Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (3 de 5) - 01

Total number of words is 4473
Total number of unique words is 1499
30.8 of words are in the 2000 most common words
42.9 of words are in the 5000 most common words
50.8 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.

HISTORIA
DEL
Levantamiento, Guerra y Revolución
de España.


HISTORIA
DEL
Levantamiento, Guerra y Revolución
DE ESPAÑA
POR
EL CONDE DE TORENO.
TOMO III.
Madrid:
IMPRENTA DE DON TOMÁS JORDÁN,
1835.


... quis nescit, primam esse historiæ legem, ne quid falsi dicere
audeat? deinde ne quid veri non audeat? ne qua suspicio gratiæ sit in
scribendo? ne qua simultatis?
CICER., _De Oratore, lib. 2, c. 15._


RESUMEN
DEL
LIBRO NOVENO.

_Conducta de la central después de Medellín. — Su decreto de 18 de
abril. — Ideas añejas de algunos de sus individuos. — Repruébalas
el gobierno inglés. — Fuerza que adquiere el partido de Jovellanos.
— Proposición de Calvo de Rozas para convocar a cortes, 15 de
abril. — Ensanche que se da a la imprenta. — Semanario patriótico.
— Descontentos con la junta. — Infantado. — Don Francisco Palafox.
— Montijo. — Alboroto que promueve el último en Granada, reprimido.
— Discútese en la junta convocar a cortes. — Decídese convocar las
cortes. — Decreto de 22 de mayo. — Efecto que produce en la opinión.
— Restablecimiento de todos los consejos en uno solo. — Operaciones
de los ejércitos. — Aragón. — Ríndese Jaca a los franceses. — El P.
Consolación. — Pérdida de Monzón. — Son rechazados los franceses en
Mequinenza. — Molina. — Pasa el 5.º cuerpo de Aragón a Castilla.
— Suchet sucede a Junot en el mando de Aragón. — Formación del 2.º
ejército español de la derecha. — Mándale Blake. — Reino de Valencia.
— Reúne Blake el mando de toda la corona de Aragón. — Muévese Blake.
— Conmociones en Aragón. — Albelda. — Tamarite. — Abandonan los
franceses a Monzón. — En vano intentan recobrarle. — Ríndense 600
franceses. — Entra Blake en Alcañiz. — Va Suchet a su encuentro. —
Batalla de Alcañiz. — Retírase Suchet a Zaragoza. — Situación crítica
de Suchet. — Partidarios. — Adelántase Blake a Zaragoza. — Batalla
de María. — Retírase Blake a Botorrita. — Retírase de Botorrita. —
Batalla de Belchite. — Resultas desastradas de la batalla. — Pasa
Blake a Cataluña. — Conspiración de Barcelona. — Suplicio de algunos
patriotas. — Sucesos del mediodía de España. — Mariscal Victor. —
Patriotismo de Extremadura. — Inacción de Victor. — Pasa Lapisse de
tierra de Salamanca a Extremadura. — Entra en Alcántara. — Únense
Lapisse y Victor. — Marchan contra Portugal. — Desisten de su intento.
— Muévese Cuesta. — Partidarios de Extremadura y Toledo. — Vuelan los
franceses el puente de Alcántara. — Ejército de la Mancha. — Va a su
encuentro sin fruto José Bonaparte. — Campaña de Talavera. — Fuerzas
que tomaron parte en ella. — Marcha Wellesley a Extremadura. — Planes
diversos de los franceses. — Situación de Soult. — Cuesta en las Casas
del Puerto. — Avístase allí con él Wellesley. — Plan que adoptan. —
Medidas que había tomado la central. — Marcha adelante el ejército
aliado. — Propone Wellesley a Cuesta atacar. — Rehúsalo el general
español. — Incomódase Wellesley. — Avanza solo Cuesta. — Reconcéntranse
los franceses. — Avanza Wilson a Navalcarnero. — Peligro que corre el
ejército de Cuesta. — Batalla de Talavera 27 y 28 de julio. — Severidad
de Cuesta. — Recompensas que da la junta central y el gobierno inglés.
— Retíranse los franceses a diversos puntos. — No sigue Wellington
el alcance. — Motivos de ello. — Llega Soult a Extremadura. — Va
Wellington a su encuentro. — Tropas que se agolpan al valle del Tajo.
