Luces de Bohemia: Esperpento - 3

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¡Pérez, no metas la pata! Don Filiberto, un servidor es neo-maltusiano.
DON FILIBERTO
¿Lo pone usted en las tarjetas?
DORIO DE GÁDEX
Y tengo un anuncio luminoso en casa.
DON LATINO
Y así, revertiéndonos la olla vacía, los españoles nos consolamos del
hambre y de los malos gobernantes.
DORIO DE GÁDEX
Y de los malos cómicos, y de las malas comedias, y del servicio de
tranvías, y del adoquinado.
PÉREZ
¡Eres un iconoclasta!
DORIO DE GÁDEX
Pérez, escucha respetuosamente y calla.
DON FILIBERTO
En España podrá faltar el pan, pero el ingenio y el buen humor no se
acaban.
DORIO DE GÁDEX
¿Sabe usted quién es nuestro primer humorista, Don Filiberto?
DON FILIBERTO
Ustedes los iconoclastas dirán, quizá, que Don Miguel de Unamuno.
DORIO DE GÁDEX
¡No, señor! El primer humorista es Don Alfonso XIII.
DON FILIBERTO
Tiene la viveza madrileña y borbónica.
DORIO DE GÁDEX
El primer humorista, Don Filiberto. ¡El primero! Don Alfonso ha batido
el récord haciendo presidente del Consejo a García Prieto.
DON FILIBERTO
Aquí, joven amigo, no se pueden proferir esas blasfemias. Nuestro
periódico sale inspirado por Don Manuel García Prieto. Reconozco que
no es un hombre brillante, que no es un orador, pero es un político
serio. En fin, volvamos al caso de nuestro amigo Mala Estrella. Yo
podría telefonear a la secretaría particular del Ministro: Está en
ella un muchacho que hizo aquí tribunales. Voy a pedir comunicación.
¡Válgame un santo de palo! Mala Estrella es uno de los maestros, y
merece alguna consideración. ¿Qué dejan esos caballeros para los chulos
y los guapos? ¡La gentuza de navaja! ¿Mala Estrella se hallaría como de
costumbre?...
DON LATINO
Iluminado.
DON FILIBERTO
¡Es deplorable!
DON LATINO
Hoy no pasaba de lo justo. Yo le acompañaba. ¡Cuente usted! ¡Amigos
desde París! ¿Usted conoce París? Yo fui a París con la Reina Doña
Isabel. Escribí entonces en defensa de la Señora. Traduje algunos
libros para la Casa Garnier. Fui redactor financiero de _La Lira
Hispano-Americana_: ¡Una gran revista! Y siempre mi seudónimo Latino de
Hispalis.
_Suena el timbre del teléfono. Don Filiberto, el periodista calvo y
catarroso, el hombre lógico y mítico de todas las redacciones, pide
comunicación con el Ministerio de Gobernación, Secretaría Particular.
Hay un silencio. Luego murmullos, leves risas, algún chiste en voz
baja. Dorio de Gádex se sienta en el sillón del Director, pone sobre
la mesa sus botas rotas y lanza un suspiro._
DORIO DE GÁDEX
Voy a escribir el artículo de fondo, glosando el discurso de nuestro
jefe: «¡Todas las fuerzas vivas del país están muertas!», exclamaba
aun ayer en un magnífico arranque oratorio nuestro amigo el ilustre
Marqués de Alhucemas. Y la Cámara, completamente subyugada, aplaudía
la profundidad del concepto, no más profundo que aquel otro: «Ya se
van alejando los escollos». Todos los cuales se resumen en el supremo
apostrofe: «Santiago y abre España, a la libertad y al progreso».
_Don Filiberto suelta la trompetilla del teléfono, y viene al centro
de la sala, cubriéndose la calva con las manos amarillas y entintadas:
¡Manos de esqueleto memorialista en el día bíblico del Juicio Final!_
DON FILIBERTO
¡Esa broma es intolerable! ¡Baje usted los pies! ¡Dónde se ha visto
igual grosería!
