Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva-España (3 de 3) - 10

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é mulos de la arria, que serian cinco leguas de andadura, y mandó que
no fuesen ningunos á avisar cómo venia; y ántes que amaneciese con
dos horas llegó á la villa, y fuese derecho á la iglesia, que estaba
abierta la puerta, y se metió dentro en ella con toda su compañía; y
como era muy de mañana, vino el sacristan, que era nuevamente venido
de Castilla, y como vió la iglesia toda llena de gente forastera, y no
conocia á Cortés ni á los que con él estaban, salió dando voces á la
calle, llamando á la justicia, que estaban en la iglesia muchos hombres
forasteros, para que les mandasen salir della; y á las voces que dió
el sacristan, vino el alcalde mayor é otros alcaldes ordinarios, con
tres alguaciles é otros muchos vecinos con armas, pensando que era otra
cosa, y entraron de repente y comenzaron á decir con palabras airadas
que saliesen de la iglesia; y como Cortés estaba flaco del camino, no
le conocieron hasta que le oyeron hablar, é por los hábitos blancos
conocieron á fray Juan de las Varillas, aunque él los traia bien sucios
de la mar; y como vieron que era Cortés, vanle todos á besar las manos
y dalle la buena venida; pues á los conquistadores que vivian en
aquella villa Cortés los abrazaba y los nombraba por sus nombres, qué
tales estaban, y les decia palabras amorosas; y luego se dijo Misa,
y le llevaron á aposentar en las mejores casas que habia de Pedro
Moreno Medrano.
Y estuvo allí ocho dias, y le hicieron muchas fiestas y regocijos,
y luego por la posta envian mensajeros á Méjico á decir cómo habia
llegado; y Cortés escribió al tesorero y al contador, puesto que supo
que no era su amigo el contador, y á todos sus amigos y al monasterio
de San Francisco; de las cuales nuevas todos se alegraron; y como lo
supieron todos los indios de la redonda, tráenle presentes de oro y
mantas, y cacao y gallinas y frutas, y luego se partió de Medellin; é
yendo por su jornada, le tenian el camino limpio, y hechos aposentos
con grandes enramadas é con mucho bastimento para Cortés y todos los
que iban en su compañía.
Pues saber yo decir lo que los mejicanos hicieron de alegrías, que
se juntaron con todos los pueblos de la redonda de la laguna, y le
enviaron al camino gran presente de joyas de oro y ropa é gallinas, y
todo género de frutas de la tierra que en aquella sazon habia, y le
enviaron á decir que les perdone, por ser de repente su llegada, que no
le envian más; que de que vaya á su ciudad harán lo que son obligados,
y le servirán como á su capitan que los conquistó y los tiene en
justicia; y de aquella misma manera vinieron otros pueblos.
Pues la provincia de Tlascala no se olvidó mucho, que todos los
principales le salieron á recebir con danzas y bailes y regocijos y
muchos bastimentos, y desque llegó á obra de tres leguas de la ciudad
de Tezcuco, que es casi aquella ciudad tamaña poblacion con sus sujetos
como Méjico; de allí salió el contador Albornoz, que á aquel efecto
habia venido para recibir á Cortés por estar bien con él, que le temia
en gran manera; y juntó muchos españoles de todos los pueblos de la
redonda, y con los que estaban en su compañía y los caciques de aquella
ciudad, con grandes invenciones de juegos y danzas, fueron á recebir
á Cortés más de dos leguas; con lo cual se holgó; y cuando llegó á
Tezcuco le hicieron otro gran recibimiento, y durmió allí aquella
noche; y otro dia de mañana fué camino de Méjico, y escribióle el
tesorero y el cabildo, y todos los caballeros y conquistadores amigos
de Cortés, que se detuviese en unos pueblos dos leguas de Tenustitlan,
Méjico; que bien pudiera entrar aquel dia, y que lo dejase para otro
dia por la mañana, porque gozasen todos del gran recebimiento que le
hicieron, y salió el tesorero con todos los conquistadores y caballeros
y cabildo de aquella ciudad, y todos los oficiales en ordenanza, y
llevaron los más ricos vestidos y calzas y jubones que pudieron con
todo género de instrumentos; y los caciques mejicanos por su parte con
muchas maneras de invenciones de divisas y libreas que pudieron haber;
y la laguna llena de canoas, é indios guerreros en ellas, segun y de la
manera que solian pelear con nosotros, en el tiempo de Guatemuz, los
que salieron por las calzadas.
