Teatro selecto, tomo 1 de 4 - 04

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armoniosamente.

V.—Comedias filosóficas.
Son las mismas que D. Alberto Lista llamó _ideales_, incluyendo
malamente entre ellas algunas como _Saber del mal y del bien_,
_Gustos y disgustos son no más que imaginacion_, cuya filosofía se
reduce á las vulgarísimas máximas de su título, siendo por lo demas
comedias de enredo ó comedias palacianas semejantes á tantas otras.
Por consiguiente (salvo mejor parecer) creo que sólo dos obras
calderonianas deben incluirse en este grupo: _En esta vida todo es
verdad y todo es mentira_, y _La vida es sueño_.
Goza la primera de cierta celebridad en Europa desde los tiempos
de Voltaire que descubrió en ella el original del _Heraclio_, de
Corneille: lo cual han negado luégo Viguier y Philarète Chasles,
promoviendo una embrollada cuestion de originalidad. Pero aunque
sea cierto que de la comedia _En esta vida todo es verdad y todo es
mentira_ no descubrió Hartzenbusch edicion anterior á 1664, miéntras
que el _Heraclio_ aparece impreso en 1647, tambien lo es:
1.º Que Calderon no sabía frances, como lo prueban ciertos personajes
grotescos de sus entremeses, á quienes pretende hacer hablar en aquella
lengua.
2.º Que la historia literaria presenta cien casos de imitaciones de
obras españolas por dramáticos franceses del siglo XVII (testigos
_El Cid_, _El Mentiroso_ y muchos más), y un solo caso de imitacion
francesa en España, y es _El Honrador de su padre_, de Diamante.
3.º Que se han perdido casi todas las ediciones príncipes de nuestras
comedias, ya sueltas, ya en tomos de varios. Y áun suponiendo que
_En esta vida_... no se imprimiera hasta 1664, pudo llegar á Francia
manuscrita, como otras comedias nuestras que actores españoles
representaron allí, y cuyos manuscritos se conservan.
4.º Que el verdadero original de la comedia de Calderon es _La rueda de
la fortuna_, de Mira de Amescua, impresa desde 1616.
Esto sin otros argumentos más menudos, que ya esforzó el Sr.
Hartzenbusch.
Lo que Corneille tomó del drama de Calderon es la excelente situacion
trágica del primer acto, en que Heraclio y Leonido se disputan la
gloria de ser hijos del muerto emperador Mauricio, y el viejo Astolfo
que los habia criado se niega á revelar cuál de los dos es hijo
del tirano y cuál lo es de su enemigo. Todo el primer acto de _En
esta vida_ es (fuera de algunas manchas de diccion) una exposicion
admirable. Desde el segundo acto, la obra degenera en comedia de magia,
confusa y embrollada, y hecha más para prestigio de los ojos que para
solaz del entendimiento.
_La vida es sueño_ pasa por la obra maestra del poeta, y lo es sin
duda, si se atiende al vigor de la concepcion. No hay pensamiento
tan grande en ningun teatro del mundo. No sólo una sino várias tésis
están allí revestidas de forma dramática: primera, el poder del libre
albedrío que vence al influjo de las estrellas; segunda, la vanidad de
las pompas y grandezas humanas, y cierta manera de escepticismo en
cuanto á los fenómenos y apariencias sensibles; tercera, la victoria de
la razon, iluminada por el desengaño, sobre las pasiones desencadenadas
y los apetitos feroces del hombre en su estado natural y salvaje. _La
vida es sueño_ es cifra de la historia humana en general, y de la de
cada uno de los hombres en particular. Segismundo es lo que debia
ser, dado el propósito del autor, no un carácter, sino un símbolo.
No es escéptico como Hamlet: la tésis escéptica no es aquí más que
provisional, y cede ante una tésis dogmática más alta. La razon doma
á la concupiscencia; la fe aclara y resuelve el enigma de la vida
humana. El Segismundo bárbaro de la primera jornada _reprime_ (un
poco deprisa, es verdad, pero ya se sabe que el desarrollo artístico
en Calderon peca de atropellado) su fiera y brava condicion, hasta
convertirse en el héroe cristiano de la tercera jornada. El mismo autor
nos dió la clave del simbolismo en un auto titulado tambien _La vida
es sueño_, donde se generaliza y toma carácter universal y abstracto
la accion de la comedia. El protagonista es el hombre que con su
libre albedrío despeña al entendimiento, y cae en el pecado original,
regenerándose luégo por los méritos de la sangre de Cristo y por el
valor de sus propias obras ayudadas por la divina gracia.
El gérmen de la comedia, es decir, el sueño de Segismundo, está en
un cuento muy sabido de _Las mil y una noches_, pero sin alcance ni
significacion trascendente de ningun género. Todas las bellezas de la
obra de Calderon le pertenecen á él sólo. ¿A qué apuntar los pocos
lunares que la afean? Sobran sin duda las aventuras de la doncella
andante que va á Polonia á vengarse de un agravio; y no son modelo de
diccion las famosas décimas, aunque lo sean algunos de los monólogos de
Segismundo.