DORIO DE GÁDEX
En el Senado Yanqui.
DON FILIBERTO
¡Me ha llenado usted la carpeta de tierra!
DORIO DE GÁDEX
Es mi lección de filosofía. ¡Polvo eres, y en polvo te convertirás!
DON FILIBERTO
¡Ni siquiera sabe usted decirlo en latín! ¡Son ustedes unos niños
procaces!...
CLARINITO
Don Filiberto, nosotros no hemos faltado.
DON FILIBERTO
Ustedes han celebrado la gracia, y la risa en este caso es otra
procacidad. ¡La risa de lo que está muy por encima de ustedes! Para
ustedes no hay nada respetable: ¡Maura es un charlatán!
DORIO DE GÁDEX
¡El Rey del Camelo!
DON FILIBERTO
¡Benlliure un santi boni barati!
DORIO DE GÁDEX
Dicho en valenciano.
DON FILIBERTO
Cavestany, el gran poeta, un coplero.
DORIO DE GÁDEX
Profesor de guitarra por cifra.
DON FILIBERTO
¡Qué de extraño tiene que mi ilustre jefe les parezca un mamarracho!
DORIO DE GÁDEX
Un yerno más.
DON FILIBERTO
Para ustedes en nuestra tierra no hay nada grande, nada digno de
admiración. ¡Les compadezco! ¡Son ustedes bien desgraciados! ¡Ustedes
no sienten la Patria!
DORIO DE GÁDEX
Es un lujo que no podemos permitirnos. Espere usted que tengamos
automóvil, Don Filiberto.
DON FILIBERTO
¡Ni siquiera pueden ustedes hablar en serio! Hay alguno de ustedes,
de los que ustedes llaman maestros, que se atreve a gritar viva la
bagatela. ¡Y eso no en el café, no en la tertulia de amigos, sino en
la tribuna de la Docta Casa! ¡Y eso no puede ser, caballeros! Ustedes
no creen en nada: Son iconoclastas y son cínicos. Afortunadamente hay
una juventud que no son ustedes, una juventud estudiosa, una juventud
preocupada, una juventud llena de civismo.
DON LATINO
Protesto, si se refiere usted a los niños de la Acción Ciudadana.
Siquiera estos modernistas, llamémosles golfos distinguidos, no han
llegado a ser policías honorarios. A cada cual lo suyo. ¿Y parece ser
que esta tarde mataron a uno de esos pollos de gabardina? ¿Usted tendrá
noticias?
DON FILIBERTO
Era un pollo relativo. Sesenta años.
DON LATINO
Bueno, pues que lo entierren. ¡Que haya un cadáver más, solo importa a
la funeraria!
_Rompe a sonar el timbre del teléfono. Don Filiberto toma la
trompetilla y comienza una pantomima de cabeceos, apartes y gritos.
Mientras escucha con el cuello torcido y la trompetilla en la oreja,
esparce la mirada por la sala, vigilando a los jóvenes modernistas.
Al colgar la trompetilla tiene una expresión candorosa de conciencia
honrada. Reaparece el teósofo, en su sonrisa plácida, en el marfil de
sus sienes, en toda la ancha redondez de su calva._
DON FILIBERTO
Ya está transmitida la orden de poner en libertad a nuestro amigo
Estrella. Aconséjenle ustedes que no beba. Tiene talento. Puede hacer
mucho más de lo que hace. Y ahora váyanse y déjenme trabajar. Tengo que
hacerme solo todo el periódico.


ESCENA OCTAVA

_SECRETARÍA PARTICULAR DE SU EXCELENCIA. Olor de brevas habanas, malos
cuadros, lujo aparente y provinciano. La estancia tiene un recuerdo
partido por medio de oficina y sala de círculo con timba. De repente el
grillo del teléfono se orina en el gran regazo burocrático. Y Dieguito
García --Don Diego del Corral, en la Revista de Tribunales y Estrados--
pega tres brincos y se planta la trompetilla en la oreja._
DIEGUITO
¿Con quién hablo?
