El Criterio - 14

Süzlärneñ gomumi sanı 4761
Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1543
33.4 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
49.8 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
56.7 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
desechar como los orgullosos el consejo ajeno, y aun muchas veces se
adelantan á pedirle. No son tan altivos que no quieran recibir nada de
nadie; y ademas se reservan el derecho de explotar despues el negocio
para formar su pomito de olor de vanagloria en que se puedan deleitar.
¿Es poco por ventura si el asunto sale bien, el gusto de referir todo lo
que pensó el que le condujo, y la sagacidad con que conoció las
dificultades, y el tino con que procedió para vencerlas, y la prudencia
con que tomó consejo de personas entendidas, y lo mucho que el
aconsejado ilustró el juicio del consejero? No deja de haber en esto una
mina abundante, que á su debido tiempo será explotada cual conviene.

§ XVIII.
Cotejo entre el orgullo y la vanidad.
El orgullo tiene mas malicia, la vanidad mas flaqueza; el orgullo
irrita, la vanidad inspira compasion; el orgullo concentra, la vanidad
disipa; el orgullo sugiere quizas grandes crímenes, la vanidad ridículas
miserias; el orgullo está acompañado de un fuerte sentimiento de
superioridad é independencia, la vanidad se aviene con la desconfianza
de sí mismo, hasta con la humillacion; el orgullo tiende los resortes
del alma, la vanidad los afloja; el orgullo es violento, la vanidad es
blanda; el orgullo quiere la gloria, pero con cierta dignidad, con
cierto predominio, con altivez, sin degradarse; la vanidad la quiere
tambien, pero con lánguida pasion, con abandono, con molicie: podria
llamarse la afeminacion del orgullo. Así la vanidad es mas propia de las
mujeres, el orgullo de los hombres, y por la misma razon la infancia
tiene mas vanidad que orgullo, y este no suele desarrollarse sino en la
edad adulta.
Si bien es verdad que en teoría estos dos vicios se distinguen por las
cualidades expresadas, no siempre se encuentran en la práctica con
señales tan características. Lo mas comun es hallarse mezclado en el
corazon humano, teniendo cada cual no solo sus épocas sino sus dias, sus
horas, sus momentos. No hay una línea divisoria que separe perfectamente
los dos colores; hay una gradacion de matices, hay irregularidad en los
rasgos, hay ondas, aguas, que solo descubre quien está acostumbrado á
desenvolver y contemplar los complicados y delicados pliegues del humano
corazon. Y aun si bien se mira, el orgullo y la vanidad son una misma
cosa con distintas formas; es un mismo fondo que ofrece diversos
cambiantes segun el modo con que le da la luz. Este fondo es la
exageracion del amor propio, el culto de sí mismo. El ídolo está
cubierto con tupido velo, ó se presenta á los adoradores con faz
atractiva y risueña; mas por esto no varía, es el hombre que se ha
levantado á sí propio un altar en su corazon, y se tributa incienso, y
desea que se lo tributen los demas.