VI.—Dramas trágicos.
Seccion riquísima en las obras de nuestro poeta, y la más abundante en
joyas de alto precio.
Prescindamos de _La niña de Gomez Arias_, cuyo argumento es más propio
de la novela, donde todo cabe, hasta las aberraciones morales y los
casos patológicos, que del drama, en que siempre será repugnante
espectáculo el de un galan que por vil interes vende su dama á los
musulmanes. Además, esta obra es refundicion de otra de Luis Velez
de Guevara, y Calderon ha aprovechado escenas enteras de la comedia
primitiva.
_El Alcalde de Zalamea_ no sólo es la obra más popular de Calderon
entre españoles, sino la más perfecta y artística de todas las suyas.
Pueden encontrársela analogías con ciertas obras de Lope, verbi
gracia, _El mejor Alcalde el Rey_, _Fuente Ovejuna_, _Peribáñez y el
Comendador de Ocaña_, pero sólo á Calderon pertenecen el desarrollo y
los caracteres, que al reves de lo que sucede en otras obras suyas,
son vivos, personales, enérgicos y hasta ricos y complejos, dignos del
mismo Shakespeare. Y esto se diga no sólo del singularísimo D. Lope
de Figueroa (que más que tipo de fantasía, es valentísimo retrato),
caudillo viejo, jurador, impaciente y colérico, lleno de preocupaciones
militares, y á la vez noble, generoso, recto, caballero y hasta
afectuoso; no sólo del alcalde labrador Pedro Crespo, en quien se aunan
por arte maravilloso el sentimiento de la justicia y el sentimiento
vindicativo de la propia ofensa, sino hasta de los personajes más
secundarios, de los villanos, soldados y vivanderas, de Rebolledo y
la Chispa. La vida y la animacion corren á torrentes en este drama,
donde hay hasta despilfarro de poder característico. Y junto con ésto
la expresion suele ser sencilla, natural y _única_, de tal suerte
que el drama llegaria á los últimos lindes de la perfeccion, si no
fuera por aquella malhadada escena del bosque. ¿Pero quién no olvida
tan leve mácula, cuando ve á Pedro Crespo en la escena más admirable
que trazó Calderon, deponer la vara, y postrarse á los piés del
capitan, demandándole la reparacion de su honor, y cuando ve perdida
toda esperanza de concordia, levantarse como justicia y prenderle y
agarrotarle, confundiendo en uno el desagravio de la ley moral y el
desagravio de su sangre?
Rasgos trágicos de primer órden brillan en _Amar despues de la muerte_
ó _El Tuzaní de la Alpujarra_, cuyo argumento está tomado de las
_Guerras civiles de Granada_, de Ginés Perez de Hita. Interrogacion
digna de Shakespeare es la del Tuzaní cuando exclama, al oir jactarse
de su infame accion al asesino de Clara: «¿Fué como ésta la puñalada?»
Y todo su carácter, vengativo, celoso, reconcentrado y profundo, es de
purísima estirpe africana, y de sombría y vehemente inspiracion. Como
se trata de un asunto histórico casi contemporáneo, es grande el color
local, sobre todo en las escenas de la rebelion de los moriscos.
Nada ménos que cuatro dramas de Calderon versan sobre la pasion de los
celos, quizá la más dramática de todas y la más rica en contrastes,
agitaciones, antinomias y luchas. Calderon la ha descrito en su máximo
grado de exaltacion: no la ha analizado pacientemente y fibra á fibra,
y sin duda por eso quedan sus celosos inferiores á Otelo, y la misma
pasion resulta ó idealizada hasta el delirio como en el Tetrarca, ó
subordinada á rencores como en don Juan de Roca, ó á móviles de honra
como en don Gutierre de Solís: nunca tan humana como en el moro de
Venecia, en quien despues de todo no son los celos más que exaltacion y
quinta esencia del amor.
«Quisiera estarla matando nueve años seguidos. ¡Qué divina mujer!...»
Estas frases apasionadísimas que abundan en Shakespeare, jamás se le
escapan á Calderon. Sus maridos matan friamente, y porque así lo exigen
el _honor_ y las conveniencias sociales, cuya injusticia deploran con
amargura:
El legislador tirano
Que puso en ajena mano
Mi opinion, y no en la mia.
Vano fuera establecer cotejo entre tan correctos esclavos de la
_opinion_, y un bárbaro como Otelo, todo carne y sangre y hervor de
pasion, y por eso mismo humano, admirable y eterno.
Hay cierta gradacion en los cuatro dramas calderonianos. D. Juan de
Roca, _el pintor de su deshonra_, se venga del adulterio consumado: D.
Lope de Almeida toma _secreta venganza_ del _secreto_ propósito del
_agravio_ consentido: D. Gutierre Alfonso de Solís (encarnacion la
más completa del sentimiento del honor en lo que tiene de irracional
y falso) no venga agravio ninguno, pero quiere evitar hasta la sombra
y la posibilidad de él, por el sangriento medio de la incision en las
venas de su mujer: el Tetrarca, finalmente, no se venga de nada, sino
que inmola á la desdichada Mariene por egoismo y para evitar que otro,
despues de la muerte de él, la posea. Y sin embargo, el Tetrarca es
de todos ellos el único verdaderamente apasionado. Y áun puede decirse
que sus celos tienen más noble raíz y fundamento que los de Otelo;
pero tanto extremó el autor la nota idealista, que el Tetrarca llega
á parecer un energúmeno, fuera de todas las condiciones de la vida
humana. Así y todo, es gran carácter, y tiene el drama accidentes
bellísimos, como aquello de las _arrastradas pompas_; pero siempre
daremos la preferencia al _Médico de su honra_, como trasunto de un
modo de pensar social que era dramático, aunque tuviese una punta de
falsedad.