— Cuesta se retira de Talavera. — El ejército aliado se pone en la
orilla izquierda del Tajo. — Paso del Arzobispo por los franceses.
— Deja Cuesta el mando. — Sucédele Eguía. — Nuevas disposiciones de
los franceses. — Encuéntranse Wilson y Ney en el puerto de Baños.
— Extorsiones del ejército de Soult. — Muerte violenta del obispo
de Coria. — Ejército de Venegas. — Su marcha. — Nómbrale la junta
capitán general de Castilla la Nueva. Su incertidumbre. — Defiende
el paso del Tajo en Aranjuez. — Batalla de Almonacid. — Retirada del
ejército español. — Su dispersión. — Contestaciones con los ingleses
sobre subsistencias. — Llegada a España del marqués de Wellesley. —
Plan de subsistencias. — Conducta y tropelías del gobierno de José. —
Opinión de Madrid. — Júbilo que allí hubo el día de Santa Ana. — Nuevos
decretos de José. — Medidas económicas. — Plata de particulares. — Del
palacio. — De iglesias. — Mr. Napier. — Cédulas hipotecarias. — Cédulas
de indemnización y recompensa. — Otros decretos._


HISTORIA
DEL
LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
de España.
LIBRO NOVENO.

El querer llevar a término en el libro anterior la evacuación de
Galicia y de Asturias, nos obligó a no detenernos en nuestra narración
hasta tocar con los sucesos de aquellas provincias en el mes de agosto.
Volveremos ahora atrás para contar otros no menos importantes que
acaecieron en el centro del gobierno supremo y demás partes.
[Sidenote: Conducta de la central después de Medellín.]
La rota de Medellín sobre el destrozo del ejército había causado en el
pueblo de Sevilla mortales angustias por la siniestra voz esparcida
de que la junta central se iba a Cádiz para de allí trasladarse
a América. Semejante nueva solo tuvo origen en los temores de la
muchedumbre y en indiscretas expresiones de individuos de la central.
Mas de estos los que eran de temple sereno y se hallaban resueltos a
perecer antes que a abandonar el territorio peninsular, aquietaron
a sus compañeros y propusieron un decreto publicado en 18 de abril,
[Sidenote: Su decreto de 18 de abril.] en el cual se declaraba que
nunca «mudaría [la junta] su residencia, sino cuando el lugar de
ella estuviese en peligro o alguna razón de pública utilidad lo
exigiese.» Correspondió este decreto al buen ánimo que había la junta
mostrado al recibir la noticia de la pérdida de aquella batalla, y a
las contestaciones que por este tiempo dio a Sotelo, y que ya quedan
referidas. Así puede con verdad decirse que desde entonces hasta
después de la jornada de Talavera fue cuando obró aquel cuerpo con más
dignidad y acierto en su gobernación.
[Sidenote: Ideas añejas de algunos de sus individuos.]
Antes algunos individuos suyos, si bien noveles repúblicos e hijos
de la insurrección, continuaban tan apegados al estado de cosas de
los reinados anteriores, que aun faltándoles ya el arrimo del conde
de Floridablanca, a duras penas se conseguía separarlos de la senda
que aquel había trazado; presentando obstáculos a cualquiera medida
enérgica, y señaladamente a todas las que se dirigían a la convocación
de cortes, o a desatar algunas de las muchas trabas de la imprenta.
Apareció tan grande su obstinación que no solo provocó murmuraciones
y desvío en la gente ilustrada, según en su lugar se apuntó, sino que
también se disgustaron todas las clases; y hasta el mismo gobierno
inglés, temeroso de que se ahogase el entusiasmo público, insinuó en
una nota de 20 de julio de 1809 que [*] [Sidenote: Repruébalas el
gobierno inglés. (* Ap. n. 9-1.)] «si se atreviera a criticar [son sus
palabras] cualquiera de las cosas que se habían hecho en España, tal
vez manifestaría sus dudas... de si no había habido algún recelo de
soltar el freno... a toda la energía del pueblo contra el enemigo.»
