Recuerdos Del Tiempo Viejo - 01

Total number of words is 4962
Total number of unique words is 1646
32.8 of words are in the 2000 most common words
47.3 of words are in the 5000 most common words
53.8 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.

RECUERDOS
DEL
TIEMPO VIEJO
POR
D. JOSÉ ZORRILLA.

BARCELONA.

IMPRENTA DE LOS SUCESORES DE RAMIREZ Y C.^A
Pasaje de Escudillers, número 4.
1880.


Este libro no necesitaba prólogo: la carta del señor Velarde, con la
cual va honrado, y la primera mia, contestacion á ella, justifican la
publicacion en _El Imparcial_ de los artículos cuya coleccion forma
el texto de este volúmen; y el motivo de coleccionarlos en él, es la
demanda que de su coleccion me han hecho los amigos que me leen y los
libreros que me venden.
Y que no se me ofenda ningun librero, ni se me engalle ningun Académico
por esta frase: porque se dice que se lee y que se vende á Quevedo
ó á Valera cuando se leen y se venden sus obras: lo mismo me sucede
á mí; unos me leen y otros me venden; y si los que me venden no me
vendieran, no me leerian los que me leen, y yo publico este libro por
agradecimiento á los unos y á los otros.
La razon y la escusa de lo que en él de mí mismo digo, van tambien
alegadas en su relato; pero de las circunstancias en que le he escrito
y del motivo de imprimirle dividido en dos partes y no en Madrid sinó
en Barcelona, me conviene, aunque necesario no sea, decir cuatro
palabras; siquiera no encuentren cuatro lectores á quienes leérmelas
interese, ni media docena que en leérmelas se complazcan.
Un 27 de Junio, á las siete de la mañana, entró la muerte calladamente
en mi casa, y dispersó con su guadaña una familia, para cuya reunion
habia yo trabajado mucho tiempo y agotado mis ahorros. En el inmenso
y legítimo duelo en que aquella muerte dejaba sumida mi casa, en cuyo
escondido hogar me habia ya sumido modestamente _á vivir en el olvido
y á morir en paz con Dios_, quedábame por solo recurso y por última
esperanza el resto de las dos veces mermada pension, que en 1871 me
habia concedido el Gobierno, cuyo ministro de Estado era el Excmo. Sr.
D. Cristino Martos; pero llegado el ocho de Julio, y transcurrido el
nueve, y pasado el diez, y visto que la libranza en que de Roma debia
venir mi mensualidad vencida no venia, telegrafié á mi apoderado en la
capital del Orbe Cristiano, preguntándole por ella. ¡Ay de mí! con mi
telegrama se cruzó la carta suya, en que me participaba que por causa
de economías inexcusables en la Administracion de los Lugares Píos
españoles en Italia, mi comision habia sido suprimida: en consecuencia
y ajustadas por él mis cuentas con aquella piadosa Administracion, me
remitia los últimos sesenta y cinco duros que me restaban que cobrar
hasta la fecha de la supresion de mi sueldo.
Quedéme yo con la libranza delante de los ojos, el verano delante de
mí y detrás de mí los siete individuos de mi familia; y el ministro
de Estado en los baños, y el de Fomento en sus haciendas, y el Sr.
Cánovas mi amparador en Cotterets, y en Francia mi paño de lágrimas el
Capitan General Jovellar; quien en tales casos molesta por mí á todos
los ministros, y no pierde ocasion ni perdona empeño por sacarme del
mio. La moda, que deja á Madrid desierto durante el verano, me dejaba
á mí en Madrid como en medio del Sahara: la tierra bajo mis piés, el
cielo sobre mi cabeza, mi esperanza en Dios, y Dios tras el velo azul
del aire; que es impenetrable cortinaje del pabellon que le guarda de
las miradas de los hombres. ¿Cómo pasé yo aquellos tres meses?
