Filosofía Fundamental, Tomo II - 15

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manera, que las relaciones actuales no se pueden alterar sin
contradiccion; y cuando se nos pregunte sobre la posibilidad de un nuevo
órden de relaciones entre los seres que apellidamos cuerpos, no
resolvamos ligeramente la cuestion, tomando por único tipo de todo lo
posible, el flaco alcance de nuestras facultades. ¿Qué pensaríamos del
ciego que se riese de los que ven, al oirlos hablar sobre las relaciones
de los objetos en cuanto vistos. Tales nos presentaríamos nosotros á los
ojos de un espíritu puro, cuando hablásemos de la imposibilidad de un
órden diferente del que se ofrece á nuestra sensibilidad.
[205.] Si examinamos á la luz de esta doctrina, los primeros principios
de las ciencias físicas, echaremos de ver que encierran una buena parte
de condicional, pues que solo son verdaderos, en el supuesto que se
realizan los datos suministrados por la experiencia. Si la ocupacion de
un lugar, si la relacion de los lugares, no son cosas esenciales á los
cuerpos, resulta que las distancias y por consiguiente los movimientos,
son hechos condicionales, en los cuales la verdad existe solo bajo
determinados supuestos. Así todas las ciencias naturales, que como hemos
visto ya, se reducen á cálculo de extension y movimiento, no penetran en
la esencia de las cosas, y se limitan á un aspecto, cual es el
presentado á nuestra experiencia. Por manera que, en dichas ciencias no
hay nada absoluto en todo el rigor de la palabra; y en esta parte se
hallan á mucha distancia de la metafísica, la cual, ó no conoce nada, ó
conoce cosas absolutamente necesarias. Esta doctrina ha menester
ulteriores aclaraciones, que se encontrarán en los capítulos siguientes.


CAPÍTULO XXIX.
SOLUCION DE DOS DIFICULTADES.

[206.] La teoría que supone variables las relaciones de los cuerpos, ¿no
acarrea por necesidad la ruina de todas las ciencias naturales? ¿puede
haber ciencia cuando no hay objeto necesario? puede haber necesidad
compatible con la variabilidad?
Las ciencias naturales tienen dos partes: una física y otra geométrica:
la primera, supone los datos suministrados por la experiencia; la
segunda forma sus cálculos con arreglo á los mismos datos. Alterad el
órden de las relaciones de los seres externos, y los datos serán
diferentes; tendremos una experiencia nueva de la que resultará una
ciencia física nueva: el cálculo será el mismo, solo que á nuevos datos
corresponderán nuevos resultados. Hé aquí desvanecida la dificultad.
Todas las ciencias físicas estriban en la observacion; todas sus
combinaciones se ejecutan sobre los datos suministrados por la
observacion; luego todas las ciencias físicas envuelven una parte
condicional, no son enteramente absolutas. La teoría de la gravitacion
universal se desenvuelve como un cuerpo de ciencia geométrica, es
verdad; pero cómo? pudiendo partir de los datos ofrecidos por la
experiencia; destruid estos datos, el cuerpo de ciencia física se
convierte en un cuerpo de geometría pura. En mecánica, los problemas de
la composicion y descomposicion de las fuerzas, tienen un sentido físico
en cuanto presuponen los datos de la experiencia; si prescindimos de
esta, nada nos queda sino un compuesto de líneas que nada significan,
cuando se las llama fuerzas: entonces la mecánica no es mas que un
sistema de aplicaciones geométricas.
[207.] Surge aquí otra dificultad, que en apariencia es mas grave que la
anterior: si las relaciones de los cuerpos no son esenciales y están
sujetas á variacion; si lo que sobre ellos calculamos, no está fundado
en datos de necesidad intrínseca; parece que se destruye la geometría
misma, ó se la circunscribe de tal modo al órden ideal, que no puede
estar segura de que en descendiendo al campo de la experiencia, no
encuentre falso lo que ella tiene por verdadero, y verdadero lo que ella
reputa falso. Por ejemplo: las distancias de los cuerpos se calculan por
consideraciones geométricas: si la relacion de distancias es variable,
pudiendo estar un cuerpo en muchos lugares á un mismo tiempo, la
geometría resulta falsa. Semejante suposicion no es mas que una
aplicacion de la teoría precedente; pues que si las relaciones se hacen
variables, esa variacion podrá afectar á las distancias, que en sí
mismas no son mas que una relacion. He dicho que esta dificultad era en
apariencia mas grave que la anterior, porque saliendo del campo de la
experiencia, afecta el mismo órden de nuestras ideas: órden que debemos
tener por indestructible, si no queremos privarnos de la razon misma.
