Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (4 de 5) - 15

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campaña de Valencia. Musnier partió con la mencionada división vía
del Frasno, y uniéndose a la caballería de Klicki entró en Calatayud.
[Marginal: Se separan Durán y el Empecinado.] Durán y el Empecinado
habían vuelto a evacuar la ciudad, retirándose en dos diferentes
direcciones. Para perseguirlos tuvieron los enemigos que separarse,
yendo unos a Daroca y Used, y otros a Ateca, camino de Madrid.
[Marginal: Mina.]
No persistieron mucho en el alcance, llamados a la parte opuesta a
causa de una súbita irrupción en las Cinco Villas de Don Francisco
Espoz y Mina. Habían los franceses acosado de muerte a este caudillo
durante todo el estío, irritados con la sorpresa de Arlabán. Y él,
ceñido de un lado por los Pirineos, del otro por el Ebro, sin apoyo
ni punto alguno de seguridad, sin más tropas que las que por sí había
formado, y sin más doctrina que la adquirida en la escuela de la propia
experiencia, burló los intentos del enemigo y escarmentole muchas
veces, algunas en la raya y aun dentro de Francia.
Arreció en especial el perseguimiento desde el 20 de junio hasta el 12
de julio. 12.000 hombres fueron tras Mina entonces; más acertadamente
dividió este sus batallones en columnas movibles con direcciones y
marchas contrarias, incesantes y sigilosas, obligando así al enemigo a
a dilatar su línea a punto de no poderla cubrir convenientemente, o a
que, reunido, no tuviese objeto importante sobre que cargar de firme.
[Marginal: Ponen los franceses su cabeza a precio.]
Desesperanzados los franceses de destruir a Mina a mano armada,
pusieron a precio la cabeza de aquel caudillo. 6000 duros ofreció por
ella el gobernador de Pamplona, Reille, en bando de 24 de agosto, 4000
por la de su segundo Don Antonio Cruchaga, y 2000 por cada una de las
de otros jefes. Reuniéronse a medios tan indignos los de la seducción
y astucia. [Marginal: Tratan de seducirle.] A este propósito, y por el
mismo tiempo, personas de aquella ciudad, y entre otras Don Joaquín
Navarro, de la diputación del reino, con quien Mina había tenido
anterior relación, enviaron cerca de su persona a Don Francisco Aguirre
Echechurri para ofrecerle ascensos, honores y riquezas si abandonaba
la causa de su patria y abrazaba la de Napoleón. Mina, que necesitaba
algún respiro, tanto más cuanto de nuevo se veía muy acosado, entrando
a la sazón en Navarra la división de Severoli y otras fuerzas, pidió
tiempo para contestar sin acceder a la proposición, alegando que tenía
antes que ponerse de acuerdo con su segundo Cruchaga. Impacientes de
la tardanza los que habían abierto los tratos, despacharon en seguida
con el mismo objeto, primero a un francés llamado Pellou, hombre
sagaz, y después a otro español conocido bajo el nombre de Sebastián
Iriso. Deseoso Mina de ganar todavía más tiempo, indicó para el 14 de
septiembre una junta en Leoz, cuatro leguas de Pamplona, adonde ofreció
asistir él mismo con tal que también acudiesen los tres individuos que
sucesivamente se le habían presentado, y además el Don Joaquín Navarro
y un Don Pedro Mendiri, jefe de escuadrón de gendarmería. Accedieron
los comisionados a lo que se les proponía y, en efecto, el día señalado
llegaron a Leoz todos excepto Mendiri. La ausencia de este disgustó
mucho a Mina, quien a pesar de las disculpas que los otros dieron
concibió sospechas. Vinieron a confirmárselas cartas confidenciales
que recibió de Pamplona, en las cuales le advertían se le armaba una
celada, y que Mendiri recorría los alrededores acechando el momento
en que deslumbrado Mina con las ofertas hechas, se descuidase y diese
lugar a que cayeran sobre él los enemigos y le sacrificasen.