No puedo hacer al tiempo volver atrás: no puedo quitarme de encima ni
uno solo de mis sesenta y cuatro años: no puedo hacer volver á mis
manos el capital pagado por las deudas de mi herencia paterna, ni lo
por mí gastado en vivir bien ó mal: no puedo rescindir los contratos de
venta de mi _Don Juan_ ni de mi _Zapatero y el Rey_, escritos cuando
la ley de propiedad no existia: esta ley no tiene efecto retroactivo
ni protege mi propiedad por lesion enorme: y no puedo pedir limosna en
España, sinó poniéndome al pecho un cartel que diga: «este es el autor
de _Don Juan Tenorio_, que mantiene en la primera quincena de Noviembre
todos los teatros de verso de España y América;»--pero para esto seria
preciso que yo esplicase cómo el autor de tal obra podia pedir limosna;
cosa muy fácil de esplicar, pero muy difícil de comprender.
Antes de pedirla escribí á mis editores de Barcelona, los Sres.
Montaner y Simon, dándoles cuenta de la suspension de mi sueldo
y pidiéndoles trabajo en su casa. Los Sres. Montaner y Simon me
contestaron que «los editores no tenian en su casa trabajo digno
de mí: pero que los amigos me enviaban adjunta una letra contra su
corresponsal.» El Arzobispo de Valencia, de cuya ciudad soy hijo
adoptivo, partió conmigo la limosna de sus pobres; el empresario
del Teatro Español me ofreció una cantidad que jamás pude cobrar en
contaduría; y al volver á Madrid el Sr. Conde de Toreno, ministro de
Fomento, me presenté en su antecámara, en la cual no me detuvo ni
un minuto. Expúsele en dos palabras mi posicion: asombróse de ella,
confesándome que estaba muy léjos de imaginársela tal; y prometiéndome
exponerla en consejo de ministros, en la primera ocasion, me dió cita
para el dia siguiente en el gabinete del señor Cárdenas, Subsecretario,
con quien iba inmediatamente á consultar un medio de venir en mi
auxilio. Al dia siguiente el Sr. Cárdenas, con una delicadeza y un
tacto que no podré jamás olvidar, me dijo: «que el señor Conde de
Toreno, sabiendo que para continuar ciertos trabajos legendarios en que
me ocupaba, necesitaria hacer algun viaje á alguna biblioteca ó archivo
de provincia, me daba por su mano una pequeñez para ayuda de gastos,» y
puso en la mia un bono de dos mil pesetas contra el Tesoro.
Pero miéntras todas estas cosas pasaban, habia pasado otra, principal
engendradora, orígen y causa más inmediatos de la confeccion de lo
en este libro compaginado. El Sr. D. Federico Balart, á quien suelo
pedir opinion y consejos sobre mis obras ántes de publicarlas, y á
quien voy ahora muchas veces á distraer de una mortal pesadumbre con mi
escéntrica conversacion y mis ideas estrafalarias, habia ido á hablar
en mi favor al propietario de _El Imparcial_. El Excmo. Sr. D. Eduardo
Gasset y Artime me abrió su casa, sus brazos y las columnas del _Lúnes_
de su periódico, pagándome mis artículos en más de lo que valen; el
Sr. Ortega Munilla, Director de los _Lúnes_, me hizo la distincion de
colocármelos inmediatamente despues de su semanal revista, y en la
redaccion de _El Imparcial_ encontré una nueva familia, que aceptó mi
compañía con cariño tan afectuoso y tan respetuosa cordialidad, que me
hicieron subir á los ojos dos lágrimas de gratitud, que no pudieron ya
sostener las ralas hebras que me restan de mis ántes espesas pestañas.
