otro poco y déjeme dar
otros mil azotes siquiera, que a dos levadas déstas habremos cumplido con
esta partida, y aún nos sobrará ropa.
— Pues tú te hallas con tan buena disposición —dijo don Quijote—, el cielo
te ayude, y pégate, que yo me aparto.
Volvió Sancho a su tarea con tanto denuedo, que ya había quitado las
cortezas a muchos árboles: tal era la riguridad con que se azotaba; y,
alzando una vez la voz, y dando un desaforado azote en una haya, dijo:
— ¡Aquí morirás, Sansón, y cuantos con él son!
Acudió don Quijote luego al son de la lastimada voz y del golpe del
riguroso azote, y, asiendo del torcido cabestro que le servía de corbacho a
Sancho, le dijo:
— No permita la suerte, Sancho amigo, que por el gusto mío pierdas tú la
vida, que ha de servir para sustentar a tu mujer y a tus hijos: espere
Dulcinea mejor coyuntura, que yo me contendré en los límites de la
esperanza propincua, y esperaré que cobres fuerzas nuevas, para que se
concluya este negocio a gusto de todos.
— Pues vuestra merced, señor mío, lo quiere así —respondió Sancho—, sea en
buena hora, y écheme su ferreruelo sobre estas espaldas, que estoy sudando
y no querría resfriarme; que los nuevos diciplinantes corren este peligro.
Hízolo así don Quijote, y, quedándose en pelota, abrigó a Sancho, el cual
se durmió hasta que le despertó el sol, y luego volvieron a proseguir su
camino, a quien dieron fin, por entonces, en un lugar que tres leguas de
allí estaba. Apeáronse en un mesón, que por tal le reconoció don Quijote, y
no por castillo de cava honda, torres, rastrillos y puente levadiza; que,
después que le vencieron, con más juicio en todas las cosas discurría, como
agora se dirá. Alojáronle en una sala baja, a quien servían de guadameciles
unas sargas viejas pintadas, como se usan en las aldeas. En una dellas
estaba pintada de malísima mano el robo de Elena, cuando el atrevido
huésped se la llevó a Menalao, y en otra estaba la historia de Dido y de
Eneas, ella sobre una alta torre, como que hacía señas con una media sábana
al fugitivo huésped, que por el mar, sobre una fragata o bergantín, se iba
huyendo.
Notó en las dos historias que Elena no iba de muy mala gana, porque se reía
a socapa y a lo socarrón; pero la hermosa Dido mostraba verter lágrimas del
tamaño de nueces por los ojos. Viendo lo cual don Quijote, dijo:
— Estas dos señoras fueron desdichadísimas, por no haber nacido en esta
edad, y yo sobre todos desdichado en no haber nacido en la suya: encontrara
a aquestos señores, ni fuera abrasada Troya, ni Cartago destruida, pues con
sólo que yo matara a Paris se escusaran tantas desgracias.
— Yo apostaré —dijo Sancho— que antes de mucho tiempo no ha de haber
bodegón, venta ni mesón, o tienda de barbero, donde no ande pintada la
historia de nuestras hazañas. Pero querría yo que la pintasen manos de otro
mejor pintor que el que ha pintado a éstas.
— Tienes razón, Sancho —dijo don Quijote—, porque este pintor es como
Orbaneja, un pintor que estaba en Úbeda; que, cuando le preguntaban qué
pintaba, respondía: ''Lo que saliere''; y si por ventura pintaba un gallo,
escribía debajo: "Éste es gallo", porque no pensasen que era zorra. Desta
manera me parece a mí, Sancho, que debe de ser el pintor o escritor, que
todo es uno, que sacó a luz la historia deste nuevo don Quijote que ha
salido: que pintó o escribió lo que saliere; o habrá sido como un poeta que
andaba los años pasados en la corte, llamado Mauleón, el cual respondía de
repente a cuanto le preguntaban; y, preguntándole uno que qué quería decir
Deum de Deo, respondió: ''Dé donde diere''. Pero, dejando esto aparte, dime
si piensas, Sancho, darte otra tanda esta noche, y si quieres que sea
debajo de techado, o al cielo abierto.
— Pardiez, señor —respondió Sancho—, que para lo que yo pienso darme, eso se
me da en casa que en el campo; pero, con todo eso, querría que fuese entre
árboles, que parece que me acompañan y me ayudan a llevar mi trabajo
maravillosamente.
