Historia de Venezuela, Tomo II - 03

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alto, tanto tenia de hondo la sepultura, y asi obo y se sacaron rricas
sepulturas de a treinta mill pesos, de a ueinte mill y de honze mill y
seis y siete mill pesos y a menos y a mas[42].
Ubo mucha cantidad de sepulturas que no tenian mogote ni señal encima de
la tierra, y a estas descubrian dando fuego a la savana, y despues de
quemada la paja cauauan y dauan cata en la haz de la tierra, y donde
hallavan dos dedos de tierra negra y luego vna harenilla blanca era
sepultura, y con esta señal seguian asta llegar a donde estaua el
difunto o el oro, y hallandolo no curauan de pasar de alli. Obo gran
cantidad de sepulturas que tuuieron a quinientos y seiscientos pesos, y
pocas de aqui para uajo, y ninguna que hen ella no se hallase oro.
Todo el oro questas sepulturas tenian, estaua puesto al lado del
corazon, y aun en el propio corazon de los muertos, lo qual conocieron
bien en breue los españoles, y despues que dello tuuieron conocimiento
no hazian mas de en descubriendo la sepultura boluer el rrostro al ssol
y cauar a la parte siniestra de la sepultura, y asi hallauan con menos
trauajo lo que auia dentro, porque como en aquella parte del corazon no
ouiese oro no curauan de buscallo, porque tenian ya entendido que auia
de ser su trauajo en bano.
La sepultura del diablo, para uer los españoles lo que hen ella auia,
gastaron mas de mill y quinientos pesos, y con todo este trauajo no
pudieron derriuar de lo que sobre la tierra auia edificado mas de la
mitad; y como ya tenian conocimiento los soldados de la parte donde
auian de hallar el oro y hallaron lo que rreferido, no curaron de echar
mas peones, porque les parecio que hera cosa perdida. Hallaronse ansi
mismo en esta sepultura gran cantidad de mucuras de vino convertido en
agua, y mas de cinquenta piedras de moler, de hechura de las de Nueua
España. Alrrededor de esta sepultura, en contorno de treinta pies,
estauan doze sepulturas yguales, el altor que cada vna tenia, siete
estados, y en cada vna destas se hallaron de honze mill pesos pararriua,
y asi fue grandisima la suma de oro que deste poblezuelo se saco, el
qual no tenia mas de veinte cassas principales, en que los yndios
viuian, y cada casa destas tenia a la rredonda de si otras tres ó quatro
para sus haziendas y seruicios estrahordinarios, las quales eran todas
grandes, de pared alta, casi de la forma y echura que los españoles las
hazen para su biuienda. Preciauanse de tenellas linpias y barridas, para
el qual efeto tenian vnas escouas largas, de la forma que las tienen en
los monasterios, para no auajarse. Durmian o tenian por camas, para
durmir, hamacas.
La señora deste pueblo hera de gran grauedad y muy rrespetada de sus
subditos. Por grandeza acostunbraua que de un lado y otro de su amaca
durmiesen en el suelo dos yndias mozas, gentiles mugeres, los rrostros
bueltos a la tierra, para quando se lebantase o sentase en la amaca
poner sobre hellas los pies. Hera de muy pocos moradores este pueblo,
que hen el no auia a la sazon cien yndios, y parecia por sus rruines[43]
y bestigios, auer sido en tienpo antiguo de mucha becindad.
Preguntoseles a los yndios como heran tan pocos, y si auian sido en otro
tienpo mas: rrespondieron que despues que mataron alli muchos españoles
se auian ydo sienpre apocando y muriendo hasta el estado en questauan.