Tan universales clamores y los desastres, principal aunque costoso
despertador de malos o poco advertidos gobiernos, hicieron abrir
los ojos a ciertos centrales y dieron mayor fuerza e influjo al
partido de Jovellanos, [Sidenote: Fuerza que adquiere el partido de
Jovellanos.] el más sensato y distinguido de los que dividían a la
junta, y al cual se unió el de Calvo de Rozas, menor en número pero
más enérgico e igualmente inclinado a fomentar y sostener convenientes
reformas. Ya dijimos cómo Jovellanos fue quien primero propuso en
Aranjuez llamar a cortes, y también cómo se difirió para más adelante
tratar aquella cuestión. En vano con los reveses se intentó después
renovarla, esquivándola asimismo, mientras vivió, el presidente conde
de Floridablanca; a punto que no contento con hacer borrar el nombre de
cortes que se hallaba inserto en el primer manifiesto de la central,
rehusó firmar este, aun quitada aquella palabra, enojado con la
expresión sustituida de que se restablecerían «las leyes fundamentales
de la monarquía.» Rasgo que pinta lo aferrado que estaba en sus máximas
el antiguo ministro.
[Sidenote: Proposición de Calvo de Rozas para convocar a cortes, 15 de
abril.]
Ahora, muerto el conde y algún tanto ablandados los partidarios de
sus doctrinas, osó Calvo de Rozas proponer de nuevo, en 15 de abril,
el que se convocase la nación a cortes. Hubo vocales que todavía
anduvieron reacios, mas estando la mayoría en favor de la proposición,
fue esta admitida a examen; debiendo antes discutirse en las diversas
secciones en que para preparar sus trabajos se distribuía la junta.
[Sidenote: Ensanche que se da a la imprenta. Semanario patriótico.]
Por el mismo tiempo diose algún ensanche a la imprenta, y se permitió
la continuación del periódico intitulado _Semanario patriótico_, obra
empezada en Madrid por Don Manuel Quintana, y que los contratiempos
militares habían interrumpido. Tomáronla en la actualidad a su cargo
Don I. Antillón y Don J. Blanco, mereciendo este hecho particular
mención por el influjo que ejerció en la opinión aquel periódico, y por
haberse tratado en él con toda libertad, y por primera vez en España,
graves y diversas materias políticas.
[Sidenote: Descontentos con la junta.]
Mudado y mejorado así el rumbo de la junta, aviváronse las esperanzas
de los que deseaban unir a la defensa de la patria el establecimiento
de buenas instituciones, y se reprimieron aviesas miras de descontentos
y perturbadores. Contábanse entre los últimos muchos que estaban en
opuestos sentidos, divisándose, al par de individuos del consejo, otros
de las juntas, y amigos de la inquisición al lado de los que lo eran
de la libertad de imprenta. Desabrido por lo menos se mostró el duque
del Infantado, [Sidenote: Infantado.] no olvidando la preferencia que
se daba a Venegas, rival suyo desde la jornada de Uclés. [Sidenote: D.
Francisco de Palafox.] Creíase que no ignoraba los manejos y amaños
en que ya entonces andaban Don Francisco de Palafox y el conde del
Montijo, [Sidenote: Montijo.] persuadido el primero de que bastaba su
nombre para gobernar el reino, y arrastrado el segundo de su índole
inquieta y desasosegada.
[Sidenote: Alboroto que promueve el último en Granada, reprimido.]
Centellearon chispas de conjuración en Granada, a donde el del Montijo,
teniendo parciales, había acudido para enseñorearse de la ciudad.
Acompañole en su viaje el general inglés Doyle; y el conde, atizador
siempre oculto de asonadas, movió el 16 de abril un alboroto en que
corrieron las autoridades inminente peligro. La pérdida de estas
hubiera sido cierta si el del Montijo al llegar al lance no desmayara,
según su costumbre, temiendo ponerse a la cabeza de un regimiento
ganado en favor suyo y de la plebe amotinada. La junta provincial,
habiendo vuelto del sobresalto, recobró su ascendiente y prendió a
los principales instigadores. Mal lo hubiera pasado su encubierto
jefe, si, a ruegos de Doyle, a quien escudaba el nombre de inglés, no
se le hubiera soltado con tal que se alejara de la ciudad. Pasó el
conde a Sanlúcar de Barrameda, y no renunció ni a sus enredos ni a sus
tramas. Pero con el malogro de la urdida en Granada desvaneciéronse por
entonces las esperanzas de los enemigos de la central, conteniéndolos
también la voz pública, que pendiente de la convocación de cortes y
temerosa de desuniones quería más bien apoyar al gobierno supremo, en
medio de sus defectos, que dar pábulo a la ambición de unos cuantos,
cuyo verdadero objeto no era el procomunal.
