Filosofía Fundamental, Tomo II - 10

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extension, como lo hacen los teólogos: y que atribuye á Dios todo lo
positivo de la extension, solo que se la da sin límite. De esto parece
resultar que Dios es propiamente extenso, bien que con extension
infinita. Con todo el respeto que se merece la ilustre sombra de uno de
los primeros ornamentos de la Iglesia Católica, de uno de los hombres
mas grandes de los tiempos modernos, me atrevo á decir que semejante
opinion no me parece sostenible. Un Dios propiamente extenso, aunque
fuera con extension infinita, no es Dios; lo extenso es esencialmente
compuesto; Dios es esencialmente simple: estas son cosas
contradictorias.
[74.] Pero oigamos al ilustre Prelado que continúa exponiendo y
defendiendo su opinion de la manera siguiente. «Desde que no poneis
límite á la extension, le quitais la figura, la divisibilidad, el
movimiento, la impenetrabilidad: la figura, porque esta no es mas que
una manera de ser limitado por una superficie; la divisibilidad, porque
lo que es infinito como hemos visto ya, no puede ser disminuido, y por
consiguiente ni dividido, ni compuesto, ni divisible; el movimiento,
porque si suponeis un todo que no tiene ni partes ni límites, no puede
moverse de su lugar, pues que no puede haber un lugar fuera del
verdadero infinito; tampoco puede cambiarse el arreglo en la situacion
de _sus partes, pues que no siendo compuesto no las tiene_; la
impenetrabilidad en fin, porque la impenetrabilidad es inconcebible si
no se conciben dos cuerpos limitados, de los cuales el uno no es el
otro, y no puede ocupar el mismo espacio que el otro. Estos dos cuerpos
no existen en la CAPÍTULO infinita é indivisible; luego en ella no hay
impenetrabilidad. Asentados estos principios, se sigue que todo lo
positivo de la extension se halla en Dios, sin que sea ni figurado, ni
capaz de movimiento, ni divisible, ni impenetrable, ni palpable, ni
mensurable.»
Por este pasaje se ve con toda claridad que Fenelon estaba muy lejos de
imaginar un Dios compuesto, un Dios con partes: repetidas veces, y en
pocas líneas, lo niega terminantemente, como era de esperar de su alta
penetracion, y pureza de doctrinas. Pero esto, que deja en salvo la
rectitud de intencion, no satisface las condiciones de la exactitud
filosófica. Por de pronto confieso ingenuamente, que si la extension se
ha de tomar en el sentido propio, no concibo cómo el quitarle los
límites le quita tambien las partes; por el contrario, me parece que una
extension infinita tendrá partes infinitas. Si es infinita, no tendrá
figura; porque en la idea de figura se encierra la de límite; pero si es
extension verdadera, será como un fondo inmenso en que se podrán trazar
todas las figuras imaginables. Ella en sí no tendrá ninguna figura
propia; pero será el recipiente de todas las figuras; el piélago
inagotable de donde todas surgirán. Lo que en ella se trace, estará en
ella; los puntos con que las figuras se terminen, en ella estarán.
¿Quién no ve en esto, las partes, la composicion? La extension infinita
será incapaz de figura, nó por su carencia de partes, nó por su
simplicidad, sino por sus partes infinitas, por su composicion infinita.
Convengo en que una extension infinita no será divisible, si por dividir
entendemos separar; porque en aquella inmensa plenitud todo estaria en
su puesto con una fijeza infinita. Así nos imaginamos el espacio con sus
partes inmóviles, lugar de todo movimiento: con sus partes inseparables,
campo de todas las separaciones; pero no se trata de separacion sino de
division; si hay extension verdadera, será divisible: concebimos el
espacio con sus partes inseparables, pero divisibles; pues que las
medimos, las contamos, y con respecto á ellas, nos formamos idea de la
magnitud, distancia y movimiento de los cuerpos.