La gente que estos baruaros destruyeron y mataron fue el capitan Ojeda,
de quien atras e echo mencion, que fue aqui muerto el y toda su jente; y
segun estos mismos yndios contaron, passo desta manera. El principal
deste pueblo tuuo noticia, de yndios sujetos suyos, como el capitan
Hojeda y sus conpañeros, subiendo por el rrio Darien o Cenu arriua, en
sus uergantines, auian llegado a un pueblo questa en las rriueras del
propio rrio, sujeto a este casique, Tocurru[44], apartado deste Cenu
quatro o cinco leguas. Los yndios y principal que en Tocurru auia y
auitauan, dieron luego noticia al casique del Fincenu de la llegada de
los españoles a tierra, y pidiendole ynstruicion y horden de lo que
deuian hazer, ynbioles luego vn capitan yndio con cierta gente de guerra
y mandoles que en ninguna manera esperasen a pelear con los españoles,
sino que les vyesen y se apartasen dellos todo lo posible, de suerte que
no rreciuiesen daño ninguno asta que el juntarse todos los yndios
sujetos suyos y con copia de jente hiziese lo que conuiniese. Los
yndios de Tocorru lo hicieron como les fue mandado, porque luego que
Ojeda habordo en tierra y dio uista a este pueblo, uiendo que los yndios
lo desanparauan y huian, echo en tierra toda la mas gente y siguiendo
con ella el alcanze de los yndios que de yndustria vyan, dejo con poco
rrecaudo y guardia los uergantines y enbaracose en saquear y rrouar lo
que en aquel pueblo auia[45].
Ya questaua algo apartado del rrio, tuuo desto noticia el casique o
señor del Fincenu, e con toda presteza enuio zierta cantidad de yndios
que se metiesen y apoderasen en los uergantines y matasen los que dentro
ouiesen. Hizieronlo estos yndios como les fue mandado, y con mucha
facilidad se apoderaron de los uergantines y mataron los soldados que
dentro hallaron, y el casique con la mesma presteza tomo el rresto de la
jente que le quedaua, que hera grande cantidad, y de noche, con la luna,
dio en el capitan Ojeda, questaua alojado en el propio pueblo de Tocorru
y con mas confianza de la que deuia tener para estar en tierra de
enemigos, y alli, antes que tomasen las armas, les mataron muchos
soldados, y despues se trauo entre todos la pelea vien rreñida por anbas
partes; pero como los yndios heran en numero muy desiguales a los
españoles y peleauan de noche y heran diestros en la tierra y savian las
guaridas, tenian muchas uentajas a Ojeda y a sus soldados, y asi los
desuarataron y mataron todos los mas. Algunos pocos que auian quedado,
pretendiendo saluarse en los uergantines y no sauiendo el mal suceso de
los que en su guarda abian quedado, se fueron rretirando hazia el rrio;
pero desque vieron questauan ya tomados por los yndios, perdieron de
todo punto la esperanza de guarezer y conseruar las uidas, y asi las
uendieron como pudieron, muriendo todos a manos de los yndios, de los
quales dizen tanbien auer perecido y muerto muchos por mano de los
españoles, de suerte que fue para hellos tan calamitosa la uitoria como
para los españoles desdichada y mala afortunada la jornada, en la qual
no entro Diego de Hordas, que se quedo en los nauios y de alli se fue
hen ellos a Cuba, donde paso con Cortes a descubrimiento de la Nueua
España.
Hallaron los españoles de Pedro de Heredia por los buhios y poblacones
de este Fincenu, muchas armas de corazas y espadas y otros muchos
generos de armas de hierro. El muchacho que Don Pedro de Heredia auia
lleuado por guia señalo alli, en aquella canpiña, cierta sepultura y
entierro de oro, que el auia visto hazer, y dijo que la cauasen y
sacarian oro. El Gouernador mando luego a los acadoneros y macheteros
que cauasen luego y trauajasen en desenterrar aquel muerto. Hizose lo
que Pedro de Heredia mando, y con poco trauajo y en menos tienpo sacaron
desta sepultura nueue mill y quinientos pesos de oro fino. Procuro el
Gouernador ynquirir y sauer donde auia mas oro; el casique y su muger se
hallaron presentes a esta ynterrogacion y le dijeron en su lengua que
para que queria mas oro del que en aquella sepultura de aquella canpiña
auia y podia sacar. Heredia les rrespondio que mas querian y mas
buscaua y mas le auian de dar. Rrespondieronle, vista su codicia, que
fuese al Pancenu, questaua treinta jornadas la tierra adentro, y que de
lo que en los buhios avia se podrian cargar todos los que con el yban y
sus cauallos y no lo podrian traer; y esto sin lo que en las sepultvras,
asi del diablo como de los particulares y pleueyos, auia, que hera
ynfinito, porque en aquella tierra lo sacauan de las minas y lo traian
aquel lugar; pero pusole por ynpedimento y estoruo ser pocos los
españoles que yban con el Gouernador para auer de pelear con los yndios
del Pancenu. El Gouernador, como oyo tan buenas y alegres nueuas,
tomando entre los dedos de las manos las narices, comenco a cantar
«quando yo sea gañan, Joanica me lleue el pan».
