Cañas y barro: Novela - 16

Total number of words is 4271
Total number of unique words is 1427
32.2 of words are in the 2000 most common words
46.6 of words are in the 5000 most common words
53.4 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
extremo opuesto. Además, la perra era una antigualla como él. En
otros tiempos, cuando la compró _Cañamèl_, valía cualquier cosa, pero
ahora no había que confiar en su olfato. Tonet, despreciando las
opiniones de su abuelo, se limitaba á repetir:
--_¡Ya vorá vosté!... ¡Ya vorá vosté!_
Se oía el chapoteo de la perra en el fango del carrizal, tan pronto
inmediato como lejano, y los hombres seguían en el silencio de la
mañana sus interminables evoluciones, guiándose por el chasquido de
las cañas y el rumor de la maleza rompiéndose ante el empuje de la
vigorosa bestia. Después de algunos minutos de espera la vieron salir
del carrizal, con aspecto desalentado y los ojos tristes, sin llevar
nada en la boca.
El viejo barquero sonreía triunfante. ¿Qué decía él?... Pero Tonet,
creyéndose en ridículo, apostrofaba á la perra, amenazándola con el
puño para que no se aproximara á la barca.
--_¡Búscala!... ¡Búscala!_--volvió á ordenar con imperio al pobre
animal.
Y otra vez se metió entre los carrizos, moviendo la cola con
expresión de desconfianza.
Ella encontraría el pájaro. Lo afirmaba Tonet, que la había hecho
realizar trabajos más difíciles. De nuevo sonó el chapoteo del
animal en la selva acuática. Iba de una parte á otra con indecisión,
cambiando á cada momento de pista, sin confianza en sus desordenadas
carreras, sin osar mostrarse vencida, pues tan pronto como tornaba
hacia las barcas, asomando su cabeza entre las cañas, veía el puño
del amo y oía el _¡búscala!_ que equivalía á una amenaza.
Varias veces volvió á husmear la pista, y al fin se alejó tanto en
sus invisibles carreras, que los cazadores dejaron de oir el ruido de
sus patas.
Un ladrido lejano, repetido varias veces, hizo sonreír á Tonet. ¿Qué
tal? Su vieja compañera podría tardar, pero nada se le escapaba.
La perra seguía ladrando lejos, muy lejos, con expresión desesperada,
pero sin aproximarse. El _Cubano_ silbó.
--_¡Aquí, Sentella, aquí!..._
Comenzó á oirse su chapoteo cada vez más próximo. Se acercaba
tronchando cañas, abatiendo hierbas, con gran estrépito de agua
removida. Por fin apareció con un objeto en la boca, nadando
penosamente.
--_¡Aquí, Sentella, aquí!..._--seguía gritando Tonet.
Pasó junto á la barca del abuelo, y el cazador se llevó la mano á los
ojos, como si le hiriese un relámpago.
--_¡Mare de Deu!_--gimió aterrado, mientras la escopeta se le iba de
las manos.
Tonet se irguió, con la mirada loca, estremecido de pies á cabeza,
como si el aire faltase de pronto en sus pulmones. Vió junto á la
borda de su barca un lío de trapos, y en él algo lívido y gelatinoso
erizado de sanguijuelas: una cabecita hinchada, deforme, negruzca,
con las cuencas vacías y colgando de una de ellas el globo de un
ojo: todo tan repugnante, tan hediondo, que parecía entenebrecer
repentinamente el agua y el espacio, haciendo que en pleno sol cayese
la noche sobre el lago.
Levantó la percha con ambas manos, y fué tan tremendo el golpe, que
el cráneo de la perra crujió como si se rompiese, y el pobre animal,
dando un aullido, se hundió con su presa en las aguas arremolinadas.
Después miró con ojos extraviados á su abuelo, que no adivinaba lo
ocurrido, al pobre don Joaquín, que parecía anonadado por el terror,
y perchando instintivamente, salió disparado cual una flecha por la
vía de agua, como si se incorporase el fantasma del remordimiento,
adormecido durante una semana, y corriera tras él, rasgándole la
espalda con sus uñas implacables.


X

Su carrera fué corta. Al salir á la Albufera vió cerca algunas
barcas, oyó gritos de los que las tripulaban y quiso ocultarse con el
rubor del que se ve desnudo ante gentes extrañas.