Fueron tantos los juegos y regocijos, que se quedarán por decir, pues
en todo el dia por las calles de Méjico todo era bailes y danzas, y
despues que anocheció muchas lumbres á las puertas.
Pues aun lo mejor quedaba por decir, que los frailes franciscos, otro
dia despues que Cortés hubo llegado, hicieron procesiones, dando muchos
loores á Dios por las mercedes que les habia hecho en haber venido
Cortés.
Pues volviendo á su entrada en Méjico, se fué luego al monasterio de
señor San Francisco, adonde hizo decir Misas, y daba loores á Dios,
que le sacó de los trabajos pasados de Honduras y le trujo á aquella
ciudad; y luego se pasó á sus casas, que estaban muy bien labradas,
con ricos palacios, y allí era servido y temido y tenido de todos como
un príncipe; y los indios de todas las provincias le venian á ver, y
le traian presentes de oro, y aun los caciques del peñol de Coatlan,
que se habian alzado, le vinieron á dar la bienvenida y le trujeron
presentes; y fué su entrada de Cortés en Méjico por el mes de Junio,
año de 1524 ó 25; y como Cortés hubo descansado, luego mandó prender
á los bandoleros, y comenzó á hacer pesquisas sobre los tratos del
factor y veedor; y tambien prendió á Gonzalo de Ocampo ó á Diego de
Ocampo, que no sé bien el nombre de pila, que fué al que hallaron los
papeles de los libelos infamatorios; y tambien se prendió á un Ocaña,
escribano, que era muy viejo, que llamaban cuerpo y alma del factor;
y despues que los tuvo presos, tenia pensamiento Cortés, viendo la
justicia que para ello habia, de hacer proceso contra el factor y
veedor; y por sentencia los despachó, y si de presto lo hiciera, no
hubiera en Castilla quien dijera: «Mal hizo Cortés;» y su Majestad lo
tuviera por bien hecho; y esto yo lo oí decir á los del Real consejo
de Indias, estando presente el señor Obispo Fray Bartolomé de las
Casas, en el año de 1540, cuando yo allá fuí sobre mis pleitos, que se
descuidó mucho Cortés en ello, y se lo tuvieron á flojedad.


CAPÍTULO CXCI.
CÓMO EN ESTE INSTANTE LLEGÓ AL PUERTO DE SAN JUAN DE ULÚA, CON TRES
NAVÍOS, EL LICENCIADO LUIS PONCE DE LEON, QUE VINO Á TOMAR RESIDENCIA Á
CORTÉS, Y LO QUE SOBRE ELLO PASÓ; É HAY NECESIDAD DE VOLVER ALGO ATRÁS
PARA QUE BIEN SE ENTIENDA LO QUE AGORA DIRÉ.

Ya he dicho en los capítulos pasados las grandes quejas que de Cortés
dieron ante su majestad, estando la córte en Toledo; y los que dieron
las quejas fueron los de la parte de Diego Velazquez, con todos los
por mí nombrados, y tambien ayudaron á ellas las cartas del Albornoz;
y como su majestad creyó que era verdad, habia mandado al almirante
de Santo Domingo que viniese con gran copia de soldados á prender á
Cortés y á todos los que fuimos en desbaratar á Narvaez; y tambien he
dicho que, como lo supo el duque de Béjar don Álvaro de Zúñiga, que fué
á suplicar á su majestad que hasta saber la verdad que no se creyese
de cartas de hombres que estaban muy mal con Cortés; é cómo no vino
el almirante, é las causas por qué; y cómo su majestad proveyó que
viniese un hidalgo que en aquella sazon estaba en Toledo, que se decia
el licenciado Luis Ponce de Leon, primo del conde de Alcaudete, y le
mandó que le viniese á tomar residencia, y si le hallase culpado en las
acusaciones que le pusieron, que le castigase de manera que en todas
partes fuese sonada la justicia que sobre ello hiciese; y para que
tuviese noticia de todas las acusaciones que acusaban á Cortés, trujo
consigo las memorias de las cosas que habian dicho contra Cortés, é
instrucciones por donde habia de tomar la residencia; y luego se puso
en la jornada y viaje con tres navíos, que esto no se me acuerda bien,
si eran tres ó cuatro, y con buen tiempo que le hizo llegó al puerto
de San Juan de Ulúa, y luego se desembarcó y se vino á la villa de
Medellin.