· · · · · · · · · · · · ·
Ya he transmitido la orden para que se le ponga en libertad.
· · · · · · · · · · · · ·
¡De nada! ¡De nada!
· · · · · · · · · · · · ·
¡Un alcohólico!
· · · · · · · · · · · · ·
Sí... Conozco su obra.
· · · · · · · · · · · · ·
¡Una desgracia!
· · · · · · · · · · · · ·
No podrá ser. ¡Aquí estamos sin un cuarto!
· · · · · · · · · · · · ·
Se lo diré. Tomo nota.
· · · · · · · · · · · · ·
¡De nada! ¡De nada!
_Max Estrella aparece en la puerta, pálido, arañado, la corbata
torcida, la expresión altanera y alocada. Detrás, abotonándose los
calzones, aparece el ujier._
EL UJIER
Deténgase usted, caballero.
MAX
No me ponga usted la mano encima.
EL UJIER
Salga usted sin hacer desacato.
MAX
Anúncieme usted al Ministro.
EL UJIER
No está visible.
MAX
¡Ah! Es usted un gran lógico. Pero estará audible.
EL UJIER
Retírese, caballero. Estas no son horas de audiencia.
MAX
Anúncieme usted.
EL UJIER
Es la orden... Y no vale ponerse pelmazo, caballero.
DIEGUITO
Fernández, deje usted a ese caballero que pase.
MAX
¡Al fin doy con un indígena civilizado!
DIEGUITO
Amigo Mala Estrella, usted perdonará que solo un momento me ponga a
sus órdenes. Me habló por usted la Redacción de _El Popular_. Allí le
quieren a usted. A usted le quieren y le admiran en todas partes. Usted
me deja mandado aquí y donde sea. No me olvide... ¡Quién sabe!... Yo
tengo la nostalgia del periodismo... Pienso hacer algo... Hace tiempo
acaricio la idea de una hoja volandera, un periódico ligero, festivo,
espuma de champaña, fuego de virutas. Cuento con usted. Adiós, maestro.
¡Deploro que la ocasión de conocernos haya venido de suceso tan
desagradable!
MAX
De eso vengo a protestar. ¡Tienen ustedes una policía reclutada entre
la canalla más canalla!
DIEGUITO
Hay de todo, maestro.
MAX
No discutamos. Quiero que el Ministro me oiga, y al mismo tiempo darle
las gracias por mi libertad.
DIEGUITO
El Señor Ministro no sabe nada.
MAX
Lo sabrá por mí.
DIEGUITO
El Señor Ministro ahora trabaja. Sin embargo, voy a entrar.
MAX
Y yo con usted.
DIEGUITO
¡Imposible!
MAX
¡Daré un escándalo!
DIEGUITO
¡Está usted loco!
MAX
Loco de verme desconocido y negado. El Ministro es amigo mío, amigo
de los tiempos heroicos. ¡Quiero oírle decir que no me conoce! ¡Paco!
¡Paco!
DIEGUITO
Le anunciaré a usted.
MAX
Yo me basto. ¡Paco! ¡Paco! ¡Soy un espectro del pasado!
_Su Excelencia abre la puerta de su despacho y asoma en mangas de
camisa, la bragueta desabrochada, el chaleco suelto, y los quevedos
pendientes de un cordón, como dos ojos absurdos bailándole sobre la
panza._
EL MINISTRO
¿Qué escándalo es este, Dieguito?
DIEGUITO
Señor Ministro, no he podido evitarlo.
EL MINISTRO
¿Y ese hombre quién es?
MAX
¡Un amigo de los tiempos heroicos! ¡No me reconoces, Paco! ¡Tanto me ha
cambiado la vida! ¡No me reconoces! ¡Soy Máximo Estrella!
EL MINISTRO
¡Claro! ¡Claro! ¡Claro! ¿Pero estás ciego?