¿Qué fuera de nuestra razon, si la geometría pudiese ser desmentida por
la realidad? ¿qué fuera un órden de ideas que pudiese estar en
contradiccion con los hechos? Repito sin embargo, que la fuerza de esta
dificultad es aparente; y para soltarla observaré que bien analizada, no
tiene mas fuerza que la que hemos desvanecido con respecto á las
ciencias naturales. Hagámoslo sensible con un ejemplo.
Un cuerpo que dista cien varas de otro, no puede distar una vara sola: á
esto la geometría se opone: si las relaciones de los cuerpos son
variables, esta proposicion no significará nada con respecto á la
realidad; luego la geometría quedará desmentida. Admito la consecuencia:
pero añado que el principio en que se funda, entraña una suposicion
contraria á la de mi teoría. Alteradas ó destruidas las relaciones de
los cuerpos, se destruye la distancia que es una relacion: luego no
habrá ni distancia de cien varas, ni de una vara, ni de ninguna especie;
es así que la contradiccion se funda en la suposicion de la existencia
simultánea de las distancias de cien varas y de una vara, luego no
existiendo las distancias no hay contradiccion. Si entonces se pregunta
cuánto distan? la pregunta es absurda: el _cuanto_ supone que distan: si
no distan, el _cuanto_ no tiene sentido.
[208.] Esta solucion se funda en un principio fundamental que conviene
no perder nunca de vista. La verdad geométrica se verifica en la
realidad, cuando en la realidad existen las condiciones geométricas: si
estas faltan, no hay geometría real. La consecuencia no tiene nada
extraño; pues lo propio se verifica en el órden puramente ideal: aun en
este, la geometría se funda en postulados; si no los hay, no hay
geometría. Dos triángulos de igual base y altura son equivalentes en
superficie; esto es verdad si suponemos los órdenes de puntos que
llamamos líneas, y las líneas en ese órden que llamamos formar ángulos y
reunirse en tres puntos; si no presuponemos esos órdenes, ese conjunto
de relaciones, el teorema geométrico no significa nada.
[209.] La geometría en sí misma, ó sea en el órden puramente ideal, se
funda en el principio de contradiccion: siendo este verdadero por
absoluta necesidad, lo es tambien aquella. Pero el principio de
contradiccion, como todos los del órden puramente ideal, prescinde de la
existencia, y no se aplica á nada en la práctica, si no se supone algun
hecho en el cual pueda estribar. El sí y el nó, á un mismo tiempo, son
imposibles: pero el principio no resuelve nada ni en pro ni en contra de
ninguno de los extremos: solo dice, que verificado el uno, no se
verifica el otro: resuelve contra el _sí_, suponiéndose el _nó_, y
contra el _nó_, suponiéndose el _sí_: esto es, ha menester siempre una
condicion, un dato, que solo la experiencia puede suministrar. Lo propio
sucede con la geometría: todos sus teoremas y problemas, se refieren á
ese campo ideal que tenemos dentro de nosotros: en ese campo hay ciertas
condiciones que conducen á determinadas consecuencias, en fuerza del
principio de contradiccion: donde quiera que las condiciones se
verifiquen, se verificarán tambien las consecuencias: pero si aquellas
faltan, estas faltarán tambien. Las ciencias ideales, se refieren á un
_enlace_ de consecuencias con principios, en el órden posible; nó á los
hechos en sí mismos. Salvado el enlace, la ciencia se salva.


CAPÍTULO XXX.
LA SENSIBILIDAD PASIVA.

[210.] La sensibilidad activa, ó sea la facultad de sentir, es objeto de
grandes cuestiones filosóficas; no son menores las que puede ofrecernos
la sensibilidad pasiva, ó sea la capacidad de un objeto para ser
sentido.