El sol parecía herirle: la inmensa superficie del lago le causaba
miedo; necesitaba agazaparse en un rincón obscuro, no ver, no oir; y
viró, volviendo á meterse en los carrizos.
No fué muy lejos. La proa del barquito se hundió entre las cañas,
y el miserable, soltando la percha, se dejó caer en el fondo de la
embarcación con la cabeza oculta entre las manos. Por mucho tiempo
callaron los pájaros, cesaron los ruidos en el carrizal, como si la
vida oculta entre las cañas callase, aterrada por un rugido salvaje,
un lamento entrecortado, que parecía el hipo de un moribundo.
El miserable lloraba. Después del embrutecimiento, que le había
conservado en completa insensibilidad, el crimen levantábase ante
él, como si no hubiera transcurrido el tiempo, como si acabase de
cometerlo. Cuando creía próximo á borrarse para siempre el recuerdo
de su delito, la fatalidad lo hacía renacer, lo paseaba ante sus
ojos, ¡y en qué forma!
El remordimiento resucitaba en él los instintos de padre, muertos
desde aquella noche fatal. El horror le hacía sentir su delito con
cruel intensidad. Aquella carne abandonada á los reptiles del lago
era carne suya; aquella envoltura de materia, vivero de sanguijuelas
y gusanos, era el fruto de sus arrebatos apasionados, de su amor
insaciable en el silencio de la noche.
La enormidad del crimen le abrumaba. Nada de excusas: no debía buscar
pretextos como otras veces para seguir adelante. Era un miserable,
indigno de vivir: una rama seca del árbol de los _Palomas_, siempre
recto, siempre vigoroso, con aspereza salvaje, pero sano en medio de
su aislamiento. La mala rama debía desaparecer.
Su abuelo tenía razón al despreciarlo. Su padre, su pobre padre, al
que ahora contemplaba con la grandeza de los santos, hacía bien en
repelerle como un brote infame de su existencia. La infeliz _Borda_,
con su vergonzoso origen, era más hija de los _Palomas_ que él.
¿Qué había hecho durante su vida? Nada; su voluntad sólo tenía
fuerzas para huir del trabajo. El desdichado _Sangonera_ había
sido mejor que él: solo en el mundo, sin familia, sin necesidades
en su dura existencia de vagabundo, podía vivir inactivo, con la
dulce inconsciencia de los pájaros. Pero él, devorado por ardorosos
apetitos, huyendo egoístamente del deber, había querido ser rico,
vivir descansado, siguiendo tortuosas sendas, despreciando los
consejos de su padre, que adivinaba el peligro; y de la pereza sin
dignidad, había venido á caer en el crimen.
Le espantaba su delito. Su conciencia de padre arañábale al
despertar, pero aún sufría de una herida mayor y más sangrienta. La
soberbia viril, aquel afán de ser fuerte y dominar á los hombres por
el arrojo, le hacía sufrir el tormento más cruel. Veía en lontananza
el castigo, el presidio, ¡quién sabe si el _carafalet_, última
apoteosis del hombre-bestia! Todo lo aceptaba, pues al fin, para los
hombres se había hecho; pero por algo digno de un ser fuerte, por
reñir, por matar cara á cara, tinto en sangre hasta los codos, con la
locura salvaje del ser humano que se trueca en fiera... ¡Pero matar
á un recién nacido sin otra defensa que su llanto! ¡Confesar ante el
mundo que él, el valentón, el antiguo guerrillero, para caer en el
crimen sólo había osado asesinar á un hijo suyo!
Y lloraba, lloraba sintiendo, más que los remordimientos, la
vergüenza de su cobardía y el despecho por su vileza.
En las tinieblas de su pensamiento brillaba como un punto de luz
cierta confianza en sí mismo. Él no era malo. Tenía la buena sangre
de su padre. Su delito era el egoísmo; la voluntad débil, que le
había hecho apartarse de la lucha por la vida. La perversa era
Neleta, aquella fuerza superior que le encadenaba, aquel egoísmo
férreo que arrollaba el suyo, plegándolo á todos sus contornos como
una vestidura dúctil. ¡Ay, si no la hubiese conocido! ¡Si al volver
de tierras lejanas no hubiera encontrado fijos en él los ojos glaucos
que parecían decirle: «Tómame; ya soy rica; he realizado la ilusión
de mi vida; ahora me faltas tú»!
