Filosofía Fundamental, Tomo II - 02

Total number of words is 4760
Total number of unique words is 1216
38.4 of words are in the 2000 most common words
53.3 of words are in the 5000 most common words
60.7 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
para saber que estamos despiertos no necesitamos del testimonio de los
demás.
La diferencia entre dichos estados no debe buscarse únicamente en la
claridad y viveza de las sensaciones, y certeza actual que ellas
engendran. Es indudable que á veces en el sueño se nos presentan las
imágenes con tanta claridad como sí estuviéramos despiertos, y que por
el momento la certeza es completa. ¿Quién no ha experimentado durante el
sueño, viva alegría, ó terribles angustias? Es verdad que alguna y muy
rara vez, al dispertar, tenemos la reminiscencia de que en el acto mismo
del sueño asomaba la duda de si soñábamos; pero esto sucede con poca
frecuencia; y en general puede asegurarse, que el sueño no anda
acompañado de ese crepúsculo de razon reflexiva, que nos advierte de
nuestro estado, y de la ilusion que padecemos. Por lo comun, mientras
dura el sueño, no abrigamos duda sobre lo que soñamos; y abrazamos á un
amigo con tierna efusion, ó lloramos desconsolados sobre su tumba, con
las mismas afecciones que nos produciria la realidad.
[23.] La diferencia no se halla en la incertidumbre del momento; pues
que por el contrario, solemos tener certeza completa. ¿Dónde está pues?
¿cómo la señala la razon? ¿cómo viene la filosofía en apoyo del sentido
íntimo y del sentido comun? Esto es lo que vamos á examinar.
Prescindiendo de si las sensaciones tienen alguna relacion con objetos
externos, de si su testimonio es suficiente para este ó aquel caso, y
considerándolas únicamente como fenómenos de nuestra alma, existen dos
órdenes de hechos completamente distintos por caractéres muy marcados:
el sueño y la vigilia. En lo íntimo de nuestra alma, estos dos estados
son completamente distintos: aun en el sistema de los idealistas, es
preciso reconocer esta distincion.
Reflexionando sobre lo que experimentamos desde que vivimos, ó desde que
tenemos conciencia de lo que pasa dentro de nosotros, podemos observar,
que hay en nuestro ser dos clases de fenómenos. De una manera periódica
y constante, experimentamos dos series de sensaciones: las unas mas ó
menos claras, mas ó menos vivas, limitadas simplemente á su objeto, sin
el concurso de muchas de nuestras facultades, y sobre todo sin reflexion
sobre ellas mismas; en pos vienen otras, siempre claras, siempre vivas,
acompañadas de actos de todas nuestras facultades, con reflexion sobre
ellas, sobre su diferencia de las anteriores, con entera sujecion á
nuestra libre voluntad, en todo lo relativo á variarlas, modificarlas,
hacerlas desaparecer y reproducirlas, de mil maneras diferentes.
Yo veo el papel sobre que escribo; reflexiono sobre esta vision, y me la
quito cuando quiero y vuelvo á tenerla cuando me agrada; y enlazo esta
sensacion con otras, y con mil pensamientos, con mil caprichos, si así
me gusta. Lo que me sucede en este acto, me ha sucedido siempre, y me
sucede mientras se verifica en mí esa serie de fenómenos en este estado
que llamo de vigilia; mas si sueño que escribo, aun cuando no me
acontezca lo que suele, de no acertar á dirigir la pluma, de no ver bien
claro, de confundirse todo, no me siento con ese ejercicio simultáneo de
todas mis facultades, no reflexiono sobre el estado en que me encuentro;
no me hallo con esa conciencia plena de lo que hago, con ese dominio de
mí mismo, con esa luz clara y viva, que en el estado de vigilia se
derramaba sobre todos mis actos y sobre sus objetos. Dispierto, pienso
en lo que hice, en lo que hago, en lo que haré: recuerdo los sueños y
los califico de ilusiones, y los juzgo como especies inconexas,
extravagantes, y los comparo con el órden y la consecuencia de lo que se
me ofrece en la vigilia. Nada de esto hago mientras sueño: quizás habrá
tambien una sensacion clara, viva; pero es de una manera independiente
de mi voluntad; es una impresion aislada, es el uso de una facultad
sola, sin el auxilio de las demás, sin comparaciones fijas y constantes,
como las que recibo mientras estoy despierto; y sobre todo ese fenómeno
desaparece en breve, y ó vuelvo á estar sumido en un estado en que no
tengo conciencia de mi ser, ó entro en otro, en que se reproduce la
misma serie de fenómenos que antes: claros, lúcidos, conexos; sufriendo
el exámen de la razon que los compara entre sí, y con los anteriores.