— Pues no ha de ser así, Sancho amigo —respondió don Quijote—, sino que para
que tomes fuerzas, lo hemos de guardar para nuestra aldea, que, a lo más
tarde, llegaremos allá después de mañana.
Sancho respondió que hiciese su gusto, pero que él quisiera concluir con
brevedad aquel negocio a sangre caliente y cuando estaba picado el molino,
porque en la tardanza suele estar muchas veces el peligro; y a Dios rogando
y con el mazo dando, y que más valía un "toma" que dos "te daré", y el
pájaro en la mano que el buitre volando.
— No más refranes, Sancho, por un solo Dios —dijo don Quijote—, que parece
que te vuelves al sicut erat; habla a lo llano, a lo liso, a lo no
intricado, como muchas veces te he dicho, y verás como te vale un pan por
ciento.
— No sé qué mala ventura es esta mía —respondió Sancho—, que no sé decir
razón sin refrán, ni refrán que no me parezca razón; pero yo me enmendaré,
si pudiere.
Y, con esto, cesó por entonces su plática.
Capítulo LXXII. De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea
Todo aquel día, esperando la noche, estuvieron en aquel lugar y mesón don
Quijote y Sancho: el uno, para acabar en la campaña rasa la tanda de su
diciplina, y el otro, para ver el fin della, en el cual consistía el de su
deseo. Llegó en esto al mesón un caminante a caballo, con tres o cuatro
criados, uno de los cuales dijo al que el señor dellos parecía:
— Aquí puede vuestra merced, señor don Álvaro Tarfe, pasar hoy la siesta: la
posada parece limpia y fresca.
Oyendo esto don Quijote, le dijo a Sancho:
— Mira, Sancho: cuando yo hojeé aquel libro de la segunda parte de mi
historia, me parece que de pasada topé allí este nombre de don Álvaro
Tarfe.
— Bien podrá ser —respondió Sancho—. Dejémosle apear, que después se lo
preguntaremos.
El caballero se apeó, y, frontero del aposento de don Quijote, la huéspeda
le dio una sala baja, enjaezada con otras pintadas sargas, como las que
tenía la estancia de don Quijote. Púsose el recién venido caballero a lo de
verano, y, saliéndose al portal del mesón, que era espacioso y fresco, por
el cual se paseaba don Quijote, le preguntó:
— ¿Adónde bueno camina vuestra merced, señor gentilhombre?
Y don Quijote le respondió:
— A una aldea que está aquí cerca, de donde soy natural. Y vuestra merced,
¿dónde camina?
— Yo, señor —respondió el caballero—, voy a Granada, que es mi patria.
— ¡Y buena patria! —replicó don Quijote—. Pero, dígame vuestra merced, por
cortesía, su nombre, porque me parece que me ha de importar saberlo más de
lo que buenamente podré decir.
— Mi nombre es don Álvaro Tarfe —respondió el huésped.
A lo que replicó don Quijote:
— Sin duda alguna pienso que vuestra merced debe de ser aquel don Álvaro
Tarfe que anda impreso en la Segunda parte de la historia de don Quijote de
la Mancha, recién impresa y dada a la luz del mundo por un autor moderno.
— El mismo soy —respondió el caballero—, y el tal don Quijote, sujeto
principal de la tal historia, fue grandísimo amigo mío, y yo fui el que le
sacó de su tierra, o, a lo menos, le moví a que viniese a unas justas que
se hacían en Zaragoza, adonde yo iba; y, en verdad en verdad que le hice
muchas amistades, y que le quité de que no le palmease las espaldas el
verdugo, por ser demasiadamente atrevido.
— Y, dígame vuestra merced, señor don Álvaro, ¿parezco yo en algo a ese tal
don Quijote que vuestra merced dice?
— No, por cierto —respondió el huésped—: en ninguna manera.
— Y ese don Quijote —dijo el nuestro—, ¿traía consigo a un escudero llamado
Sancho Panza?
— Sí traía —respondió don Álvaro—; y, aunque tenía fama de muy gracioso,
nunca le oí decir gracia que la tuviese.