¿Todo lo que existe puede ser sentido?
Para resolver acertadamente esta cuestion es preciso recordar, que ser
sentido puede entenderse de dos maneras: 1.º causar una impresion en el
ser sensitivo: 2.º ser objeto inmediato de la intuicion sensible. Lo
primero puede verificarse de todo ser, capaz de producir la impresion;
lo segundo, solo puede verificarse de un ser que reuna las condiciones
incluidas en la intuicion.
[211.] Producir la impresion, es simplemente _causar_; y la causalidad
no repugna á los seres simples. De aquí es que no hay ningun
inconveniente en que un espíritu nos produzca de esta manera una de las
impresiones sensibles: de lo contrario seria menester decir que Dios no
puede ejercer su accion sobre nuestra alma, causando en ella la
sensacion sin el intermedio de los cuerpos. Esta causalidad, no podria
llamarse sensibilidad pasiva: el ser que la tuviese, no seria
propiamente sentido. La relacion de la sensacion, al ser que la
produjese, seria únicamente la del efecto á su causa.
[212.] Ser objeto inmediato de la intuicion sensible, es presentarse á
ella, como un original á su copia; y bajo este aspecto, no puede ser
sentido sino lo que es extenso: esto es, lo que encierra en sí la
multiplicidad, combinada con eso que llamamos continuidad, y que sea lo
que fuere en sí, es una condicion absolutamente necesaria para nuestras
facultades sensitivas, en cuanto se refieren á objetos externos.
[213.] De esta manera, lo simple no puede ser sensible: afirmar lo
contrario, seria caer en una contradiccion manifiesta. Nuestra intuicion
sensible, á la cual, por instinto y por razon, le damos un objeto real,
se refiere á este objeto, como esencialmente compuesto, y en este órden
que llamamos continuidad: si pues convertimos á este objeto en simple,
destruimos el objeto como sensible: y por consiguiente afirmamos y
negamos su objetividad sensible. El suponer en ejercicio una facultad, y
quererla privar de las condiciones á que sus funciones están sometidas
necesariamente, es una contradiccion.
[214.] Se observará tal vez, que no hay necesidad de trasladar al objeto
las condiciones del sujeto, y que por lo mismo, aun siendo el objeto
simple, se puede ofrecer al sentido; pero esto es cambiar el estado de
la cuestion: porque, ó la intuicion sensible se refiere al objeto ó nó:
si lo primero, el objeto no puede ser simple; si lo segundo, estamos
otra vez en la cuestion del idealismo, combatido ya en varios lugares de
esta obra.
[215.] Si se replica que en nuestra alma, siendo simple, hay la
representacion de lo compuesto; observaré que no es lo mismo la
percepcion subjetiva de lo compuesto, que la representacion objetiva:
así como no es lo mismo ofrecerse objetivamente como múltiplo, ó
percibir lo múltiplo. Nuestra alma percibe lo múltiplo, y por lo mismo
que lo percibe, ella no puede serlo, es necesario que sea una. Esto en
cuanto á lo subjetivo; por lo que toca á lo objetivo, conviene notar,
que las representaciones sensibles no las tenemos siempre de objetos
reales, pero se refieren siempre á objetos cuando menos posibles, es
decir que la intuicion, no está enteramente vacía, sino que á falta del
órden de la realidad, necesita el de la posibilidad.
[216.] El mundo externo, como que encierra la multiplicidad, ó sea un
conjunto de muchos seres, y es además susceptible de este órden que
llamamos continuidad, puede ser objeto de la intuicion sensible, como en
realidad lo experimentamos. Pero esta sensibilidad pasiva, no le es
intrínsecamente necesaria: quiero decir, que el mismo conjunto de seres
que componen el universo, podria Dios haberle dispuesto de tal manera
que no fuese sensible. La razon de esto no es otra que la variabilidad
de las relaciones de los cuerpos: porque es evidente que si estas no
existiesen, ó no estuviesen sometidas á las condiciones exigidas para la
representacion sensible, esta no podria verificarse, y el mundo quedaria
despojado de su sensibilidad.