§ XIX.
Cuán general es dicha pasion.
Puede asegurarse sin temor de errar, que esta es la pasion mas general,
la que admite ménos excepciones, quizas ninguna, aparte las almas
privilegiadas sumergidas en la purísima llama de un amor celeste. La
soberbia ciega al ignorante como al sabio, al pobre como al rico, al
débil como al poderoso, al desventurado como al feliz, á la infancia
como á la vejez; domina al libertino, no perdona al austero, campea en
el gran mundo, y penetra en el retiro de los claustros; rebosa en el
semblante de la altiva señora, que reina en los salones por la nobleza
de su linaje, por sus talentos y hermosura, pero se trasluce tambien en
la tímida palabra de la humilde religiosa, que salida de familia oscura,
se ha encerrado en el monasterio, desconocida de los hombres sin mas
porvenir en la tierra que una sepultura ignorada.
Encuéntranse personas exentas de liviandad, de codicia, de envidia, de
odio, de espíritu de venganza; pero libre de esa exageracion del amor
propio, que segun es su forma, se llama orgullo ó vanidad, no se halla
casi nadie, bien podria decirse que nadie. El sabio se complace en la
narracion de los prodigios de su saber, el ignorante se saborea en sus
necedades; el valiente cuenta sus hazañas, el galan sus aventuras; el
avariento ensalza sus talentos económicos, el pródigo su generosidad; el
lijero pondera su viveza, el tardío su aplomo; el libertino se envanece
por sus desórdenes, y el austero se deleita en que su semblante muestre
á los hombres la mortificacion y el ayuno.
Este es sin duda el defecto mas general; esta es la pasion mas
insaciable cuando se le da rienda suelta; la mas insidiosa, mas sagaz
para sobreponerse, cuando se la intenta sujetar. Si se la domina un
tanto á fuerza de elevacion de ideas, de seriedad de espíritu y firmeza
de carácter, bien pronto trabaja por explotar esas nobles cualidades,
dirigiendo el ánimo hácia la contemplacion de ellas; y si se la resiste
con el arma verdaderamente poderosa y única eficaz, que es la humildad
cristiana, á esta misma procura envanecerla, poniéndole asechanzas para
hacerla perecer. Es un reptil que si le arrojamos de nuestro pecho, se
arrastra y enrosca á nuestros pies; y cuando pisamos un extremo de su
flexible cuerpo, se vuelve y nos hiere con emponzoñada picadura.

§ XX.
Necesidad de una lucha continua.
Siendo esta una de las miserias de la flaca humanidad, preciso es
resignarse á luchar con ella toda la vida; pero es necesario tener
siempre fija la vista sobre el mal, limitarle al menor círculo posible;
y ya que no sea dado á nuestra debilidad el remediarlo del todo, al
ménos no dejarle que progrese, evitar que cause los estragos que
acostumbra. El hombre que en este punto sabe dominarse á si mismo, tiene
mucho adelantado para conducirse bien; posee una cualidad rara que luego
producirá sus buenos resultados, perfeccionando y madurando el juicio,
haciendo adelantar en el conocimiento de las cosas y de los hombres, y
adquiriendo esa misma alabanza que tanto mas se merece cuanto ménos se
busca.
Removido el óbice es mas fácil entrar en el buen camino; y libre la
vista de esa niebla que la ofusca, no es tan peligroso extraviarse.

§ XXI.
No es solo la soberbia lo que nos induce á error al proponernos un fin.
Para proponerse acertadamente un fin, es necesario comprender
perfectamente la posicion del que le ha de alcanzar. Y aquí repetiré lo
que llevo indicado mas arriba, y es que son muchos los hombres que
marchan á la aventura, ya sea no fijándose en un fin bien determinado,
ya no calculando la relacion que este tiene con los medios de que se
puede disponer. En la vida privada como en la pública, es tarea harto
difícil el comprender bien la posicion propia: el hombre se forma mil
ilusiones, que le hacen equivocar sobre el alcance de sus fuerzas, y la
oportunidad de desplegarlas. Sucede con mucha frecuencia que la vanidad
las exagera, pero como el corazón humano es un abismo de
contradicciones, tampoco es raro el ver que la pusilanimidad las
disminuye mas de lo justo. Los hombres levantan con demasiada facilidad
encumbradas torres de Babel, con la insensata esperanza de que la cima
podrá tocar al cielo: pero tambien les acontece desistir pusilánimes,
hasta de la construccion de una modesta vivienda. Verdaderos niños que
ora creen poder tocar el cielo con la mano, en subiendo á una colina,
ora toman por estrellas que brillan á inmensa distancia en lo mas
elevado del firmamento, bajas y pasajeras exhalaciones de la atmósfera
sublunar. Quizas se atreven á mas de lo que pueden; pero á veces no
pueden porque no se atreven.
¿Cuál será en estos casos el verdadero criterio? Pregunta á que es
difícil contestar, y sobre la cual solo caben reflexiones muy vagas. El
primer obstáculo que se encuentra es que el hombre se conoce poco á sí
mismo; y entónces, ¿cómo sabrá lo que puede y lo que no puede? Se dirá
que con la experiencia; es cierto; pero el mal está en que esa
experiencia es larga, y que á veces da su fruto cuando la vida toca á su
término.
No digo que ese criterio sea imposible; muy al contrario, en varias
partes de esta misma obra indico los medios para adquirirle. Señalo la
dificultad, pero no afirmo la imposibilidad: la dificultad debe
inspirarnos diligencia, mas no producirnos abatimiento.