— Eso creo yo muy bien —dijo a esta sazón Sancho—, porque el decir gracias
no es para todos, y ese Sancho que vuestra merced dice, señor gentilhombre,
debe de ser algún grandísimo bellaco, frión y ladrón juntamente, que el
verdadero Sancho Panza soy yo, que tengo más gracias que llovidas; y si no,
haga vuestra merced la experiencia, y ándese tras de mí, por los menos un
año, y verá que se me caen a cada paso, y tales y tantas que, sin saber yo
las más veces lo que me digo, hago reír a cuantos me escuchan; y el
verdadero don Quijote de la Mancha, el famoso, el valiente y el discreto,
el enamorado, el desfacedor de agravios, el tutor de pupilos y huérfanos,
el amparo de las viudas, el matador de las doncellas, el que tiene por
única señora a la sin par Dulcinea del Toboso, es este señor que está
presente, que es mi amo; todo cualquier otro don Quijote y cualquier otro
Sancho Panza es burlería y cosa de sueño.
— ¡Por Dios que lo creo! —respondió don Álvaro—, porque más gracias habéis
dicho vos, amigo, en cuatro razones que habéis hablado, que el otro Sancho
Panza en cuantas yo le oí hablar, que fueron muchas. Más tenía de comilón
que de bien hablado, y más de tonto que de gracioso, y tengo por sin duda
que los encantadores que persiguen a don Quijote el bueno han querido
perseguirme a mí con don Quijote el malo. Pero no sé qué me diga; que osaré
yo jurar que le dejo metido en la casa del Nuncio, en Toledo, para que le
curen, y agora remanece aquí otro don Quijote, aunque bien diferente del
mío.
— Yo —dijo don Quijote— no sé si soy bueno, pero sé decir que no soy el
malo; para prueba de lo cual quiero que sepa vuesa merced, mi señor don
Álvaro Tarfe, que en todos los días de mi vida no he estado en Zaragoza;
antes, por haberme dicho que ese don Quijote fantástico se había hallado en
las justas desa ciudad, no quise yo entrar en ella, por sacar a las barbas
del mundo su mentira; y así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la
cortesía, albergue de los estranjeros, hospital de los pobres, patria de
los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes
amistades, y, en sitio y en belleza, única. Y, aunque los sucesos que en
ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre, los
llevo sin ella, sólo por haberla visto. Finalmente, señor don Álvaro Tarfe,
yo soy don Quijote de la Mancha, el mismo que dice la fama, y no ese
desventurado que ha querido usurpar mi nombre y honrarse con mis
pensamientos. A vuestra merced suplico, por lo que debe a ser caballero,
sea servido de hacer una declaración ante el alcalde deste lugar, de que
vuestra merced no me ha visto en todos los días de su vida hasta agora, y
de que yo no soy el don Quijote impreso en la segunda parte, ni este Sancho
Panza mi escudero es aquél que vuestra merced conoció.
— Eso haré yo de muy buena gana —respondió don Álvaro—, puesto que cause
admiración ver dos don Quijotes y dos Sanchos a un mismo tiempo, tan
conformes en los nombres como diferentes en las acciones; y vuelvo a decir
y me afirmo que no he visto lo que he visto, ni ha pasado por mí lo que ha
pasado.
— Sin duda —dijo Sancho— que vuestra merced debe de estar encantado, como
mi señora Dulcinea del Toboso, y pluguiera al cielo que estuviera su
desencanto de vuestra merced en darme otros tres mil y tantos azotes como
me doy por ella, que yo me los diera sin interés alguno.
— No entiendo eso de azotes —dijo don Álvaro.
Y Sancho le respondió que era largo de contar, pero que él se lo contaría
si acaso iban un mesmo camino.
Llegóse en esto la hora de comer; comieron juntos don Quijote y don Álvaro.
Entró acaso el alcalde del pueblo en el mesón, con un escribano, ante el
cual alcalde pidió don Quijote, por una petición, de que a su derecho
convenía de que don Álvaro Tarfe, aquel caballero que allí estaba presente,
declarase ante su merced como no conocía a don Quijote de la Mancha, que
asimismo estaba allí presente, y que no era aquél que andaba impreso en una
historia intitulada: Segunda parte de don Quijote de la Mancha, compuesta
por un tal de Avellaneda, natural de Tordesillas. Finalmente, el alcalde
proveyó jurídicamente; la declaración se hizo con todas las fuerzas que en
tales casos debían hacerse, con lo que quedaron don Quijote y Sancho muy
alegres, como si les importara mucho semejante declaración y no mostrara
claro la diferencia de los dos don Quijotes y la de los dos Sanchos sus
obras y sus palabras. Muchas de cortesías y ofrecimientos pasaron entre don
Álvaro y don Quijote, en las cuales mostró el gran manchego su discreción,
de modo que desengañó a don Álvaro Tarfe del error en que estaba; el cual
se dio a entender que debía de estar encantado, pues tocaba con la mano dos
tan contrarios don Quijotes.