[217.] De esta consecuencia á que nos lleva la filosofía trascendental,
tenemos algunos indicios en la experiencia misma, la cual á cada paso
nos enseña que los cuerpos sensibles dejan de serlo, y los insensibles
se nos hacen sensibles, con solo mediar una pequeña alteracion. La
condensacion del aire lo hace visible; la rarefaccion, invisible; un
cuerpo líquido es tangible, y pierde esta calidad, pasando al estado de
vapor. La variedad que dimana de las alteraciones del objeto, puede
tambien provenir de las modificaciones del órgano. Basta recordar lo que
le sucede á la vista, segun está auxiliada ó privada de ciertos
instrumentos. Si pues, aun salvas las leyes que ahora son fundamentales
en las relaciones de los cuerpos, notamos esos tránsitos de lo sensible
á lo insensible, ¿por qué no podria haber un cambio radical en dichas
relaciones, que hiciese los cuerpos de todo punto insensibles?
[218.] Con variar las relaciones de los seres que componen el universo
corpóreo, lo sensible podria convertirse en insensible; y por el
contrario, deberemos decir que hay muchos seres insensibles, que con una
disposicion diferente, podrian hacérsenos sensibles. Hasta cierto punto,
tenemos en esta parte algo mas que leves conjeturas: los hechos hablan.
A medida que se va dilatando el campo de la experiencia, se descubren
nuevos fenómenos: ahí están los de la atraccion magnética, de la
electricidad, y del galvanismo. En estos fenómenos, obran agentes que en
sí mismos son imperceptibles al sentido: ¿por qué no habrian podido
estar dispuestos de manera que los sintiéramos como á los demás cuerpos?
¿En qué punto está el límite de la escala de esos agentes? Nosotros no
le conocemos: y discurriendo por analogía podemos conjeturar que está
muy lejos todavía, para lisonjearnos de alcanzarle.
La perfeccion de un órgano sensitivo por medio de instrumentos, es una
disposicion por la cual variamos el sistema ordinario de las relaciones
de nuestro cuerpo con los que le rodean: y esta perfeccion está en una
escala indefinida, en la cual descubrimos tanta mayor extension, cuanto
mas adelantamos en ella. Es probable pues, que en el universo hay muchos
seres imperceptibles á nuestros sentidos, y para cuya percepcion seria
bastante una modificacion de los órganos, ó un cambio en algunas leyes
de la naturaleza. ¡Ancho campo de atrevidas conjeturas, y meditaciones
sublimes!


CAPÍTULO XXXI.
POSIBILIDAD DE UNA MAYOR ESFERA EN LA SENSIBILIDAD ACTIVA.

[219.] Habiendo tratado de la sensibilidad pasiva en el órden de la
posibilidad, ocurre naturalmente una cuestion semejante con respecto á
la sensibilidad activa de los seres sometidos á condiciones diferentes
de las en que se halla nuestra alma, mientras está unida al cuerpo.
Hablo únicamente de la posibilidad, porque estando limitados á lo que
nos enseña la experiencia, ignoramos lo que hay en la esfera de los
seres con quienes no estamos en comunicacion: si algo sabemos de ellos,
es lo que Dios nos ha revelado: y la revelacion es para enseñarnos, nó
la filosofía, sino la virtud.
[220.] El examinar hasta qué punto sea posible la sensibilidad activa en
un órden diferente del que nosotros experimentamos, á mas de suscitar
cuestiones curiosas y agradables, ofrece la oportunidad de aclarar con
nuevas consideraciones la naturaleza de este fenómeno, en sus relaciones
con la organizacion corpórea. Hasta media una razon particular para que
nos ocupemos de esta materia, y consiste en el interés que debe
inspirarnos todo cuanto se refiere á un nuevo estado, á que dentro de
poco hemos de pasar. Breves son los momentos concedidos al débil hombre
para morar sobre la tierra: todos nos acercamos con asombrosa rapidez al
instante supremo, en que la frágil organizacion que envuelve nuestro
espíritu inmortal, se disolverá, deshaciéndose en polvo; entonces, el
ser que dentro de nosotros siente, piensa y quiere, se hallará en un
estado nuevo, separado de la organizacion corpórea. ¿Cuáles serán
entonces sus facultades? Esta cuestion no puede sernos indiferente; se
trata de nosotros, y de lo que ha de suceder en breve plazo.