Luego, aparte toda idea de mundo externo, y aun de todo otro ser fuera
de nosotros, tenemos la certeza de la distincion de los dos órdenes de
fenómenos, que comprendemos en las palabras, sueño y vigilia.
Cuando pues se ha pretendido atacar la certeza de nuestros conocimientos
fundándose en la dificultad de distinguir entre dichos estados, se ha
echado mano de un argumento fútil, apoyado en un hecho completamente
falso. Tan distante estoy de creer en la imposibilidad de distinguir
filosóficamente la vigilia del sueño, que antes bien opino que la
diferencia entre estos dos estados es uno de los hechos mas claros y
ciertos de nuestra naturaleza.
Asentada esta verdad, y supuesto que nadie duda de que las sensaciones
que experimentamos durante el sueño, no son producidas por objetos
exteriores, y que por tanto no se las ha tomado nunca como medio de
adquirir la verdad, pasemos á otra cuestion de mas dificultad é
importancia.


CAPÍTULO IV.
RELACION DE LAS SENSACIONES CON UN MUNDO EXTERNO.

[24.] Nuestras sensaciones, ¿tienen alguna relacion con objetos
externos, ó son simples fenómenos de nuestra naturaleza? De la
existencia de este mundo interno que resulta del conjunto de las escenas
ofrecidas por las sensaciones, ¿podemos inferir la existencia de un
mundo externo?
No se trata aquí de la práctica sino de la teoría: esta cuestion
únicamente se refiere á las fuerzas del raciocinio, nó á la voz de la
naturaleza: voz mas fuerte que todos los discursos, y á que nos es
imposible resistir. Sea cual fuere el resultado que nos diere el exámen
filosófico de las relaciones entre el mundo ideal y el real, es preciso
someternos á esa necesidad de nuestra naturaleza, que nos hace creer en
la existencia de dichas relaciones. La humanidad, en la inmensa mayoría
de sus individuos, no ha pensado jamás, ni probablemente pensará, en
semejante exámen; y sin embargo, para ella, la existencia de un mundo
real, distinto de nosotros, y en continua comunicacion con nosotros,
está al abrigo de toda duda. La naturaleza es antes que la filosofía.
No quiero indicar con esto que la razon sea impotente á manifestar la
legitimidad de la ilacion con que se deduce lo real de lo ideal, ó la
existencia del mundo externo de la del interno; solo me propongo señalar
á la filosofía un linde, que si no la ilustra, al menos le inspire
sobriedad en sus investigaciones, y desconfianza en sus resultados. Y
con efecto: salta á los ojos que debe de ser errónea una ciencia que se
oponga á una necesidad y contradiga un hecho palpable: no merece el
nombre de filosofía, la que se pone en lucha con una ley que somete á su
indeclinable imperio la humanidad entera, incluso el filósofo que contra
esta ley se atreve á protestar. Todo lo que ella puede decir contra esa
ley será tan especioso como se quiera; pero no será mas que una vana
cavilacion: cavilacion que si la flaqueza del entendimiento no bastare á
deshacer, se encargaria de resistirla la naturaleza, hasta que una nueva
existencia en otra vida nos venga á revelar lo que hay en la profundidad
de esos arcanos, y cómo se enlazan esos eslabones cuyos puntos de
contacto no divisará la razon, mientras la naturaleza experimenta la
irresistible trabazon con que la ligan en todos los momentos de su
existencia.