Llegó la tarde, partiéronse de aquel lugar, y a obra de media legua se
apartaban dos caminos diferentes, el uno que guiaba a la aldea de don
Quijote, y el otro el que había de llevar don Álvaro. En este poco espacio
le contó don Quijote la desgracia de su vencimiento y el encanto y el
remedio de Dulcinea, que todo puso en nueva admiración a don Álvaro, el
cual, abrazando a don Quijote y a Sancho, siguió su camino, y don Quijote
el suyo, que aquella noche la pasó entre otros árboles, por dar lugar a
Sancho de cumplir su penitencia, que la cumplió del mismo modo que la
pasada noche, a costa de las cortezas de las hayas, harto más que de sus
espaldas, que las guardó tanto, que no pudieran quitar los azotes una
mosca, aunque la tuviera encima.
No perdió el engañado don Quijote un solo golpe de la cuenta, y halló que
con los de la noche pasada era tres mil y veinte y nueve. Parece que había
madrugado el sol a ver el sacrificio, con cuya luz volvieron a proseguir su
camino, tratando entre los dos del engaño de don Álvaro y de cuán bien
acordado había sido tomar su declaración ante la justicia, y tan
auténticamente.
Aquel día y aquella noche caminaron sin sucederles cosa digna de contarse,
si no fue que en ella acabó Sancho su tarea, de que quedó don Quijote
contento sobremodo, y esperaba el día, por ver si en el camino topaba ya
desencantada a Dulcinea su señora; y, siguiendo su camino, no topaba mujer
ninguna que no iba a reconocer si era Dulcinea del Toboso, teniendo por
infalible no poder mentir las promesas de Merlín.
Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual
descubrieron su aldea, la cual, vista de Sancho, se hincó de rodillas y
dijo:
— Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza, tu
hijo, si no muy rico, muy bien azotado. Abre los brazos y recibe también tu
hijo don Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor
de sí mismo; que, según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que
desearse puede. Dineros llevo, porque si buenos azotes me daban, bien
caballero me iba.
— Déjate desas sandeces —dijo don Quijote—, y vamos con pie derecho a entrar
en nuestro lugar, donde daremos vado a nuestras imaginaciones, y la traza
que en la pastoral vida pensamos ejercitar.
Con esto, bajaron de la cuesta y se fueron a su pueblo.
Capítulo LXXIII. De los agüeros que tuvo don Quijote al entrar de su aldea,
con otros sucesos que adornan y acreditan esta grande historia
A la entrada del cual, según dice Cide Hamete, vio don Quijote que en las
eras del lugar estaban riñendo dos mochachos, y el uno dijo al otro:
— No te canses Periquillo, que no la has de ver en todos los días de tu
vida.
Oyólo don Quijote, y dijo a Sancho:
— ¿No adviertes, amigo, lo que aquel mochacho ha dicho: ''no la has de ver
en todos los días de tu vida''?
— Pues bien, ¿qué importa —respondió Sancho— que haya dicho eso el mochacho?
— ¿Qué? —replicó don Quijote—. ¿No vees tú que, aplicando aquella palabra a
mi intención, quiere significar que no tengo de ver más a Dulcinea?
Queríale responder Sancho, cuando se lo estorbó ver que por aquella campaña
venía huyendo una liebre, seguida de muchos galgos y cazadores, la cual,
temerosa, se vino a recoger y a agazapar debajo de los pies del rucio.
Cogióla Sancho a mano salva y presentósela a don Quijote, el cual estaba
diciendo:
— Malum signum! Malum signum! Liebre huye, galgos la siguen: ¡Dulcinea no
parece!
— Estraño es vuesa merced —dijo Sancho—. Presupongamos que esta liebre es
Dulcinea del Toboso y estos galgos que la persiguen son los malandrines
encantadores que la transformaron en labradora: ella huye, yo la cojo y la
pongo en poder de vuesa merced, que la tiene en sus brazos y la regala:
¿qué mala señal es ésta, ni qué mal agüero se puede tomar de aquí?