[Sidenote: Discútese en la junta convocar a cortes.]
Mientras tanto, examinada en las diversas secciones de la junta la
proposición de Calvo de llamar a cortes, pasose a deliberar sobre ella
en junta plena. Suscitáronse en su seno opiniones varias, siendo de
notar que los individuos que había en aquel cuerpo más respetables por
su riqueza, por sus luces y anteriores servicios sostuvieron con ahínco
la proposición. De su número fueron el presidente marqués de Astorga,
el bailío Don Antonio Valdés, Don Gaspar de Jovellanos, Don Martín de
Garay y el marqués de Campo Sagrado. Alabose mucho el voto del último
por su concisión y firmeza. Explayó Jovellanos el suyo con la erudición
y elocuencia que le eran propias; mas excedió a todos en libertad y
en el ensanche que quería dar a la convocatoria de cortes el bailío
Valdés, asentando que salvo la religión católica y la conservación de
la corona en las sienes de Fernando VII, no deberían dejar aquellas
institución alguna ni ramo sin reformar, por estar todos viciados y
corrompidos. Dictámenes que prueban hasta qué punto ya entonces reinaba
la opinión de la necesidad y conveniencia de juntar cortes entre las
personas señaladas por su capacidad, cordura y aun aversión a excesos
populares.
Aparecieron como contrarios a la proposición Don José García de la
Torre, Don Sebastián Jócano, D. Rodrigo Riquelme y D. Francisco Javier
Caro. Abogado el primero de Toledo, magistrados los otros dos de poco
crédito por su saber, y el último mero licenciado de la universidad de
Salamanca, no parecía que tuviesen mucho que temer de las cortes ni de
las reformas que resultasen, y sin embargo se oponían a su reunión,
al paso que la apoyaban los hombres de mayor valía, y que pudieran
con más razón mostrarse más asombradizos. [Sidenote: Decídese convocar
las cortes.] A pesar de los encontrados dictámenes se aprobó por la
gran mayoría de la junta la proposición de Calvo y se trató luego de
extender el decreto.
Al principio presentose una minuta arreglada al voto del bailío
Valdés, mas conceptuando que sus expresiones eran harto libres, y aun
peligrosas en las circunstancias, y alegando de fuera y por su parte
el ministro inglés Frere razones de conveniencia política, variose el
primer texto, acordando en su lugar otro decreto que se publicó con
fecha de 22 de mayo,[2] [Sidenote: Decreto de 22 de mayo. (* Ap. n.
9-2.)] y en el que se limitaba la junta a anunciar «el restablecimiento
de la representación legal y conocida de la monarquía en sus antiguas
cortes, convocándose las primeras en el año próximo, o antes si las
circunstancias lo permitiesen.» Decreto tardío y vago, pero primer
fundamento del edificio de libertad que empezaron después a levantar
las cortes congregadas en Cádiz.
Disponíase también, por uno de sus artículos, que una comisión de cinco
vocales de la junta se ocupase en reconocer y preparar los trabajos
necesarios para el modo de convocar y formar las primeras cortes,
debiéndose además consultar acerca de ello a varias corporaciones y
personas entendidas en la materia.
[Sidenote: Efecto que produce en la opinión.]
El no determinarse día fijo para la convocación, el adoptar el lento
y trillado camino de las consultas, y el haber sido nombrados para la
comisión indicada, con los señores arzobispo de Laodicea, Castanedo y
Jovellanos, los señores Riquelme y Caro, enemigos de la resolución,
excitó la sospecha de que el decreto promulgado no era sino engañoso
señuelo para atraer y alucinar; por lo que su publicación no produjo en
favor de la central todo el fruto que era de esperarse.
[Sidenote: Restablecimiento de todos los consejos en uno solo.]
Poco después disgustó igualmente el restablecimiento de todos los
consejos: a sus adversarios por juzgar aquellos cuerpos, particularmente
al de Castilla, opuestos a toda variación o mejora, a sus amigos
por el modo como se restablecieron. Según decreto de 3 de marzo,
debía instalarse de nuevo el consejo real y supremo de Castilla,
reasumiéndose en él todas las facultades que, tanto por lo respectivo
a España como por lo tocante a Indias, habían ejercido hasta aquel
tiempo los demás consejos. Por entonces se suspendió el cumplimiento de
este decreto, y solo en 25 de junio se mandó llevar a debido efecto.