[25.] Que las sensaciones son algo mas que simples fenómenos de nuestra
alma, que son efectos de una causa distinta de nosotros, lo demuestra la
comparacion de ellas entre sí; unas las referimos á un objeto externo, y
otras nó: estos dos órdenes de fenómenos presentan caractéres muy
distintos.
Ahora hay en mi interior la representacion del país en que he nacido y
vivido en mis primeros años. Se me ofrece con toda claridad la espaciosa
llanura con sus campos y praderas, con sus bajas colinas que ora forman
montecillos aislados, ora se prolongan en varias direcciones,
aplanándose hasta confundirse con el nivel del llano, ó levantándose
gradualmente hasta entroncarse con los ramales de las montañas. Veo la
elevada cordillera de estas que rodea toda la llanura, y que hace de
ella una vasta cuenca, donde no se divisa mas salida que por la parte
del sud, y una que otra quebradura que parece rasgar en algunos puntos
la grandiosa muralla alzada por la naturaleza. Todo esto se me
representa muy bien en mi interior, á pesar de hallarme á mas de cien
leguas de distancia: y se me representará cuantas veces yo quiera, y por
el tiempo que yo quiera. Quizás podrá acontecer que sin el concurso de
mi voluntad se me ofrezca el mismo espectáculo; pero siempre soy libre
de distraerme, corriendo por decirlo así el telon, para no ver aquella
escena; así como de levantarle de nuevo cuando tenga ganas de
presenciarla.
Lo que me acontece en dicho ejemplo, se verifica con respecto á
muchísimos otros; y así es que experimento dentro de mí una serie de
fenómenos que me representan objetos externos, pero sin ninguna
necesidad que me fuerce á estar sometido á ellos; pues los quito y los
reproduzco con simples actos de mi libre albedrío.
Al propio tiempo me acontece que siento en mí otra clase de fenómenos
que no están pendientes de mi voluntad, que yo no puedo excitar ó quitar
cuando quiero; sino que están sometidos á ciertas condiciones, de las
que me es imposible prescindir, so pena de no alcanzar lo que me
propongo.
Ahora estoy experimentando que se me representa un cuadro: ó en lenguaje
comun, veo un cuadro que tengo delante. Supongamos que este sea un
fenómeno puramente interno, y observemos las condiciones de su
existencia, prescindiendo de toda realidad externa, inclusa la de mi
cuerpo, y de los órganos por los cuales se me transmite, ó parece
transmitirse la sensacion.
Ahora experimento la sensacion.... ahora nó: ¿qué ha mediado? la
sensacion de un movimiento, que ha producido otra sensacion de ver y que
ha destruido la vision primera; ó pasando del lenguaje ideal al real,
he interpuesto la mano entre los ojos y el objeto. ¿Cómo es que mientras
hay la sensacion última, no puedo reproducir la primera? Si existen
objetos exteriores, si mis sensaciones son producidas por ellos, se ve
claro que estarán sujetas á las condiciones que los mismos les impongan:
pero si mis sensaciones; no son mas que fenómenos internos, entonces no
hay medio de explicarlo.
Esto es tanto mas incomprensible cuanto que en las sensaciones que
nosotros consideramos como simples fenómenos, sin relacion inmediata con
ningun objeto exterior, no hallamos íntima dependencia de unas con
respecto á otras; y antes por el contrario notamos mucha discordancia.
Los fenómenos puramente internos, es decir, aquellos que nosotros
reputamos verdaderamente por tales, tienen mucha dependencia de la
voluntad, con relacion á su existencia y tambien á sus modificaciones.