§ XXII.
Desarrollo de fuerzas latentes.
Hay en el espíritu humano muchas fuerzas que permanecen en estado de
_latentes_ hasta que la ocasion las despierta y aviva; el que las posee
no lo sospecha siquiera, quizas baja al sepulcro sin haber tenido
conciencia de aquel precioso tesoro, sin que un rayo de luz reflejara en
aquel diamante que hubiera podido embellecer la mas esplendente diadema.
¡Cuántas veces una escena, una lectura, una palabra, una indicacion,
remueve el fondo del alma y hace brotar de ella inspiraciones
misteriosas! Fria, endurecida, inerte ahora, y un momento despues surge
de ella un raudal de fuego que nadie sospechara oculto en sus entrañas.
¿Qué ha sucedido? se ha removido un pequeño obstáculo que impedia la
comunicacion con el aire libre, se ha presentado á la masa eléctrica un
punto atrayente, y el fluido se ha comunicado y dilatado con la
celeridad del pensamiento.
El espíritu se desenvuelve con el trato, con la lectura, con los viajes,
con la presencia de grandes espectáculos; no tanto por lo que recibe de
fuera, como por lo que descubre dentro de sí. ¿Qué le importa el haber
olvidado lo visto ú oido ó leído, si se mantiene viva la facultad que el
afortunado encuentro le revelara? el fuego prendió, arde sin
extinguirse, poco importa que se haya perdido la tea.
Las facultades intelectuales y morales se excitan tambien como las
pasiones. A veces un corazon inexperto duerme tranquilamente el sueño de
la inocencia: sus pensamientos son puros como los de un ángel, sus
ilusiones cándidas como el copo de nieve que cubre de blanquísima
alfombra la dilatada llanura; pasó un instante; se ha corrido un velo
misterioso; el mundo de la inocencia y de la calma desapareció, y el
horizonte se ha convertido en un mar de fuego y de borrascas. ¿Qué ha
sucedido? Ha mediado una lectura, una conversacion imprudente, la
presencia de un objeto seductor. Hé aquí la historia del dispertar de
muchas facultades del alma. Criada para estar unida con el cuerpo con
lazo incomprensible, y para ponerse en relacion con sus semejantes,
tiene como ligadas algunas de sus facultades hasta que una impresion
exterior viene á desenvolverlas.
Si supiéramos de qué disposiciones nos ha dotado el Autor de la
naturaleza no seria difícil ponerlas en accion, ofreciéndoles el objeto
que mas se les adapta, y que por lo mismo las excita y desarrolla; pero
como al encontrarse el hombre engolfado en la carrera de la vida, ya le
es muchas veces imposible volver atras, deshaciendo todo el camino que
la educacion y la profesion escogida ó impuesta le han hecho andar, es
necesario que acepte las cosas tales como son, aprovechándose de lo
bueno, y evitando lo malo en lo que le sea posible.

§ XXIII.
Al proponernos un fin debemos guardarnos de la presuncion y de la
excesiva desconfianza.
Sea cual fuere su carrera, su posicion en la sociedad, sus talentos,
inclinaciones ó índole, nunca el hombre debe prescindir de emplear su
razon, ya sea para prefijarse con acierto el fin, ya para echar mano de
los medios mas á propósito para llegar á el.
El fin ha de ser proporcionado á los medios, y estos son las fuerzas
intelectuales, morales ó fisicas y demas recursos de que se puede
disponer. Proponerse un blanco fuera del alcance, es gastar inútilmente
las fuerzas; así como es desperdiciarlas, exponiéndolas á disminuirse
por falta de ejercicio, el no aspirar á lo que la razon y la experiencia
dicen que se puede llegar.