La reunión y confusión de todos los consejos en uno solo fue lo que
incomodó a sus individuos y parciales, y la junta no tardó en sentir de
cuán poco le servía dar vida y halagar a enemigo tan declarado.
A pesar de esta alternativa de varias y al parecer encontradas
providencias, la junta central, repetimos, se sostuvo desde el abril
hasta el agosto de 1809 con más séquito y aplauso que nunca; a lo que
también contribuyó no solo haber sido evacuadas algunas provincias
del norte, sino el ver que después de las desgracias ocurridas se
levantaban de nuevo y con presteza ejércitos en Aragón, Extremadura y
otras partes.
[Sidenote: Operaciones de los ejércitos. Aragón.]
Rendida Zaragoza, cayó por algún tiempo en desmayo el primero de
aquellos reinos. Conociéronlo los franceses, y para no desaprovechar
tan buena oportunidad, trataron de apoderarse de las plazas y puntos
importantes que todavía no ocupaban. De los dos cuerpos suyos que
estuvieron presentes al sitio de Zaragoza, se destinó el 5.º a aquel
objeto, permaneciendo el 3.º en la ciudad, cuyos escombros aún ponían
espanto al vencedor. Hubieran querido los enemigos enseñorearse de una
vez de Jaca, Monzón, Benasque y Mequinenza. Mas, a pesar de su conato,
no se hicieron dueños sino de las dos primeras plazas, aprovechándose
de la flaqueza de las fortificaciones y falta de recursos, y empleando
otros medios además de la fuerza.
[Sidenote: Ríndese Jaca a los franceses.]
Salió para Jaca el ayudante Fabre, del estado mayor, llevando consigo
el regimiento 34.º y un auxiliar de nuevo género, que desdecía del
pensar y costumbres de los militares franceses. Era pues este un fraile
agustino, de nombre fray José de la Consolación, [Sidenote: El Padre
Consolación.] misionero tenido en la tierra en gran predicamento,
mas de aquellos cuyo traslado con tanta maestría nos ha delineado
el festivo y satírico padre Isla. El 8 de marzo entró el fray José
en la plaza, y la elocuencia que antes empleaba, si bien con poca
mesura, por lo menos en respetables objetos, sirviole ahora para
pregonar su misión en favor de los enemigos de la patria, no siendo
aquella la sola ocasión en que los franceses se valieron de frailes y
de medios análogos a los que reprendían en los españoles. Convocó a
junta el padre Consolación a las autoridades y a otros religiosos, y
saliéndole vanas por esta vez sus predicaciones, fomentó en secreto,
ayudado de algunos, la deserción, la cual creció en tanto grado que no
quedando dentro sino poquísimos soldados, tuvo el 21 que rendirse el
teniente-rey Don Francisco Campos, que hacía de gobernador. Aunque no
fuese Jaca plaza de grande importancia por su fortaleza, éralo por su
situación que impedía comunicarse con Francia. Desacreditose en Aragón
el fraile misionero, prevaleciendo sobre el fanatismo el odio a la
dominación extranjera.
[Sidenote: Pérdida de Monzón.]
Perdiose Monzón a principios de marzo. Había el 1.º del mes llegado a
sus muros el marqués de Lazán, procedente de Cataluña y acompañado de
la división de que hablamos anteriormente. Adelantose a la sierra de
Alcubierre, hasta que sabedor de la rendición de Zaragoza y de que los
franceses se acercaban, retrocedió al cuarto día. Don Felipe Perena, a
quien había dejado en Berbegal, tampoco tardó en retirarse a Monzón, en
donde luego apareció con su brigada el general Girard. Informado Lazán
de que el francés traía respetable fuerza, caminó la vuelta de Tortosa,
y viéndose solo el gobernador de Monzón, Don Rafael de Anseátegui,
desamparó con toda su gente el castillo, evacuando igualmente la villa
los vecinos.
[Sidenote: Son rechazados los franceses en Mequinenza.]