Yo reproduzco siempre que quiero en mi imaginacion, una escena en que se
me representa la columna de la plaza Vendome de Paris; y la hago
desaparecer cuando me gusta. Lo propio me sucede en todos los demás
objetos que recuerdo haber visto: su presencia en mi interior depende de
mi voluntad. Es cierto que á veces se representan objetos que no
quisiera, y que cuesta trabajo hacerlos desaparecer, pero tambien lo es
que bastan algunos esfuerzos para que al fin desaparezcan. Habremos
visto á una persona moribunda: y durante algunos dias permanece
estampada en nuestra imaginacion con su semblante pálido y sudoriento,
sus ojos desencajados, sus manos convulsivas, las contorsiones de su
boca, su penoso estertor interrumpido por algunos ayes lastimeros; no
somos dueños del todo de que no se nos presente repetidas veces la
ingrata imágen; pero es bien seguro que si para distraernos nos
proponemos un cálculo muy complicado, ó resolver un problema muy
difícil, conseguiremos que la imágen desaparezca. Por donde se ve que
aun en los casos excepcionales, con tal que estemos en sano juicio,
siempre ejerce nuestra voluntad una grande influencia sobre los
fenómenos puramente internos.
No sucede así con los que están en relacion inmediata con lo exterior;
si me hallo en presencia del moribundo no podré menos de verle y de
oirle: si aquellas sensaciones no son mas que un fenómeno interno, este
fenómeno es de un órden muy distinto del otro: el uno es del todo
independiente de mi voluntad, el otro nó.
Los fenómenos puramente internos están relacionados entre sí de una
manera muy diferente de los demás: en las relaciones de aquellos influye
tambien mucho la voluntad, en los otros nó. Además, los primeros se
ofrecen ó por un simple acto de voluntad, ó por sí mismos, aisladamente,
sin ninguna necesidad de encadenamiento con otros que los precedan.
Escribo en Madrid y de repente se me ocurre la presencia del Támesis,
con sus innumerables embarcaciones de vela y vapor. Para esto no he
necesitado pasar por la serie de fenómenos en que se me representa eso
que llamamos España y Francia. El Támesis me lo puedo representar,
despues de mil sensaciones inconexas entre sí y con él; pero si se ha de
producir en mí el fenómeno que llamo _ver_, entonces será preciso que me
resigne á hacer desfilar en mi interior toda la serie de fenómenos que
lleva consigo un viaje: y nó como quiera, sino sintiendo real y
verdaderamente todos los placeres y las incomodidades que le acompañan:
y formando una verdadera voluntad de marcharme y de acudir puntualmente
á tal hora, so pena de encontrarme sin esa sensacion que llamo _ver la
diligencia_, y con esa otra sensacion que llamo ver un dependiente de la
oficina que no me quiere devolver el dinero, y sin otra sensacion que
llamo ver y tocar mi equipaje, y con todas las sensaciones ingratas que
resultan de semejantes descuidos.
Cuando esta serie de fenómenos internos ó en lenguaje comun, aventuras
de viaje, me las quiero representar solo interiormente, lo dispongo á
medida de mi gusto: me paro, ando con mas rapidez, de un salto atravieso
cien leguas, me traslado de un punto á otro sin pasar por los
intermedios, en fin, no hallo ninguno de los inconvenientes que me hacen
tan pesado eso que llamamos realidad. Estoy en un mundo donde yo mando,
quiero: y el coche está pronto, y el mayoral en su puesto, y el
postillon en el suyo, y vuelo como llevado en alas del viento.
Los bellos paisajes, los ingratos eriales, los montes gigantescos, las
llanuras cuyo confin se une con el cielo, todo desfila á mis ojos con
una rapidez admirable: me canso de ir por tierra, y sin mas ni mas me
planto en la cubierta de un barco en alta mar, y veo las olas agitadas,
y oigo su mugido, y cual azotan los costados de la embarcacion, y la voz
del piloto que da sus órdenes; veo las maniobras de los marineros,
recorro las cámaras, hablo con los viajeros, todo sin sentir mal olor,
sin padecer las ansias del mareo, ni presenciar las de otros.
[26.] Las sensaciones puramente internas, si bien tienen entre sí algun
enlace, mayormente cuando proceden de las externas, este enlace no es
tal que no podamos modificarle de mil maneras. Cuando pensamos en el
obelisco de la plaza de la Concordia, naturalmente se nos presentan las
fuentes, y estatuas y surtidores, y el palacio de las Tullerías, y el
Templo de la Madalena, y los Campos Elíseos, y el Palacio de la Cámara
de los Diputados: pero está en nuestras manos cambiar la escena, y sin
mas que querer, trasladamos el obelisco en medio de la plaza de Oriente,
y estamos mirando qué efecto produce allí: hasta que satisfechos de la
operacion le colocamos otra vez en su puesto ó no pensamos mas en él.