MAX
Como Homero y como Belisario.
EL MINISTRO
Una ceguera accidental, supongo...
MAX
Definitiva e irrevocable. Es el regalo de Venus.
EL MINISTRO
Válgate Dios. ¿Y cómo no te has acordado de venir a verme antes de
ahora? Apenas leo tu firma en los periódicos.
MAX
¡Vivo olvidado! Tú has sido un vidente dejando las letras por hacernos
felices gobernando. Paco, las letras no dan para comer. ¡Las letras son
colorín, pingajo y hambre!
EL MINISTRO
Las letras, ciertamente, no tienen la consideración que debieran,
pero son ya un valor que se cotiza. Amigo Max, yo voy a continuar
trabajando. A este pollo le dejas una nota de lo que deseas... Llegas
ya un poco tarde.
MAX
Llego en mi hora. No vengo a pedir nada. Vengo a exigir una
satisfacción y un castigo. Soy ciego, me llaman poeta, vivo de
hacer versos y vivo miserable. Estás pensando que soy un borracho.
¡Afortunadamente! Si no fuese un borracho ya me hubiera pegado un tiro.
¡Paco, tus sicarios no tienen derecho a escupirme y abofetearme, y
vengo a pedir un castigo para esa turba de miserables, y un desagravio
a la Diosa Minerva!
EL MINISTRO
Amigo Max, yo no estoy enterado de nada. ¿Qué ha pasado, Dieguito?
DIEGUITO
Como hay un poco de tumulto callejero, y no se consienten grupos, y
estaba algo excitado el maestro...
MAX
He sido injustamente detenido, inquisitorialmente torturado. En las
muñecas tengo las señales.
EL MINISTRO
¿Qué parte han dado los guardias, Dieguito?
DIEGUITO
En puridad, lo que acabo de resumir al Señor Ministro.
MAX
¡Pues es mentira! He sido detenido por la arbitrariedad de un
legionario, a quien pregunté ingenuo, si sabía los cuatro dialectos
griegos.
EL MINISTRO
Real y verdaderamente la pregunta es arbitraria. ¡Suponerle a un
guardia tan altas Humanidades!
MAX
Era un teniente.
EL MINISTRO
Como si fuese un Capitán General. ¡No estás sin ninguna culpa! ¡Eres
siempre el mismo calvatrueno! ¡Para ti no pasan los años! ¡Ay, cómo
envidio tu eterno buen humor!
MAX
¡Para mí, siempre es de noche! Hace un año que estoy ciego. Dicto y mi
mujer escribe, pero no es posible.
EL MINISTRO
¿Tu mujer es francesa?
MAX
Una santa del Cielo, que escribe el español con una ortografía
del Infierno. Tengo que dictarle letra por letra. Las ideas se me
desvanecen. ¡Un tormento! Si hubiera pan en mi casa, maldito si me
apenaba la ceguera. El ciego se entera mejor de las cosas del mundo,
los ojos son unos ilusionados embusteros. ¡Adiós, Paco! Conste que no
he venido a pedirte ningún favor. Max Estrella no es el pobrete molesto.
EL MINISTRO
Espera, no te vayas, Máximo. Ya que has venido, hablemos. Tú resucitas
toda una época de mi vida, acaso la mejor. ¡Qué lejana! Estudiábamos
juntos. Vivíais en la calle del Recuerdo. Tenías una hermana. De tu
hermana anduve yo enamorado. ¡Por ella hice versos!
MAX
¡Calle del Recuerdo,
Ventana de Helena,
La niña morena
Que asomada vi!
¡Calle del Recuerdo
Rondalla de tuna,
Y escala de luna
Que en ella prendí!
EL MINISTRO
¡Qué memoria la tuya! ¡Me dejas maravillado! ¿Qué fue de tu hermana?
MAX
Entró en un convento.
EL MINISTRO
¿Y tu hermano Alex?
MAX
¡Murió!
EL MINISTRO
¿Y los otros? ¡Érais muchos!