VII.—Comedias de capa y espada.
Son comedias de costumbres del tiempo, lozanas y vivideras, como todo
lo que arranca de las entrañas de la realidad. No constituyen la
porcion más trascendental de las obras de Calderon, pero sí la más
amena y la que más intacta ha conservado su fama, en medio de todos los
cambios de gusto. Hoy mismo son las obras suyas que con más deleite
vemos en las tablas. Son tambien las escritas con más llaneza, y las
más libres de culteranismo, aunque no de discreteos y sutilezas, que el
autor reprodujo, porque estaban en la conversacion del tiempo, y que
á veces se perdonan por lo ingeniosos y bizarros y por ser un rasgo
característico de la época, hijo de condiciones nativas del ingenio
español.
Respírase en todas estas obras delicado perfume de honor y galantería.
Todas se parecen, y todas son diferentes, sin embargo. Dan materia
á la fábula amores y celos. La casualidad enreda y rige la trama.
Los personajes inexcusables son un galan jóven, valiente, discreto,
pundonoroso y de noble estirpe (el cual suele haber militado en Flándes
ó en Italia); una dama tan noble y discreta como él, y además portento
de hermosura, casi siempre huérfana de madre, y sometida á un padre,
hermano ó tutor, más altiva que enamorada, algo soberbia de condicion
y no poco violenta y arrojada; otra pareja de galan y dama que tiene,
con ménos brillo, las mismas condiciones; un padre ó hermano, y á veces
dos, muy caballeros y muy guardadores de la honra de su casa, y á la
vez coléricos, impacientes y fáciles á la ira; un criado que lo anima
todo con sus chistes y aconseja ó ayuda á su amo en la arriesgada á
empresa. El amor que anda en juego es siempre amor lícito y honesto,
entre personas libres, y encaminado á matrimonio. Para estorbar tan
feliz resultado suelen atravesarse dos géneros de obstáculos, unos
casuales é imprevistos, otros morales, que generalmente nacen de los
celos del otro amante ó de la otra dama. El amante sospecha de la
fidelidad de la dama ó ésta de la suya: comienzan los celos y las
quejas: interviene á deshora en la plática el padre, el hermano ó el
otro galan: embózase nuestro héroe y los resiste á todos, alborotando
la calle: huye la dama despavorida y tapada á casa de una amiga ó á la
del mismo galan, que por de contado respeta escrupulosamente su honor:
y así va enredándose la madeja entre escondites, cuchilladas, embozos
y mantos, hasta que todo se aclara felizmente, y la doncella andante
premia en santo vínculo los afanes de su caballero. Sobre todo este
fondo un poco monótono añádase una portentosa variedad de invenciones
secundarias, un poder para atar y conducir la intriga mayor que el que
constituye la única gloria de Scribe y de tantos otros: póngase todo
en versos fáciles y numerosos, con toda la gala y abundancia de la
lengua castellana, y se tendrá idea de esas deliciosas comedias que se
llaman _Los empeños de un acaso_, _Mañanas de Abril y Mayo_, _La Dama
Duende_, _El escondido y la tapada_, _Dar tiempo al tiempo_, _Casa con
dos puertas_, y tantas y tantas entre las que apénas se puede escoger,
por que casi todas son oro de ley.
No ignoro los reparos que se han hecho y pueden hacerse á este género.
En primer lugar, la monotonía y pobreza del fondo, aunque la variedad
de incidentes la realce. Pero la vida de entónces era ménos vária y