[221.] Cuando se pregunta si un espíritu puro es capaz de sentir, se
resuelve la cuestion negativamente, porque al tratar de la sensibilidad
activa se supone que no puede tener lugar, en no mediando algun cuerpo.
Yo creo que la cuestion es susceptible de algunas aclaraciones que voy á
exponer.
Fijemos ante todo el verdadero significado de las palabras. A veces se
entiende en general por espíritu puro el que no está unido con ningun
cuerpo; pero hablando con mas rigor, se limita el significado del
adjetivo _puro_, al espíritu que ni está unido con un cuerpo, ni está
destinado á dicha union; así el alma humana es un espíritu, mas nó un
espíritu puro: porque ó está unida actualmente con el cuerpo, ó está
destinada todavía á esta union.
A primera vista parece que en esta cuestion, limitándonos á la esfera de
la posibilidad, no cabe diferencia entre las dos acepciones de la
palabra _puro_; porque si al alma separada del cuerpo no le repugna
esencialmente el sentir, tampoco repugnará á los demás espíritus. La
paridad no es cierta; mas por ahora, al hablar en general de un espíritu
puro, comprenderé tambien á las almas separadas de sus cuerpos.
[222.] ¿Qué entendemos por sentir? Esta palabra puede significar dos
cosas: 1.ª recibir una impresion por medio de órganos corpóreos: 2.ª
experimentar simplemente la impresion, independientemente del órgano
corpóreo. Por ejemplo: veo un objeto: aquí hay la afeccion que llamo
_ver_, y el mecanismo con que el objeto transmite la luz á la retina, y
esta una determinada impresion al cerebro. Estas son cosas muy
diferentes: la primera es un hecho de mi espíritu, la segunda una
modificacion corpórea.
[223.] Es claro que si por sentir, entendemos recibir la impresion de un
órgano corpóreo, el espíritu que no tenga cuerpo no podrá sentir; pero
si solo entendemos la afeccion considerada subjetivamente, prescindiendo
del medio por el cual se produce, ó se comunica, entonces la cuestion se
traslada á otro terreno, y para resolverla afirmativa ó negativamente,
de nada sirve la existencia ó no existencia de los cuerpos.
[224.] En este caso, la cuestion es la siguiente: ¿un espíritu puro
puede tener esas representaciones y afecciones de varias clases, que
llamamos sensibles?
Desde luego salta á los ojos que la simplicidad no se opone á la
facultad sensitiva: nuestra alma siente, sin embargo de que es simple.
En el ejercicio de las facultades sensitivas, la ayuda el cuerpo; pero
este auxilio es instrumental; y no de tal manera que sienta _por el
cuerpo_, como el que ejerce una accion por medio de un instrumento:
quien siente es el alma misma; y la accion instrumental del cuerpo se
reduce á poner ciertas condiciones, de las cuales resulta la sensacion,
por influjo físico ú ocasional. Luego la simplicidad de un espíritu puro
nada prueba contra la posibilidad de las facultades sensitivas:
semejante argumento probaria demasiado; y por consiguiente no prueba
nada.
[225.] De esto se infiere que no hay ninguna repugnancia _intrínseca_
en que Dios comunique á un espíritu puro facultades sensitivas; ya sean
de representacion, como esas en que se nos ofrece el mundo corpóreo; ya
sean puramente subjetivas, como las de placer ó de dolor.
[226.] Aunque estas funciones en el órden actual, dependan de ciertas
condiciones á que están sujetos los cuerpos; no obstante, consideradas
en sí, en cuanto son una modificacion del alma, no presentan ninguna
relacion esencial con el mundo corpóreo. Parece pues, que seria
contrario á los principios de una sana filosofía, el decir que el alma
separada del cuerpo no puede experimentar afecciones semejantes á las
que siente mientras se halla en esta vida. Si esto no repugna al alma
separada, ¿por qué repugnaria á otros espíritus?