[75.] Estas reflexiones tan obvias y tan concluyentes, no podian
ocultarse á la penetracion del ilustre filósofo, que parece preferir la
inconsecuencia ó la oscuridad del lenguaje, á los fatales corolarios que
emanan de su primera proposicion. Habia dicho sin rodeos ni
restricciones, que todo lo positivo de la extension se hallaba en Dios,
excepto el límite; habia afirmado que la extension con límite era
corpórea, y que para convertir la extension en inmensidad, bastaba
quitarle el límite; por consiguiente atribuia á Dios extension
verdadera, bien que infinita; y luego, queriendo explicar y robustecer
su doctrina, nos dice que esa extension no tiene partes. ¿Qué es una
extension sin partes? ¿hay quien pueda concebirla? ¿la extension no
envuelve por necesidad, un órden de cosas de las cuales las unas están
fuera de las otras? Así se ha entendido siempre; hablar pues de una
extension sin partes, es hablar de una extension impropiamente dicha;
cuando se habla de semejante extension, no basta decir que no tiene
límites, es necesario añadir que es de otra naturaleza; que la palabra
extension, se toma en un sentido totalmente diverso. Así parece
conocerlo, á pesar de la oscuridad de las anteriores palabras, cuando se
levanta en alas de su religion y de su genio, y continúa: «Dios no está
en ningun lugar, ni en ningun tiempo; porque su ser absoluto é infinito
no tiene _ninguna relacion á los lugares y á los tiempos_, que no son
mas que límites y restricciones del ser. Preguntar si está mas allá del
universo, si excede de las extremidades de este en longitud, latitud y
profundidad; es proponer una cuestion tan absurda como el preguntar, si
era antes que el mundo fuese y si será cuando el mundo no sea. Así como
en Dios no puede haber pasado ni futuro, no puede haber ni mas acá ni
mas allá; la permanencia excluye toda medida de sucesion, la inmensidad
excluye toda medida de extension; no ha sido, no será, es; no está aquí,
no está allá, no está mas allá de ningun límite: es absolutamente, todas
las expresiones que le refieren á algun término, que le fijan en algun
lugar, son impropias é indecentes. ¿Dónde está pues? él es; y es de tal
modo, que es preciso guardarse de preguntar dónde; lo que no es sino á
medias, con límites, es de tal modo una cierta cosa, que no es sino esta
misma cosa; pero Dios no es precisamente una cosa singular y
restringida, es todo, es el ser, ó para decirlo mejor, diciéndolo mas
sencillamente: _él es_; cuantas menos palabras se dicen de él, mas cosas
se expresan: _es_; guardaos de añadir nada.»
[76.] En estas magníficas palabras, y otras que pueden leerse en el
lugar citado, la elevacion y el grandor de ideas sobre Dios y su
inmensidad, hacen olvidar las dificultades contra la primera
proposicion, que si no es falsa, ó inexacta, no está expresada con toda
la claridad deseable. Por esto, no me atrevo á sostener que su opinion
coincida con la de Clarke; ya que en el elocuente escritor, el cristiano
y el poeta parece que rectifican al filósofo.


CAPÍTULO XII.
SE EXPLICA EN QUÉ CONSISTE EL ESPACIO.

[77.] Ya hemos visto que no está fundada en razon la opinion de
Descartes, que confunde enteramente el espacio con el cuerpo, haciendo
consistir la esencia de este en la extension misma, y afirmando que
donde quiera que concebimos espacio, allí hay cuerpo. Pero tal vez se
acercaria mas á la verdad quien dijese, que en efecto el espacio no es
mas que la extension misma de los cuerpos; prescindiendo de que
constituya ó no la esencia de ellos, y negando además su infinidad.
[78.] Examinemos esta opinion. Analizando la generacion de la idea del
espacio, se encuentra que no es mas que la idea de la extension en
abstracto. Si tengo ante mis ojos una naranja, puedo llegar por medio de
abstracciones á la idea de una extension pura, igual á la de la naranja.
Para esto comenzaré por prescindir de su color, sabor, olor, blandura ó
dureza, y de cuanto pueda afectar mis sentidos. Entonces no me queda
mas que un ser extenso: el cual, si le despojo de la movilidad, se
reduce á una porcion de espacio igual al volúmen de la naranja.