complicada que la nuestra, y además una gran parte de las relaciones
sociales quedaban fuera de la jurisdiccion del poeta cómico, ya por
loable respeto á la santidad del hogar, ya porque aquel arte buscaba
por instinto lo que habia de noble, elevado y caballeresco en la vida
real, y no lo que deshacía ó turbaba su armonía.
En segundo lugar, y con más fundamento, puede achacarse á la comedia
calderoniana de enredo, escasa variedad de caracteres. Hase dicho que
el don Pedro y la doña Leonor de una comedia en nada difieren del
D. Juan y la doña María de otra, y que Calderon nunca vió ni acertó
á reproducir más que un mundo encantado en que todos los galanes
son celosos y valientes, todas las damas discretas y arriscadas,
y todos los criados decidores y chistosos. No negaremos que esto
sea verdad casi siempre (por la razon ántes apuntada), pero pueden
traerse excepciones muy notables. Aparte de que la identidad de los
graciosos (que no suelen ser lo mejor de Calderon), no es tanta como
se pondera, hay variedad hasta en los tipos femeninos, en que tampoco
llegó Calderon á la dulce ó apasionada ternura que acertó á poner en
sus heroínas Lope de Vega. Caracteres son, ó á lo ménos esbozos de
carácter, la dama culti-latini-parla de _No hay burlas con el amor_,
la hermosa necia y la fea discreta de _Cuál es mayor perfeccion_, la
mogigata y la coqueta de _Guárdate del agua mansa_, y la resuelta doña
Angela de _La Dama Duende_, sin otras que ahora no acuden á mi memoria.
Como carácter de galan trazó Calderon uno bellísimo en el D. Cárlos de
_No siempre lo peor es cierto_, prototipo de pasion generosa, delicada
y pura, como quien piensa y afirma
Que es hombre bajo, que es necio,
Es vil, es ruin, es infame
El que solamente atento
A lo irracional del gusto
Y á lo bruto del deseo,
Viendo perdido lo más
Se contenta con lo ménos.
Más grave pecado, y de este sí que no podemos absolver á Calderon,
es el empleo uniforme de ciertos recursos cómodos, pero que tienen
mucho de convencionales é inverosímiles. En nuestras comedias basta un
embozo ó un manto para hacer que desconozcan á una persona hasta sus
más familiares deudos y amigos. Las tapadas, los escondidos, las luces
apagadas, las puertas falsas, las alacenas giratorias, agradan en una
ó en dos comedias, pero repetidas hasta la saciedad, engendran hastío
y denuncian falta de inventiva en el poeta. No merecen tanta censura
los duelos y cuchilladas, que con ser tantos en sus comedias, áun eran
muchos más en la vida real. Y en cuanto á las visitas de las damas en
casa de sus galanes, desgracia es de nuestras actuales costumbres
el que no podamos concebirlas sino como pecaminosas, pero tampoco
es lícito dudar que á los contemporáneos les parecian verosímiles é
inocentes.
Se parecen mucho á las comedias de capa y espada (y tanto que no vale
la pena de hacer clase aparte, aunque la condicion de los protagonistas
sea diversa) ciertas comedias palacianas de Calderon, como _El secreto
á voces_, _El encanto sin encanto_, _La banda y la flor_, _Con quien
vengo, vengo_, etc., etc., en que son príncipes y grandes señores, en
vez de hidalgos de la clase media, los que andan envueltos en lances de
amor y celos. Calderon no hizo nada en este género que pueda compararse
con la profunda, sazonada y discreta ironía de Tirso en _El vergonzoso
en Palacio_ ó en _El castigo del pensé qué_.