Pero si se trata de la vision, ó sea el fenómeno externo, en vano nos
esforzaremos en hacer semejantes maniobras: cada cosa está en su lugar,
ó á lo menos así lo parece: y las sensaciones están encadenadas entre sí
con eslabones de hierro. La una viene despues de la otra, y nos es
imposible salvar las intermedias.
Resulta pues que la simple observacion de lo que pasa en nuestro
interior, nos atestigua la existencia de dos órdenes de fenómenos
totalmente distintos: en el uno, todo, ó casi todo, depende de nuestra
voluntad, en el otro nada; en aquel, los fenómenos tienen entre sí
ciertas relaciones, pero muy variables, y sujetas en buena parte á
nuestro capricho; en este, vemos dependientes los unos de los otros, y
no se producen sino bajo determinadas condiciones. No puedo ver si no
abro las ventanas para que entre la luz: el fenómeno de ventana y vision
están necesariamente enlazados. Pero es notable que no lo están siempre:
de noche las abro y no veo; y necesito otro fenómeno auxiliar que es la
luz artificial; y por mas que quiero no puedo alterar esa ley de
dependencia.
[27.] ¿Qué indica todo esto? indica que los fenómenos independientes de
nuestra voluntad y que están sujetos en su existencia y en sus
accidentes á leyes que nosotros no podemos alterar, son efectos de seres
distintos de nosotros mismos. No son nosotros mismos, porque existimos
muchas veces sin ellos; no son causados por nuestra voluntad, pues se
presentan sin el concurso de ella, y muchas veces contra ella; no son
efecto uno de otro en el órden puramente interior, porque acontece con
mucha frecuencia que habiéndose seguido mil y mil veces un fenómeno á
otro, deja de repente de existir el segundo por mas que se reproduzca el
primero. Esto me conducen al exámen de una hipótesis con el cual se
confirmará mas y mas la doctrina establecida.


CAPÍTULO V.
UNA HIPÓTESIS IDEALISTA.

[28.] Si el sistema de los idealistas ha de subsistir, es preciso
suponer que ese enlace y dependencia de los fenómenos que nosotros
referimos á los objetos externos, solo existe en nuestro interior, y que
la causalidad que atribuimos á los objetos externos, solo pertenece á
nuestros propios actos.
Tirando de un cordon que está en el despacho, hace largo años que suena
una campanilla; ó en lenguaje idealista, el fenómeno interno formado de
ese conjunto de sensaciones en que entra eso que llamamos _cordon y
tirar de él_, produce ó trae consigo eso otro que apellidamos _sonido de
la campanilla_. Por el hábito, ó una ley oculta cualquiera, existirá
esa relacion de dos fenómenos cuya sucesion nunca interrumpida nos causa
la ilusion, por la cual trasladamos al órden real lo que es puramente
fantástico. Esta es la explicacion menos irracional de que pueden echar
mano; pero con pocas observaciones se puede hacer sentir todo lo fútil
de semejante respuesta.
Hoy; tiramos del cordon, y cosa extraña, la campanilla no suena... ¿cuál
será la causa? El fenómeno causante existe; porque sin duda pasa dentro
de nosotros el acto que llamamos, tirar del cordon; y sin embargo
tiramos y volvemos á tirar, y la campanilla no suena. ¿Quién ha alterado
la sucesion fenomenal? ¿por qué poco antes un fenómeno producia el otro,
y ahora nó? En mi interior no ha ocurrido novedad: el primer fenómeno lo
experimento con la misma claridad y viveza que antes; ¿cómo es que no se
presenta el segundo? ¿cómo es que este último lo experimentaba siempre
que queria, con solo excitar el primero, y ahora nó? El acto de mi
voluntad lo ejerzo con la misma eficacia que antes; ¿quién ha hecho que
mi voluntad sea impotente?