Claro es que estas abstracciones puedo hacerlas sobre el universo
entero: lo que me dará la idea de todo el espacio en que está el
universo.
[79.] Aquí voy á soltar una dificultad que se puede oponer á esta
explicacion de la idea del espacio; y me aprovecharé de la oportunidad
para aclarar algun tanto el orígen de la idea de un espacio infinito, ó
sea el espacio imaginario.
La dificultad es la siguiente: formando la idea de un volúmen de espacio
por la simple abstraccion de las calidades que acompañan á la extension,
no se concibe mas espacio que un volúmen igual al del cuerpo sobre el
cual se ha hecho la abstraccion. Luego la abstraccion hecha sobre una
naranja no nos dará mas que un volúmen de espacio igual al de una
naranja; así como la hecha sobre el universo, no nos dará mas que un
volúmen de espacio igual al que concibamos en el universo. Pero de esto
jamás resultará la idea de un espacio sin límites, cual se nos ofrece
siempre que pensamos en el espacio considerado en sí mismo.
Solucion. Abstrayendo, prescindimos de lo particular y nos elevamos á lo
comun. Si en el oro hago abstraccion de las propiedades que le
constituyen oro, y atiendo únicamente á las que posee como metal, me
quedo con una idea mucho mas lata, la de _metal_, que conviene no solo
al oro, sino tambien á todos los demás metales. Con la abstraccion he
borrado el límite que separaba el oro de los demás metales, y me he
formado una idea que se extiende á todos, que no especifica ni excluye
ninguno. Si de la idea de metal, abstraigo lo que le constituye metal, y
me atengo únicamente á lo que le constituye _mineral_, he borrado otro
límite, y la idea es mas general todavía. Y si subiendo por la misma
escala, paso sucesivamente por la idea de inorgánico, cuerpo,
substancia, hasta la de _ser_, habré llegado á un punto en que la idea
se extiende á todo[1].
[Nota 1: Prescindo ahora de lo que suele observarse sobre el diferente
modo con que la idea de ser es aplicable á Dios y á las criaturas.]
Con esto se echa de ver que la abstraccion lleva á la generalizacion,
borrando sucesivamente los límites que distinguen y como que separan los
objetos. Aplicando esta doctrina á las abstracciones sobre los cuerpos,
encontraremos la razon de la ilimitabilidad de la idea del espacio.
Cuando hechas las abstracciones sobre la naranja, me quedo únicamente
con la idea de su extension, no he llevado todavía la abstraccion al mas
alto punto posible: porque no concibo aun la extension en sí misma, sino
la extension de la naranja: concibo _su_ extension, nó _la_ extension.
Pero si prescindo de ese _su_, si me atengo á la extension en sí misma,
entonces la idea de figura se desvanece, la extension se dilata
indefinidamente; me es imposible señalarle ningun término, porque todo
límite me daria una extension determinada, una extension particular, nó
la extension en sí misma. Entonces se retiran por decirlo así las
fronteras del universo; pues por grande que este sea, en llegando á un
límite, nos ofrece una extension particular, nó la misma extension. Hé
aquí como parece que se engendra en nosotros la idea de los espacios
imaginarios.
[80.] Esto que se ha explicado con el simple órden del entendimiento, lo
podemos confirmar con la observacion de los fenómenos de la imaginacion.
Cuando _imagino_ la extension de una naranja, le imagino un límite, de
este ó aquel color, de esta ó aquellas calidades: pues no cabe imaginar
figura sin líneas que la terminen. Este límite en nuestra imaginacion,
es distinto en algo de la extension que encierra y de la extension de
que separa lo encerrado: pues si no se nos presentase con alguna cosa
característica, no podríamos imaginarle como límite, no llenaria su
objeto que es hacernos distinguir aquello que limita. Luego la
abstraccion no es completa; pues en la imaginacion hay todavía una cosa
muy determinada, que son las líneas que constituyen el límite. Borrad
estos límites, y la imaginacion se dilata; y á medida que los límites se
retiran, ella se dilata mas, hasta sumirse en una especie de abismo
tenebroso, sin fin, como nos imaginamos mas allá del universo.