VIII.—De otros géneros cultivados por Calderon.
Despues de maduro exámen no me he atrevido á incluir en esta coleccion
ninguno de los dramas de espectáculo ó comedias de tramoya, en que
Calderon fué fecundísimo. El poeta queda siempre en tales dramas
subordinado al maquinista y al pintor escenógrafo, y no hace obras de
arte mas que á medias. Quizá él se engañara hasta tener por las mejores
suyas las que escribia para los aparatosos festejos de los Sitios
Reales; pero la posteridad, más cuerda, las ha relegado al olvido.
Hoy no tienen más interes que el histórico y el de algunos buenos
versos acá y allá esparcidos y casi ahogados en un mar de enfática y
culterana palabrería. Juzgar á Calderon por tales dramas sería evidente
injusticia. Buscar en ellos pasion, interes, caracteres y color de
las respectivas épocas, fuera necedad y desvarío. Baste consignar
para recuerdo, que Calderon explotó grandemente los _Metamorfoseos_
ovidianos, y puso en escena casi todas las fábulas de la antigüedad:
los amores de _Apolo y Climene_, la caida del _Hijo del Sol, Faeton_,
la _Estatua de Prometeo_, el _Golfo de las Sirenas_, las _Fortunas
de Andrómeda y Perseo_, las aventuras de Hércules, Teseo y Jason, y
la estancia de Aquíles en casa del rey Licomedes, disfrazada con el
retumbante título de _El monstruo de los jardines_. Unicamente hemos
abierto la mano en cuanto á dos breves zarzuelas, _El laurel de Apolo_
y _La púrpura de la rosa_, que además de ser de las más antiguas
muestras de su género, contienen, sobre todo la primera, hermosos
rasgos de poesía lírica.
Por razones análogas hemos excluido á carga cerrada los dramas fundados
en libros de caballerías, v. gr., _Hado y Divisa_, _La Puente de
Mantible_, _El castillo de Lindabrídis_, _El jardin de Fabrina_;
así como los dramas históricos, v. gr., _El segundo Scipion_, _Las
armas de la hermosura_, _La gran Cenobia_, etc., en que innecesaria
y caprichosamente está falseada la historia, no sólo en su esencia y
en el carácter distintivo de las razas y de las civilizaciones, sino
hasta en los datos externos más vulgares, hasta suponer, v. gr., que
Coriolano toma las armas contra Roma por galantería y por impedir que
se cumpla una ley suntuaria sobre los trajes de las mujeres. Mascarada
semejante no la hay ni en la misma tragedia francesa.
Sólo dos de estos dramas, ambos de asunto cercano al poeta, merecen
conservarse: _La cisma de Ingalaterra_, no sólo por rasgos tan
valientes como aquel soberbio
Yo tengo de borrar cuanto tú escribas
pronunciado por la sombra de Ana Bolena, cuando el teólogo coronado,
amante suyo, prepara la refutacion de Lutero, sino por la útil materia
de comparacion que ofrece con el _Enrique VIII_ de Shakespeare. _El
sitio de Breda_, comedia soldadesca y de circunstancias, muy animada y
llena de rumbo, tropel y boato, viene á ser el cuadro de _Las lanzas_
puesto en verso; pero desgraciadamente lo que cabe y es hermoso en la
pintura, no lo es en el teatro.
Resumamos: Calderon, sin ser en todo rigor de arte el primero de
nuestros dramáticos, es el más profundo en las ideas, el de genio más
comprensivo y alto, quizá el más grande en lo trágico, y de cierto en
lo simbólico. Es además el poeta nacional por excelencia, español y
católico hasta los tuétanos é idealizador mágico de los sentimientos
caballerescos y de los más nobles impulsos de la raza. Si en los
caracteres fué débil, quizá debamos atribuirlo á que no acertó á ver
más que los lados simpáticos y nobles de la naturaleza humana. Lo que
pierde en universalidad, lo gana en sabor castizo. Sus defectos son los
del ingenio español; su grandeza se confunde con la de España, y no
morirá sino con ella. ¡Privilegio singular y para envidiado! Pero aún
hay otro más alto: el ser á un mismo tiempo poeta admirable de su raza
y de su siglo, y poeta y maestro y delicias de la humanidad en todas
las edades, como lo son Shakespeare y Cervántes.
M. MENÉNDEZ PELAYO.