Ella había sido la tentación; el impulso que le arrojó en la sombra;
el egoísmo y la codicia con careta del amor que le guiaron hasta
el crimen. Por conservar migajas de su fortuna, no vacilaba ella
en abandonar un trozo de sus entrañas; y él, esclavo inconsciente,
completaba la obra aniquilando su propia carne.
¡Cuán miserable le parecía su existencia! Pasaba confusamente por
su memoria la vieja tradición de la _Sancha_, aquel cuento de la
serpiente que repetían las generaciones en las riberas del lago.
Él era como el pastor de la leyenda: había acariciado de pequeña á
la serpiente, la había alimentado, prestándola hasta el calor de
su cuerpo; y al volver de la guerra asombrábase viéndola grande,
poderosa, embellecida por el tiempo, mientras ella se le enroscaba
con un abrazo fatal, causándole la muerte con sus caricias.
Su serpiente estaba en el pueblo, como la del pastor en el llano
salvaje. Aquella _Sancha_ del Palmar, desde su asiento de la taberna,
era la que le mataba con los anillos inflexibles del crimen.
No quería volver al mundo. Imposible vivir entre gentes: no podría
mirarlas: vería en todas partes la cabecita deforme, hinchada,
monstruosa, con sus cuencas profundas devoradas por los gusarapos.
Sólo al pensar en Neleta un velo de sangre pasaba por sus ojos, y en
medio de su arrepentimiento alzábase el deseo homicida, el impulso de
matar á la que consideraba ahora como su enemiga implacable... ¿Para
qué un nuevo crimen?
Allí, en la soledad, lejos de toda mirada, se sentía mejor, y allí
quería quedarse.
Además, un miedo absorbente surgía en él con toda la fuerza del
egoísmo, única pasión de su vida. Tal vez á aquellas horas circulaba
por el Palmar la noticia del horrible suceso. Su abuelo callaría,
pero aquel extraño venido de la ciudad no tenía por qué guardar
silencio. Buscarían, averiguarían, vendrían los tricornios charolados
desde la huerta de Ruzafa; él no tendría valor para sostener las
miradas, no sabría mentir; confesaría el crimen, y su padre, aquel
trabajador puro ante Dios, moriría de vergüenza... Y si lograba
encerrarse en su mentira salvando la cabeza, ¿qué ganaba en ello?
¿había de volver á los brazos de Neleta, á verse oprimido otra vez
por los anillos del reptil?... No; todo había acabado. Era la mala
rama, y debía caer; no obstinarse en seguir, muerto y sin jugo,
agarrado al árbol, paralizando su vida.
Ya no lloraba. Con un supremo esfuerzo de su voluntad salió del
doloroso ensimismamiento.
Caída en la proa de la barca estaba la escopeta de _Cañamèl_. Tonet
la miró con expresión irónica. ¡Bien reiría el tabernero si le viese!
Por primera vez, el parásito engordado á su sombra iba á emplear para
una acción buena algo de lo que le había usurpado.
Con tranquilidad de autómata se descalzó un pie, arrojando lejos la
alpargata. Montó las dos llaves de la escopeta, y desabrochándose la
blusa y la camisa, se inclinó sobre el arma hasta apoyar en el doble
cañón su pecho desnudo.
El pie descalzo subió dulcemente á lo largo de la culata buscando
los gatillos, y una doble detonación conmovió con tanta fuerza el
carrizal, que de todos lados salieron revoloteando las aves, locas de
miedo.
* * * * *
El tío _Paloma_ no volvió al Palmar hasta la caída de la tarde.
Había dejado en el Saler á su cazador, que deseaba cuanto antes salir
del lago y llegar á la ciudad, jurando no volver á aquellos sitios.
¡En dos viajes dos desgracias! La Albufera sólo guardaba para él
sorpresas terribles. La última le iba á costar una enfermedad. El
tranquilo ciudadano, padre de numerosa prole, no podía apartar de
su memoria el lúgubre envoltorio que había pasado ante sus ojos.
Seguramente que al llegar á su casa tendría que meterse en cama
pretextando cualquier dolencia. La sorpresa le había conmovido
profundamente.
El mismo cazador aconsejaba al tío _Paloma_ una reserva absoluta.
¡Que no se le escapase una palabra! Nada habían visto. Debía
recomendar el silencio á su pobre nieto, fugitivo, sin duda, por la
impresión de la terrible sorpresa. El lago había vuelto á tragarse el
secreto, y sería una candidez que ellos hablasen, sabiendo cómo marea
la justicia á los inocentes cuando cometen la tontería de ir en su
busca. Los hombres honrados deben evitar todo contacto con la ley...