MAX
¡Creo que todos han muerto!
EL MINISTRO
¡No has cambiado!... Max, yo no quiero herir tu delicadeza, pero en
tanto dure aquí, puedo darte un sueldo.
MAX
¡Gracias!
EL MINISTRO
¿Aceptas?
MAX
¡Qué remedio!
EL MINISTRO
Tome usted nota, Dieguito. ¿Dónde vives, Max?
MAX
Dispóngase usted a escribir largo, joven maestro: Bastardillos,
veintitrés, duplicado, Escalera interior, Guardilla B. Nota: Si en
este laberinto hiciese falta un hilo para guiarse, no se le pida a la
portera, porque muerde.
EL MINISTRO
¡Cómo te envidio el humor!
MAX
El mundo es mío, todo me sonríe, soy un hombre sin penas.
EL MINISTRO
¡Te envidio!
MAX
¡Paco, no seas majadero!
EL MINISTRO
Max, todos los meses te llevarán el haber a tu casa. ¡Ahora, adiós!
¡Dame un abrazo!
MAX
Toma un dedo, y no te enternezcas.
EL MINISTRO
¡Adiós, Genio y Desorden!
MAX
Conste que he venido a pedir un desagravio para mi dignidad, y un
castigo para unos canallas. Conste que no alcanzo ninguna de las dos
cosas, y que me das dinero, y que lo acepto porque soy un canalla. No
me estaba permitido irme del mundo, sin haber tocado alguna vez el
fondo de los Reptiles. ¡Me he ganado los brazos de Su Excelencia!
_Máximo Estrella con los brazos abiertos en cruz, la cabeza erguida,
los ojos parados, trágicos en su ciega quietud, avanza como un
fantasma. Su Excelencia, tripudo, repintado, mantecoso, responde con
un arranque de cómico viejo, en el buen melodrama francés. Se abrazan
los dos. Su Excelencia al separarse, tiene una lágrima detenida en
los párpados. Estrecha la mano del bohemio, y deja en ella algunos
billetes._
EL MINISTRO
¡Adiós! ¡Adiós! Créeme que no olvidaré este momento.
MAX
¡Adiós, Paco! ¡Gracias en nombre de dos pobres mujeres!
_Su Excelencia toca un timbre. El ujier acude soñoliento. Máximo
Estrella tanteando con el palo, va derecho hacia el fondo de la
estancia, donde hay un balcón._
EL MINISTRO
Fernández, acompañe usted a ese caballero, y déjele en un coche.
MAX
Seguramente que me espera en la puerta mi perro.
EL UJIER
Quien le espera a usted es un sujeto de edad, en la antesala.
MAX
Don Latino de Hispalis: Mi perro.
_El ujier toma de la manga al bohemio: Con aire torpón le saca del
despacho, y guipa al soslayo el gesto de Su Excelencia. Aquel gesto
manido de actor de carácter en la gran escena del reconocimiento._
EL MINISTRO
¡Querido Dieguito, ahí tiene usted un hombre a quien le ha faltado el
resorte de la voluntad! Lo tuvo todo, figura, palabra, gracejo. Su
charla cambiaba de colores como las llamas de un ponche.
DIEGUITO
¡Qué imagen soberbia!
EL MINISTRO
¡Sin duda, era el que más valía entre los de mi tiempo!
DIEGUITO
Pues véalo usted ahora en medio del arroyo, oliendo a aguardiente, y
saludando en francés a las proxenetas.
EL MINISTRO
¡Veinte años! ¡Una vida! ¡E inopinadamente, reaparece ese espectro
de la bohemia! Yo me salvé del desastre renunciando al goce de hacer
versos. Dieguito, usted de esto no sabe nada, porque usted no ha nacido
poeta.
DIEGUITO
¡Lagarto! ¡Lagarto!
EL MINISTRO
¡Ay, Dieguito, usted no alcanzará nunca lo que son ilusión y bohemia!