Aclararé esta explicacion con un ejemplo muy sencillo. Nuestra
imaginacion se parece á un encerado en que está pintada una figura.
Cuando en el encerado vemos la línea blanca, que forma la figura, vemos
tambien la figura; pero si borramos la línea, nos quedamos con la figura
uniforme de todo el encerado. Y si suponemos que se retiran
indefinidamente las líneas que terminan el encerado, buscaremos en vano
una figura; no tendremos mas que una superficie negra que se va
extendiendo indefinidamente. Hé aquí con bastante semejanza el modo con
que nace la imaginacion de un espacio sin fin.
[81.] Cuando pedimos la idea de la extension en abstracto, y sin embargo
terminada, pedimos una cosa contradictoria. El límite quita á la
extension la generalidad: la generalidad destruye el límite. No cabe
pues idea abstracta de extension con límite. Luego concibiendo la
extension en toda su abstraccion, concebiremos la extension sin límite;
y esforzándose la imaginacion en seguir al entendimiento, imaginará un
espacio indefinido.
[82.] Resumiendo esta doctrina y deduciendo sus consecuencias, podríamos
decir:
1.º Que el espacio no es mas que la extension misma de los cuerpos.
2.º Que la idea del espacio es la idea de la extension.
3.º Que las diferentes partes concebidas en el espacio, son las ideas de
extensiones particulares, en las que no hemos prescindido de sus
límites.
4.º Que la idea del espacio infinito, es la idea de la extension en
toda su generalidad, y por tanto prescindiendo del límite.
5.º Que la imaginacion de un espacio indefinido nace necesariamente del
esfuerzo de la imaginacion que destruye los límites, siguiendo la marcha
generalizadora del entendimiento.
6.º Que donde no hay cuerpo no hay espacio.
7.º Que lo que se llama distancia no es otra cosa que la interposicion
de un cuerpo.
8.º Que en desapareciendo todo cuerpo intermedio, no hay distancia; hay
pues inmediacion, hay contacto, por necesidad absoluta.
9.º Que si existiesen dos cuerpos solos en el universo, es
metafísicamente imposible que disten entre sí.
10.º Que el vacío grande ó pequeño, coacervado ó diseminado, es
absolutamente imposible.
[83.] Estas son las consecuencias que se deducen de la doctrina expuesta
en este capítulo. Si el lector me pregunta lo que pienso sobre ellas, y
el principio en que estriban, confesaré ingenuamente, que si bien el
principio me parece verdadero, y las consecuencias legítimas, no
obstante, la extrañeza de algunas de ellas, y todavía mas las de otras
que haré notar en lo sucesivo, me infunden sospechas de que en el
principio se oculta algun error, ó que el raciocinio con que se infieren
las consecuencias, adolece de algun vicio que no es fácil notar. Así,
mas bien presento una serie de conjeturas, y de raciocinios para
apoyarlas, que no una opinion bien determinada. Con esto, comprenderá el
lector lo que quiero significar por la palabra _demostracion_, cuando en
lo sucesivo la vea empleada repetidas veces, al tratarse de la deduccion
de algunas consecuencias sumamente extrañas; bien que dignas en mi
concepto de llamar la atencion. Digo esto, no solo para explicar lo que
pasa en mi espíritu, sino tambien para prevenir al lector contra la
excesiva confianza en estas materias, sea cual fuere la opinion que se
adopte. Antes de comenzar las investigaciones sobre el espacio ya hice
notar, que en estas cuestiones se ofrecen argumentos en opuesto sentido,
que al parecer son igualmente concluyentes: lo que indica que la razon
humana toca á sus límites, y hace sospechar que la investigacion sale de
la esfera á que está ceñido el espíritu, por alguna condicion primaria
de su naturaleza.
Sea como fuere, prosigamos conjeturando: y ya que no podamos traspasar
ciertos límites, ejercitemos el entendimiento recorriéndolos en toda su
extension. Así, cuando nos hallamos sobre un terreno elevado, circuido
de insondables abismos, nos complacemos en dar vueltas por la
circunferencia, mirando la inmensa profundidad que hay bajo nuestros
piés.