Y el pobre señor, después de desembarcar en tierra firme, no se metió
en su tartana hasta que el barquero, cada vez más pensativo, le juró
varias veces que sería mudo.
Cuando, al anochecer, llegó el tío _Paloma_ al Palmar, amarró frente
á la taberna los dos barquitos en que habían salido por la mañana.
Neleta, derecha tras el mostrador, buscó en vano á Tonet con su
mirada.
El viejo adivinó.
--_No’l esperes_--dijo con voz fosca--. _No tornará més._
Y con acento reconcentrado le preguntó si se sentía mejor, hablando
de la palidez de su rostro con una intención que hizo estremecerse á
Neleta.
La tabernera adivinó inmediatamente que el tío _Paloma_ conocía su
secreto.
--_Pero ¿y Tonet?_--volvió á preguntar con voz angustiosa.
El viejo hablaba volviendo los ojos, como si deseara no verla, para
conservar su forzada calma. Tonet no volvería más. Había huído lejos,
muy lejos: á un país de donde nunca se vuelve. Era lo mejor que podía
haber hecho... Así todo quedaba arreglado y en el misterio.
--_¿Pero vosté?... ¿vosté?..._--gimió Neleta con angustia, temiendo
que el viejo hablase.
El tío _Paloma_ callaría. Lo afirmó golpeándose el pecho. Despreciaba
á su nieto, pero tenía interés en que nada se supiera. El nombre de
los _Palomas_, después de siglos de honrado prestigio, no estaba para
ser arrastrado por un perezoso y una perra.
--_¡Plòra, gosa, plòra!_--decía el barquero con irritación.
Debía llorar toda su vida, ya que era la perdición de una familia.
¡Que conservase su dinero! No sería él quien viniera á pedírselo á
cambio del silencio... Y si quería saber dónde estaba su amante,
dónde su hijo, no tenía más que mirar al lago. La Albufera, madre de
todos, guardaría el secreto con tanta fidelidad como él.
Neleta quedó aterrada por esta revelación; pero aun en medio de su
inmensa sorpresa miraba con inquietud al viejo, temiendo por su
porvenir al verlo confiado al mutismo del tío _Paloma_.
El viejo se golpeó una vez más el pecho. ¡Que viviese feliz y gozase
su riqueza! Él callaría siempre.
La noche fué lúgubre en la barraca de los _Palomas_. Á la luz
moribunda del candil, el abuelo y el padre, sentados frente á frente,
hablaron mucho tiempo, con su gravedad de seres distanciados por el
carácter, que sólo podían aproximarse á impulsos de la desgracia.
El tío _Paloma_ no usó de paliativos para dar la noticia. Había
visto al chico muerto, con el pecho destrozado por dos cargas de
perdigones, hundido en el barro de la _mata_ con los pies fuera del
agua, junto al barquito abandonado. El tío Tòni apenas pestañeó. Sólo
sus labios se apretaron convulsivamente, y con las manos crispadas se
arañó las rodillas.
Un lamento prolongado, estridente, salió del ángulo obscuro de la
barraca donde estaba la cocina, como si en esta lobreguez degollasen
á alguien. Era la _Borda_ que gemía, aterrada por la noticia.
--_¡Silènsi, chiqueta!_--gritó imperiosamente el viejo.
--_¡Calla, calla!_--dijo el padre.
Y la infeliz sollozó sordamente, oprimida en su dolor por la firmeza
de aquellos dos hombres de férrea voluntad, que, al ser mordidos por
la desgracia, permanecían con exterior impasible, sin la más leve
emoción en los ojos.
El tío _Paloma_ relataba lo ocurrido á grandes rasgos; la aparición
de la perra con su horrible presa, la fuga de Tonet: después,
á la vuelta del Saler, su minuciosa exploración por la _mata_,
presintiendo una desgracia, y su hallazgo del cadáver. Él lo
adivinaba todo. Recordaba la desaparición de Tonet la víspera de
la tirada; la palidez y el desfallecimiento de Neleta; su aspecto
de enferma después de aquella noche, y con su astucia de viejo
reconstruía el parto doloroso en el silencio nocturno, con el terror
á ser oída por los vecinos, y después el infanticidio, un crimen que
le hacía despreciar á Tonet, más por cobarde que por criminal.