Miéntras, gracias al Sr. Gasset y Artime, volvia á contar con el pan
cotidiano, pasó al ministerio de Estado el señor Conde de Toreno,
volvió del extranjero el Sr. Presidente del Consejo de ministros, y
falleció el del Congreso, Adelardo Lopez de Ayala.--Pocos dias despues
del entierro de éste, el Sr. Cánovas del Castillo, cuya casa he tenido
siempre abierta y cuya amistad nunca se ha desmentido, me envió una
carta para el ministro de Estado; á cuya presentacion el Sr. Conde de
Toreno me dijo: «por el correo de hoy va á Roma la órden de continuar
pagando á V. su sueldo; pero tengo el sentimiento de haber tenido que
mermar de él doce mil reales, porque las economías ya hechas en la
Administracion de los Lugares Píos, no me han permitido devolverle los
treinta y seis mil reales que ántes cobraba.»--Recibí con gratitud lo
que se me daba, y me volví á mi casa, no ya como ántes resuelto
á vivir en el olvido
y á morir en paz con Dios,
como mi edad y la conveniencia de retirarme ya de la arena literaria me
lo exigian, sinó decidido por necesidad á luchar otra vez con la vida
y á morir sobre el trabajo; á lo que parece que me condenan mis viejos
pecados y las nuevas economías de los Lugares Píos. Ya varias veces en
algunos periódicos, que no sé por qué me son hostiles, se me ha echado
en cara el _no saber retirarme á tiempo_; pero no me han dicho á dónde;
puesto que saben que no puedo retirarme á un monasterio. Ya me habia
yo retirado á mi casa, y hacia ya año y medio que rehusaba presentarme
hasta en el ateneo, donde tántas consideraciones se me han tenido y
tántos aplausos se me han prodigado: pero al retirarme el gobierno
el sueldo con que únicamente podia retirarme como se me aconsejaba,
tuve yo por mejor consejo volver al trabajo y vivir honradamente de él
miéntras con él sustentarme pueda, que dejarme morir de inanicion y de
pesadumbre por dar gusto á los ya no le tienen de que viva yo entre la
gente, porque conceptúan que sesenta y cuatro años son demasiada larga
vida para un hombre á quien aun hay algunos que estiman y aplauden.
Pero juguemos limpio y hablemos claro por última vez. Yo no he pedido
amparo al gobierno para mi vejez alegando mérito alguno en mis obras,
ni yo he dicho á la nacion ni al gobierno que tuviesen _obligacion_
de ampararme: no: pero he propuesto esta cuestion.--«Mis obras, que
son tan malas como afortunadas, han enriquecido á muchos, y mi _Don
Juan_ mantiene en el mes de Octubre todos los teatros de España y las
Américas Españolas, ¿es justo que el que mantiene á tantos muera en el
hospital ó en el manicomio, por haber producido su _Don Juan_ en tiempo
en que aun no existia la ley de propiedad literaria?»
Y el gobierno ante quien espuse esta cuestion me subvencionó sobre los
fondos de los Lugares Píos españoles en Roma, y mi subvencion tiene el
carácter piadoso y de limosna con el que yo la pedí, sin que por ello
me crea ni deshonrado ni humillado: y miéntras con ella he vivido,
en lugar de echarme á dormir sobre mis doradas pajas, he entregado
concluido en 1873 á los editores Montaner y Simon mi leyenda del Cid
que consta de diez y nueve mil versos, y mi leyenda de los Tenorios
que tiene ocho mil; y hoy cuando lo que de mi subvencion me resta no
me basta por la posicion en que mi reputacion me coloca, recojo los
últimos destellos de mi decadente ingenio, los últimos alientos de
mis cansados pulmones, y los últimos átomos de honra y de brío que en
el corazon me restan, y me arrojo otra vez en los brazos del trabajo,
en vez de arrojarme por el balcon, ó en el fango de la holgazanería
á quejarme de la nacion y de sus gobiernos, á quienes no alcanza ni
obligacion ni responsabilidad alguna en la posicion en que me han
colocado mis circunstancias personales y mis negocios de familia.
Díme, pues, al trabajo, y entré en el del periodismo; que es el más
rudo por ser el más perentorio y asíduo, el más expuesto á la crítica y
el más coartado y riesgoso por la estrechez de la ley de imprenta, que
suele tener que regir en nuestro inquieto país; y siguiendo á medias
por no poderlo seguir por entero el consejo de los que retirarme me
aconsejaban, me retiré al segundo recinto del alcázar de las Bellas
Letras, descendí de sus salones de su piso principal á su piso bajo
con puerta y vistas al patio; es decir, que me retiré del gremio de
los poetas y renunciando á la poesía, me despedí del público de Madrid
en un romance cuyos versos son los últimos que he escrito, no volví á
presentarme como versificador ni como lector en acto alguno público y
anuncié que iba á escribir en prosa; comenzando á devanarme los sesos
en discurrir cómo servir con mi prosa los intereses del Sr. Gasset y
Artime, y algun manjar no indigesto á los suscritores de _El Imparcial_.