Los dos mochachos de la pendencia se llegaron a ver la liebre, y al uno
dellos preguntó Sancho que por qué reñían. Y fuele respondido por el que
había dicho ''no la verás más en toda tu vida'', que él había tomado al
otro mochacho una jaula de grillos, la cual no pensaba volvérsela en toda
su vida. Sacó Sancho cuatro cuartos de la faltriquera y dióselos al
mochacho por la jaula, y púsosela en las manos a don Quijote, diciendo:
— He aquí, señor, rompidos y desbaratados estos agüeros, que no tienen que
ver más con nuestros sucesos, según que yo imagino, aunque tonto, que con
las nubes de antaño. Y si no me acuerdo mal, he oído decir al cura de
nuestro pueblo que no es de personas cristianas ni discretas mirar en estas
niñerías; y aun vuesa merced mismo me lo dijo los días pasados, dándome a
entender que eran tontos todos aquellos cristianos que miraban en agüeros.
Y no es menester hacer hincapié en esto, sino pasemos adelante y entremos
en nuestra aldea.
Llegaron los cazadores, pidieron su liebre, y diósela don Quijote; pasaron
adelante, y, a la entrada del pueblo, toparon en un pradecillo rezando al
cura y al bachiller Carrasco. Y es de saber que Sancho Panza había echado
sobre el rucio y sobre el lío de las armas, para que sirviese de repostero,
la túnica de bocací, pintada de llamas de fuego que le vistieron en el
castillo del duque la noche que volvió en sí Altisidora. Acomodóle también
la coroza en la cabeza, que fue la más nueva transformación y adorno con
que se vio jamás jumento en el mundo.
Fueron luego conocidos los dos del cura y del bachiller, que se vinieron a
ellos con los brazos abiertos. Apeóse don Quijote y abrazólos
estrechamente; y los mochachos, que son linces no escusados, divisaron la
coroza del jumento y acudieron a verle, y decían unos a otros:
— Venid, mochachos, y veréis el asno de Sancho Panza más galán que Mingo, y
la bestia de don Quijote más flaca hoy que el primer día.
Finalmente, rodeados de mochachos y acompañados del cura y del bachiller,
entraron en el pueblo, y se fueron a casa de don Quijote, y hallaron a la
puerta della al ama y a su sobrina, a quien ya habían llegado las nuevas de
su venida. Ni más ni menos se las habían dado a Teresa Panza, mujer de
Sancho, la cual, desgreñada y medio desnuda, trayendo de la mano a
Sanchica, su hija, acudió a ver a su marido; y, viéndole no tan bien
adeliñado como ella se pensaba que había de estar un gobernador, le dijo:
— ¿Cómo venís así, marido mío, que me parece que venís a pie y despeado, y
más traéis semejanza de desgobernado que de gobernador?
— Calla, Teresa —respondió Sancho—, que muchas veces donde hay estacas no
hay tocinos, y vámonos a nuestra casa, que allá oirás maravillas. Dineros
traigo, que es lo que importa, ganados por mi industria y sin daño de
nadie.
— Traed vos dinero, mi buen marido —dijo Teresa—, y sean ganados por aquí o
por allí, que, comoquiera que los hayáis ganado, no habréis hecho usanza
nueva en el mundo.
Abrazó Sanchica a su padre, y preguntóle si traía algo, que le estaba
esperando como el agua de mayo; y, asiéndole de un lado del cinto, y su
mujer de la mano, tirando su hija al rucio, se fueron a su casa, dejando a
don Quijote en la suya, en poder de su sobrina y de su ama, y en compañía
del cura y del bachiller.
Don Quijote, sin guardar términos ni horas, en aquel mismo punto se apartó
a solas con el bachiller y el cura, y en breves razones les contó su
vencimiento, y la obligación en que había quedado de no salir de su aldea
en un año, la cual pensaba guardar al pie de la letra, sin traspasarla en
un átomo, bien así como caballero andante, obligado por la puntualidad y
orden de la andante caballería, y que tenía pensado de hacerse aquel año
pastor, y entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta
podía dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y
virtuoso ejercicio; y que les suplicaba, si no tenían mucho que hacer y no
estaban impedidos en negocios más importantes, quisiesen ser sus
compañeros; que él compraría ovejas y ganado suficiente que les diese
nombre de pastores; y que les hacía saber que lo más principal de aquel
negocio estaba hecho, porque les tenía puestos los nombres, que les
vendrían como de molde. Díjole el cura que los dijese. Respondió don
Quijote que él se había de llamar el pastor Quijotiz; y el bachiller, el
pastor Carrascón; y el cura, el pastor Curambro; y Sancho Panza, el pastor
Pancino.