El viejo, después de soltar su secreto, se sentía aliviado. Á
su tristeza sucedía la indignación. ¡Miserables! Aquella Neleta
resultaba una perra ardorosa que había perdido al muchacho,
empujándolo al crimen por conservar su dinero; pero Tonet era
cobarde dos veces, y más que por su delito, renegaba de él viendo
que se mataba, loco de miedo, ante las consecuencias. El _señor_ se
disparaba dos tiros antes que dar la cara: encontraba más cómodo
desaparecer que pagar su falta, sufriendo el castigo. Siempre huyendo
de la obligación, buscando las sendas fáciles por miedo á la lucha.
¡Qué tiempos, Cristo! ¿Qué juventud era aquella?...
Su hijo apenas le escuchaba. Seguía inmóvil, anonadado por la
desgracia, y doblaba la cabeza, como si las palabras de su padre
fuesen un golpe que le abatía para siempre.
La Borda volvió á gemir.
--_¡Silènsi! ¡he dit silènsi!_--dijo con voz fosca el tío Tòni.
Á su pena inmensa, reconcentrada y muda, le molestaba que otros se
aliviasen con el llanto, mientras él, por su dureza de varón fuerte,
no podía desahogar el dolor en lágrimas.
El tío Tòni habló por fin. Su voz no temblaba, pero velábase con la
débil ronquera de la emoción.
La muerte vergonzosa de aquel desdichado era un final digno de
su conducta. Se lo había predicho: acabaría mal. Cuando se nace
pobre, la pereza es el crimen. Así lo ha arreglado Dios, y hay que
conformarse... Pero ¡ay! era su hijo... ¡su hijo! ¡la carne de su
carne! Su férrea rectitud de hombre honrado mostrábase insensible
ante la catástrofe; pero allá, dentro del pecho, sentía cierta
opresión, como si le hubieran arrancado parte de sus entrañas y
estuviesen á aquellas horas sirviendo de pasto á las anguilas de la
Albufera.
Quería verlo por última vez; ¿le entendía su padre?... Quería tenerle
en sus brazos, como de pequeño, cuando lo adormecía cantándole que el
_pare_ trabajaba para hacerle labrador rico, dueño de muchos campos.
--_¡Pare... pare!_--decía con voz angustiosa al tío _Paloma_--.
_¿Ahón está?_
El viejo contestó indignado. Debían dejar las cosas como las había
arreglado la casualidad. Era una locura torcer su curso. Nada de
escándalos ni de levantar la punta del misterio. Así estaba bien:
oculto todo.
La gente, al no ver á Tonet, creería que había huído en busca de
aventuras y de vida regalada, como al marchar á América. El lago
conservaba bien sus secretos: transcurrían años antes que una persona
pasase por el sitio donde estaba el suicida. La vegetación de la
Albufera lo tapa todo. Además, si hablaban, si publicaban la muerte,
todos querrían saber más, intervendría la justicia, se averiguaría
la verdad, y en vez de un _Paloma_ desaparecido, cuya vergüenza sólo
conocían ellos, tendrían un _Paloma_ deshonrado que se daba muerte
por huir del presidio y tal vez del _carafalet_. No, Tono; lo decía
él con su autoridad de padre. Por unos cuantos meses de existencia
que le quedaban debía respetarle, no amargar sus últimos días con la
deshonra. Quería beber tranquilo con los demás barqueros, pudiendo
mirarlos cara á cara. Todo estaba bien: á callar, pues... Además,
si descubrían el cadáver no lo enterrarían en sagrado. Su crimen y
su suicidio le privaban de la misma sábana de tierra que los demás.
Mejor estaba en el agua, hundido en el barro, rodeado de cañas, como
último vástago maldito de una famosa dinastía de pescadores.
Excitado por los lloros de la _Borda_, el viejo la amenazaba. Debía
callar. ¿Es que quería perderlos?
La noche fué interminable, de un silencio trágico. El lóbrego
ambiente de la barraca parecía aún más denso, como si sobre él
proyectasen su sombra las alas negras de la desgracia.
El tío _Paloma_, con la insensibilidad del viejo duro y egoísta que
desea prolongar su vida, dormitaba en la silleta de esparto. Su hijo
pasaba las horas inmóvil, con los ojos desmesuradamente abiertos,
fijos en el oleaje de sombras que la trémula luz del candil trazaba
en la pared. La _Borda_, sentada en el fogón, sollozaba débilmente,
oculta en la sombra.