Las facultades sensitivas son una especie de percepcion de un órden
inferior; aunque las veamos en seres unidas á cuerpos, no son ejercidas
inmediatamente por un órgano corpóreo; lejos de repugnar á la
simplicidad, la exigen: y por esta razon hemos visto ya, que la materia
es incapaz de sentir (Lib. II, Cap. II.). Graves filósofos son de
parecer que la causalidad de los cuerpos con respecto á las sensaciones,
es meramente ocasional; y esta opinion estriba en la dificultad de
explicar cómo un ser compuesto puede producir afecciones de ninguna
clase en un ser simple. Lejos pues de que haya ninguna repugnancia entre
la simplicidad y las facultades sensitivas, hay un enlace necesario:
ningun ser compuesto puede ser sensitivo.
[227.] Quizás se pudiera creer que no queda ya ninguna duda con respecto
á la posibilidad de la sensacion, independientemente de los órganos
corpóreos: y que para decir lo contrario, seria preciso sostener que
Dios no puede producir por sí mismo, lo que produce por medio de las
causas segundas. Las observaciones hechas hasta aquí, parecen agotar la
cuestion; pero reflexionando mas sobre ella, echaremos de ver que está
poco menos que intacta.
Conviene no perder de vista que aquí nos ceñimos á examinar la
posibilidad de las facultades sensitivas, comparándola con un solo
atributo de los seres, la simplicidad. Esto limita sobre manera la
cuestion, haciendo que no se la pueda resolver sino bajo un aspecto. La
simplicidad, es una propiedad negativa: con decir que una cosa es
simple, le negamos las partes, pero no afirmamos ninguna de sus
propiedades: decimos lo que no es, mas nó lo que es. De esto se infiere,
que al sostener que las facultades sensitivas no repugnan
intrínsecamente á un espíritu puro, debemos restringir la proposicion; y
nos expresaríamos con mas exactitud, si en vez de decir: «Las facultades
sensitivas no repugnan á un espíritu puro,» dijésemos: «las facultades
sensitivas no repugnan á _la simplicidad_ de un espíritu puro.»
[228.] Esta última observacion presenta en mi juicio, la cuestion en su
verdadero punto de vista: lo demás es confundir las ideas, y resolver
problemas sin los datos suficientes. En efecto: ¿quién sabe, si la
repugnancia que no se halla entre la sensibilidad y la simplicidad, se
hallará entre la sensibilidad y algun atributo que nosotros no
conocemos? este argumento no vale para el alma humana, de la cual
sabemos que es capaz de sentir; pero vale para los demás espíritus, de
los cuales ni conocemos la esencia, ni tampoco hemos esperimentado cuál
es el carácter de sus facultades perceptivas.
[229.] Uno de los caractéres distintivos de la percepcion sensitiva, es
la referencia á objetos individuales; y esto, nó en lo tocante á la
esencia de ellos, sino en cuanto están en cierta disposicion, cuyas
variedades no afectan á su íntima naturaleza. La misma extension, que
por instinto y por reflexion objetivamos, es mas bien un resultado, de
las relaciones de los seres, que entran en el compuesto extenso, que nó
los seres mismos. Esto manifiesta que las facultades sensitivas son el
último grado en el órden de la percepcion; pues que sus funciones se
limitan á indicar al ser que las posee, cierta disposicion de los
objetos externos, sin enseñarle nada sobre la naturaleza de los mismos.
Como los espíritus puros están en un grado mas alto en la escala de los
seres perceptivos, y uno de los caractéres de la inteligencia es el
penetrar en la íntima naturaleza de las cosas; podria muy bien suceder
que á inteligencias mas elevadas que la nuestra, les repugnase la
facultad sensitiva, nó por razon de la simplicidad, sino por el género
de su percepcion.
[230.] Esta conjetura la podemos fundar en una razon de analogía, por lo
que sucede en nosotros mismos. Las representaciones sensibles, son con
frecuencia, útiles auxiliares para la percepcion puramente intelectual;
pero tampoco cabe duda, que otras veces nos embarazan y confunden.