§ XXIV.
La pereza.
Si bien es cierto que la prudencia aconseja ser mas bien desconfiado que
presuntuoso, y que por lo mismo no conviene entregarse con facilidad á
empresas arduas, tambien importa no olvidar que la resistencia á las
sugestiones del orgullo ó de la vanidad, puede muy bien explotarla la
pereza.
La soberbia es sin duda un mal consejero, no solo por el objeto á que
nos conduce, sino tambien por la dificultad que hay en guardarse de sus
insidiosos amaños; pero es seguro que poco falta si no encuentra en la
pereza una digna competidora. El hombre ama las riquezas, la gloria, los
placeres, pero tambien ama mucho el no hacer nada; esto es para él un
verdadero goce, al que sacrifica á menudo su reputacion y bienestar.
Dios conocia bien la naturaleza humana, cuando la castigó con el
trabajo; el comer el pan con el sudor de su rostro es para el hombre una
pena continua, y frecuentemente muy dura.

§ XXV.
Una ventaja de la pereza sobre las demas pasiones.
La pereza, es decir, la pasion de la inaccion, tiene para triunfar, una
ventaja sobre las demas pasiones, y es que no exige nada; su objeto es
una pura negacion. Para conquistar un alto puesto es preciso mucha
actividad, constancia, esfuerzos; para granjearse brillante nombradía es
necesario presentar títulos que la merezcan, y estos no se adquieren
sin largas y penosas fatigas; para acumular riquezas es indispensable
atinada combinacion y perseverante trabajo; hasta los placeres mas
muelles no se disfrutan si no se anda en busca de ellos, y no se emplean
los medios conducentes. Todas las pasiones, para el logro de su objeto,
exigen algo; solo la pereza no exige nada. Mejor la contentais sentado
que en pié, mejor echado que sentado, mejor soñoliento que bien
despierto. Parece ser la tendencia á la misma nada; la nada es al ménos
su solo límite; cuanto mas se acerca á ella el perezoso, en su modo de
ser, mejor está.

§ XXVI.
Orígen de la pereza.
El orígen de la pereza se halla en nuestra misma organizacion, y en el
modo con que se ejercen nuestras funciones. En todo acto hay un gasto de
fuerza, hay pues un principio de cansancio, y por consiguiente de
sufrimiento. Cuando la pérdida es insignificante, y solo ha trascurrido
el tiempo necesario para desplegar la accion de los órganos ó miembros,
no hay sufrimiento todavía, y hasta puede sentirse placer; mas bien
pronto la pérdida se hace sensible, y el cansancio empieza. Por esta
causa no hay perezoso que no emprenda repetidas veces y con gusto
algunos trabajos; y quizas por la misma razon tambien, los mas vivos no
son los mas laboriosos. La intensidad con que ponen en ejercicio sus
fuerzas, debe de excitar en ellos mas pronto que en otros, la sensacion
de cansancio; por cuyo motivo, se acostumbrarán mas fácilmente á mirar
el trabajo con aversion.

§ XXVII.
Pereza del espíritu.
Como el ejercicio de las facultades intelectuales y morales necesita la
concomitancia de ciertas funciones orgánicas, la pereza tiene lugar en
los actos del espíritu como en los del cuerpo. No es el espíritu quien
se cansa, sino los órganos corporales que le sirven; pero el resultado
viene á ser el mismo. Así es que hay á veces una pereza de pensar y aun
de querer, tan poderosa como la de hacer cualquier trabajo corpóreo. Y
es de notar que estas dos clases de pereza no siempre son simultáneas,
pudiendo existir la una sin la otra. La experiencia atestigua que la
fatiga puramente corporal, ó del sistema muscular, no siempre produce
postracion intelectual y moral; y no es raro estar sumamente fatigado de
cuerpo, y sentir muy activas las facultades del espíritu. Al contrario,
despues de largos é intensos trabajos mentales, á veces se experimenta
un verdadero placer en ejercitar las fuerzas físicas, cuando las
intelectuales han llegado ya á un estado de completa postracion. Estos
fenómenos no son difíciles de explicar si se advierte que las
alteraciones del sistema muscular distan mucho de guardar proporcion con
las del sistema nervioso.