Hubo un momento en que el tío Tòni se estremeció, como si despertase.
Se irguió, fué á la puerta de la barraca, y abriéndola, miró al
cielo estrellado. Debían ser las tres. La calma de la noche pareció
penetrar en él, afirmando la resolución que acababa de surgir en su
voluntad.
Se aproximó al viejo y lo empujó, hasta despertarlo.
--_¡Pare... pare!_--dijo con voz suplicante--. _¿Ahón está?..._
El tío _Paloma_, medio dormido, protestó furioso. Debía dejarle en
paz. Aquello no tenía remedio. ¡Quería dormir, y ojalá no despertase
nunca!...
Pero el tío Tòni continuaba suplicando. Debía pensar que era
su nieto; él, que era el padre, no podría vivir mientras no lo
contemplase por última vez. Se lo imaginaría á todas horas en el
fondo del lago, corrompido por las aguas, devorado por las bestias,
sin la sepultura en tierra que alcanzaban los más miserables, hasta
aquel _Sangonera_, que vivió sin padre. ¡Ay! ¡trabajar sufriendo toda
la vida, para asegurar el pan al hijo único y abandonarlo después,
sin saber dónde está su tumba, como los perros muertos que se arrojan
en la Albufera! ¡No podía ser, padre! ¡era muy cruel! Jamás tendría
valor para navegar en el lago, pensando que tal vez su barca pasaba
sobre el cadáver del hijo.
--_¡Pare... pare!_--imploraba moviendo al viejo casi dormido.
El tío _Paloma_ se irguió, como si fuese á pegarle. ¿Quería dejarlo
en paz?... ¿Buscar él otra vez á aquel cobarde?... ¡Que le dejasen
dormir! No quería revolver el barro, con peligro de hacer pública la
deshonra de su familia.
--_Pero... ¿ahón está?_--preguntaba ansioso el padre.
Él iría solo; pero ¡por Dios! debía decirle el sitio. Si el abuelo
no hablaba, sentíase capaz de pasar el resto de la vida registrando
el lago, aunque hiciera público su secreto.
--_En la mata del Bolodró_--dijo por fin el viejo--. _Te costará
d’encontrar._
Y cerró los ojos, inclinando la cabeza para reanudar aquel sueño del
que no quería salir.
El tío Tòni hizo un gesto á la _Borda_. Cogieron sus azadones de
enterradores, sus perchas de barqueros, los agudos tridentes que
servían para la pesca de las piezas gruesas, encendieron un farol en
la luz del candil, y en el silencio de la noche atravesaron el pueblo
para embarcarse en el canal.
El negro barquito, con el farol en la proa, pasó toda la noche
evolucionando por el interior de los carrizales. Veíasele como una
estrella roja errando á través de las cañas.
Cerca del amanecer la luz se apagó. Habían encontrado el cadáver,
después de dos horas de busca angustiosa; tal como lo vió el abuelo,
con la cabeza hundida en el barro, los pies fuera del agua y el pecho
convertido en una masa sanguinolenta, destrozado á boca de jarro por
la metralla de los cartuchos de caza.
Lo recogieron con sus tridentes del fondo del agua. El padre, al
clavar su _fitora_ en aquel bulto blanducho, izándolo á la barca con
sobrehumano esfuerzo, creyó que la hundía en su propio pecho.
Después fué la marcha lenta, angustiosa, mirando á todos lados,
como criminales que temen ser sorprendidos. La _Borda_, siempre
sollozante, perchaba en la proa: el padre ayudábala en el otro
extremo de la barca; y entre estas dos figuras rígidas, que
recortaban su negra silueta en la difusa luz de la noche estrellada,
yacía tendido el cadáver del suicida.
Abordaron á los campos del tío Tòni, aquel suelo artificial, formado
espuerta sobre espuerta, á fuerza de puños, con una tenacidad loca.
El padre y la _Borda_, cogiendo el cadáver, lo descendieron
cuidadosamente á tierra, como si fuese un enfermo que podía
despertar. Después, con sus azadones de enterradores infatigables,
comenzaron á abrir una fosa.
Una semana antes aún traían tierra allí desde todos los extremos del
lago. Ahora la quitaban para ocultar la deshonra de la familia.
Comenzaba á amanecer cuando bajaron el cadáver al fondo de la fosa,
que rezumaba agua por todos lados. Una luz fría y azulada extendíase
sobre la Albufera, dando á su superficie el duro reflejo del acero.