Airado de ello, el caudillo español arrestó a los cuatro comisionados,
y se alejó de Leoz llevándoselos consigo. Desfiguraron después el
suceso los franceses y sus allegados, calificando a Mina de pérfido:
traslucíase en la acusación despecho de que no se hubiese cumplido
la alevosía tramada. Con todo, habiendo venido los comisionados bajo
seguro, y no pudiéndose evidenciar su traición o complicidad, hubiérale
a Mina valido más el soltarlos que dar lugar a que debiesen su
libertad, como se verificó, a los acasos de la guerra.
[Marginal: Penetra Mina en Aragón.]
Poco después de este suceso y de haber Severoli y otras tropas salido
de Navarra, fue cuando penetró dicho Mina en Aragón, conforme arriba
enunciamos. El 11 de octubre atacó en Ejea un puesto de gendarmería
cuyos soldados lograron evadirse en la noche siguiente, con pérdida en
la huida de algunos de ellos. Marchó luego Mina sobre Ayerbe, y el 16
forzó a la guarnición francesa a encerrarse en un convento fortificado
que bloqueó; mas en breve tuvo que hacer frente a otros cuidados. El
comandante francés que en ausencia de Musnier gobernaba a Zaragoza,
[Marginal: Ataca a Ejea.] sabedor de la llegada de los españoles a
Ejea, destacó una columna para contenerlos. Encontrose en el camino
Ceccopieri, jefe de ella, con los gendarmes poco antes escapados; y
juzgando ya inútil la marcha hacia Ejea, cambió de rumbo y se dirigió
a Ayerbe en busca de Mina. Mas, llegado que hubo a esta villa, en
cuyas alturas inmediatas le aguardaban los españoles, pareciole más
prudente después de un fútil amago, retirarse y caminar la vuelta
de Huesca. Envalentonáronse con eso los nuestros y no pudieron los
contrarios verificar impunemente su marcha como se imaginaban. Mina,
empleando sagacidad y arrojo, los estrechó de cerca y rodeó, por manera
que tuvieron que formar el cuadro. Así anduvieron siempre muy acosados
[Marginal: Coge una columna francesa en Plasencia de Gállego.] hasta
más allá de Plasencia de Gállego, en donde, opresos con la fatiga y
el mucho guerrear, y acometidos impetuosamente a la bayoneta por Don
Gregorio Cruchaga, vinieron a partido: 640 soldados y 17 oficiales
fueron los prisioneros; muchos de ellos heridos, gravemente el mismo
comandante Ceccopieri. Habían muerto más de 300.
Azorado Musnier, y temiendo hasta por Zaragoza, tornó precipitadamente
a aquella ciudad, en donde ya más sereno trató de marchar contra Mina y
de quitarle los prisioneros, obrando de concierto con los gobernadores
y generales franceses de las provincias inmediatas. ¡Trabajo y
combinación inútil! Mina escabullose maravillosamente por medio de
todos ellos, y atravesando el reino de Aragón, Navarra y Guipúzcoa,
[Marginal: Embarca los prisioneros en Motrico.] embarcó al principiar
noviembre en Motrico todos los prisioneros a bordo de la fragata
inglesa Iris y de otros buques, después de haber también rendido la
guarnición francesa de aquel puerto.
[Marginal: Distribuye Musnier la división de Severoli.]
Concíbese cuán incómodos serían para Suchet tales acontecimientos, pues
además de la pérdida real que en ellos experimentaba, distraíanle
fuerzas que le eran muy necesarias. Con impaciencia había aguardado
la división de Severoli, y en vano por algún tiempo pudo esta
incorporársele. Musnier ni aun con ella tenía bastante para cubrir
el Aragón, y mantener algún tanto seguras las comunicaciones. Una de
las dos brigadas en que dicha división se distribuía se vio obligado
a colocarla al mando de Bertoletti en las Cinco Villas, izquierda del
Ebro, y la otra al de Mazzuchelli en Calatayud y Daroca.