No salieron los franceses tan lucidos en otras empresas que en Aragón
intentaron, a pesar del abatimiento que había sobrecogido a sus
habitantes. El mariscal Mortier, jefe, como sabe el lector, del 5.º
cuerpo, quiso apoderarse en persona y de rebate de Mequinenza, villa
solo amparada de un muro antiguo y de un mal castillo, pero de alguna
importancia por ser llave hacia aquella parte del Ebro, y tener su
asiento en donde este río y el Segre se juntan en una madre. Tres
tentativas hicieron en marzo los enemigos contra la villa: en todas
ellas fueron repelidos, auxiliando a los de Mequinenza los vecinos de
la Granja, pueblo catalán no muy distante.
Extendiéronse igualmente los franceses vía de Valencia hasta Morella,
de donde, exigidas algunas contribuciones, se replegaron a Alcañiz.
Por el mediodía de Aragón se enderezaron a Molina, [Sidenote: Molina.]
enojados del brío que mostraban los naturales, quienes, bajo la buena
guía de su junta, habían atacado el 22 de marzo y ahuyentado en Truecha
300 infantes y caballos de los contrarios. Por ello, y por verse así
cortada la comunicación entre Madrid y Zaragoza, dirigiéronse los
últimos en gran número contra Molina, de lo que, advertida su junta, se
recogió a cinco leguas en las sierras del señorío. Todos los vecinos
desampararon la villa, cuyo casco ocuparon los franceses, mas solo por
pocos días.
[Sidenote: Pasa el 5.º cuerpo de Aragón a Castilla.]
Napoleón, en tanto, creyendo que los aragoneses estaban sometidos
con la caída de Zaragoza, e importándole acudir a Castilla a fin de
proseguir las operaciones contra los ingleses, determinó que el 5.º
cuerpo marchase a últimos de abril del lado de Valladolid, poniéndole
después así como al 2.º y 6.º, según ya se dijo, bajo el mando supremo
del mariscal Soult.
[Sidenote: Suchet sucede a Junot en el mando de Aragón.]
Quedó, por consiguiente, para guardar a Aragón solo el tercer cuerpo
regido por el general Junot, quien permaneció allí corto tiempo,
habiendo caído enfermo, y no juzgándosele capaz de gobernar por sí país
tan desordenado y poco seguro. Sucediole Suchet, que estaba al frente de
una de las divisiones del 5.º cuerpo, y dejando dicho general a Mortier
en Castilla, volvió a Zaragoza y se encargó del mando de la provincia
y del tercer cuerpo, cuya fuerza se hallaba reducida con las pérdidas
experimentadas en el sitio de aquella ciudad y con las enfermedades,
notándose además en sus filas muy menguada la virtud militar. Llegó
el 19 de marzo a Zaragoza el general Suchet con la esperanza de que
tendría suficiente espacio para restablecer el orden y la disciplina
sin ser incomodado por los españoles.
[Sidenote: Formación del 2.º ejército español de la derecha.]
Mas engañose, habiendo la junta central acordado con laudable previsión
medidas de que luego se empezó a recoger el fruto. Debe mirarse
como la más principal la de haber ordenado a mediados de abril la
formación de un segundo ejército de la derecha que se denominaría
de Aragón y Valencia, y cuyo objeto fuese cubrir las entradas de la
última provincia e incomodar a los franceses en la otra. Confiose el
mando a Don Joaquín Blake, [Sidenote: Mándale Blake.] que se hallaba
en Tortosa, habiéndole la central poco antes enviado a Cataluña bajo
las órdenes de Reding, quien, a su arribo, le destinó a aquella plaza
para mandar la división de Lazán acuartelada en su recinto. El nuevo
ejército debía componerse de esta misma división que constaba de 4 a
5000 hombres, y de las fuerzas que aprontase Valencia.
[Sidenote: Reino de Valencia.]