Y como supieron quién era y que venia por juez á tomar residencia á
Cortés, luego un mayordomo de Cortés que allí residia, que se decia
Gregorio de Villalóbos, en posta se lo hizo saber á Cortés, y en cuatro
dias lo supo en Méjico; de que se admiró Cortés, que tan de repente
le tomaba su venida, porque quisiera sabello más temprano para irle á
hacer la mayor honra y recebimiento que pudiera; y al tiempo que le
vinieron las cartas estaba en señor San Francisco, que queria recebir
el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, con y mucha humildad rogaba á
Dios que en todo le ayudase; y como tuvo las nuevas por muy ciertas,
de presto despachó mensajeros para saber quién eran los que venian, y
si traian cartas de su majestad; y desque vino la primera nueva dende
á dos dias vinieron tres mensajeros que enviaba el licenciado Luis
Ponce de Leon con cartas para Cortés, y una era de su majestad, por las
cuales supo que su majestad mandaba que le tomasen residencia; y vistas
las Reales cartas, con mucho acato é humildad las besó y puso sobre su
cabeza, y dijo que recibia gran merced que su majestad le enviase quien
le oyese de justicia, y luego despachó mensajeros con respuesta para
el mismo Luis Ponce, con palabras sabrosas y ofrecimientos muy mejor
dichos que yo lo sabré decir, é que le diese aviso por cuál de los dos
caminos queria venir, porque para Méjico habia un camino por una parte
é otro por un atajo, para que tuviese aparejado lo que convenia para
servir á criado de tan alto Rey y señor; y desque el licenciado vió las
cartas, respondió que venia muy cansado de la mar y que queria reposar
algunos dias, y dándole muchas gracias y mercedes por la gran voluntad
que mostraba.
Pues como algunos vecinos de aquella villa que eran enemigos de Cortés,
y otros de los que trujo Cortés consigo de lo de Honduras que no
estaban bien con él, que fueron de los que hubo desterrado de Pánuco,
y por cartas que luego le escribieron á Luis Ponce, de Méjico, otros
contrarios de Cortés, le dijeron que Cortés queria hacer justicia del
factor y veedor ántes que llegase á Méjico el licenciado; y más le
dijeron, que mirase bien por su persona, que si Cortés le escribió con
tantos ofrecimientos, es para saber por cuál de los dos caminos queria
venir, que era para despachalle, y que no se fiase de sus palabras ni
ofertas; y le dijeron otras muchas cosas de males que decian habia
hecho Cortés, así á Narvaez como á Garay, y de los soldados que dejaba
perdidos en Honduras, y sobre tres mil mejicanos que murieron en el
camino, y que un capitan que se decia Diego de Godoy, que dejó allá
poblando con obra de treinta soldados, todos dolientes, que creen que
serán muertos; é salió verdad así como se lo dijeron, lo de Godoy y
soldados; y que le suplicaban que luego en posta fuese á Méjico, y que
no curase de hacer otra cosa, é que tomase ejemplo en lo del capitan
Narvaez y en lo del adelantado Garay y en lo de Cristóbal de Tapia, que
no le quiso obedecer, y le hizo embarcar, é se volvió por donde vino;
y le dijeron otros muchos daños y desatinos contra Cortés, por ponelle
mal con él, y aun le hicieron encreyente que no le obedeceria.
Y como aquello vió el licenciado Luis Ponce, é traia consigo otros
hidalgos, que fueron el alguacil mayor Proaño, natural de Córdoba, y
á un su hermano, y á Salazar de la Pedrada, que venia por alcaide de
la fortaleza, que murió luego de dolor de costado, y á un licenciado ó
bachiller que se decia Márcos de Aguilar, y á un soldado que se decia
Bocanegra, de Córdoba, y á ciertos frailes de Santo Domingo, y por
provincial dellos un fray Tomás Ortiz, que decian habia estado ciertos
años por Prior en una tierra que llamaban, no me acuerdo el nombre; y
deste religioso, que venia por Prior, decian todos los que venian en su
compañía que era más desenvuelto para entender en negocios que no para
el santo cargo que traia.