La primera carta del bravo Velarde me dió pié para contar lo pasado
en el cementerio al borde de la tumba de Larra: y por este recuerdo,
como quien tira de un hilo de una madeja enredada, fuí yo tirando de
mis pobres recuerdos del tiempo viejo, hasta formar con ellos el mal
devanado ovillo de lo contenido en este libro.--Viejo é ignorante, no
supe escribir más que mis personales memorias: los lectores de _El
Imparcial_, tal vez sorprendidos de leerme en prosa, tal vez pagados de
la anticuada construccion de la mia, y acaso más que de lo que yo en
ella decia, de la ingenuidad algo infantil con que yo lo iba diciendo,
encontraron entretenidos mis artículos del TIEMPO VIEJO: unos porque
refrescaban los suyos, y otros porque no habiendo alcanzado la época de
que en ellos hablo, ó lo que en ellos traigo á cuento ignoraban, ó lo
habian oido contar de muy diferente modo.
Como quiera que fuere, miéntras los publicaba en el periódico, recibí
varias cartas, unas anónimas y otras firmadas, en las cuales algunos me
aconsejaban que coleccionase mis artículos; y el Sr. Gasset y Artime,
renunciando generosamente en mi favor sus derechos á la propiedad
de mi por él tan bien pagado trabajo, me otorgó omnímoda y perpétua
facultad para hacer de él lo que más me conviniera.--El Sr. Ortega
Munilla se ofreció espontáneamente á ayudarme en tal publicacion y se
ocupaba ya de sus preliminares pormenores, cuando ocurrieron á la par
su desastrada caida del caballo y mi impensado viaje á Barcelona: cuyos
dos imprevistos acontecimientos me obligan á publicar este libro en la
capital del Principado y no en la coronada villa.
Pero ¿por qué? ¿A qué vine yo á Barcelona por siete dias y por qué me
quedo en ella por siete meses?
En uno y medio que en ella llevo no he tenido tiempo hasta hoy de
hacerme tal pregunta, y voy á ver si averiguo alguna razon que me sirva
de respuesta.
A pesar de mi necesidad de descanso, de la tenacidad con que há cerca
de dos años que rehuso toda invitacion á presentarme en público, y á
pesar, en fin, de mi deseo de complacer á los que me dicen «retírese
V.», es decir, «quítese V. de en medio», aun hay algunos que recordando
mis mejores años y olvidando los transcurridos, me buscan y me
solicitan con la vana ilusion de que aun puedo, como en otro tiempo,
cooperar en beneficio de sus empresas; y el país en donde por mí se
conservan mas ilusiones y simpatías es en Cataluña y sobre todo en
Barcelona. Así que el 27 de Octubre próximo pasado el empresario y el
director de la compañía de verso del teatro Principal de esta ciudad
me ofrecieron una indemnizacion por gastos de viaje, si emprendia
uno para enderezar y poner derecho sobre la escena á mi buen _Don
Juan Tenorio_; quien no sé por qué no queria tenerse este año muy en
equilibrio. Tenia yo que abocarme con mis editores Montaner y Simon,
para tratar de poner tambien en pié de imprenta á mi valiente Burgalés
Rodrigo Diaz, que agarrado al pupitre de mis editores, parece que
tampoco quiere dejarse meter en prensa; y con la esperanza de matar dos
pájaros de una pedrada, acepté la proposicion del viaje á Barcelona;
pero miéntras la libranza del empresario llegaba á Madrid, y ciertos
asuntos de mi jóven amigo el pintor Padró, que debia de acompañarme, se
allanaban, se perdieron cuarenta y ocho horas y llegué yo tarde para
enderezar á mi rebelde y voluntarioso _Don Juan_, y aún no he tenido
tiempo para tener cinco minutos de conversacion con mis editores del
Cid; porque el pueblo Barcelonés, que no me habia olvidado en los once
años que he pasado ausente de Cataluña, que se acordaba de que en