Voy ahora á deducir otros resultados, soltando en cuanto alcance las
dificultades que se ofrezcan; y haciendo algunas aplicaciones cuya
inmensa trascendencia produce incertidumbre é inspira timidez.


CAPÍTULO XIII.
NUEVAS DIFICULTADES.

[84.] Si el espacio no es mas que la extension misma de los cuerpos, se
seguirá que la extension carecerá de recipiente; es decir, que no tendrá
lugar donde colocarse. Esto parece hallarse en contradiccion con
nuestras ideas mas comunes; pues por lo mismo que concebimos una cosa
extensa, concebimos tambien la necesidad de un lugar igual á ella, en
que pueda caber y situarse.
Esta dificultad, á primera vista muy grave, se desvanece muy fácilmente,
negando que toda cosa extensa necesite un lugar distinto de ella en que
colocarse. ¿Qué es este lugar? Es una extension en que ella cabe. Ahora
bien, ¿esta extension ó lugar, ha menester á su vez otra extension en
que colocarse, ó nó? si lo primero, diré lo mismo del nuevo lugar, en
que se coloque el primer lugar, y así hasta lo infinito. Esto es
evidentemente imposible, y por tanto deberemos convenir en que es falso
que toda extension necesite otra extension en que colocarse. Así como la
extension del espacio no habria menester de otra extension, del mismo
modo la extension de los cuerpos no necesitará el espacio: no hay
ninguna diferencia entre los dos casos; luego la necesidad de un lugar
para toda extension, es una cosa imaginaria que la razon contradice.
Luego la extension puede existir en sí misma, luego no hay inconveniente
en que la de los cuerpos exista de este modo.
[85.] ¿Qué será pues en tal caso el cambiar de lugar? No otra cosa sino
el cambiar los cuerpos de posicion respectiva. Así se explica el
movimiento.
Supónganse tres cuerpos A, B, C, situados en el espacio: sus distancias
respectivas no son mas que los otros cuerpos interpuestos. El cambio que
produzca una nueva posicion, será el movimiento.
[86.] Luego un cuerpo solo no puede moverse. Porque el movimiento
encierra por necesidad el correr distancia, y no hay distancia cuando no
hay mas que un cuerpo.
Este resultado á primera vista parece absurdo, por contrariar nuestro
modo de sentir, é imaginar; no obstante, si examinamos con atencion ese
mismo modo de imaginar y sentir, veremos que los fenómenos de nuestro
espíritu se hallan de acuerdo con esta teoría.
El movimiento para nosotros no significa nada, no es sentido, no es
percibido de ningun modo, cuando no le podemos referir á la posicion de
diferentes cuerpos entre sí. Si recorremos un canal encerrados en un
gabinete de la barca que nos lleva, nos movemos realmente, sin que lo
sintamos de ningun modo. Solo conocemos este movimiento cuando mirando
los objetos exteriores, vemos que hay una continua alteracion. Aun en
este caso, el movimiento nos parece no estar en nosotros, sino en los
objetos que nos rodean; de suerte que el mismo, mismísimo fenómeno se
verificaria con respecto á nosotros, moviéndose la barca sola, y
permaneciendo inmóviles los objetos, que estando ella inmóvil, y
moviéndose los objetos, con tal que el movimiento de estos se combinase
cual conviene. (V. Lib. II. cap. XV).
Luego si se quita el sacudimiento, que es lo único que nos haria conocer
algun movimiento propio, no distinguimos si somos nosotros quien se
mueve, ó si son los objetos; siendo de notar que naturalmente nos
inclinamos á referir el movimiento á ellos, mas bien que á nosotros.
Cuando nos alejamos de un puerto, sabemos bien que no es el puerto lo
que se aleja; y no obstante la ilusion es completa, el puerto huye.
De esto se infiere que el movimiento no es mas para nosotros que el
cambio de posicion respectiva de los cuerpos. Si no hubiésemos
experimentado este cambio, no tendríamos idea de movimiento. Así es que
nada niega la posibilidad de que los fenómenos del movimiento diurno se
nos presenten los mismos, sea que el cielo gire al rededor de nosotros
de oriente á occidente, sea que la tierra gire sobre su eje de occidente
á oriente.