Usted ha nacido institucionista, usted no es un renegado del mundo del
ensueño. ¡Yo sí!
DIEGUITO
¿Lo lamenta usted, Don Francisco?
EL MINISTRO
Creo que lo lamento.
DIEGUITO
¿El Excelentísimo Señor Ministro de la Gobernación, se cambiaría por el
poeta Mala Estrella?
EL MINISTRO
¡Ya se ha puesto la toga y los vuelillos el Señor Licenciado Don Diego
del Corral! Suspenda un momento el interrogatorio su señoría, y vaya
pensando cómo se justifican las pesetas que hemos de darle a Máximo
Estrella.
DIEGUITO
Las tomaremos de los fondos de Policía.
EL MINISTRO
¡Eironeia!
_Su Excelencia se hunde en una poltrona, ante la chimenea que
aventa sobre la alfombra una claridad trémula. Enciende un cigarro con
sortija, y pide La Gaceta. Cabálgase los lentes, le pasa la vista, se
hace un gorro, y se duerme._


ESCENA NOVENA

_UN CAFÉ que prolongan empañados espejos. Mesas de mármol. Divanes
rojos. El mostrador en el fondo, y detrás un vejete rubiales, destacado
el busto sobre la diversa botillería. El Café tiene piano y violín. Las
sombras y la música flotan en el vaho de humo, y en el lívido temblor
de los arcos voltaicos. Los espejos multiplicadores están llenos de un
interés folletinesco, en su fondo, con una geometría absurda extravaga
el Café. El compás canalla de la música, las luces en el fondo de los
espejos, el vaho de humo penetrado del temblor de los arcos voltaicos,
cifran su diversidad en una sola expresión. Entran extraños, y son
de repente transfigurados en aquel triple ritmo, Mala Estrella y Don
Latino._
MAX
¿Qué tierra pisamos?
DON LATINO
El Café Colón.
MAX
Mira si está Rubén. Suele ponerse enfrente de los músicos.
DON LATINO
Allá está como un cerdo triste.
MAX
Vamos a su lado, Latino. Muerto yo, el cetro de la poesía pasa a ese
negro.
DON LATINO
No me encargues de ser tu testamentario.
MAX
¡Es un gran poeta!
DON LATINO
Yo no lo entiendo.
MAX
¡Merecías ser el barbero de Maura!
_Por entre sillas y mármoles llegan al rincón donde está sentado y
silencioso Rubén Darío. Ante aquella aparición, el poeta siente la
amargura de la vida, y con gesto egoísta de niño enfadado, cierra los
ojos, y bebe un sorbo de su copa de ajenjo. Finalmente, su máscara
de ídolo se anima con una sonrisa cargada de humedad. El ciego se
detiene ante la mesa y levanta su brazo, con magno ademán de estatua
cesárea._
MAX
¡Salud hermano, si menor en años, mayor en prez!
RUBÉN
¡Admirable! ¡Cuánto tiempo sin vernos, Max! ¿Qué haces?
MAX
¡Nada!
RUBÉN
¡Admirable! ¿Nunca vienes por aquí?
MAX
El café es un lujo muy caro, y me dedico a la taberna, mientras llega
la muerte.
RUBÉN
Max, amemos la vida, y mientras podamos, olvidemos a la Dama de Luto.
MAX
¿Por qué?
RUBÉN
¡No hablemos de Ella!
MAX
¡Tú la temes, y yo la cortejo! Rubén, te llevaré el mensaje que te
plazca darme para la otra ribera de la Estigia. Vengo aquí para
estrecharte por última vez la mano, guiado por el ilustre camello Don
Latino de Hispalis. ¡Un hombre que desprecia tu poesía, como si fuese
Académico!
DON LATINO
¡Querido Max, no te pongas estupendo!
RUBÉN
¿El señor es Don Latino de Hispalis?
DON LATINO
¡Si nos conocemos de antiguo, maestro! ¡Han pasado muchos años! Hemos
hecho juntos periodismo en _La Lira Hispano-Americana_.