Pues volviendo á nuestra relacion, el Luis Ponce tomó consejo con estos
hidalgos que traia en su compañía si iria luego á Méjico ó no, y todos
le aconsejaron que no se separase ni de dia ni de noche, creyendo que
era verdad lo que decian de los males de Cortés; por manera que cuando
los mensajeros de Cortés llegaron con otras cartas en respuesta de
las que le escribió el licenciado y mucho refresco que le traian, ya
estaba el licenciado cerca de Iztapalapa, donde se le hizo un gran
recebimiento con mucha alegría y contento que Cortés tenia con su
venida, y le mandó hacer un banquete muy cumplido; y despues de bien
servidos en la comida de muchos y buenos manjares, dijo Andrés de
Tapia, que sirvió en aquella fiesta de maestresala, que por ser cosa de
apetito para en aquel tiempo en estas tierras, porque era cosa nueva,
que si queria su merced que le sirviesen de natas y requesones; y
todos los caballeros que allí comian con el licenciado se holgaron que
los trujesen, y estaban muy buenas las natas y requesones, y comieron
algunos tanto dellos, que se le resolvió el estómago á uno dellos y
rebosó, y este porque comió demasiado dellos, y otros no tuvieron
ningun sentimiento de les haber hecho mal ni daño en el estómago; y
entónces dijo aquel religioso que venia por prior ó provincial, que se
decia fray Tomás Ortiz, que las natas é requesones venian revueltas con
rejalgar, y que él no las quiso comer por aquel temor; y otros que allí
comieron dijeron que vieron comer al fraile dellas hasta hartarse, y
habia dicho que estaban muy buenas; y por haber servido de maestresala
el Tapia sospecharon lo que nunca por el pensamiento le pasó.
Y volvamos á nuestra relacion; que en este recebimiento de Iztapalapa
no se halló Cortés, que en Méjico se quedó; mas fama hubo echadiza muy
secretamente que enviaba á Luis Ponce un buen presente de tejuelos y
barras de oro; esto no lo sé bien ni lo afirmo; otros dijeron que nunca
tal pasó.
Pues como Iztapalapa está dos leguas de Méjico, y tenia puestos hombres
para que le avisasen á qué hora venia á Méjico para salirle á recebir,
fué Cortés con toda la caballería que en Méjico habia, en que iban el
mismo Cortés é Gonzalo de Sandoval, y el tesorero Alonso de Estrada
y el contador, y todo el Cabildo de Méjico y los conquistadores, y
Jorge de Albarado y Gomez de Albarado, porque Pedro de Albarado en
aquella sazon no estaba en Méjico, sino en Guatimala, que habia ido
en busca de Cortés é de nosotros; y salieron otros muchos caballeros
que nuevamente habian venido de Castilla; y cuando encontraron á Luis
Ponce en la calzada se hicieron grandes acatos entre él é Cortés; y
el licenciado Luis Ponce en todo pareció muy bien mirado, que se hizo
muy de rogar sobre que Cortés le dió la mano derecha y él no la queria
tomar, y estuvieron en cortesías hasta que la tomó; y como entraron
en la ciudad, el licenciado iba admirado de la gran fortaleza que en
ella habia y de las muchas ciudades y poblaciones que habia visto en
la laguna, y decia que tenia por cierto no haber habido capitan en el
universo que con tan pocos soldados hubiese ganado tantas tierras ni
haber tomado tan fuerte ciudad; é yendo hablando en esto, se fueron
derechos al monasterio de San Francisco, adonde les dijeron Misa;
y despues de acabada la Misa, Cortés dijo al licenciado Luis Ponce
que presentase las Reales provisiones y entendiese en hacer lo que
su majestad le mandaba, porque él tenia que pedir justicia contra el
factor y veedor; y respondió que se quedase para otro dia; y de allí
le llevó Cortés, acompañado de toda la caballería que le habia salido
á recebir, á aposentar en sus palacios, donde le tenian todo entapizado
y una muy solene comida, y servida con tantas vajillas de oro y plata,
y con tal concierto, que el mismo Luis Ponce dijo secretamente al
alguacil mayor Proaño y á un Bocanegra que ciertamente que parecia que
Cortés en todos los cumplimientos y en sus palabras y obras que era de
muchos años atrás gran señor.