Luego el movimiento de un cuerpo solo, es una pura ilusion: y por
consiguiente nada prueba el argumento que en él se funda contra la
doctrina explicada sobre el espacio.
De aquí se infiere tambien, que considerado el universo entero como un
solo cuerpo, no es móvil, y que todos sus movimientos se verifican solo
en su interior.
[87.] Pero una de las consecuencias mas curiosas y extrañas que resultan
de esta teoría, es la demostracion _à priori_ de que el universo no
puede estar terminado sino de cierto modo, excluyéndose una muchedumbre
de figuras porque le repugnan esencialmente.
En efecto: segun la doctrina que precede, un cuerpo solo, no podria
tener ninguna de las partes de su superficie en disposicion tal, que la
línea mas corta de un punto á otro cualquiera, pasase por fuera del
cuerpo. Ese _fuera_, existiendo el cuerpo enteramente solo, seria un
puro nada; luego en él no hay distancias que puedan ser medidas por
líneas. Con esto se excluyen una muchedumbre de figuras irregulares, y
encontramos la regularidad geométrica brotando en cierto modo una idea
metafísica.
Se infiere de lo dicho que un cuerpo con ángulos entrantes, existiendo
solo, es un absurdo. Porque su figura exige que el punto A, vértice de
un ángulo saliente, diste del punto D, vértice de otro ángulo, la
distancia A D. Esta distancia no puede existir, porque donde no hay
cuerpo, no hay distancia. Luego existiria y no existiria la distancia á
un mismo tiempo, lo que es contradictorio.
Tenemos pues que este cuerpo solo, es un absurdo, en no llenándose el
volúmen indicado por las capacidades contenidas en los ángulos
entrantes.
Con el resultado anterior concuerda de un modo particular, lo que
notamos en la naturaleza; la cual parece inclinarse á terminarlo todo
por líneas y superficies curvas. Curvas son las órbitas de los astros; y
superficies curvas terminan tambien los astros mismos. Es verdad que las
grandes irregularidades que se notan en la superficie de ellos, parecen
destruir la conjetura; pero es necesario advertir que en estas
irregularidades no está el límite de su figura, sino en la atmósfera que
los rodea; y que siendo un flúido no las tendrá.
[88.] Aquí se ofrece otra consecuencia bastante extraña, y es que
estamos precisados á admitir la existencia de una superficie geométrica
perfecta: y esto _à priori_.
Si donde no hay cuerpo, la distancia es metafísicamente imposible, esto
se verificará así en las grandes como en las pequeñas, aun en las
infinitésimas: por cuya razon se ha dicho que era imposible todo vacío
diseminado. Ahora bien; es evidente que una superficie no es perfecta,
si en ella hay puntos que salen mas que otros; de suerte que se va
acercando mas á la perfeccion geométrica, cuanto menos salen. Si pues
ninguno puede salir, resultará realizada la superficie geométrica. Es
así que por lo demostrado, la superficie última del universo se halla en
este caso; luego resulta lo que nos proponemos demostrar.
Hemos demostrado que era imposible que la última superficie tuviese la
forma exterior con ángulos entrantes. Luego será tambien imposible que
la tenga con prominencias, aun las mas pequeñas. La diferencia está en
el mas y en el menos; lo que no destruye la imposibilidad metafísica.
Luego es absolutamente necesario que en la última superficie
desaparezcan todos los ángulos entrantes, aun los infinitésimos. Lo que
dará una superficie geométrica perfecta.


CAPÍTULO XIV.
OTRA CONSECUENCIA IMPORTANTÍSIMA.

[89.] Voy por fin á sacar la última consecuencia, notable por lo
trascendental, y que parece digna de ser examinada con detenimiento,
por los que hacen marchar de frente sus estudios físicos y metafísicos.
Héla aquí.
La existencia de la gravitacion universal, es demostrable _à priori_.