Cualquiera habrá podido experimentar que en las meditaciones sobre
objetos muy abstractos, las representaciones sensibles son una especie
de rémora de la inteligencia, de la cual quisiéramos deshacernos por
algunos instantes, si esto fuera dable á nuestra flaqueza. Las
representaciones sensibles se parecen en tales casos, á sombras que se
atraviesan entre el ojo intelectual y el objeto; la necesidad de
estarlas removiendo de continuo, retarda y debilita la percepcion. Nos
proponemos por ejemplo, pensar en la causalidad: es claro que en esta
idea tomada en abstracto, no debe ni puede entrar ninguna representacion
sensible; y no obstante, por mas que nos esforcemos, la representacion
nos ocurre: ora será la misma palabra _causalidad_, escrita ó hablada;
ora la imágen de un hombre que ejecute alguna cosa; ora la de otro
agente cualquiera; pero nunca podremos deshacernos de toda
representacion sensible. El entendimiento se ve precisado á decirse de
continuo á sí propio: «no es esto la idea de causalidad; esto es una
imágen, una comparacion, una expresion» defendiéndose sin casar de
ilusiones que le harian confundir lo particular con lo universal, lo
contingente con lo necesario, la apariencia con la realidad.
[231.] De lo dicho debemos inferir, que la repugnancia de las facultades
sensitivas á la naturaleza de un espíritu puro, podria muy bien dimanar
del carácter de su misma inteligencia; la cual, á causa de su
perfeccion, no consintiese esa dualidad perceptiva que experimentamos en
nosotros. El objeto del entendimiento es la esencia de la cosa,
_quidditas_, como se espresaban los escolásticos; y las representaciones
sensibles nada nos dicen sobre esta esencia. Nos ofrecen un aspecto de
las cosas, y aun este se halla limitado á la percepcion de la extension;
pues en lo tocante á las demás sensaciones, mas bien experimentamos un
hecho subjetivo que el instinto y la razon nos hacen atribuir á causas
externas, que no percibimos la disposicion misma de los objetos.
[232.] Esta última observacion me sugiere otra que puede apoyar la
conjetura de que, en elevándose la inteligencia á cierto grado, es
incompatible con las facultades sensitivas. En las sensaciones podemos
notar, que nada nos dirian ni aun sobre ese aspecto ó disposicion del
mundo externo, si no tuvieran por base la extension; ¿á qué se reduce el
mundo corpóreo si le suponemos inextenso? Habiendo pues demostrado (Cap.
II.) que la extension, aunque base de algunas sensaciones, no es objeto
directo é inmediato de la sensacion, resulta que lo único que en las
facultades sensitivas nos hace percibir algo sobre la realidad de los
objetos, no es propiamente sensible. Luego si el carácter de la
percepcion intelectual, es el conocer la realidad del objeto; cuanto mas
se eleve la inteligencia, mas distante se hallará de la sensacion;
pudiendo llegar caso en que las facultades intelectuales y las
sensitivas sean incompatibles en un mismo sujeto.
[233.] Comprenderemos mejor la fuerza de la observacion que precede,
echando una ojeada sobre la escala de los seres, y notando lo que
sucede, á medida que son mas perfectos.
El aislamiento en un ser, indica imperfeccion: la mas ínfima idea que de
un objeto nos formamos, es cuando le concebimos limitado absolutamente á
su existencia, sin ninguna actividad interna, ni externa, completamente
inerte. Así nos figuramos una piedra: tiene su existencia con su forma
determinada: es lo que ha sido hecha, y nada mas: conserva la forma que
le han dado, pero no encierra ninguna actividad, para comunicarse con
otros seres; no tiene ninguna conciencia de lo que es; en todas sus
relaciones está completamente pasiva; recibe, pero no da ni puede dar.
[234.] A medida que los seres se levantan en la escala de la perfeccion,
cesa el aislamiento: con las propiedades pasivas, se combinan las
activas: tales concebimos los agentes corpóreos, que si bien no llegan
aun á la categoría de _vivientes_, toman ya una parte activa en la
produccion de los fenómenos que salen del laboratorio de la naturaleza.
En estos seres, á mas de lo que tienen, encontramos lo que pueden: sus
relaciones con los otros son muchas y variadas: su existencia no se
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