Rregocijaronse aquel dia, y el siguiente azelerose[46] el Gouernador por
leue ocasion que le sobreuino con vnos soldados de los de Santa Marta,
que lleuaua en su conpañia, contra los quales comenco a dezir que a la
buelta los auia de dejar a todos, antes dentrar en Cartaxena, ahorcados
de los jobos. Parecioles mal esta soueruia y demasia de Pedro de Heredia
a muchos soldados; comenzaron a pronosticar que sino se rreportaua y
media que seria ynfelix el suceso y fin que dende en adelante[47] ouiese
aquella jornada, porque los soldados de Santa Marta, contra quien se
auia ayrado, heran por sus personas estimados y fauorecidos de amigos,
que suelen ser causas estas con que muy comunmente en las Indias se
auajan las hinchazones y elaciones de los gouernadores, sino mudan
condicion y proposito y desimulan mas de lo que querrian, como en alguna
manera lo hizo en esta jornada el gouernador Heredia.


CAPITULO QUINTO
De como el gouernador Heredia y sus soldados salieron del Fincenu
en demanda del Paucenu, y lo que[48] en el camino les sucedio hasta
que boluieron a Cartaxena.

Estuuieron los españoles en este pueblo del Fincenu, descansando y
sacando oro, ocho o diez dias, despues de los quales el Gouernador, por
uer si podia sastifazer su apetito, determino pasar adelante en demanda
del Pancenu, por uer si podia gozar de aquellas ynumerables rriquezas
que el casique de Fincenu afirmaua auer en el.
Pidio Pedro de Heredia guias que le lleuasen, y fuele rrespondido que
bastaua el mochacho que le auia traido y guiado antes para lleuallo al
Pancenu, por auer estado en aquella tierra diuersas vezes. Satisfizose
desto el Gouernador, y asi, dejando pacifico y en su pueblo al casique y
casica del Fincenu, marcho la tierra adentro por la uia que el muchacho
le guiaua, y por algunas trauajosas jornadas llegaron a la falda de unas
sierras que nezesariamente se auian de trauesar para llegar al Panzenu.
Al principio destas faldas vieron dos caminos que se apartauan y
diuidian el vno del otro, y segun la guia dijo, entranbos yban al
Pancenu, pero declaro que el mejor y mas acomodado, y por donde el
casique de Fincenu le auia mandado lleuar y guiar a los españoles, hera
el que se ynclinaba a la mano yzquierda, y que por alli queria guiar, y
que no osaria hazer otra cosa ni mentir o engañar a los españoles,
porque su casique le auia amenazado que por el mesmo caso lo mataria. El
gouernador Heredia, presumiendo o sospechando no fuese algun engaño o
ardir, con el qual aquel varuaro del Fincenu pretendiese metelle donde
el y su jente pereciese y se perdiesen, como muchas uezes en las Indias
an sucedido, dixo que no queria yr por el camino que la guia le señalaua
sino por el contrario, que daua la buelta al sur. Los soldados y jente
principal contradijeron este proposito al Gouernador, poniendo por
delante la perdida de algunos capitanes que por querer seguir con
obstinacion su propio pareszer y desechar y menospresciar y
consideradamente lo que las guias y naturales de las propias tierras les
decian y aconsejauan, les abian uenido, con que auian sido causa de su
propia muerte y de los españoles que consigo llevauan, metiendolos por
tierra ynotas y despobladas, llenas de cien mill generos de animales
yndomitos y feroces serpientes o culebras ponconossas, y que no menos
apta parescia la dispusicion de aquella serrania que por delante tenian
para estar despoblada de gente y poblada destos animales que las donde
auian sido perdidos y muertos algunos capitanes que alli se le
nonbraron, y con esto se le dijeron otras cosas y persuaciones al
Governador para apartallo de aquel sua obstinado proposito; pero ninguna
cosa prestaron ni aprovecharon, y asi les fue necesario seguir la
boluntad de su capitan, que a opinion de todos tan fuera de camino
seguro yba, porque demas de lo que e dicho, la propia guia sineficaua el
trauajo y maleza de aquel camino que el Gouernador queria seguir,
diciendoles que demas de ser grande la serrania que se auia de trauezar
y muy asperisima y fragosa, hera de pocas poblazones y de poca comida, y
que auian de atrauesar vnos cerros e cordilleras de grandisima frialdad,
donde auia evidente peligro de ser todos muertos de frío. Con todo esto
se desimulo, y prosiguiendo el camino que el Gouernador queria,
anduuieron muchos dias por sierras muy malas e peligrosas y arcabucos y
de grandisimo trauajo para los españoles, por ser las cordilleras muy
angostas y enpinadas con gran altura.