Rica y populosa esta provincia, hubiera en verdad podido coadyuvar
grandemente a aquel objeto, si reyertas interiores no hubieran en parte
inutilizado los impulsos de su patriotismo. Habíase su territorio
mantenido libre de enemigos desde el junio del año anterior. Continuaba
a su frente la primera junta, que era sobrado turbulenta, y permaneció
mucho tiempo mandando como capitán general el conde de la Conquista,
hombre no muy entusiasmado por la causa nacional, que consideraba
perdida. En diciembre de 1808 se recogió allí desde Cuenca, hasta donde
había acompañado al ejército del centro, Don José Caro, y con él una
corta división. Luego que llegó este a Valencia fue nombrado segundo
cabo, y prontamente se aumentaron los piques y sinsabores, queriendo
el Don José reemplazar en el mando al de la Conquista. No cortó la
discordia el barón de Sabasona, individuo de la central enviado a aquel
reino en calidad de comisario: buen patricio, pero ignorante, terco
y de fastidiosa arrogancia, no era propio para conciliar voluntades
desunidas ni para imponer el debido respeto. Anduvieron pues sueltas
mezquinas pasiones, hasta que por fin en abril de 1809 consiguió Caro
su objeto, sin que por eso se ahogase, conforme después veremos, la
semilla de enredos echada en aquel suelo por hombres inquietos. Así fue
que Valencia, a pesar de sus muchos y variados recursos, y de tener cerca
a Murcia, libre también de enemigos y sujeta en lo militar a la misma
capitanía general, no ayudó por de pronto a Blake con otra fuerza que
la de ocho batallones apostados en Morella a las órdenes de Don Pedro
Roca.
[Sidenote: Reúne Blake el mando de toda la corona de Aragón.]
Con estos, y la división mencionada de Lazán, empezó a formar Don Joaquín
Blake el segundo ejército de la derecha. Entonces solo trató de
disciplinarlos, contentándose con establecer una línea de comunicación
sobre el río Algas, y otra del lado de Morella. Mas poco después,
animado con que la central hubiese añadido a su mando el de Cataluña,
vacante por muerte de Reding, y sabedor de que la fuerza francesa en
Aragón se había reducido a la del tercer cuerpo, como también que
muchos de aquellos moradores se movían, [Sidenote: Muévese Blake.]
resolvió obrar antes de lo que pensaba, saliendo de Tortosa el 7 de
mayo. Manifestáronse los primeros síntomas de levantamiento hacia
Monzón. [Sidenote: Conmociones en Aragón.] Sirvieron de estímulo
las vejaciones y tropelías que cometían en Barbastro y orillas del
Cinca las tropas del general Habert. Dio la señal en principios de
mayo la villa de Albelda, [Sidenote: Albelda.] negándose a pagar las
contribuciones y repartimientos que le habían impuesto. Enviaron los
franceses gente para castigar tal osadía; mas protegidos los habitantes
por 700 hombres que de Lérida envió el gobernador Don José Casimiro
Lavalle, a las órdenes de los coroneles Don Felipe Perena y Don Juan
Baget, no solo se libertaron del azote que los amagaba, [Sidenote:
Tamarite.] sino que también consiguieron escarmentar en Tamarite a los
enemigos, cuyo mayor número se retiró a Barbastro, quedando unos 200 en
Monzón. [Sidenote: Abandonan los franceses a Monzón.] Alentados con
el suceso los naturales de esta villa, y cansados del yugo extranjero,
levantáronse contra sus opresores y los obligaron a retirarse de sus
hogares.
Necesario era que los franceses vengasen tamaña afrenta. Dirigieron,
pues, crecida fuerza a lo largo de la derecha del Cinca, y el 16
cruzaron este río por el vado y barca del Pomar. [Sidenote: En vano
intentaron recobrarle.] Atacaron a Monzón, que guarnecía, con un reducido
batallón y un tercio de miqueletes, Don Felipe Perena: creían ya los
enemigos seguro el triunfo, cuando fueron repelidos y aun desalojados
del lugar del Pueyo. Insistieron al día siguiente en su propósito, y
hasta penetraron en las calles de Monzón; pero acudiendo a tiempo desde
Fonz Don Juan Baget, tuvieron que retirarse con pérdida considerable.
Escarmentados de este modo pidieron socorro a Barbastro, de donde
salieron con presteza en su ayuda 2000 hombres. Desgraciadamente para
ellos, el Cinca, hinchándose con las avenidas, salió de madre y les
impidió vadear sus aguas. Separados por este incidente, y sin poder
comunicarse los franceses de ambas orillas, conocieron su peligro los
que ocupaban la izquierda, y para evitarle corrieron hacia Albalate
en busca del puente de Fraga. Había antes previsto su movimiento el
gobernador español de Lérida, y se encontraron con que aquel paso
estaba ya atajado. Revolvieron entonces sobre Fonz y Estadilla,
queriendo repasar el Cinca del lado de las montañas situadas en la
confluencia del Esera. Hostigados allí por todos lados, faltos de
recursos y sin poder recibir auxilio de sus compañeros de la margen
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (3 de 5) - 02