Y dejaré de hablar destas loas, pues no hacen á nuestra relacion,
y diré que otro dia fueron á la iglesia mayor, y despues de dicha
Misa, mandó que el cabildo de aquella ciudad estuviese presente, y
los oficiales de la Real hacienda y los capitanes y conquistadores de
Méjico: y cuando á todos los vió juntos, delante de dos escribanos, y
el uno era de los del cabildo y el otro que Luis Ponce traia consigo,
presentó sus Reales provisiones, y Cortés con mucho acato las besó
y puso sobre su cabeza, é dijo que las obedecia como mandamiento é
cartas de su Rey y señor, é las cumpliria pecho por tierra; y así lo
hicieron todos los caballeros conquistadores y cabildo y oficiales de
la Real hacienda de su majestad; y despues que esto fué hecho, tomó
el licenciado las varas de la justicia al alcalde mayor y alcaldes
ordinarios, y de la hermandad y alguaciles, y como las tuvo en su
poder, se las volvió á dar, y dijo á Cortés:
—«Señor capitan, esta gobernacion de vuesamerced me manda su majestad
que tome en mí, no porque deja de ser merecedor de otros muchos y
mayores cargos, mas hemos de hacer lo que nuestro Rey y señor nos
manda.»
Y Cortés con mucho acato le dió gracias por ello, y dijo que él
siempre está presto para lo que en servicio de su majestad le fuese
mandado; lo cual veria muy presto, y conoceria cuán lealmente habia
servido á nuestro Rey y señor, por las informaciones y residencia que
de él tomarian, y conoceria las malicias de algunas personas, que ya
le habrán á él ido con consejos y cartas llenas de malicias; y el
licenciado respondió que adonde hay hombres buenos tambien hay otros
que no lo son tales, que así es el mundo; que á los que ha hecho buenas
obras dirán bien dél, y á los que malas, al contrario; y en esto se
pasó aquel dia; é otro dia, despues de haber oido Misa, que se le dijo
en los mismos palacios donde posaba el licenciado, con mucho acato
envió con un caballero á que llamase á Cortés, estando delante el fray
Tomás Ortiz, que venia por prior, sin haber otras personas delante,
sino todos tres en secreto, con mucho acato le dijo el licenciado Luis
Ponce:
—«Señor capitan, sabrá vuesamerced que su majestad me mandó y encargó
que á todos los conquistadores que pasaron desde la isla de Cuba,
que se hallaron en ganar estas tierras y ciudad, y á todos los demas
conquistadores que despues vinieron, que les dé buenos indios en
encomienda, y anteponga y favorezca algo más á los primeros; y esto
digo, porque soy informado que muchos de los conquistadores que con
vuesamerced pasaron están con pobres repartimientos, y los ha dado á
personas que agora nuevamente han venido de Castilla, que no tienen
méritos; si así es, no le dió su majestad la gobernacion para este
efecto, sino para cumplir sus Reales mandos.»
Y Cortés dijo que á todos habia dado indios, y que la ventura de cada
uno era, que á unos cupieron buenos indios y á otros no tales, y que
lo podrá enmendar, pues para ello es venido, y los conquistadores
son merecedores dello; y tambien le preguntó que qué era de los
conquistadores que habia llevado á Honduras en su compañía, que cómo
los dejaba allá perdidos y muertos de hambre, en especial que le
informaron que un Diego de Godoy, que dejó por caudillo de treinta ó
cuarenta hombres en Puerto de Caballos, que le habian muerto indios,
porque todos estaban muy malos; y así como lo dijeron salió verdad,
como adelante diré; y que fuera bueno que, pues habian ganado aquella
ciudad y la Nueva-España, que quedaran á gozar el provecho, y á los
que habian nuevamente venido de Castilla aquellos llevara á conquistar
y poblar; y preguntó por el capitan Luis Marin é por Bernal Diaz del
Castillo y por ciertos soldados é los demas soldados que consigo
llevó; é Cortés le respondió que para cosas de afrenta y guerras no se
atreviera á ir á tierras largas si no llevara soldados conocidos, y
que presto vernian á aquella ciudad porque ya deben de venir camino, y
que en todo su merced les ayudase, y les diese buenas encomiendas de
indios.
Y tambien le dijo el licenciado Luis Ponce algo con palabras ásperas,
que cómo habia ido contra el Cristóbal de Olí tan léjos y largos
caminos sin tener licencia de su majestad, y dejar á Méjico en
condicion de se perder.