Barcelona habia yo tenido casa, y me habia _re_casado en su parroquia
de Santa Ana, y le habia leido muchos versos y me habia dado muchas
fiestas, en las cuales habia yo procurado derramar toda la espansiva
alegría de mi corazon de muchacho y toda la poesía de mi desordenada
imaginacion de loco, creyendo que para mí el tiempo no habia pasado
y que no habian pasado por él ni por mí los once años transcurridos,
se empeñó en pedirme, como quien pide peras al olmo, que hiciera y le
dijera lo que para él habia hecho y dicho cuando, con once años ménos,
aún tenia once partes de aliento más. Echó á un lado á mi pobre _Don
Juan_, y poniéndome en lugar suyo sobre la escena, oyó mi palabra ronca
con la cariñosa atencion de una madre que escucha la respiracion de su
hijo que duerme; me colmó de aplausos, me coronó de flores, no me dejó
ni dormir ni trabajar á fuerza de obsequios y convites; sus periódicos
publicaron mi retrato, las sociedades literarias se apoderaron de mí
y enfloraron el teatro catalan para escucharme; el Ateneo me dió una
velada y una primorosa medalla, y los Sucesores de Ramirez pusieron á
mi disposicion su magnífico establecimiento tipográfico; y esta vuelta
mia á Cataluña fué la vuelta del hijo pródigo al paterno hogar, y el
pueblo Barcelonés me dijo: «Sorrilla, parla, enrahona: ets á casa
teva;» y cayó en gracia cuanto hice y dije, y se me abrieron todas las
puertas y me recibieron como á hermano en todas las familias: y hé aquí
cómo y por qué se imprimen en Barcelona estos mis RECUERDOS DEL TIEMPO
VIEJO.
En ellos repito y amplifico lo que en este prólogo apunto: ni se hasta
dónde con ellos iré á parar, ni me detendrá en mi marcha el temor
de encontrarme al fin de ella cara á cara con mis contemporáneos,
despues de haberme juzgado á mí mismo y á los que conmigo abrieron
las puertas á la revolucion política y literaria del primer tercio de
nuestra centuria. La ingenuidad infantil y la sincera buena fé con
que hasta aquí los he escrito, creo que garantizan mi leal veracidad
para el porvenir: pero una vez que Dios prolonga mi vida hasta los
actuales y corrientes dias, á ellos pertenezco aún y en ellos voy á
vivir y de ellos voy á hablar y en ellos voy á meter mi baza y voy
por ellos á trabajar como trabajé por los pasados; y espero en Dios
que este trabajo no me deshonrará, porque fio en la justicia de mi
pueblo español que me rodeará del respeto á que siempre ha considerado
acreedor á quien envejece y muere sobre el trabajo, por no sucumbir á
la miseria y deshonrarse en la haraganería vergonzosa de los ingenios
vergonzantes por holgazanes.
Para no hacer de estos recuerdos un libro demasiado voluminoso, y en
tan pequeños caractéres impreso que resulte tan difícil como enojoso
de leer y de tener en las manos, lo he dividido en dos tomos pequeños.
No teniendo además la vanidad de creer que este miserable y prosáico
engendro mio, sea para mí la gallina de los huevos de oro, y deseando
saber el número de ejemplares que necesito para mis lectores, y por
el pedido del primero regular la tirada del segundo, suplico á mis
suscriptores que hagan la suscripcion al segundo al recibir ó comprar
el primero, en el recibo que le acompaña.
El tomo II llevará un apéndice nuevo en verso y prosa; y toda la obra
corregida y ampliada como permite el libro y no admite el periódico, va
dedicada al mas moderno y al mejor y mas bravo de mis amigos.


_Al Egregio Poeta_

DON JOSÉ VELARDE

_en prenda de amistad y agradecimiento_.
_José Zorrilla._
Barcelona 1.º de Enero de 1881.


I.
EL POETA ZORRILLA.