[Marginal: Abandonan los franceses a Molina.]
Tuvo la última que acudir en breve a Molina, cuyo castillo se hallaba
de nuevo bloqueado por Don Juan Martín. Llegó en ocasión que el
comandante Brochet estaba ya para rendirse. Le libertó Mazzuchelli
el 25 de octubre, mas no sin dificultad, teniendo empeñada con el
Empecinado en Cubillejos una refriega viva en que perdieron los
enemigos mucha gente. Abandonaron de resultas estos, habiéndole antes
volado, el castillo de Molina.
[Marginal: Nuevas acometidas del Empecinado.]
Don Juan Martín, solo o con la ayuda o de Durán o de tropas suyas
bajo Don Bartolomé Amor, continuó haciendo correrías. Rindió el 6
de noviembre la guarnición de la Almunia, compuesta de 150 hombres,
hizo rostro a varias acometidas, batió la tierra de Aragón, cogió
prisioneros y efectos, interceptó a veces las comunicaciones con
Valencia, vía de Teruel.
[Marginal: De Durán.]
Por su parte Durán, cuando obraba separado, tampoco permanecía
tranquilo: en Manchones, y sobre todo el 30 de noviembre en Osonilla,
provincia de Soria, alcanzó ventajas. Regresó después a Aragón, y
reincorporándose por nueva disposición de Blake con el Empecinado,
[Marginal: Ambos bajo las órdenes de Montijo.] se pusieron ambos el 23
de diciembre en Milmarcos, provincia de Guadalajara, bajo las órdenes
del conde del Montijo, que trayendo igualmente 1200 hombres debía
mandar a todos.
[Marginal: Ballesteros en Ronda.]
En grado tan sumo como el que acabamos de ver, divertían los nuestros
en Cataluña y Aragón las huestes del enemigo, entorpeciéndole para
su empresa de Valencia. También cooperó a lo mismo lo que pasaba
en Granada y Ronda. Allí, privado el tercer ejército de la fuerza
que había sacado Mahy, se encontraba muy debilitado, y hubieran
probablemente acometido los franceses y amenazado a Valencia del
lado de Murcia, sin el desembarco que ya indicamos de Don Francisco
Ballesteros en Algeciras. Tomó este general tierra el 4 de septiembre,
teniendo enlace su expedición con el plan de defensa que para Valencia
había trazado Don Joaquín Blake. Sentó Ballesteros sus reales en
Jimena, y medidas que adoptó, unas de conciliación y otras enérgicas,
reanimaron el espíritu de los serranos.
[Marginal: Acción contra Rignoux.]
Para procurar apagarle, vino inmediatamente sobre el general español el
coronel Rignoux, a quien de Sevilla habían reforzado. Amagó a Jimena,
y Ballesteros evacuó el pueblo con intento de atraer y engañar al
enemigo, lo cual consiguió. Porque Rignoux, adelantándose ufano sobre
San Roque, fue de súbito acometido por costado y frente, y deshecho
con pérdida de 600 hombres. Tomó entonces el mariscal Soult contra
Ballesteros disposiciones más serias; [Marginal: Avanza Godinot.] y
mandando al general Godinot que avanzase de Prado del Rey con unos
5000 hombres, dispuso que se moviesen al propio tiempo la vuelta de
la sierra los generales Semellé y Barroux, yendo el primero de Vejer
y el último del lado de Málaga. Componían juntas todas estas fuerzas
de 9 a 10.000 hombres, y jactábanse ya de envolver las de Ballesteros.
[Marginal: Retírase Ballesteros.] Mas este se retira a tiempo y con
destreza, abrigándose el 14 de octubre del cañón de Gibraltar. Los
franceses llegaron al campo de San Roque, y se extendieron por la
derecha a Algeciras, cuyos vecinos se refugiaron en la Isla Verde.