Por el espacio gris pasaban en triángulo las primeras bandadas de
pájaros.
El tío Tòni miró por última vez á su hijo. Después volvió la espalda,
como si le avergonzasen las lágrimas que rompían por fin la dureza de
sus ojos.
Su vida estaba terminada. ¡Tantos años de batalla con el lago,
creyendo que formaba una fortuna, y preparando, sin saberlo, la tumba
de su hijo!...
Hería con sus pies aquella tierra que guardaba la esencia de su vida.
Primero la había dedicado su sudor, su fuerza, sus ilusiones: ahora,
cuando había que abonarla, la entregaba sus propias entrañas, el
hijo, el sucesor, la esperanza, dando por terminada su obra.
La tierra cumpliría su misión: crecería la cosecha como un mar de
espigas cobrizas sobre el cadáver de Tonet. Pero á él... ¿qué le
restaba que hacer en el mundo?
Lloró el padre contemplando el vacío de su existencia; la soledad que
le esperaba hasta la muerte, lisa, monótona, interminable, como aquel
lago que brillaba ante sus ojos, sin una barca que cortase su rasa
superficie.
Y mientras el lamento del tío Tòni rasgaba como un alarido de
desesperación el silencio del amanecer, la _Borda_, viendo de
espaldas á su padre, inclinóse al borde de la fosa y besó la
lívida cabeza con un beso ardiente, de inmensa pasión, de amor sin
esperanza, osando, ante el misterio de la muerte, revelar por primera
vez el secreto de su vida.

FIN
You have read 1 text from Spanish literature.
  • Parts
  • Cañas y barro: Novela - 01
    Total number of words is 4566
    Total number of unique words is 1639
    27.7 of words are in the 2000 most common words
    40.0 of words are in the 5000 most common words
    48.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 02
    Total number of words is 4795
    Total number of unique words is 1626
    31.5 of words are in the 2000 most common words
    45.6 of words are in the 5000 most common words
    54.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 03
    Total number of words is 4897
    Total number of unique words is 1596
    31.0 of words are in the 2000 most common words
    46.0 of words are in the 5000 most common words
    52.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 04
    Total number of words is 4713
    Total number of unique words is 1628
    30.0 of words are in the 2000 most common words
    45.1 of words are in the 5000 most common words
    54.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 05
    Total number of words is 4818
    Total number of unique words is 1635
    32.0 of words are in the 2000 most common words
    47.0 of words are in the 5000 most common words
    54.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 06
    Total number of words is 4799
    Total number of unique words is 1573
    32.6 of words are in the 2000 most common words
    48.3 of words are in the 5000 most common words
    56.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 07
    Total number of words is 4805
    Total number of unique words is 1539
    35.2 of words are in the 2000 most common words
    48.0 of words are in the 5000 most common words
    55.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 08
    Total number of words is 4773
    Total number of unique words is 1563
    33.4 of words are in the 2000 most common words
    47.9 of words are in the 5000 most common words
    56.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 09
    Total number of words is 4799
    Total number of unique words is 1619
    31.4 of words are in the 2000 most common words
    46.6 of words are in the 5000 most common words
    54.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 10
    Total number of words is 4706
    Total number of unique words is 1576
    31.7 of words are in the 2000 most common words
    45.5 of words are in the 5000 most common words
    53.0 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 11
    Total number of words is 4800
    Total number of unique words is 1551
    34.6 of words are in the 2000 most common words
    46.9 of words are in the 5000 most common words
    55.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 12
    Total number of words is 4721
    Total number of unique words is 1526
    33.9 of words are in the 2000 most common words
    47.5 of words are in the 5000 most common words
    54.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 13
    Total number of words is 4693
    Total number of unique words is 1647
    31.4 of words are in the 2000 most common words
    45.6 of words are in the 5000 most common words
    53.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 14
    Total number of words is 4733
    Total number of unique words is 1560
    32.8 of words are in the 2000 most common words
    46.2 of words are in the 5000 most common words
    53.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 15
    Total number of words is 4662
    Total number of unique words is 1570
    32.0 of words are in the 2000 most common words
    45.2 of words are in the 5000 most common words
    51.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Cañas y barro: Novela - 16
    Total number of words is 4271
    Total number of unique words is 1427
    32.2 of words are in the 2000 most common words
    46.6 of words are in the 5000 most common words
    53.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.