RUBÉN
Tengo poca memoria, Don Latino.
DON LATINO
Yo era el redactor financiero. En París nos tuteábamos, Rubén.
RUBÉN
Lo había olvidado.
MAX
¡Si no has estado nunca en París!
DON LATINO
Querido Max, vuelvo a decirte que no te pongas estupendo. Siéntate e
invítanos a cenar. ¡Rubén, hoy este gran poeta nuestro amigo, se llama
Estrella Resplandeciente!
RUBÉN
¡Admirable! ¡Max, es preciso huir de la bohemia!
DON LATINO
¡Está opulento! ¡Guarda dos pápiros de piel de contribuyente!
MAX
¡Esta tarde tuve que empeñar la capa, y esta noche te convido a cenar!
¡A cenar con el rubio Champaña, Rubén!
RUBÉN
¡Admirable! Como Martín de Tours, partes conmigo la capa, transmudada
en cena. ¡Admirable!
DON LATINO
¡Mozo, la carta! Me parece un poco exagerado pedir vinos franceses.
¡Hay que pensar en el mañana, caballeros!
MAX
¡No pensemos!
DON LATINO
Compartiría tu opinión, si con el café, la copa y el puro nos
tomásemos un veneno.
MAX
¡Miserable burgués!
DON LATINO
Querido Max, hagamos un trato. Yo me bebo, modestamente, una chica
de cerveza, y tú me apoquinas en pasta, lo que me había de costar la
bebecua.
RUBÉN
No te apartes de los buenos ejemplos, Don Latino.
DON LATINO
Servidor no es un poeta. Yo me gano la vida con más trabajo que
haciendo versos.
RUBÉN
Yo también estudio las matemáticas celestes.
DON LATINO
¡Perdón entonces! Pues sí, señor, aun cuando me veo reducido al extremo
de vender entregas, soy un adepto de la Gnosis y la Magia.
RUBÉN
¡Yo lo mismo!
DON LATINO
Recuerdo que alguna cosa alcanzabas.
RUBÉN
Yo he sentido que los Elementales son Conciencias.
DON LATINO
¡Indudable! ¡Indudable! ¡Indudable! ¡Conciencias, Voluntades y
Potestades!
RUBÉN
Mar y Tierra, Fuego y Viento, divinos monstruos. ¡Posiblemente! Divinos
porque son Eternidades.
MAX
Eterna la Nada.
DON LATINO
Y el fruto de la Nada: Los cuatro Elementales, simbolizados en los
cuatro Evangelistas. La Creación, que es pluralidad, solamente comienza
en el Cuatrivio. Pero de la Trina Unidad, se desprende el Número. ¡Por
eso el Número es Sagrado!
MAX
¡Calla, Pitágoras! Todo eso lo has aprendido en tus intimidades con la
vieja Blavastky.
DON LATINO
¡Max, esas bromas no son tolerables! ¡Eres un espíritu profundamente
irreligioso y volteriano! Madame Blavastky ha sido una mujer
extraordinaria, y no debes profanar con burlas el culto de su memoria.
Pudieras verte castigado por alguna camarrupa de su karma. ¡Y no sería
el primer caso!
RUBÉN
¡Se obran prodigios! Afortunadamente no los vemos ni los entendemos.
Sin esta ignorancia, la vida sería un enorme sobrecogimiento.
MAX
¿Tú eres creyente, Rubén?
RUBÉN
¡Yo creo!
MAX
¿En Dios?
RUBÉN
¡Y en el Cristo!
MAX
¿Y en las llamas del Infierno?
RUBÉN
¡Y más todavía en las músicas del Cielo!
MAX
¡Eres un farsante, Rubén!
RUBÉN
¡Seré un ingenuo!
MAX
¿No estás posando?
RUBÉN
¡No!
MAX
Para mí, no hay nada tras la última mueca. Si hay algo, vendré a
decírtelo.
RUBÉN
¡Calla, Max, no quebrantemos los humanos sellos!