[Marginal: Vanas tentativas de Godinot.]
Malográndosele así a Godinot el destruir a Ballesteros, quiso, sin
dejar de observarle, explorar la comarca de Tarifa, y aun enseñorearse
por sorpresa de esta plaza. No anduvo en ello tampoco muy afortunado.
El camino que tomaron sus tropas fue el del Boquete de la Peña, orilla
de la mar, paso angosto que, dominado por los fuegos de los buques
británicos, no pudieron los franceses atravesar, teniendo el 18 de
octubre que retroceder a Algeciras. Aun sin eso nunca hubiera Godinot
conseguido su intento. [Marginal: Tarifa socorrida.] La guarnición de
Tarifa había sido por entonces reforzada con 1200 ingleses al mando
del coronel Skerret, que vimos en Tarragona, y con 900 infantes y 100
caballos españoles bajo las órdenes del general Copons.
[Marginal: Retírase Godinot.]
En el intermedio renovaron los rondeños sus acostumbradas excursiones,
molestaron por la espalda a los enemigos y les cortaron los víveres;
de los que escaso Godinot, hubo de replegarse, picándole Ballesteros
la retaguardia. Se restituyó a Sevilla el general francés, y
reprendido por Soult, que ya le quería mal desde la acción de Zújar
por no haber sacado de ella las oportunas ventajas, alborotósele el
juicio [Marginal: Se mata.] y se suicidó en su cama con el fusil de un
soldado de su guardia. Había antes mandado en Córdoba, y cometido tales
tropelías, y aun extravagancias, que mirósele ya como a hombre demente.
[Marginal: Sorprende Ballesteros a los franceses en Bornos.]
No desaprovechó Ballesteros la ocasión de la retirada de los enemigos,
y esparciendo su tropa para disfrazar una acometida que meditaba,
juntola después en Prado del Rey; marchó en seguida de noche y
calladamente, y sorprendió el 5 de noviembre en Bornos, derecha del
Guadalete, al general Semellé, a quien ahuyentó y tomó 100 prisioneros,
mulas y bagajes.
[Marginal: Juan Manuel López.]
Fatigado Soult de tan interminable guerra, trató de aumentar el terror
poniendo en ejecución contra un prisionero desvalido el feroz decreto
que había dado el año anterior. Llamábase aquel Juan Manuel López: era
sargento, con veinte años de servicio, de la división de Ballesteros,
y arrebatáronle desempeñando una comisión, que le había confiado su
general, para recoger caballos y acabar con ciertos bandoleros que, so
capa de patriotas, robaban y cometían excesos. Las circunstancias que
acompañaron a la causa que se le formó hicieron muy horrible el caso.
Negábase a juzgar a López la junta criminal de Sevilla, obligola Soult
mandándole al mismo tiempo que, a pesar de estar prohibida por el rey
José la pena de horca, la aplicase ahora en lugar de la de garrote.
La junta absolvió sin embargo al supuesto reo. Muy disgustado Soult,
ordenó que se volviese a ver la causa, sin conseguir tampoco su odioso
intento. Irritado el mariscal cada vez más, creó una comisión criminal
compuesta de otros ministros, quienes también absolvieron a López,
declarándole simplemente prisionero de guerra. La alegría fue entonces
universal en Sevilla, y mostráronlo abiertamente por calles y plazas
todas las clases de ciudadanos. Pero, ¡o atrocidad!, todavía estaba el
infeliz López recibiendo por ello parabienes, [Marginal: Crueldad de
Soult.] cuando vinieron a notificarle que una comisión militar escogida
por el implacable Soult acababa de condenarle a la pena de horca sin
procedimiento ni diligencia alguna legal. Ejecutose la inicua sentencia
el 29 de noviembre. Desgarra el corazón crudeza tan desapiadada y
bárbara; e increíble pareciera a no resultar bien probado que todo un
mariscal de Francia se cebase encarnizadamente en presa tan débil, en
un soldado, en un veterano lleno de cicatrices honrosas.