§ XXVIII.
Razones que confirman lo dicho sobre el orígen de la pereza.
En prueba de que la pereza es un instinto de precaucion contra el
sufrimiento que nace del ejercicio de las facultades, se puede observar:
1º. que cuando este ejercicio produce placer, no solo no hay repugnancia
á la accion, sino que hay inclinacion hácia ella; 2º. que la repugnancia
al trabajo es mas poderosa ántes de empezarle, porque entónces es
necesario un esfuerzo para poner en accion los órganos ó miembros; 3º.
que la repugnancia es nula cuando desplegado ya el movimiento, no ha
trascurrido aun el tiempo suficiente para hacer sentir el cansancio que
nace del quebranto de las fuerzas; 4º. que la repugnancia renace, y se
aumenta á medida que este quebranto se verifica; 5º. que los mas vivos
adolecen mas de este mal porque experimentan ántes al sufrimiento; 6º.
que los de índole versátil y lijera, suelen tener el mismo defecto, por
la sencilla razon de que á mas del esfuerzo que exige el trabajo, han de
menester otro para sujetarse á sí mismos venciendo su propension á
variar del objeto.

§ XXIX.
La inconstancia. Su naturaleza y orígen.
La inconstancia, que en apariencia no es mas que un exceso de actividad,
pues que nos lleva continuamente á ocuparnos de cosas diferentes, no es
mas que la pereza bajo un velo hipócrita. El inconstante sustituye un
trabajo á otro, porque así se evita la molestia que experimenta con la
necesidad de sujetar su atencion y accion á un objeto determinado. Así
es que todos los perezosos suelen ser grandes proyectistas; porque el
excogitar proyectos es cosa que ofrece campo á vastas divagaciones, que
no exigen esfuerzo para sujetar el espíritu; tambien suelen ser amigos
de emprender muchas cosas, sucesiva ó simultáneamente, siempre con el
bien entendido de no llevar á cabo ninguna.

§ XXX.
Pruebas y aplicaciones.
Vemos á cada paso hombres cuyos intereses y deberes reclaman ciertos
trabajos no mas pesados que los que ellos mismos se imponen: y no
obstante dejan aquellos por estos, sacrificando á su gusto el interes y
el deber. Han de despachar un expediente, y le dejan intacto, á pesar de
que no habian de emplear en él ni la mitad del tiempo que han gastado en
correspondencias insignificantes. Han de avistarse con una persona para
tratar un negocio; no lo hacen, y andan mas camino, y consumen mas
tiempo y mas palabras, hablando de cosas indiferentes. Han de acudir á
una reunion donde se han de ventilar asuntos de intereses: no ignoran lo
que se ha de tratar, y no habrian de hacer grande esfuerzo para
enterarse de lo que ocurra, y dar con acierto su dictámen; pues no
importa, aquellas horas reclamadas por sus intereses, las consumirán
quizas disputando de política, de guerra, de ciencias, de literatura, de
cualquier cosa, con tal que no sea aquello á que estan obligados. El
pasear, el hablar, el disputar, son sin duda ejercicio de facultades del
espíritu y del cuerpo; y no obstante en el mundo abundan los amigos de
pasear, los habladores y disputadores, y escasean los verdaderamente
laboriosos. Y esto ¿porqué? porque el pasear y hablar y disputar son
compatibles con la inconstancia, no exigen esfuerzo, consienten variedad
continua, llevan consigo naturales alternativas de trabajo y descanso,
enteramente sujetas á la voluntad y al capricho.