Era la tarde del 15 de Febrero de 1837. En el cementerio de la puerta
de Fuencarral, un numeroso concurso se apiñaba en derredor de un jóven
desconocido, delgado, pálido, de larga cabellera y expresivos ojos,
que, acongojado y convulso, leia, ante un féretro adornado con una
corona de laurel, una sentida poesía.
El concurso lo formaba todo el Madrid artístico; el féretro encerraba
el cadáver de Larra; el poeta era Zorrilla.
Aquella tarde fria y nebulosa fué solemne; vió la conjuncion de dos
crepúsculos. Un sol se alzaba en el oriente de la literatura al
hundirse otro sol en el ocaso.
A los desgarradores acentos de «La noche buena del poeta», de Fígaro,
último canto del cisne moribundo, cuyos ecos aún extremecian el aire,
se unieron los acordes del arpa de Zorrilla, primeros cantos de la
alondra al alba.
España, al perder al más grande de sus críticos, encontró al más
popular de sus poetas.
Desde aquel dia, la Fama fatigada va dando á todos los vientos el
nombre del vate inmortal. Desde aquel dia, sus estrofas sublimes
palpitan en todos los labios, y, como la voz divina, despiertan la
inspiracion en el alma de la juventud y la lanzan á la vida del arte.
Poeta formado de las entrañas de su pueblo, sus ideas, sus
sentimientos, aunque universales por lo que tienen de humanos, son ante
todo españoles; tánto que al vibrar su lira nos parece escuchar el
acento de la patria.
Vário y múltiple en sus concepciones y en la manera de expresarlas,
ora arrebatado, elocuente y profundo, ora tierno, sencillo y vulgar,
siempre ameno, siempre inesperado, siempre poeta, pulsa todas las
cuerdas y se reviste como Protéo de todas las formas para llegar á
todos los corazones.
Tiene su poesía algo de la ola que se hace espuma, de la luz que se
quiebra en colores, de la flor que se disuelve en aroma, algo, en fin,
de lo bello, inmaterializándose para confundirse en lo infinito; y es,
que así como la larva ha de trocarse en mariposa para volar, la poesía
ha de espiritualizarse para subir al cielo, que es su patria verdadera.
Hay una poesía que jamás envejece, que no puede morir, que halla eco en
todas las almas y hace latir al unísono todos los corazones; lenguaje
universal que entienden el niño y el viejo, el ignorante y el sabio, y
es la poesía de la naturaleza.
Y la naturaleza es la musa de Zorrilla, le da sus colores, le presta
sus armonías y encarna en sus versos que nos repiten los gemidos del
lago, las endechas del ruiseñor, los extremecimientos del trueno, y
nos pintan la nube que se tornasola, la espuma que bulle y el árbol que
florece.
Zorrilla ha sido anatematizado por los retóricos que jamás han previsto
á los poetas ni los han comprendido, preciándose de las medianías que
siguen sus reglas y odiando al génio que las deshace. Siguió cantando
el poeta y cayeron en el olvido las odas ampulosas, frias y limadas, y
surgió la poesía del sentimiento y se ensancharon los horizontes del
arte.
¡Siempre la misma lucha entre el sabio y el poeta, y siempre el poeta
vencedor!
Las murallas que guardan lo desconocido son de cristal para el génio
que penetra en el fondo de lo insondable. La obra del sabio es
perfectible, la del génio perfecta; aquel aprecia los pormenores, éste
abarca el conjunto; el uno halla, el otro crea; el sabio, para meditar,
se inclina hácia la tierra; el poeta, cuando canta, mira al cielo; y
es que el uno no va más allá de lo humano, y el otro se remonta á lo
divino.
Zorrilla venció. Hoy todos le respetan. Ni la envidia le muerde, pues
ni arrastrándose puede escalar la montaña de laureles que le sirve de
pedestal.
¿Y cómo no respetarle, si las doradas ilusiones, los dulces recuerdos
y los sueños juveniles de nuestras dos últimas generaciones están
iluminados por el fuego de la inspiracion del gran poeta? Sí; sus
versos fueron lo primero que balbucearon despues de las plegarias
maternales; y aquellas impresiones, como el troquel en el metal, han
dejado un sello imborrable en las almas.