RESUMEN
DEL
LIBRO DECIMOSÉPTIMO.

Lord Wellington en Fuenteguinaldo. — 6.º ejército español. — Abadía
sucede a Santocildes. — Posición de aquel ejército. — Lo atacan los
franceses. — Se retira. — Combates en la retirada. — Se repliegan los
franceses. — Posición de Wellington en Fuenteguinaldo. — Se combinan
para socorrer a Ciudad Rodrigo Dorsenne y Marmont. — La socorren y
atacan a Wellington. — Combate del 25 de septiembre. — Combates del
27. — Nuevas estancias de Wellington. — Se retiran los franceses. —
Wellington en Freineda. — Se prepara a sitiar a Ciudad Rodrigo. — Coge
Don Julián Sánchez al Gobernador francés de aquella plaza. — Carta
de Don Carlos de España al de Salamanca. — 5.º ejército español. —
Severidad de Castaños. — Pedrezuela y su mujer. — El Corregidor Ciria.
— Temprano el partidario. — Combínanse para una empresa en Extremadura
ingleses y españoles. — Acción gloriosa de Arroyomolinos. — Otra vez el
6.º ejército. — Medidas desacordadas de Abadía. — Invaden de nuevo los
franceses a Asturias. — 7.º ejército. — Lo manda Mendizábal. — Porlier.
— Entra en Santander. — Don Juan López Campillo. — Longa, el Pastor
y Merino. — Mina. — Decreto suyo de represalias. — Sucesos militares
en Valencia. — Pasa Suchet el Guadalaviar el 26 de diciembre. — Mahy
con parte de las tropas se retira al Júcar. — Blake con las otras a
Valencia. — Acordonan los franceses la ciudad. — Reflexiones. — Vana
tentativa de Blake el 28 para salvar su ejército. — Briosa conducta
del coronel Michelena. — Desasosiego en Valencia y reflexiones. —
Convocación de una Junta. — Reuniones tumultuarias. — Las contiene
Blake y disuelve la Junta. — Adelanta Suchet los trabajos de sitio.
— Se retira Blake al recinto interior de la ciudad. — Empieza el 5
de enero el bombardeo. — Pocas precauciones tomadas. — Destrozos.
— Tibieza de Blake para animar a los habitantes. — Desecha Blake
la propuesta de rendirse. — División en el modo de sentir de los
habitantes. — Estado crítico de la plaza. — Disienten los jefes acerca
de tratar con los enemigos. — Capitula Blake el 9. — Entra Suchet en
Valencia. — Blake. — Parte que da. — Recompensas de Napoleón a Suchet y
a su ejército. — Providencias severas de Suchet. — Frailes llevados a
Francia y arcabuceados. — Conducta del clero y del Arzobispo. — De los
Valencianos. — Avanza Montbrun a Alicante. — Posición del general Mahy.
— Se aleja Montbrun. — Suchet. — Toma a Denia. — Situación del 2.º y
tercer ejército. — El general Soult en Murcia. — Le ataca Don Martín de
la Carrera. — Muerte gloriosa da este. — Honores que se le tributan.
— Sitio de Peñíscola. — La toman los franceses. — Conducta infame del
gobernador García Navarro. — Serranía de Ronda y Tarifa. — Movimientos
de Ballesteros. — Sitian los franceses a Tarifa. — Gloriosa defensa.
— Levantan los franceses el sitio. — Ciudad Rodrigo. — Cerca Lord
Wellington la plaza. — La asaltan los aliados y la toman. — Gracias y
recompensas. — Nuevas esperanzas.


HISTORIA
DEL
LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
de España.