Á esto respondió que como capitan general de su majestad, que le
pareció que convenia aquello á su Real servicio porque otros capitanes
no se alzasen, que dello hizo primero relacion á su majestad; y demas
desto, le preguntó sobre la prision y desbarate de Narvaez, y de cómo
se le perdió la armada y soldados de Francisco de Garay, y de qué murió
tan presto, y de cómo hizo embarcar á Cristóbal de Tapia; y le preguntó
de otras muchas cosas que aquí no relato; y Cortés á todo le respondió
dándole razones muy buenas, de que Luis Ponce en algo parecia que
quedaba contento; y todo esto que le preguntaba traia por memoria de
Castilla y de otras muchas cosas que ya le habian dicho en el camino,
y en Méjico le habian informado dello: y como á aquestas preguntas que
hizo estaba presente el fray Tomás Ortiz, como las hubieron acabado
de decir, se fué Cortés á su posada, y secretamente apartó el fraile
á tres conquistadores amigos de Cortés, y les dijo que Luis Ponce
queria cortar la cabeza á Cortés, porque así lo traia mandado por su
majestad, é á aquel efeto le habia preguntado lo sobredicho; y aun el
mesmo fraile otro dia muy de mañana de secreto se lo dijo á Cortés por
estas palabras:
—«Señor capitan, por lo que os quiero, y de mi oficio y religion
es avisar en tales casos, hágoos, Señor, saber que Luis Ponce trae
provisiones de su majestad para os degollar.»
Y cuando Cortés esto oyó, é habian pasado los razonamientos por mí
dichos, estaba muy penoso y pensativo; y por otra parte le habian
dicho que aquel fraile era de mala condicion y bullicioso, y que no le
creyese muchas cosas de lo que decia; y segun apareció, dijo el fraile
aquellas palabras á Cortés á efeto que le echase por intercesor y
rogador que no le ejecutase el tal mandado, y porque le diese por ello
algunas barras de oro.
Otras personas dijeron que el Luis Ponce lo dijo por metelle temor
á Cortés é le echase rogadores que no le degollase; y como aquello
sintió Cortés, respondió al fraile con mucha cortesía y con grandes
ofrecimientos, y le dijo que ántes tenia creido que su majestad, como
cristianísimo Rey, que le enviaria á hacer mercedes por sus muchos
y buenos y leales servicios que siempre le hizo, y no se hallará
deservicio ninguno que haya hecho; y que con esta confianza estaba, y
que él tenia al Sr. Luis Ponce por persona que no saldria de lo que su
majestad le mandaba, y como aquello oyó el fraile, y no le rogó que
fuese su intercesor para con Luis Ponce, quedó confuso; y diré lo que
más pasó; porque Cortés jamás le dió ningunos dineros de lo que le
habia prometido.


CAPÍTULO CXCII.
CÓMO EL LICENCIADO LUIS PONCE, DESPUES QUE HUBO PRESENTADO LAS REALES
PROVISIONES Y FUÉ OBEDECIDO, MANDÓ PREGONAR RESIDENCIA CONTRA CORTÉS É
LOS QUE HABIAN TENIDO CARGOS DE JUSTICIA, Y CÓMO CAYÓ MALO DE MAL DE
MODORRA Y DELLA FALLECIÓ, Y LO QUE MÁS LE SUCEDIÓ.

Despues que hubo presentado Luis Ponce las Reales provisiones, con
mucho acato de Cortés y el cabildo y los demas conquistadores fué
obedecido; mandó pregonar residencia general contra Cortés y contra los
que habian tenido cargo de justicia y habian sido capitanes; y como
muchas personas que no estaban bien con Cortés, é otros que tenian
justicia sobre lo que pedian, qué priesa se daban de dar quejas de
Cortés y de presentar testigos, que en toda la ciudad andaban pleitos;
y las demandas que le ponian, unos que no les dió partes de oro, como
era obligado, é otros le demandaban que no les dió indios, conforme á
lo que su majestad mandaba, y los dió á criados de su padre Martin
Cortés y á otras personas sin méritos, criados de señores de Castilla.
Otros le demandaban caballos que les mataron en las guerras, que puesto
que habian habido mucho oro de que se les pudiera pagar, que no se les
satisfizo por quedarse con el oro. Otros demandaban afrentas de sus
personas, que por mandado de Cortés les habian hecho.