La vispera de Nuestra Señora de la Encarnacion comencaron los españoles
a suuir la mas alta y encunbrada de todas las sierras, que es vna que
agora se dize la sierra de Abreva, y a causa de un ualle que esta[49] al
pie della, nonbrado deste nonbre, donde ay gran cantidad de algodonales
y es poblado de buena jente, aunque poca, los quales del algodon hazen
muy buena y fina rropa que lleuan a vender y contratar por aquellas
sierras a los pueblos que hen ellas ay poblados. Ya que los españoles
estauan muy cercanos a la cunbre y alto desta sierra, sobre tarde les
uino vna borrasca de agua y biento y nieue, aconpañada de estremada
frialdad, que constriño y forco al Gouernador y a todos los que le
seguian dar la buelta hazia auajo con mas presteza y apresuracion de la
que se penso; de tal suerte que muchos admadeados[50] e desatinados con
el rrigor del frio y nieue y agua que caia y uiento que corria, se
metian en chaparrales y montes cercanos, y alli, con la demasiada
turuacion que tenian, perecian sin ser socorridos de persona ninguna,
porque ni auia honbre que fauoreciese a honbre ni hermano a hermano ni
soldado a su capitan, pero cada qual se procuraua a rremediar y huir de
la tormenta en questauan a lo abrigado. Murieron y perecieron con este
tenporal aquella propia tarde que les dio, la propia guia que lleuava y
arriua de quinze españoles, y entre hellos Pedro del Alcacar, sobrino de
Francisco del Alcacar, de Seuilla, y demas destos murio y perecio todo
el seruicio, aunque poco, de yndios e yndias, que los españoles lleuauan
consigo.
Asi constreñidos de esta calamidad, se uajaron al rreparo del ualle de
Abreua, donde estuuieron descansandose y rreformandose algunos dias, en
los quales les uinieron a uisitar, aunque con las armas en las manos,
mucha cantidad de yndios de la otra uanda de la cordillera de Abreua,
gente muy lucida y crescida, dieron de rrepente en el alojamiento de
los españoles: no hicieron ningun daño, mas antes lleuaron la peor parte
de la pelea, siendo hen ella muertos algunos yndios; y aunque se
rretiraron y apartaron de pelear los yndios, no por eso se fueron a su
tierra, mas antes estuuieron a la mira de los españoles, de suerte que
el Gouernador tuuo lugar de llamallos y trahellos de paz y a su amistad,
mediante su buena diligencia; y fuele muy util la paz destos yndios a
los españoles, porque con ellos bajaron de las montañas muy gruesos
maderos para hazer vna puente en vn rrio furioso y caudaloso que les
hera forcado pasar, porque la rrepentina buelta que auia echo auian
tomado casi diferente camino del que a la ida lleuaron por lo qual se
les opuso la pasada deste rrio de Abreua.
Hicieronse las puentes, y por ellas pasaron los españoles. Echaron los
cauallos por el agua para que pasasen nadando, y con la gran corriente y
malas salidas que el rrio hazia se les ahogaron los mas de los cauallos,
que despues les hicieron mucha falta.
Traian todos estos yndios muchas joyas de oro y otros aderecos para el
hornato de sus personas, lo qual rrescatauan y contratauan con los
españoles. Dauanles ricos y gruesos caracoles y pedazos de oro, por
cosas de poco precio y de poco prouecho, y quedauan muy contentos los
yndios con ello, y los españoles[51] mucho mas con el oro, que hera muy
fino y muy bueno.