LIBRO DECIMOSÉPTIMO.

Mientras iba sobre Valencia denso nublado, sin que bastaran a disiparle
ni los esfuerzos de aquella provincia, ni de las inmediatas, será bien
que veamos lo que ocurría por el occidente de España y lugares a él
contiguos.
[Marginal: Lord Wellington en Fuenteguinaldo.]
Cruzado que hubo Lord Wellington el río Tajo, siguiendo en julio el
movimiento retrógrado del mariscal Marmont, caminó al norte y sentó sus
reales el 10 de agosto en Fuenteguinaldo, con visos de amagar a Ciudad
Rodrigo.
Permaneció, no obstante, inmoble hasta promediar septiembre, de lo
que se aprovechó el francés, ansioso de extender el campo de su
dominación, para atacar al 6.º ejército español; lisonjeándose de
deshacerle, y verificar quizá en seguida una incursión rápida en el
reino de Galicia.
Tocaba ejecutar el plan al general Dorsenne, que mandaba en jefe
las tropas y distritos llamados del norte; y favorecíanle, en su
entender, no solo la inacción de Lord Wellington, sino también mudanzas
sobrevenidas en el gobierno de las fuerzas españolas.
[Marginal: Sexto ejército español.]
Vimos cuán atinadamente capitaneaba el 6.º ejército Don José
Santocildes, y cuánto le adestraba de acuerdo con el jefe de estado
mayor D. Juan Moscoso. En virtud de tan loable porte parecía que
hubiera debido continuar en el mando. No lo permitió la suerte aviesa.
[Marginal: Abadía sucede a Santocildes.] Reemplazole en breve Don
Francisco Javier Abadía. Se atribuyó la remoción al general Castaños,
que conservaba, si bien de lejos, la supremacía del 6.º ejército, y
susurrose que le impelieron a ello inspiraciones de ajenos celos, u
otros motivos no menos reprensibles. Abadía se presentó a sus tropas a
mediados de agosto.
[Marginal: Posición de aquel ejército.]
Situábase en aquel tiempo el mencionado ejército del modo siguiente: la
vanguardia, bajo Don Federico Castañón, en San Martín de las Torres y
puente de Cebrones; la 3.ª división, del cargo del brigadier Cabrera,
en la Bañeza; la 2.ª, ahora a las órdenes del conde de Belveder, en el
puente de Órbigo; se alojaba en Astorga una reserva, y permanecía en
Asturias, como antes, la 1.ª división. Indicamos en otro lugar el total
de la fuerza, que más bien que disminuido se había desde entonces
aumentado.
No cesó esta de hostilizar al enemigo, a pesar de lo ocurrido en
primeros de julio que ya referimos, siendo de notar la sorpresa que el
16 de agosto hicieron algunos destacamentos de la guarnición francesa
del pueblo de Almendra, en donde cogieron más de 130 prisioneros.
[Marginal: Lo atacan los franceses.]
Fue el 25 del citado mes cuando Dorsenne intentó acometer a los
nuestros, que se dispusieron a retirarse, viniendo sobre ellos
superiores fuerzas. Abadía, como recién llegado y sin conocimiento a
fondo de la disciplina de sus soldados, recelábase del éxito; por lo
que con moderación laudable dejó a Santocildes y a Don Juan Moscoso la
principal dirección de las operaciones.
Tuvieron estas por mira efectuar una retirada en parte excéntrica, por
cuyo medio se consiguiese no agolpar las tropas a un solo punto, cubrir
las diversas entradas de Galicia, algunas de Asturias, y establecer
comunicaciones a la derecha con los portugueses que mandaba en
Tras-os-Montes el general Silveira. Maniobra útil en aquella ocasión, y
muchas veces conveniente en las guerras nacionales, [Marginal: (* Ap.
n. 17-1.)] según expresa, y con razón, Mr. de Jominy.[*]
[Marginal: Se retira.]