Poeta de la tradicion, á su mágico acento, los héroes castellanos se
alzan de sus sepulcros de piedra apercibidos al combate; desfila la
comunidad por el cláustro sombrío de la gótica abadía, salmodiando
sus preces al rayo misterioso de la luna; aparece el castillo feudal
entre los riscos y breñas de la montaña; se coronan de arqueros las
almenas, suspira la hermosa castellana al escuchar la enamorada trova;
baja rechinando el puente levadizo para dar hospitalidad al peregrino,
y el terrible señor de horca y cuchillo apresta su mesnada ó se
lanza venablo en mano, azuzando la jauría por el bosque enmarañado
persiguiendo al colmilludo jabalí. Ahora surgen la tapada, el rodrigon
ceñudo, la dueña mediadora y el doncel galanteador; ahora se acuchillan
en la tortuosa callejuela dos rondadores de una misma dama, á la luz
mortecina de un retablo, ó bien se puebla de cármenes y harenes la vega
granadina, y resuenan en el Generalife los ecos de la zambra, y el
sarraceno corre la pólvora, y, como sol entre nubes, asoma al calado
ajimez la hermosísima sultana exclareciendo el dia con la luz de sus
ojos.
¡Qué poder el del génio! En vano curiosos eruditos é historiadores
concienzudos se afanan en dar á conocer el verdadero carácter de D.
Pedro de Castilla, en probar la muerte del rey D. Sebastian en el
inhospitalario suelo de Africa, y en negar la vida borrascosa de
Mañara, ó sea de D. Juan Tenorio.
¿Quiénes les han de creer? Para el pueblo, para todo el mundo, no hay
más D. Pedro de Castilla que el del _Zapatero y el Rey_, ni otro D.
Sebastian que el de _Traidor, inconfeso y mártir_, y D. Juan Tenorio
fué sevillano y mató al Comendador, y amó á D.ª Inés, y cenó con los
muertos y se fué á la gloria; porque no ha habido, ni hay, ni habrá
jamás verdades más creidas, más amadas y más libres del olvido que las
creaciones del génio.
Las obras de Zorrilla vivirán siempre. El fuego de la inspiracion, que
algunos creen fuego fátuo, es como la lava que se endurece y adquiere
la consistencia del bronce para resistir al tiempo. A más, que la
mano del «Cristo de la Vega», al desclavarse para jurar, decretó la
inmortalidad de nuestro poeta.
¿Cómo premia la patria los merecimientos de su exclarecido hijo?
Hoy que la edad le agobia y el trabajo le fatiga, le ha retirado la
modesta asignacion con que vivia y lo ha abandonado á la miseria, sin
duda para que ciña á un tiempo á sus sienes la corona de laurel de la
poesía y la de espinas del martirio.
José VELARDE.


II.
AL JÓVEN POETA
D. JOSÉ VELARDE.

Llegó á mis manos con retraso, porque vivo en el retiro de mi hogar,
por donde acaba de pasar la muerte, el artículo que me dedicó V. en el
número de _El Imparcial_, del lunes 29 de Setiembre; y he andado dos
dias perplejo y caviloso, sin poder hallar cómo darme por entendido de
lo que de mí dice V. en él. Corriendo empero, el tiempo, temiendo por
una parte que mi silencio le parezca descortesía, y no queriendo por
otra dar motivo á que el público crea que, hinchado de vanidad, acepto,
como buena y corriente moneda, todas las extremadas excelencias que á
mis versos atribuye, me resuelvo á dar á V. simplemente las gracias
en cuatro palabras; que cuanto más le parezcan vulgares, más han de
parecerle sinceras.
Yo soy, Sr. Velarde, lo único que he podido ser: lo único que Dios ha
querido que sea: un poeta español, hijo ignorante y desatalentado
de la naturaleza, que ha cantado á su patria, como ha podido; como
los pájaros cantan en la selva, como susurran las abejas al elaborar
sus panales; yo no me he jactado nunca de haber hecho mas, y á mi
presentacion en el Ateneo el año pasado, lo dije en esta quintilla de
mi _Canto del Fénix_:
Lo que hice, lo que dije, todo ese laberinto
de versos que concentran la esencia de mi sér,
de Dios son obra: un estro no pude haber distinto:
yo obré y hablé sintiendo y hablando por instinto:
ni supe hacer más que eso, ni pude más hacer.