§ XXXI.
El justo medio entre dichos extremos.
Evitar la pusilanimidad sin fomentar la presuncion, sostener y alentar
la actividad sin inspirar vanidad, hacer sentir al espíritu sus fuerzas
sin cegarle con el orgullo, hé aquí una tarea difícil en la direccion de
los hombres, y mas todavía en la direccion de sí mismo. Esto es lo que
el Evangelio enseña, esto es lo que la razon aplaude y admira. Entre
dichos escollos debemos caminar siempre, no con la esperanza de no dar
jamas en ninguno de ellos, pero sí con la mira, con el deseo, y la
esperanza tambien, de no estrellarnos hasta el punto de perecer.
La virtud es difícil, mas no imposible: el hombre no la alcanza aquí en
la tierra sin mezcla de muchas debilidades que la deslustran; pero no
carece de los medios suficientes para poseerla y perfeccionarla. La
razon es un monarca condenado á luchar de continuo con las pasiones
sublevadas; pero Dios la ha provisto de lo necesario para pelear y
vencer. Lucha terrible, lucha penosa, lucha llena de azares y peligros,
mas por lo mismo tanto mas digna de ser ansiada por las almas generosas.
En vano se intenta en nuestro siglo proclamar la omnipotencia de las
pasiones, y lo irresistible de su fuerza para triunfar de la razon; el
alma humana, sublime destello de la divinidad, no ha sido abandonada por
su Hacedor. No hay fuerzas que basten á apagar la antorcha de la moral
ni en el individuo ni en la sociedad; en el individuo sobrevive á todos
los crímenes, en la sociedad resplandece aun despues de los mayores
trastornos: en el individuo culpable, reclama sus derechos con la voz
del remordimiento; en la sociedad, por medio de elocuentes protestas, y
de ejemplos heróicos.

§ XXXII.
La moral es la mejor guia del entendimiento práctico.
La mejor guia del entendimiento práctico, es la moral. En el gobierno de
las naciones, la política pequeña es la política de los intereses
bastardos, de las intrigas, de la corrupcion; la política grande es la
política de la conveniencia pública, de la razon, del derecho. En la
vida privada, la conducta pequeña es la de los manejos ignobles, de las
miras mezquinas, del vicio; la conducta grande es la que inspira la
generosidad y la virtud.
Lo recto y lo útil á veces parecen andar separados; pero no suelen
estarlo sino por un corto trecho; llevan caminos opuestos en apariencia,
y sin embargo el punto á que se dirigen es el mismo. Dios quiere por
estos medios, probar la fortaleza del hombre; y el premio de la
constancia no siempre se hace esperar todo en la otra vida. Que si esto
sucede una que otra vez, ¿es acaso lijera recompensa el descender al
sepulcro con el alma tranquila, sin remordimiento, y con el corazon
embriagado de esperanza?
No lo dudemos: el arte de gobernar no es mas que la razon y la moral
aplicadas al gobierno de las naciones; el arte de conducirse bien en la
vida privada, no es mas que el Evangelio en práctica.
Ni la sociedad ni el individuo olvidan impunemente los eternos
principios de la moral; cuando lo intentan por el aliciente del interes,
tarde ó temprano se pierden, perecen, en sus propias combinaciones. El
interes que se erigiera en ídolo, se convierte en víctima. La
experiencia de todos los dias es una prueba de esta verdad; en la
historia todos los tiempos la vemos escrita con caractéres de sangre.