De aquí se infieren dos cosas: 1.ª que el segundo fenómeno no dependia
del primero, considerado este únicamente como un hecho puramente
interno, pues que ahora existe este del mismo modo que en los casos
anteriores, y sin embargo no produce el otro; 2.ª que tampoco depende
del acto de mi voluntad; pues que el acto es firme y resuelto como
antes, y no logra nada.
A pesar de esto no puede dudarse que habia algun enlace entre los dos
fenómenos, ya que infinitas veces se ha observado que el uno seguia al
otro; lo que no puede explicarse por una mera casualidad. No siendo pues
el uno causa del otro en el órden interior, debieron tener una
dependencia en el órden exterior: es decir, que en el caso que estoy
examinando, aunque continuó existiendo la causa que producia el uno,
debióse de interrumpir la conexion que esta causa tenia con la que
producia el otro: y así era en efecto; tirando del cordon no venia el
sonido, por la sencilla razon de que habian quitado la campanilla. Esto
se comprende, habiendo causas externas de lo que se llaman sensaciones:
pero si estas se reducen á simples fenómenos internos, no se puede
señalar un motivo razonable.
[29.] Y es de notar que cuando quiero explicarme la falta de la sucesion
de estas sensaciones que antes iban siempre unidas, puedo recurrir á
muchas que son muy diferentes como fenómenos internos, que como tales no
tienen ninguna relacion ni semejanza, y que solo pueden tener algun
enlace en cuanto corresponden á objetos externos. Al buscar por qué no
suena la campanilla, para explicarme la razon de que se haya alterado el
órden regular en mis apariencias, puedo pensar en varias causas, que por
ahora consideraremos tambien como meras apariencias, ó fenómenos
internos: puedo recibir las sensaciones siguientes: el cordon roto, el
cordon enzarzado, la campanilla rota, la campanilla quitada, la
campanilla sin badajuelo; á todas estas sensaciones puedo yo referir la
falta del sonido; y el referirlo á ellas será lo mas irracional del
mundo si las considero como simples hechos internos, pues como
sensaciones en nada se parecen; y solo discurro racionalmente si á cada
una de estas sensaciones le hago corresponder un objeto externo,
bastante por sí solo á interrumpir la conexion del acto de tirar del
cordon, con la vibracion del aire productora del sonido.
[30.] De estas reflexiones se deduce:
1º. Que considerando nuestras sensaciones como fenómenos puramente
internos, se dividen en dos clases muy diferentes: unos que dependen de
nuestra voluntad, otros independientes de ella; unos inconexos entre sí,
ó variables en sus relaciones, á gusto del que los experimenta; otros
sujetos á cierta conexion que nosotros no podemos destruir ni variar.
2º. Que así la existencia como las modificaciones de esta última clase,
provienen de causas que no son nosotros, de causas independientes de
nuestra voluntad, y que están fuera de nosotros. Luego el instinto que
nos impulsa á referir dichas sensaciones á objetos externos, está
confirmado por la razon; luego el testimonio de los sentidos es
admisible en el tribunal de la filosofía, en cuanto nos asegura de la
realidad de los objetos.
Con esto queda demostrada en cierto modo la existencia de los cuerpos,
pues que examinando filosóficamente el concepto de cuerpo, encontramos
en él el de una cosa distinta de nuestro ser, y cuya presencia nos causa
tales ó cuales sensaciones. La esencia íntima de los cuerpos nos es
desconocida; y aun cuando se conociera, esto no serviria de nada para
nuestro propósito, pues no tratamos de la idea que en tal caso se
formaria el filósofo, sino de la que se forman la generalidad de los
hombres.


CAPÍTULO VI.
SI LA CAUSA EXTERNA É INMEDIATA DE LAS SENSACIONES ES UNA CAUSA LIBRE.

[31.] Contra la existencia de los cuerpos, se puede objetar una
dificultad, grave á primera vista, pero que en realidad es muy fútil.