MAX
Rubén, acuérdate de esta cena. Y ahora, mezclemos el vino con las
rosas de tus versos. Te escuchamos.
_Rubén se recoge estremecido, el gesto de ídolo, evocador de terrores
y misterios. Max Estrella, un poco enfático, le alarga la mano. Llena
los vasos Don Latino. Rubén sale de su meditación con la tristeza vasta
y enorme esculpida en los ídolos aztecas._
RUBÉN
Veré si recuerdo una peregrinación a Compostela... Son mis últimos
versos.
MAX
¿Se han publicado? Si se han publicado, me los habrán leído, pero en tu
boca serán nuevos.
RUBÉN
Posiblemente no me acordaré.
_Un joven que escribe en la mesa vecina, y al parecer traduce, pues
tiene ante los ojos un libro abierto y cuartillas en rimero, se inclina
tímidamente hacia Rubén Darío._
EL JOVEN
Maestro, donde usted no recuerde, yo podría apuntarle.
RUBÉN
¡Admirable!
MAX
¿Dónde se han publicado?
EL JOVEN
Yo los he leído manuscritos. Iban a ser publicados en una revista que
murió antes de nacer.
MAX
¿Sería una revista de Paco Villaespesa?
EL JOVEN
Yo he sido su secretario.
DON LATINO
Un gran puesto.
MAX
Tú no tienes nada que envidiar, Latino.
EL JOVEN
¿Se acuerda usted, maestro?
_Rubén asiente con un gesto sacerdotal, y tras de humedecer los
labios en la copa, recita lento y cadencioso, como en sopor, y destaca
su esfuerzo por distinguir de eses y cedas._
RUBÉN
¡¡¡La ruta tocaba a su fin.
Y en el rincón de un quicio oscuro,
Nos repartimos un pan duro
Con el Marqués de Bradomín!!!
EL JOVEN
Es el final, maestro.
RUBÉN
Es la ocasión para beber por nuestro estelar amigo.
MAX
¡Ha desaparecido del mundo!
RUBÉN
Se prepara a la muerte en su aldea, y su carta de despedida fue la
ocasión de estos versos. ¡Bebamos a la salud de un exquisito pecador!
MAX
¡Bebamos!
_Levanta su copa, y gustando el aroma del ajenjo, suspira y evoca el
cielo lejano de París. Piano y violín atacan un aire de opereta, y la
parroquia del café lleva el compás con las cucharillas en los vasos.
Después de beber, los tres desterrados confunden sus voces hablando en
francés. Recuerdan y proyectan las luces de la fiesta divina y mortal.
¡París! ¡Cabaretes! ¡Ilusión! Y en el ritmo de las frases, desfila con
su pata coja, Papá Verlaine._


ESCENA DÉCIMA

_PASEO CON JARDINES. El cielo raso y remoto. La luna lunera.
Patrullas de caballería. Silencioso y luminoso rueda un auto. En la
sombra clandestina de los ramajes, merodean mozuelas pingonas y viejas
pintadas como caretas. Repartidos por las sillas del paseo, yacen
algunos bultos durmientes. Max Estrella y Don Latino caminan bajo las
sombras del paseo. El perfume primaveral de las lilas, embalsama la
humedad de la noche._
UNA VIEJA PINTADA
¡Morenos! ¡Chis!... ¡Morenos! ¿Queréis venir un ratito?
DON LATINO
Cuando te pongas los dientes.
LA VIEJA PINTADA
¡No me dejáis siquiera un pitillo!
DON LATINO
Te daré _La Corres_, para que te ilustres, publica una carta de Maura.
LA VIEJA PINTADA
Que le den morcilla.
DON LATINO
Se la prohíbe el rito judaico.
LA VIEJA PINTADA
¡Mira el camelista! Esperaros, que llamo a una amiguita. ¡Lunares!
¡Lunares!
_Surge La Lunares, una mozuela pingona, medias blancas, delantal,
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