§ XXXIII.
La armonía del universo defendida con el castigo.
No hay falta sin castigo; el universo está sujeto á una ley de armonía:
quien la perturba sufre. Al abuso de nuestras facultades físicas sucede
el dolor; á los extravíos del espíritu siguen el pesar y el
remordimiento. Quien busca con excesivo afan la gloria se atrae la
burla; quien intenta exaltarse sobre los demas con orgullo destemplado,
provoca contra sí la indignacion, la resistencia, el insulto, las
humillaciones. El perezoso goza en su inaccion, pero bien pronto su
desidia disminuye sus recursos, y la precision de atender á sus
necesidades le obliga á un exceso de actividad y de trabajo. El pródigo
disipa sus riquezas en los placeres y en la ostentacion: pero no tarda
en encontrar un vengador de sus desvaríos en la pobreza andrajosa y
hambrienta, que le impone en vez de goce privaciones, en vez de lujosa
ostentacion escasez vergonzosa. El avaro acumula tesoros temiendo la
pobreza; y en medio de sus riquezas sufre los rigores de esa misma
pobreza que tanto le espanta: él se condena á sí mismo á todos ellos,
con su alimento limitado y grosero, su traje sucio y raido, su
habitacion pequeña, incómoda y desaseada. No aventura nada por no perder
nada; desconfia hasta de las personas que mas le aman; en el silencio y
tinieblas de la noche visita sus arcas enterradas en lugares
misteriosos, para asegurarse que el tesoro está allí, y aumentarle
todavía mas; y entre tanto le acecha uno de sus sirvientes ó vecinos, y
el tesoro con tanto afan acumulado, con tanta precaucion escondido,
desaparece.
En el trato, en la literatura, en las artes, el excesivo deseo de
agradar produce desagrado; el afan por ofrecer cosas demasiado
exquisitas fastidia: lo ridículo está junto á lo sublime; lo delicado no
dista de lo empalagoso; el prurito de ofrecer cuadros simétricos, suele
conducir á contrastes disparatados.
En el gobierno de la sociedad el abuso del poder acarrea su ruina; el
abuso de la libertad da orígen á la esclavitud. El pueblo que quiere
extender demasiado sus fronteras, suele verse mas estrechado de lo que
exigen las naturales; el conquistador que se empeña en acumular coronas
sobre su cabeza, acaba por perderlas todas; quien no se satisface con el
dominio de vastos imperios, va á consumirse en una roca solitaria en la
inmensidad del Océano. De los que ambicionan el poder supremo, la mayor
parte encuentran la proscripcion ó el cadalso. Codician el alcázar de un
monarca, y pierden el hogar doméstico, sueñan en un trono y encuentran
un patíbulo.

§ XXXIV.
Observaciones sobre las ventajas y desventajas de la virtud en los
negocios.
Dios no ha dejado indefensas sus leyes, á todas las ha escudado con el
justo castigo; castigo que por lo comun se experimenta ya en esta vida.
Por esta razon los cálculos basados sobre el interes en oposicion con la
moral, estan muy expuestos á salir fallidos, enredándose la inmoralidad
en sus propios lazos. Mas no se crea que con esto quiera yo negar que el
hombre virtuoso se halle muchas veces en posicion sumamente
desventajosa, para competir con un adversario inmoral. No desconozco que
en un caso dado, tiene mas probabilidad de alcanzar un fin el que puede
emplear cualquier medio por no reparar en ninguno, como le sucede al
hombre malo; y que no dejara de ser un obstáculo gravísimo el tener que
valerse de muy pocos medios ó quizas solamente de uno, como le acontece
al virtuoso, á causa de que los inmorales son para él como si no
existiesen; pero si bien esto es verdad considerando un negocio
aislado, no lo es ménos que andando el tiempo, los inconvenientes de la
virtud se compensan con las ventajas; así como las ventajas del vicio se
compensan con los inconvenientes; y que en último resultado, un hombre
verdaderamente recto llegará á lograr el fruto de su rectitud alcanzando
el fin que discretamente se proponga; y que el inmoral expiará tarde ó
temprano sus iniquidades, encontrando la perdicion en la extremidad de
sus malos y tortuosos caminos.