¿Quién sabe, se dirá, si hay alguna causa que produzca en nosotros todos
los fenómenos que experimentamos, sin ser nada parecido á la idea que
nos formamos de un cuerpo? Dios, si quisiese, podria causar en nosotros
una ó muchas sensaciones, sin mediar ningun cuerpo: ¿quién nos asegura
que esto no sucede? ¿quién nos da la certeza de que no puedan hacer lo
mismo otros seres, y por tanto de que no sea una pura ilusion todo
cuanto imaginamos sobre un mundo corpóreo?
[32.] La primera y mas sencilla solucion que se ofrece es que Dios,
siendo infinitamente veraz, no puede engañarnos, ni permitir que otras
criaturas nos engañen constantemente y de una manera para nosotros
irresistible: pero esta solucion, si bien muy fundada, muy razonable y
juiciosa, tiene el inconveniente de recurrir al órden moral para
cimentar el físico, y así no dejará satisfechos completamente á los que
desearian ver demostrada la verdad del testimonio de los sentidos, con
argumentos sacados de la misma naturaleza de las cosas. Yo creo que esto
último se puede conseguir: voy á intentarlo.
[33.] Nuestras sensaciones no provienen _inmediatamente_ de una causa
libre: tanto el ser que las experimenta, como el que las produce, están
sujetos á leyes fijas, á una necesidad. Nos convenceremos de esto si
reflexionamos que poniéndonos bajo ciertas condiciones, no podemos dejar
de experimentar determinada sensacion, y que en faltando dichas
condiciones, nos es imposible experimentarla: lo que prueba que tanto
nosotros como el ser que nos causa la impresion, estamos sometidos á un
órden necesario. Si así no fuese, no seríamos dueños de producir la
sensacion ni aun mediante ciertas condiciones: porque como la causa de
ella no estaria sujeta á una ley, sino á su libre voluntad, sucederia
una y mil veces que la nuestra no estaria de acuerdo con la suya, y por
lo mismo no existiria la impresion que deseábamos.
Sabemos que despues de experimentada la sensacion de tacto con que nos
parece que un cuerpo tupido cubre nuestros ojos, no vemos; y por mas que
queramos no es imposible producir en nosotros la sensacion que llamamos
_ver_; al contrario, en quitándose la sensacion del contacto del cuerpo
tupido, y en hora y lugar correspondientes, nos es imposible dejar de
experimentar la sensacion de ver diferentes objetos; esto prueba que en
esta parte nosotros estamos sometidos á una necesidad; pero tambien
prueba que el ser que nos causa las sensaciones está sujeto á una
necesidad semejante, ya que puesta la condicion de tapar los ojos, una y
mil veces á nuestro capricho, desaparece tambien una y mil veces la
sensacion; y dada la condicion de tenerlos destapados y abiertos en un
lugar iluminado, y de repetir una y mil veces la prueba á nuestro
capricho, una y mil veces se presenta tambien la sensacion: la misma, si
lo dejamos todo en el mismo estado; variada conforme á nuestro gusto, si
variamos de lugar, ó varian los objetos que en él haya.
Luego existen fuera de nosotros un conjunto de seres sometidos á leyes
necesarias, los cuales producen nuestras sensaciones.
[34.] Es tambien de notar que la influencia que ejercen sobre nosotros
no solo no dimana en ellos de eleccion ni espontaneidad, sino que ni aun
se presentan como dotados de actividad propia. El cuadro que está en la
pared me producirias mil veces una misma sensacion, si mil veces fijo la
vista en él; y salvo el deterioro del tiempo, estaria produciendo la
misma por toda la eternidad.
Es evidente además, que dichos seres están sujetos á nuestra accion;
pues aplicándolos de diferentes maneras somos dueños de hacerles
producir impresiones diferentes. Estoy tocando una bola, y la
continuidad de la sensacion de un cuerpo liso, duro y esférico, me
asegura de que es uno mismo el ser que la produce durante cierto tiempo;
y no obstante, en este intervalo, con la vista recibo del mismo objeto
sensaciones muy varias, presentándole á la luz de diferentes maneras.