Prosiguieron su torna buelta con arto trauajo y necesidad y falta de
comida que auian tenido y algunas guazauaras de yndios. Llegaron al
Fincenu, donde el casique y su muger les aguardo[52] de paz con mas de
siete mil pesos que dio de presente al Gouernador en un cataurillo[53],
los quales dijo que auian sacado de una de las ssepulturas que los
españoles les auian cauado y por no auer sauido buscar el oro se auian
dejado alli aquel poco. Los soldados estauan muy bien con aquella tierra
del Fincenu, por el mucho oro que de sepulturas auian sacado y por lo
que pretendian sacar; y por este rrespeto rrogaron con grande ainco al
Gouernador que se detuuiese e hiciese asiento en aquel pueblo, para
sacar algun oro de las sepulturas, ofreciendose de sustentar al pueblo
de comidas de la comarca, y que harian vn bergantin en el rrio del Cenu,
en el qual fuesen a dar mandado y auiso a Cartaxena, que por aquella uia
estaua zerca, para que proueyese de lo necesario.
Comenco a decir que no lo queria hazer, por el desabrimiento que con
algunos soldados tenia, y en el permanescio tan obstinadamente que con
rruegos ni rrequirimientos ni por otra uia ninguna no le pudieron sacar
del, de que se marauillaron mucho los soldados a causa de ser Pedro de
Heredia de noble condicion y que no permanecia en el enojo mucho tiempo.
Finalmente, se hizo y cunplio su boluntad contra la de todos sus
soldados; y prosiguiendo su camino a Cartaxena entraron en ella quatro o
cinco dias antes de San Joan de Junio del propio año, donde hallaron
mucha jente española que alli auia quedado y se auian juntado y cada dia
se yban juntando.


CAPITULO SSEIS
Como el Gouernador Pedro de Heredia enbio a Alonso de Heredia, su
hermano, a descubrir el Pancenu, y como el propio Gouernador salio
despues tras el por cierta ocasion, y como fue poblada Uraua por el
capitan Alonso de Heredia.

Hallo el governador Heredia en Cartaxena a Alonso de Heredia, su
hermano, que auia llegado o uenido de Nicaragua con algunos soldados
hallarse en conpañia del Gouernador su hermano. Holgose mucho Pedro de
Heredia de hallar alli a Alonso de Heredia, y luego determino de dalle
gente con que entrase la tierra adentro en demanda del Panzenu. Diole
ducientos hombres de a pie y de a cauallo, y entre hellos muchos de los
que con el propio Gouernador se auian hallado en la jornada que de suso
e contado.
Salio Alonso de Heredia con esta jente de Cartaxena por el mes de Agosto
siguiente del propio año; y como ya los soldados se sauian el camino
tuuieron menos trauajo en andallo que pasaron los primeros que lo
descubrieron, y asi por sus jornadas contadas, casi sin tener guerras
con los yndios, llegaron al Fincenu, donde hallaron cauadas mas de
trecientas sepulturas que los propios naturales las auian auierto y
sacado el oro dellas que[54].
Cajauanse[55] los soldados de Pedro Heredia, porque por su causa no
auian hellos sacado el oro de aquellas sepulturas, que presumian ser
gran cantidad, y no perdiendo la esperanza de auello, procuraron
ynquirir y sauer de algunos yndios donde lo auia escondido el casique,
pero no les aprouecho nada su dilijencia y deseo; solamente supieron y
alcancaron que la primera vez que el gouernador Heredia dio en este
pueblo, lo tenian escondido en vna asperisima montaña que llamauan la
montaña de Faraquie[56], por estar hen ella un pueblo de yndios deste
nombre y apartado de este Fincenu ocho leguas y mas, en la qual montaña
el principal auia echo vn buhio, en lugar de tenplo, en seruicio del
demonio, cuya hera la sepultura mayor y principal de aquel pueblo, en el
qual ofrecieron todo el oro que, como e dicho, sacaron de las sepulturas
y el que los propios yndios poseian. Pero con todo esto no perdieron los
soldados punto de su codicia ni dejaron de hazer alli sus diligencias
para sacar oro de las sepulturas que quedauan por sacar, para el qual
efeto se concertaron e hizieron conpañia entre todos, que unos cauasen y
otros fuesen a buscar comidas y sustentasen los cauadores de lo
necesario, y que despues se partiesse lo que se sacase[57].