§ XXXV.
Defensa de la virtud contra una inculpacion injusta.
Los hombres virtuosos y desgraciados, tienen cierta propension á señalar
sus virtudes como el orígen de sus desgracias; pues que á esto los
inclinan de consuno el deseo de ostentar su virtud, y el de ocultar sus
imprudencias; que imprudencias muy grandes se cometen tambien con la
intencion mas recta y mas pura. La virtud no es responsable de los males
acarreados por nuestra imprevision ó lijereza; pero el hombre suele
achacárselos á ella con demasiada facilidad. «Mi buena fe me ha
perdido,» exclama el hombre honrado víctima de una impostura; cuando lo
que le ha perdido no es su buena fe, sino su torpe confianza en quien le
ofrecia demasiados motivos para prudentes sospechas. ¿Acaso los malos no
son tambien con mucha frecuencia víctima de otros malos, y los pérfidos
de otros pérfidos? La virtud nos enseña el camino que debemos seguir,
mas no se encarga de descubrirnos todos los lazos que en él podemos
encontrar: esto es obra de la penetracion, de la prevision, del buen
juicio, es decir de un entendimiento claro y atinado. Con estas dotes no
está reñida la virtud, mas no siempre las lleva por compañeras. Como
fiel amiga de la humanidad se alberga sin repugnancia en el corazon de
toda clase de hombres; ora brille en ellos esplendente y puro el sol de
la inteligencia, ora esté oscurecido con espesa niebla.

§ XXXVI.
Defensa de la sabiduría contra una inculpacion infundada.
Creen algunos que los grandes talentos y el mucho saber, propenden de
suyo al mal; esto es una especie de blasfemia contra la bondad del
Criador. ¿La virtud necesita acaso las tinieblas? Los conocimientos y
las virtudes de la criatura, ¿no emanan acaso de un mismo origen, del
Sez İspan ädäbiyättän 1 tekst ukıdıgız.
Çirattagı - El Criterio - 15
  • Büleklär
  • El Criterio - 01
    Süzlärneñ gomumi sanı 4637
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1461
    33.5 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    48.1 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    56.7 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 02
    Süzlärneñ gomumi sanı 4728
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1492
    33.9 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    49.1 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    57.1 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 03
    Süzlärneñ gomumi sanı 4813
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1497
    34.7 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    50.1 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    58.2 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 04
    Süzlärneñ gomumi sanı 4775
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1618
    36.0 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    53.3 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    60.3 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 05
    Süzlärneñ gomumi sanı 4636
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1532
    33.8 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    48.9 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    56.4 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 06
    Süzlärneñ gomumi sanı 4725
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1602
    31.6 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    45.3 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    52.9 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 07
    Süzlärneñ gomumi sanı 4775
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1505
    36.5 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    50.6 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    56.8 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 08
    Süzlärneñ gomumi sanı 4794
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1555
    34.8 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    49.6 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    58.7 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 09
    Süzlärneñ gomumi sanı 4785
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1564
    34.2 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    49.6 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    57.5 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 10
    Süzlärneñ gomumi sanı 4722
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1686
    35.3 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    49.4 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    57.9 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 11
    Süzlärneñ gomumi sanı 4687
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1601
    33.4 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    48.4 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    56.2 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 12
    Süzlärneñ gomumi sanı 4732
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1466
    35.5 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    51.0 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    58.2 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 13
    Süzlärneñ gomumi sanı 4707
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1506
    33.8 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    49.3 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    56.4 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 14
    Süzlärneñ gomumi sanı 4761
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1543
    33.4 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    49.8 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    56.7 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 15
    Süzlärneñ gomumi sanı 4769
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1524
    35.3 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    50.5 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    58.8 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 16
    Süzlärneñ gomumi sanı 4757
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1581
    34.3 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    47.9 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    55.9 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 17
    Süzlärneñ gomumi sanı 4741
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1538
    33.0 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    48.4 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    57.4 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 18
    Süzlärneñ gomumi sanı 4755
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 1458
    34.7 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    48.3 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    55.0 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.
  • El Criterio - 19
    Süzlärneñ gomumi sanı 875
    Unikal süzlärneñ gomumi sanı 398
    47.3 süzlär 2000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    60.3 süzlär 5000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    67.3 süzlär 8000 iñ yış oçrıy torgan süzlärgä kerä.
    Härber sızık iñ yış oçrıy torgan 1000 süzlärneñ protsentnı kürsätä.