[35.] La sujecion de estos seres á leyes necesarias, no es precisamente
con respecto á las sensaciones, sino que mas bien es un enlace que
tienen entre sí. La conexion de las impresiones que de ellos recibimos,
es efecto de la dependencia que unos tienen con respecto á otros: de
suerte que para producir una impresion determinada, empleamos muchas
veces un objeto, que no sirve para ello, si se le considera en sí, pero
que nos proporciona lo que deseamos poniendo en accion á otro. El
descorrer una cortinilla nada tiene que ver con un magnífico paisaje; y
sin embargo muchas veces no hacemos mas cuando queremos proporcionarnos
la agradable vista: la relacion á que entonces atendemos no es la de las
sensaciones sino la de sus objetos: la conexion que tienen estos es la
que nos induce á valernos del uno para conseguir el otro.
Luego hay fuera de nosotros un conjunto de seres sometidos á leyes
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - Filosofía Fundamental, Tomo II - 03
  • Parts
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 01
    Total number of words is 4748
    Total number of unique words is 1165
    35.4 of words are in the 2000 most common words
    51.3 of words are in the 5000 most common words
    58.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 02
    Total number of words is 4760
    Total number of unique words is 1216
    38.4 of words are in the 2000 most common words
    53.3 of words are in the 5000 most common words
    60.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 03
    Total number of words is 4742
    Total number of unique words is 1170
    34.3 of words are in the 2000 most common words
    49.8 of words are in the 5000 most common words
    57.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 04
    Total number of words is 4850
    Total number of unique words is 1157
    36.2 of words are in the 2000 most common words
    49.7 of words are in the 5000 most common words
    58.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 05
    Total number of words is 4860
    Total number of unique words is 1145
    38.5 of words are in the 2000 most common words
    52.9 of words are in the 5000 most common words
    60.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 06
    Total number of words is 4677
    Total number of unique words is 1156
    37.3 of words are in the 2000 most common words
    53.0 of words are in the 5000 most common words
    61.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 07
    Total number of words is 4808
    Total number of unique words is 1042
    35.6 of words are in the 2000 most common words
    50.7 of words are in the 5000 most common words
    58.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 08
    Total number of words is 4714
    Total number of unique words is 1120
    35.0 of words are in the 2000 most common words
    50.0 of words are in the 5000 most common words
    57.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 09
    Total number of words is 4749
    Total number of unique words is 996
    36.0 of words are in the 2000 most common words
    50.7 of words are in the 5000 most common words
    58.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 10
    Total number of words is 4660
    Total number of unique words is 1130
    35.6 of words are in the 2000 most common words
    49.4 of words are in the 5000 most common words
    56.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 11
    Total number of words is 4711
    Total number of unique words is 1065
    35.3 of words are in the 2000 most common words
    51.0 of words are in the 5000 most common words
    58.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 12
    Total number of words is 4687
    Total number of unique words is 1100
    36.8 of words are in the 2000 most common words
    50.6 of words are in the 5000 most common words
    57.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 13
    Total number of words is 4607
    Total number of unique words is 1084
    36.0 of words are in the 2000 most common words
    50.6 of words are in the 5000 most common words
    57.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 14
    Total number of words is 4766
    Total number of unique words is 1036
    35.1 of words are in the 2000 most common words
    50.4 of words are in the 5000 most common words
    58.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 15
    Total number of words is 4566
    Total number of unique words is 1091
    36.8 of words are in the 2000 most common words
    51.0 of words are in the 5000 most common words
    58.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 16
    Total number of words is 4616
    Total number of unique words is 1212
    36.9 of words are in the 2000 most common words
    51.5 of words are in the 5000 most common words
    60.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 17
    Total number of words is 4545
    Total number of unique words is 1165
    31.4 of words are in the 2000 most common words
    43.4 of words are in the 5000 most common words
    48.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Filosofía Fundamental, Tomo II - 18
    Total number of words is 4036
    Total number of unique words is 1153
    30.8 of words are in the 2000 most common words
    43.7 of words are in the 5000 most common words
    50.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.