Los franceses avanzando acometieron primero la división que se
alojaba en la Bañeza; la cual, después de sostener briosamente una
arremetida de los lanceros enemigos, se replegó en buen orden sobre
Castrocontrigo, y de allí, según se le tenía mandado, a la Puebla de
Sanabria. En seguida, y por la tarde de dicho día 25, atacaron los
franceses la vanguardia y la 2.ª división, las cuales se enderezaron
al punto de Castrillo, para unirse con la reserva.
[Marginal: Combates en la retirada.]
Juntos los tres últimos cuerpos, o sean divisiones, tomaron el 26
la ruta del puerto de Foncebadón, excepto el regimiento 1.º del
Ribero, que reforzado después con el 2.º de Asturias, defendió el 27
valerosamente el puerto de Manzanal.
En este día también penetró el francés por Foncebadón, defendiéndose
largo tiempo Castañón y la reserva en las alturas colocadas entre Riego
y Molinaseca. Aquí, no menos que en Manzanal, fueron escarmentados los
enemigos, pues tuvieron mucha pérdida y contaron entre los muertos al
general Corsin y al coronel Barthez, quedando a los nuestros por trofeo
el águila del 6.º regimiento de infantería.
Sin embargo, engrosados los contrarios, pasaron adelante y se
derramaron por el Bierzo. Abadía, al propio tiempo que sentó su cuartel
general en el Puente de Domingo Flórez, cubriendo a Galicia por este
lado, retiró de Villafranca la artillería, camino de Lugo, destacó
hacia allí fuerzas que amparasen las alturas de Valcarce, y colocó en
Toreno, para cerrar las avenidas inmediatas de Asturias, los cuerpos
que habían combatido en Manzanal.
De resultas de estas medidas, de la buena defensa que en los puertos
habían hecho los españoles, y a causa de los temores que infundía
Galicia por su anterior resistencia, detúvose Dorsenne y no avanzó
más allá de Villafranca del Bierzo, desesperanzado de poder realizar
en aquel reino pronta y venturosa irrupción. Saquearon, sí, sus
tropas los pueblos del tránsito, y al retirarse, en los días 30 y
31 de agosto, se llevaron consigo varias personas en rehenes por el
pago de pesadas contribuciones que habían impuesto. Abadía de nuevo
ganó terreno, y hasta entonces portose de modo que su nombramiento
no produjo en el ejército trastorno ni particular novedad, habiendo
obrado, según apuntamos, en unión con su antecesor. ¡Ojalá no hubiera
nunca olvidado proceder tan cuerdo!
[Marginal: Se repliegan los franceses.]
El avanzar de nuestras tropas, y un amago de las de la Puebla de
Sanabria, aceleraron la retirada de Dorsenne, que se limitó a conservar
y fortalecer a Astorga. Aguijole también para ello el mariscal Marmont,
que necesitaba de ayuda en un movimiento que proyectaba sobre el Águeda
y sus cercanías.
[Marginal: Posición de Wellington en Fuenteguinaldo.]
En aquellas partes, firme Lord Wellington en Fuenteguinaldo,
hacía resolución de rendir por hambre a Ciudad Rodrigo, escasa de
vituallas. Con este objeto, y persuadido del triunfo, a no ser que
acudiese al socorro gran golpe de gente, formó una línea que desde
el Azaba inferior se prolongaba por el Carpio, Espeja y El Bodón a
Fuenteguinaldo. Asiento el último punto del cuartel general, reforzole
con obras de campaña, y situó en él la 4.ª división: destacó a la
derecha del Águeda la división ligera, y puso en las lomas de la
izquierda del mismo río la 3.ª con la caballería, apostando una
vanguardia en Pastores, a una legua de Ciudad Rodrigo. El general
Graham, que de la Isla de León había pasado a este ejército, y
sucedido a Sir Brent Spencer en calidad de 2.º de Wellington, regía
las tropas de la izquierda, alojadas en la parte inferior del Azaba,
ocupando la superior, en donde formaba el centro, Sir Stapleton Cotton
con casi todos los jinetes. De los españoles solo había Don Julián
Sánchez, y también Don Carlos de España, enviado por Castaños para
alistar reclutas en Castilla la Vieja y mandar aquellos distritos:
ambos jefes recorrían el Águeda río abajo. Destinose la 5.ª división
inglesa a observar el punto de Perales, permaneciendo a retaguardia
de la derecha. Servía de reserva la 7.ª en Alamedilla. Lo restante de
la fuerza anglo-portuguesa, se acordará el lector que la dejó Lord
Wellington a las órdenes del general Hill en el Alentejo, para atender
a la defensa de la izquierda del Tajo, y a las ocurrencias de la
Extremadura española.