Pasmáronse todos de ver la nueva locura de don Quijote; pero, porque no se
les fuese otra vez del pueblo a sus caballerías, esperando que en aquel año
podría ser curado, concedieron con su nueva intención, y aprobaron por
discreta su locura, ofreciéndosele por compañeros en su ejercicio.
— Y más —dijo Sansón Carrasco—, que, como ya todo el mundo sabe, yo soy
celebérrimo poeta y a cada paso compondré versos pastoriles, o cortesanos,
o como más me viniere a cuento, para que nos entretengamos por esos
andurriales donde habemos de andar; y lo que más es menester, señores míos,
es que cada uno escoja el nombre de la pastora que piensa celebrar en sus
versos, y que no dejemos árbol, por duro que sea, donde no la retule y
grabe su nombre, como es uso y costumbre de los enamorados pastores.
— Eso está de molde —respondió don Quijote—, puesto que yo estoy libre de
buscar nombre de pastora fingida, pues está ahí la sin par Dulcinea del
Toboso, gloria de estas riberas, adorno de estos prados, sustento de la
hermosura, nata de los donaires, y, finalmente, sujeto sobre quien puede
asentar bien toda alabanza, por hipérbole que sea.
— Así es verdad —dijo el cura—, pero nosotros buscaremos por ahí pastoras
mañeruelas, que si no nos cuadraren, nos esquinen.
A lo que añadió Sansón Carrasco:
— Y cuando faltaren, darémosles los nombres de las estampadas e impresas,
de quien está lleno el mundo: Fílidas, Amarilis, Dianas, Fléridas,
Galateas y Belisardas; que, pues las venden en las plazas, bien las podemos
comprar nosotros y tenerlas por nuestras. Si mi dama, o, por mejor decir,
mi pastora, por ventura se llamare Ana, la celebraré debajo del nombre de
Anarda; y si Francisca, la llamaré yo Francenia; y si Lucía, Lucinda, que
todo se sale allá; y Sancho Panza, si es que ha de entrar en esta cofadría,
podrá celebrar a su mujer Teresa Panza con nombre de Teresaina.
Rióse don Quijote de la aplicación del nombre, y el cura le alabó infinito
su honesta y honrada resolución, y se ofreció de nuevo a hacerle compañía
todo el tiempo que le vacase de atender a sus forzosas obligaciones. Con
esto, se despidieron dél, y le rogaron y aconsejaron tuviese cuenta con su
salud, con regalarse lo que fuese bueno.
Quiso la suerte que su sobrina y el ama oyeron la plática de los tres; y,
así como se fueron, se entraron entrambas con don Quijote, y la sobrina le
dijo:
— ¿Qué es esto, señor tío? ¿Ahora que pensábamos nosotras que vuestra merced
volvía a reducirse en su casa, y pasar en ella una vida quieta y honrada,
se quiere meter en nuevos laberintos, haciéndose
Pastorcillo, tú que vienes,
pastorcico, tú que vas?
Pues en verdad que está ya duro el alcacel para zampoñas.
A lo que añadió el ama:
Y ¿podrá vuestra merced pasar en el campo las siestas del verano, los
serenos del invierno, el aullido de los lobos? No, por cierto, que éste es
ejercicio y oficio de hombres robustos, curtidos y criados para tal
ministerio casi desde las fajas y mantillas. Aun, mal por mal, mejor es ser
caballero andante que pastor. Mire, señor, tome mi consejo, que no se le
doy sobre estar harta de pan y vino, sino en ayunas, y sobre cincuenta años
que tengo de edad: estése en su casa, atienda a su hacienda, confiese a
menudo, favorezca a los pobres, y sobre mi ánima si mal le fuere.
— Callad, hijas —les respondió don Quijote—, que yo sé bien lo que me
cumple. Llevadme al lecho, que me parece que no estoy muy bueno, y tened
por cierto que, ahora sea caballero andante o pastor por andar, no dejaré
siempre de acudir a lo que hubiéredes menester, como lo veréis por la obra.
Y las buenas hijas —que lo eran sin duda ama y sobrina— le llevaron a la
cama, donde le dieron de comer y regalaron lo posible.