En esta conpañia no quiso entrar el capitan Alonso de Heredia, porque
pretendia sacar mas el solo con la jente que tenia, que lo que de la
conpañia le pudiese cauer de parte; y con auer los yndios sacado gran
cantidad de oro, y Pedro de Heredia quando estuuo en este lugar asi
mesmo saco mucho, todauia quedo oro que sacaron los que agora fueron,
pero no lo estimauan ni tenian en tanto como en este tiempo se tiene,
aunque siempre tuuo balor[58].
Aflojaron los soldados y aun[59] el capitan Alonso de Heredia en la
pasada al Panzenu, por algunas ocasiones que se les ofrecieron y por
parecelles tan trauajoso como dificultoso el camino y descubrimiento de
aquella rrica noticia, por lo qual el capitan Alonso de Heredia enuio a
Francisco de Ciesa, su theniente general, a la costa que cae sobre el
Darien con parte de la jente que tenia, a que uiese y descubriese lo que
por aquella parte ouiese que uer.
Ciesa hizo lo que se le encargo, y con la gente que lleuo descubrio la
prouincia que llamo de las Uasillas, que agora es llamada Tolu, y el
mismo puerto donde esta poblado el pueblo de Tolu. Paresciole uien a
Ciesa aquella tierra para que hen ella permaneciesen españoles, y
entendiendo quan cerca estaua de Cartagena, procuro dar auiso al
gouernador Pedro de Heredia, y porque no tenia bergantin ni otra cosa
con que nauegar, hizo hazer vna balsa de maderos la mas rrecia que pudo
ser, y en ella se metio Alonso Lopez de Ayala, persona principal y de
quien se hazia ya y se haze[60] mucha quenta en Cartaxena, donde
rreside, y con el otros quatro soldados, buenos nadadores. Pusieronse a
gran peligro asi de mar como de yndios de tierra, y fue Dios seruido que
sin que peligrase o muriese ninguno, aportaron a Cartaxena, donde dieron
rrelacion al gouernador Heredia de lo que auia y pasaua, asi sobre las
sepulturas del Fincenu y estado en que quedavan, como de la nueua tierra
que auian descubierto[61].
Rresciuio gran contento el Gouernador de todo lo que se le dijo, y
singularmente de la esperanza que le davan de que todauia se sacaua oro
en las sepulturas del Fincenu, porque la cudicia deste Gouernador hera
tan ynsaciable como la de otros muchos que con cargos y sin ellos an
pasado a las Indias, y asi no auia para el nueua de mas contento ni
alegria que dezille que auia oro o que sacauan oro y que le darian oro;
y aunque el Gouernador hera adornado de otras muchas y buenas partes,
esta hera en el tan estimada que desconponia y afeava lo demas, por no
ser en su mano el dejar de dar muestras dello. Enbio luego socorro a
Francisco de Ciesa, que lo esperaua en Tolu, y de la jente que a la
sazon se hallo en Cartaxena metio en vnas carauelas hasta ciento y
beinte honbres, de los que a la fama de Piru cada dia uenian despaña, y
juntamente con este socorro, ynbio a decir a su hermano y a los demas
soldados y capitanes, que le ynuiasen todo el oro que entre todos se
ouiese sacado de las sepulturas y auido de otros rrancheos.
Los soldados que con Ciesa estauan sintieron mucho el ynuialles a pedir
su oro el Gouernador, y como cosa que tan caro les auia costado, lo
procuraron conseruar y no dallo, y asi le ynuiaron a dezir al Gouernador
que por entonzes perdonase, porque no se podia cunplir su mandamiento a
causa de que entre todos auia echa conpañia y hasta quel oro se partiese
ninguno era señor de lo que tenia para podello dar ni disponer dello; y
con esto se metieron la tierra adentro y se boluieron al Cenu, donde el
capitan Alonso de Heredia auia quedado, por apartarse de la vecindad
Gouernador, conjeturando que por no lleualle el oro que pedia auia luego
de benir a dar sobre hellos y tomarselo por fuerca o de grado.