DRAMAS RELIGIOSOS Y FILOSÓFICOS.


LA VIDA ES SUEÑO.


PERSONAS.

BASILIO, _rey de Polonia_.
SEGISMUNDO, _príncipe_.
ASTOLFO, _duque de Moscovia_.
CLOTALDO, _viejo_.
CLARIN, _gracioso_.
ESTRELLA, _infanta_.
ROSAURA, _dama_.
_Soldados._
_Guardas._
_Músicos._
_Acompañamiento._
_Criados._
_Damas._

La escena es en la corte de Polonia, en una fortaleza poco distante y
en el campo.


JORNADA PRIMERA.
_A un lado monte fragoso y al otro una torre cuya planta baja sirve
de prision á Segismundo. La puerta, que da frente al espectador, está
entreabierta. La accion principia al anochecer._

ESCENA PRIMERA.
ROSAURA, CLARIN.
_(Rosaura vestida de hombre aparece en lo alto de las peñas, y baja á
lo llano; tras ella viene Clarin.)_
ROSAURA.
Hipogrifo violento
Que corriste parejas con el viento,
¿Dónde rayo sin llama,
Pájaro sin matiz, pez sin escama,
Y bruto sin instinto
Natural, al confuso laberinto
Destas desnudas peñas
Te desbocas, arrastras y despeñas?
Quédate en este monte,
Donde tengan los brutos su Faetonte;
Que yo, sin más camino
Que el que me dan las leyes del destino.
Ciega y desesperada
Bajaré la aspereza enmarañada
Deste monte eminente,
Que arruga al sol el ceño de su frente.
Mal, Polonia, recibes
A un extranjero, pues con sangre escribes
Su entrada en tus arenas,
Y apénas llega, cuando llega á penas.
Bien mi suerte lo dice;
¿Mas dónde halló piedad un infelice?
CLARIN.
Dí dos, y no me dejes
En la posada á mí cuando te quejes;
Que si dos hemos sido
Los que de nuestra patria hemos salido
A probar aventuras,
Dos los que entre desdichas y locuras
Aquí habemos llegado,
Y dos los que del monte hemos rodado,
¿No es razon que yo sienta
Meterme en el pesar, y no en la cuenta?
ROSAURA.
No te quiero dar parte
En mis quejas, Clarin, por no quitarte,
Llorando tu desvelo,
El derecho que tienes tú al consuelo.
Que tanto gusto habia
En quejarse, un filósofo decia,
Que, á trueco de quejarse,
Habian las desdichas de buscarse.
CLARIN.
El filósofo era
Un borracho barbon: ¡oh! ¡quién le diera
Más de mil bofetadas!
Quejárase despues de muy bien dadas.
¿Mas qué haremos, señora,
A pié, solos, perdidos y á esta hora
En un desierto monte,
Cuando se parte el sol á otro horizonte?
ROSAURA.
¡Quién ha visto sucesos tan extraños!
Mas si la vista no padece engaños
Que hace la fantasía,
A la medrosa luz que áun tiene el dia,
Me parece que veo
Un edificio.
CLARIN.
Ó miente mi deseo,
Ó termino las señas.
ROSAURA.
Rústico nace entre desnudas peñas
Un palacio tan breve,
Que al sol apénas á mirar se atreve:
Con tan rudo artificio
La arquitectura está de su edificio,
Que parece, á las plantas
De tantas rocas y de peñas tantas
Que al sol tocan la lumbre,
Peñasco que ha rodado de la cumbre.
CLARIN.
Vámonos acercando;
Que este es mucho mirar, señora, cuando
Es mejor que la gente
Que habita en ella, generosamente
Nos admita.
ROSAURA.
La puerta
(Mejor diré funesta boca) abierta
Está, y desde su centro
Nace la noche, pues la engendra dentro.
_(Suenan dentro cadenas.)_
CLARIN.
¡Qué es lo que escucho, cielo!
ROSAURA.
Inmóvil bulto soy de fuego y hielo.
CLARIN.
¿Cadenita hay que suena?
Mátenme, si no es galeote en pena:
Bien mi temor lo dice.