Esta mi poesía del _Canto del Fénix_ es una respuesta anticipada que
yo dí á los primores con que V. en su artículo tan cariñosamente me
obsequia; y como sé que V. la sabe de memoria, no necesito añadir una
palabra más; V. que va hoy á la cabeza de aquella á quien yo llamé
estirpe generosa de la progénie nueva,
creyéndome ya en el caso en que yo me ponia en la penúltima estrofa de
mi _Canto del Fénix_, que dice:
Y si las tempestades que el porvenir amasa
en mi país me obligan á mendigar mi pan,
no dejes que en él nadie las puertas de su casa
empedernido cierre, ó esquivo diga--«¡Pasa!»--
al que mató á D. Pedro, al que salvó á D. Juan,
saltó V. el primero á la arena á romper la primera lanza en pró del
viejo, en quien V. ve un gigante á través del prisma del entusiasmo
con que le mira. Gracias, mil gracias, Sr. Velarde: ya sabia yo que la
juventud literaria de la generacion que á la mia sigue, no habia de
abandonar nunca al poeta que no ha inculcado más que amor á la patria,
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - Recuerdos Del Tiempo Viejo - 02
  • Parts
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 01
    Total number of words is 4962
    Total number of unique words is 1646
    32.8 of words are in the 2000 most common words
    47.3 of words are in the 5000 most common words
    53.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 02
    Total number of words is 5020
    Total number of unique words is 1691
    33.7 of words are in the 2000 most common words
    47.6 of words are in the 5000 most common words
    54.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 03
    Total number of words is 4966
    Total number of unique words is 1693
    34.4 of words are in the 2000 most common words
    48.3 of words are in the 5000 most common words
    54.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 04
    Total number of words is 4901
    Total number of unique words is 1679
    33.4 of words are in the 2000 most common words
    47.6 of words are in the 5000 most common words
    54.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 05
    Total number of words is 4954
    Total number of unique words is 1637
    32.2 of words are in the 2000 most common words
    46.1 of words are in the 5000 most common words
    53.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 06
    Total number of words is 4932
    Total number of unique words is 1602
    34.7 of words are in the 2000 most common words
    47.5 of words are in the 5000 most common words
    52.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 07
    Total number of words is 4871
    Total number of unique words is 1666
    34.9 of words are in the 2000 most common words
    49.4 of words are in the 5000 most common words
    55.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 08
    Total number of words is 4968
    Total number of unique words is 1661
    34.5 of words are in the 2000 most common words
    48.3 of words are in the 5000 most common words
    55.0 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 09
    Total number of words is 4944
    Total number of unique words is 1776
    30.6 of words are in the 2000 most common words
    44.1 of words are in the 5000 most common words
    51.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 10
    Total number of words is 5035
    Total number of unique words is 1609
    35.0 of words are in the 2000 most common words
    48.0 of words are in the 5000 most common words
    54.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 11
    Total number of words is 4706
    Total number of unique words is 1659
    32.8 of words are in the 2000 most common words
    45.9 of words are in the 5000 most common words
    53.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 12
    Total number of words is 5016
    Total number of unique words is 1658
    33.2 of words are in the 2000 most common words
    46.7 of words are in the 5000 most common words
    53.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 13
    Total number of words is 4947
    Total number of unique words is 1695
    35.6 of words are in the 2000 most common words
    50.5 of words are in the 5000 most common words
    57.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 14
    Total number of words is 4791
    Total number of unique words is 1806
    32.0 of words are in the 2000 most common words
    45.3 of words are in the 5000 most common words
    52.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 15
    Total number of words is 4863
    Total number of unique words is 1716
    33.0 of words are in the 2000 most common words
    47.1 of words are in the 5000 most common words
    53.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Recuerdos Del Tiempo Viejo - 16
    Total number of words is 1134
    Total number of unique words is 522
    36.6 of words are in the 2000 most common words
    47.6 of words are in the 5000 most common words
    54.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.