Demostracion. La gravitacion universal, es una ley de la naturaleza por
la cual unos cuerpos se dirigen hácia otros (prescindimos ahora del
modo). Esta direccion es metafísicamente necesaria, si se supone que
donde no hay cuerpo no hay distancia. Porque en este caso, no pueden
existir dos cuerpos separados: la ley de contigüidad, es una necesidad
metafísica; y por consiguiente la aproximacion incesante de unos cuerpos
á otros, es una perenne obediencia á esta necesidad.
La velocidad de la aproximacion estará en razon de la velocidad con que
se aparta el medio. El límite de la velocidad de este movimiento es la
relacion del espacio, con un instante indivisible: cual podemos
imaginarlo si Dios anonadase de repente el cuerpo intermedio.
Como las moles sólidas que vemos rodar sobre nuestras cabezas, estarian
en tal caso sumergidas en un flúido, si este por su naturaleza, se
presta mucho á cambiar de posicion, resulta que los astros han de estar
sujetos á la ley de aproximacion, porque el intermedio que los separa se
retira incesantemente en varias direcciones. Si supusiéramos pues este
flúido enteramente inmóvil, cesaria la necesidad metafísica de la
aproximacion.
[90.] Esta teoría parece conducir á explicar el mecanismo del universo
por simples leyes geométricas, haciendo desaparecer lo que se llamó
primero calidades ocultas, y despues fuerzas.
Si bien no hay dificultad en explicar por ideas metafísicas y
geométricas el hecho mismo de la gravitacion, en cuanto significa tan
solo la tendencia de los cuerpos á aproximarse; las hay, y muy grandes,
en determinar por este órden de ideas las condiciones á que se halla
sometida la gravitacion.
[91.] Si el movimiento de aproximacion dependiera solo del medio, á
desiguales medios seguiria desigualdad de movimiento. ¿Y cómo se
calcula, cómo se gradúa esta desigualdad, en medios no sujetos á nuestra
observacion?
[92.] A mas de esta dificultad, hay otra todavía mas grave, cual es, el
que los cuerpos que se moverian en un medio, no tendrian direcciones
fijas, sino que estas variarian con la variedad de la direccion del
medio. Si la gravitacion del cuerpo A hácia el cuerpo B, depende
únicamente del movimiento con que su medio se retira, tendremos que la
gravitacion no será por la recta A B, sino que seguirá las undulaciones
descritas por el medio. Lo que es contra la experiencia.
[93.] De estas consideraciones resulta, que aun cuando la gravitacion
naciese naturalmente de la posicion misma de los cuerpos, esta necesidad
no produciria el órden, si los resultados de ella no estuviesen
sometidos á ciertas leyes. Y por tanto los fenómenos de la naturaleza,
aunque radicados en cierto modo en una necesidad, supuesta la existencia
y posicion de los cuerpos, serian de suyo contingentes en lo relativo á
la aplicacion y desarrollo de esta misma necesidad.
[94.] Profundizando mas esta materia se descubre, que la tendencia á la
aproximacion, aun supuesta necesaria, no seria bastante para engendrar
el movimiento, ni tampoco para conservarle. En efecto: siempre que un
cuerpo se retirase, seria necesario que otro le siguiese, para no
interrumpir la contigüidad; pero como estando todo lleno, no habria
ninguna razon para que ningun cuerpo se apartase de otro, no habria
tampoco ninguna causa de movimiento. De lo que se infiere que las ideas
geométricas no bastan para explicar el orígen del movimiento, sino que
es necesario encontrar su causa en otra parte. Si la contigüidad es una
necesidad metafísica, supuesta la existencia de los cuerpos, se seguirá
que moviéndose el cuerpo A en un sentido cualquiera, se han de mover
tambien los contiguos, B, C; pero si suponemos que la contigüidad existe
ya, no hay ninguna razon porque el A comience á moverse; luego no hay
tampoco ninguna razon para que haya movimiento en los B, C.
En un instante cualquiera, aun supuesto el movimiento, la contigüidad ó
el lleno existirán; pues el estado de la cuestion supone que esta
condicion nunca falta como metafísicamente necesaria; luego nunca habrá
razen para que el movimiento prosiga, pues en todos los instantes
imaginables, no habrá motivo para que continúe. El movimiento del cuerpo
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