ESCENA II.
SEGISMUNDO, _en la torre_.—ROSAURA, CLARIN.
SEGISM.
_(Dentro.)_ ¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
ROSAURA.
¡Qué triste voz escucho!
Con nuevas penas y tormentos lucho.
CLARIN.
Yo con nuevos temores.
ROSAURA.
Clarin...
CLARIN.
Señora...
ROSAURA.
Huyamos los rigores
Desta encantada torre.
CLARIN.
Yo áun no tengo
Ánimo para huir, cuando á eso vengo.
ROSAURA.
¿No es breve luz aquella
Caduca exhalacion, pálida estrella,
Que en trémulos desmayos,
Pulsando ardores y latiendo rayos,
Hace más tenebrosa
La oscura habitacion con luz dudosa?
Sí, pues á sus reflejos
Puedo determinar (aunque de léjos)
Una prision oscura,
Que es de un vivo cadáver sepultura;
Y porque más me asombre,
En el traje de fiera yace un hombre
De prisiones cargado,
Y sólo de una luz acompañado.
Pues huir no podemos,
Desde aquí sus desdichas escuchemos:
Sepamos lo que dice.
_(Abrense las hojas de la puerta, y descúbrese Segismundo con una
cadena y vestido de pieles. Hay luz en la torre.)_
SEGISM.
¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratais así,
Qué delito cometí
Contra vosotros naciendo:
Aunque si nací, ya entiendo
Qué delito he cometido:
Bastante causa ha tenido
Vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
Del hombre es haber nacido.
Solo quisiera saber
Para apurar mis desvelos
(Dejando á una parte, cielos,
El delito del nacer),
¿Qué más os pude ofender,
Para castigarme más?
¿No nacieron los demas?
Pues si los demas nacieron,
¿Qué privilegios tuvieron
Que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
Que le dan belleza suma,
Apénas es flor de pluma,
Ó ramillete con alas,
Cuando las etéreas alas
Corta con velocidad,
Negándose á la piedad
Del nido que deja en calma:
¿Y teniendo yo más alma,
Tengo ménos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
Que dibujan manchas bellas,
Apénas signo es de estrellas
(Gracias al docto pincel),
Cuando atrevido y cruel,
La humana[1] necesidad
Le enseña á tener crueldad,
Monstruo de su laberinto:
¿Y yo con mejor instinto
Tengo ménos libertad?
Nace el pez, que no respira,
Aborto de ovas y lamas,
Y apénas bajel de escamas
Sobre las ondas se mira,
Cuando á todas partes gira,
Midiendo la inmensidad
De tanta capacidad
Como le da el centro frio:
¿Y yo con más albedrío
Tengo ménos libertad?
Nace el arroyo, culebra
Que entre flores se desata,
Y apénas, sierpe de plata,
Entre las flores se quiebra,
Cuando músico celebra
De las flores la piedad,
Que le da la majestad
Del campo abierto á su huida:
¿Y teniendo yo más vida
Tengo ménos libertad?
En llegando á esta pasion,
Un volcan, un Etna hecho,
Quisiera arrancar del pecho
Pedazos del corazon:
¿Qué ley, justicia ó razon
Negar á los hombres sabe
Privilegio tan süave,
Excepcion tan principal,
Que Dios le ha dado á un cristal,
Á un pez, á un bruto y á un ave?
[1] Natural.
ROSAURA.
Temor y piedad en mí
Sus razones han causado.
SEGISM.
¿Quién mis voces ha escuchado?
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