Volvamos á nuestra residencia, que luego que se comenzó á tomar quiso
nuestro Señor Jesucristo que por nuestros pecados y desdicha cayó malo
de modorra el licenciado Luis Ponce, y fué desta manera, que viniendo
del monasterio de señor San Francisco de oir Misa, le dió una muy recia
calentura, y echóse en la cama y estuvo cuatro dias amodorrido, sin
tener el sentido que convenia, y todo lo más del dia y de la noche era
dormir; y como aquello vieron los médicos que le curaban, que se decian
el licenciado Pedro Lopez y el doctor Ojeda y otro médico que él traia
de Castilla, todos á una les pareció que se confesase y recibiese los
Santos Sacramentos, y el mismo licenciado lo tuvo en gran voluntad; y
despues de recibidos con gran humildad y contricion, hizo testamento, y
dejó por su teniente de gobernador al licenciado Márcos de Aguilar, que
habia traido consigo desde la Española.
Otros dijeron que era bachiller, y no licenciado, y que no tenia
autoridad para mandar; y dejóle el poder desta manera: que todas las
cosas de pleitos y debates y residencias, y la prision del factor y
veedor, se estuviese en el estado que lo dejaba hasta que su majestad
fuese sabidor de lo que pasaba, y que luego hiciese mensajeros en un
navío á su majestad.
Y ya hecho su testamento y ordenada su ánima, al noveno dia que cayó
malo dió la ánima á nuestro Señor Jesucristo, y como hubo fallecido,
fueron grandes los lutos y tristezas que todos los conquistadores á
una sintieron: como si fuera padre de todos, así lo lloraban, porque
ciertamente él venia para remediar á los que hallase que derechamente
habian servido á su majestad, y ántes que muriese así lo suplicaba; y
le hallaron en los capítulos é instrucciones que de su majestad traia,
que diese de los mejores repartimientos de indios á los conquistadores,
de manera que conociesen mejoría en todo; y Cortés, con todos los más
caballeros de la ciudad, se pusieron luto y le llevaron á enterrar con
gran pompa á San Francisco, y con toda la cera que entónces se pudo
haber: fué su enterramiento muy solene para en aquel tiempo.
Oí decir á ciertos caballeros que se hallaron presentes cuando cayó
malo, que como Luis Ponce era músico y de suyo regocijado, por
alegralle le iban á tañer con una vigüela y á dar música, y que mandó
que le tañesen una baja, y con los piés estando en la cama hacia
sentido en la boca y los meneaba hasta acabarla, y acabada, perdió el
habla, que fué todo uno.
Pues como fué muerto y enterrado de la manera que dicho tengo, oir
el murmurar que en Méjico habia de las personas que estaban mal con
Cortés y con Sandoval, que dijeron y afirmaron que le dieron ponzoña
con que murió, que así habia hecho al Francisco de Garay; é quien más
lo afirmaba era fray Tomás Ortiz, ya que venia por prior de ciertos
frailes que traia en su compañía, que tambien murió de modorra el mesmo
prior de ahí á dos meses, él y otros frailes; y tambien quiero decir
que pareció ser que en el navío en que vino el Luis Ponce, que dió
pestilencia en ellos, porque á más de cien personas que en él venian
les dió modorra y dolencia de que murieron en la mar, y despues de
desembarcados en la villa de Medellin murieron muchos dellos, y aun de
los frailes quedaron muy pocos, y fué fama que aquella modorra cundió
en Méjico.


CAPÍTULO CXCIII.
CÓMO DESPUES QUE MURIÓ EL LICENCIADO PONCE DE LEON COMENZÓ Á GOBERNAR
EL LICENCIADO MÁRCOS DE AGUILAR, Y LAS CONTIENDAS QUE SOBRE ELLO HUBO,
Y CÓMO EL CAPITAN LUIS MARIN CON TODOS LOS QUE VENÍAMOS EN SU COMPAÑÍA
TOPAMOS CON PEDRO DE ALBARADO, QUE ANDABA EN BUSCA DE CORTÉS, Y NOS
ALEGRAMOS LOS UNOS CON LOS OTROS, PORQUE ESTABA LA TIERRA DE GUERRA,
POR LA PODER PASAR SIN TANTO PELIGRO.

Segun que lo habia dejado en el testamento Luis Ponce, todos los
conquistadores que estaban mal con Cortés quisieran que fuera la
residencia adelante, como le habian comenzado á tomar; y Cortés dijo
que no se podia entender en él, conforme al testamento de Luis Ponce;
mas que si quisiera tomársela el Márcos de Aguilar, que fuesen mucho
en buena hora; y habia otra contradiccion por parte del Cabildo de
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