Capítulo LXXIV. De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y
su muerte
Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus
principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los
hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para
detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo
pensaba; porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse
vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le
arraigó una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue
visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos,
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - Don Quijote - 76
- Parts
- Don Quijote - 01Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4878Total number of unique words is 131737.1 of words are in the 2000 most common words49.1 of words are in the 5000 most common words55.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 02Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4965Total number of unique words is 169034.3 of words are in the 2000 most common words46.6 of words are in the 5000 most common words51.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 03Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5066Total number of unique words is 144439.2 of words are in the 2000 most common words49.7 of words are in the 5000 most common words55.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 04Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5079Total number of unique words is 141338.2 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words57.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 05Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5046Total number of unique words is 144039.7 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words58.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 06Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5065Total number of unique words is 155037.8 of words are in the 2000 most common words50.6 of words are in the 5000 most common words57.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 07Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5090Total number of unique words is 147939.7 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words58.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 08Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5035Total number of unique words is 157837.1 of words are in the 2000 most common words51.7 of words are in the 5000 most common words58.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 09Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5078Total number of unique words is 150839.9 of words are in the 2000 most common words52.7 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 10Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5055Total number of unique words is 145537.7 of words are in the 2000 most common words49.6 of words are in the 5000 most common words55.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 11Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5021Total number of unique words is 147638.0 of words are in the 2000 most common words50.1 of words are in the 5000 most common words56.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 12Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5166Total number of unique words is 140040.7 of words are in the 2000 most common words53.5 of words are in the 5000 most common words60.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 13Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5152Total number of unique words is 143940.4 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words57.5 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 14Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5089Total number of unique words is 146637.1 of words are in the 2000 most common words50.8 of words are in the 5000 most common words56.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 15Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5137Total number of unique words is 148838.0 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 16Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5174Total number of unique words is 148138.3 of words are in the 2000 most common words51.0 of words are in the 5000 most common words58.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 17Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5219Total number of unique words is 137138.6 of words are in the 2000 most common words51.2 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 18Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5128Total number of unique words is 152239.1 of words are in the 2000 most common words53.1 of words are in the 5000 most common words59.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 19Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5192Total number of unique words is 144639.9 of words are in the 2000 most common words53.5 of words are in the 5000 most common words60.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 20Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5184Total number of unique words is 143539.5 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words58.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 21Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5121Total number of unique words is 139539.4 of words are in the 2000 most common words51.5 of words are in the 5000 most common words56.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 22Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5124Total number of unique words is 141741.0 of words are in the 2000 most common words53.3 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 23Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5279Total number of unique words is 140039.9 of words are in the 2000 most common words54.2 of words are in the 5000 most common words60.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 24Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5170Total number of unique words is 141442.1 of words are in the 2000 most common words56.2 of words are in the 5000 most common words62.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 25Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5153Total number of unique words is 143040.9 of words are in the 2000 most common words54.7 of words are in the 5000 most common words60.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 26Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5131Total number of unique words is 138440.4 of words are in the 2000 most common words53.2 of words are in the 5000 most common words59.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 27Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5154Total number of unique words is 143640.5 of words are in the 2000 most common words53.5 of words are in the 5000 most common words59.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 28Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5153Total number of unique words is 149738.3 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words58.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 29Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5263Total number of unique words is 132340.4 of words are in the 2000 most common words51.6 of words are in the 5000 most common words56.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 30Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5143Total number of unique words is 139538.1 of words are in the 2000 most common words49.0 of words are in the 5000 most common words54.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 31Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5149Total number of unique words is 139541.3 of words are in the 2000 most common words52.8 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 32Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5160Total number of unique words is 136840.2 of words are in the 2000 most common words52.1 of words are in the 5000 most common words57.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 33Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5123Total number of unique words is 137038.4 of words are in the 2000 most common words51.3 of words are in the 5000 most common words56.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 34Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5069Total number of unique words is 153838.6 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words57.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 35Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5011Total number of unique words is 148636.9 of words are in the 2000 most common words50.3 of words are in the 5000 most common words56.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 36Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5082Total number of unique words is 159038.6 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words57.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 37Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4925Total number of unique words is 160537.0 of words are in the 2000 most common words49.2 of words are in the 5000 most common words55.