Hera en este tienpo la tirania de los Capitanes y Gouernadores que en
las Indias mandauan tanto y tan grande, que por las uias que podian
procurauan juntar y sacar de los pobres soldados qualquier cantidad de
oro que tuuiesen; a los unos se lo tomauan por fuerza, a los otros por
alagos, a los otros por amenazas, y a otros con dalles buenas esperancas
de gratificacion, y quando por esta bia no podian sacallo todo, echauan
otros rrodeos que serian largos de contar, hasta que los dejauan
despojados de todo punto de lo que tenian, poco o mucho; y desto no nos
deuemos marauillar, porque como las ganancias de los vnos y de los otros
heran tan torpes y el oro tan mal avido, ni los vnos lo gozauan ni los
otros lo poseian mucho tienpo, porque al soldado se lo sacaua el Capitan
o Gouernador y al Capitan o Gouernador se lo sacaua el que le uenia a
tomar rresidencia, y otros muchos desaguaderos que se le ofrecian por
donde el oro, contra su pesadisima naturaleza, corria muy lijeramente y
se perdia, y muchas ueces su dueño con ello, como lo pudiera yo muy bien
señalar aqui por evidentes y particulares sucesos acaecidos en las
Indias; pero al que con atencion pasare por el discurso de mi Istoria,
lo uera escrito en diuersas partes muy claramente.
Luego que el gouernador Heredia rreciuio la respuesta de los soldados de
Ciesa, y no el oro, se ayro y enojo demasiadamente, y dejandose uencer
de su colera, que hera mucha, determino de salir luego tras el capitan
Ciesa y los que con el estauan y castigallos rrigurosamente por
ynouedientes a su mandado. Junto con presteza casi quatrocientos
soldados, todos chapetones, que los mas dellos se auian hallado en
Bolonia, en la coronación del Enperador, y unos en el saco de Rroma, y
enuarcandose con ellos la noche de Nauidad, tomo la uia de las Balsillas
e Tulo[62] y fue en seguimiento de Ciesa y de su hermano Alonso de
Heredia, que asi mesmo, temiendo su yda y aun su hira, se metio la
tierra adentro en demanda del Panzenu, despues de auerse juntado con el
Francisco de Ciesa y los demas que auian suuido de la costa en su
conpañia y socorro, de los quales tuuo noticia de como el Gouernador
auia ynuiado a pedir el oro que tenian, de donde presumieron lo que auia
de hazer.
En este tienpo que Cesa[63] llego al Fincenu, obo cierta ocasion por
donde, segun todos decian, lo prendio el capitan Alonso de Heredia a el
y a otros cinco o seis soldados principales, y sin justa ni aun
rraconable causa los condeno a muerte, pero no obo quien osase executar
la sentencia, por no quedar obligados a dar quenta de la ynjusticia que
en matar a quien no lo merescia se hazia, y asi quedaron saluos y con
las uidas.
Siguio con toda la jente su derrota y demanda del Pancenu el capitan
Alonso de Heredia; engolfose la tierra adentro, faltaronle las guias al
mejor tienpo, por lo qual, caminando ciegamente, torcio la uia que auia
de lleuar y fue a parar a la prouincia de Monpox, dos o tres jornadas
apartado del pueblo principal; y porque ya a este tienpo le auia
alcancado vn capitan con cierta jente que el Gouernador en su
seguimiento auia ynuiado, dio la buelta al Fincenu, y dende a pocos
dias[64] se encontro en las savanas del Braco de San Jorje con el
Gouernador su hermano, que todauia yba en su seguimiento. Despues de
juntos quiso el Gouernador proceder contra los que no le auian querido
dar el oro y castigallos, pero oyolos, y ellos dieron tan buenos
descargos que toda la ira se mitigo, y se conformaron todos juntos, y
muy conformes dieron la buelta al Fincenu, donde despues de llegados y
uisto el poco rrecurso de comida que en toda aquella comarca auia, por
ser los labradores pocos y los comedores muchos, enuio el Gouernador al
capitan Alonso de Cazeres, con trecientos soldados, que se fuese la
bueta del Rrio Grande, que hera tierra mas fertil y mas entera, y por
sus riueras gastasen el tienpo, sustentandose y comiendo, o se boluiesen
por aquella uia a Cartaxena[65].
Iban casi todos estos soldados, o los mas, muy deuilitados por la falta
que de comida auian tenido, y por auerse dado a comer cierta fruta
llamada guacuna, con que se auian estreñido, y metidos desta suerte en
vn camino tan largo y malo, comenzaron a yrse quedando por los caminos
arrimados a aruoles, perecidos de anbre, contando de los regalos que en
Italia auian tenido quando se hallaron hen ella; y asi, de los
trecientos soldados o mas que el capitan Caceres saco del Cenu, no metio
en Cartaxena mas de noventa, que todos los demas perecieron y murieron
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