[Marginal: Se combinan para socorrer a Ciudad Rodrigo Dorsenne y
Marmont.]
El movimiento que intentaba Marmont sobre el Águeda, y para el que
hubo de contar con el general Dorsenne, dirigíase a socorrer a Ciudad
Rodrigo, cuyos apuros crecían demasiadamente. Abrió el mariscal francés
su marcha desde Plasencia el 13 de septiembre, tomando antes varias
precauciones, como construir un reducto en el puerto de Baños, asegurar
los puentes y barcas de ciertos ríos, y poner al general Foy con la 6.ª
división en vela del camino militar y pasos de la sierra.
Yendo a encontrarse Dorsenne y Marmont, cada uno por su lado,
juntáronse el 22 cerca de Tamames. Con el primero hallábase ya
incorporada una división que mandaba el general Souham, la cual
pertenecía a las fuerzas que habían entrado últimamente en España
cuando las italianas de Severoli. Y sin riesgo de error puédese
computar que las tropas enemigas que marchaban ahora la vuelta de
Ciudad Rodrigo, ascendían a 60.000 hombres, 6000 de caballería con gran
número de cañones.
[Marginal: La socorren y atacan a Wellington. Combate del 25 de
septiembre.]
Próximos los franceses, no hizo Lord Wellington ademán alguno para
impedir la introducción de socorros en la plaza, y solo aguardó al
enemigo en la posición que ocupaba. Vino aquel a atacarla el 25. Trabó
el combate con 14 escuadrones el general Wathier por la parte inferior
del Azaba, que guarnecía Graham, y arrolló los puestos avanzados, los
cuales, volviendo en sí y apoyados, recobraron el terreno perdido.
No era esta tentativa más que un amago. Encaminábase la principal
atención de los contrarios a embestir la 3.ª división inglesa situada
en las lomas que se divisan entre Fuenteguinaldo y Pastores. Puso
Marmont para ello en movimiento de 30 a 40 escuadrones, guiados por el
general Montbrun, y mucha artillería, debiendo favorecer la maniobra 14
batallones. Lord Wellington dudó un instante si atacarían los enemigos
aquella posición por el camino real que va a Fuenteguinaldo o por los
pueblos de Encina y El Bodón. Cerciorado de que sería por el camino
real, dispuso reforzar en gran manera aquel punto. Los ingleses allí
apostados, si bien al principio solos y en corto número, se defendieron
denodadamente contra la caballería y artillería enemigas, y recobraron
dos piezas abandonadas en una embestida.
No habían aún llegado los infantes franceses, mas, advirtiendo
Wellington que se aproximaban, y calculando que probablemente
concurrirían al sitio del ataque antes de los principales refuerzos
británicos, llamados de partes más lejanas, resolvió abandonar
las lomas asaltadas y retirar a Fuenteguinaldo las tropas que
las defendían. Verificaron estas el repliegue formando cuadros y
en admirable ordenanza, sin que la pudiesen romper los arrojados
acometimientos de la caballería francesa. Quedó solo como cortada la
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