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 38Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5083Total number of unique words is 153937.5 of words are in the 2000 most common words49.4 of words are in the 5000 most common words55.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 39Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4926Total number of unique words is 145536.8 of words are in the 2000 most common words49.3 of words are in the 5000 most common words55.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 40Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5150Total number of unique words is 149537.2 of words are in the 2000 most common words48.9 of words are in the 5000 most common words54.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 41Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5101Total number of unique words is 149437.8 of words are in the 2000 most common words51.7 of words are in the 5000 most common words57.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 42Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5026Total number of unique words is 146439.7 of words are in the 2000 most common words53.0 of words are in the 5000 most common words58.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 43Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5020Total number of unique words is 148037.8 of words are in the 2000 most common words50.0 of words are in the 5000 most common words56.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 44Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5012Total number of unique words is 150839.3 of words are in the 2000 most common words53.2 of words are in the 5000 most common words58.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 45Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5052Total number of unique words is 141037.8 of words are in the 2000 most common words50.0 of words are in the 5000 most common words56.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 46Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5112Total number of unique words is 146936.6 of words are in the 2000 most common words48.9 of words are in the 5000 most common words53.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 47Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5063Total number of unique words is 144938.8 of words are in the 2000 most common words52.7 of words are in the 5000 most common words58.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 48Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5028Total number of unique words is 157736.1 of words are in the 2000 most common words49.8 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 49Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5044Total number of unique words is 156235.3 of words are in the 2000 most common words49.5 of words are in the 5000 most common words55.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 50Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4996Total number of unique words is 148938.0 of words are in the 2000 most common words51.1 of words are in the 5000 most common words56.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 51Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5179Total number of unique words is 143839.1 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words56.4 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 52Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5017Total number of unique words is 151637.8 of words are in the 2000 most common words51.3 of words are in the 5000 most common words56.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 53Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5114Total number of unique words is 154738.4 of words are in the 2000 most common words50.4 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 54Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5045Total number of unique words is 136839.5 of words are in the 2000 most common words51.0 of words are in the 5000 most common words56.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 55Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5107Total number of unique words is 145837.4 of words are in the 2000 most common words50.6 of words are in the 5000 most common words55.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 56Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5197Total number of unique words is 146838.4 of words are in the 2000 most common words51.1 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 57Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5078Total number of unique words is 152437.1 of words are in the 2000 most common words50.4 of words are in the 5000 most common words55.8 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 58Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4963Total number of unique words is 159636.8 of words are in the 2000 most common words49.1 of words are in the 5000 most common words54.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 59Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5093Total number of unique words is 144737.4 of words are in the 2000 most common words49.0 of words are in the 5000 most common words54.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 60Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5142Total number of unique words is 152936.5 of words are in the 2000 most common words50.1 of words are in the 5000 most common words56.5 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 61Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5072Total number of unique words is 152636.9 of words are in the 2000 most common words49.4 of words are in the 5000 most common words55.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 62Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5058Total number of unique words is 149437.5 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words55.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 63Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5147Total number of unique words is 149239.1 of words are in the 2000 most common words52.2 of words are in the 5000 most common words57.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 64Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5161Total number of unique words is 136540.9 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words56.0 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 65Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5181Total number of unique words is 152637.6 of words are in the 2000 most common words51.1 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 66Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5060Total number of unique words is 157137.5 of words are in the 2000 most common words51.3 of words are in the 5000 most common words57.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 67Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5028Total number of unique words is 145639.1 of words are in the 2000 most common words51.6 of words are in the 5000 most common words57.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 68Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4968Total number of unique words is 156138.7 of words are in the 2000 most common words52.0 of words are in the 5000 most common words58.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 69Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5002Total number of unique words is 148738.9 of words are in the 2000 most common words51.2 of words are in the 5000 most common words57.3 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 70Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 4947Total number of unique words is 152137.7 of words are in the 2000 most common words50.9 of words are in the 5000 most common words56.6 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 71Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5007Total number of unique words is 141439.6 of words are in the 2000 most common words51.9 of words are in the 5000 most common words57.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 72Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5086Total number of unique words is 141838.9 of words are in the 2000 most common words51.8 of words are in the 5000 most common words58.2 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 73Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5029Total number of unique words is 155538.0 of words are in the 2000 most common words50.5 of words are in the 5000 most common words56.1 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 74Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5029Total number of unique words is 149638.2 of words are in the 2000 most common words50.4 of words are in the 5000 most common words56.9 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 75Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 5040Total number of unique words is 144537.0 of words are in the 2000 most common words49.2 of words are in the 5000 most common words54.7 of words are in the 8000 most common words
- Don Quijote - 76Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.Total number of words is 2328Total number of unique words is 84046.8 of words are in the 2000 most common words58.2 of words are in the 5000 most common words63.3 of words are in the 8000 most common words