Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (1 de 5) - 24

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ratificaciones serán canjeadas en Madrid 20 días a más tardar después
del día en que se ha firmado.
Fecho en Fontainebleau a 27 de octubre de 1807. — Duroc. — Izquierdo.
Hemos aprobado y aprobamos el precedente tratado en todos y en
cada uno de los artículos contenidos en él; declaramos que está
aceptado, ratificado y confirmado, y prometemos que será observado
inviolablemente. En fe de lo cual hemos dado la presente firmada de
nuestra mano, refrendada y sellada con nuestro sello imperial en
Fontainebleau a 29 de octubre de 1807. — Firmado. — Napoleón. — El
ministro de relaciones exteriores. — Champagny. — Por el emperador,
el ministro secretario de Estado. — Hugo Maret.

_Convención anexa al tratado anterior, aprobada y ratificada en los
mismos términos._
ART. 1.º Un cuerpo de tropas imperiales francesas de 25.000 hombres
de infantería y 3000 de caballería entrará en España y marchará en
derechura a Lisboa: se reunirá a este cuerpo otro de 8000 hombres de
infantería y 3000 de caballería de tropas españolas con 30 piezas de
artillería.
2.º Al mismo tiempo una división de tropas españolas de 10.000 hombres
tomará posesión de la provincia de Entre-Duero-y-Miño y de la ciudad de
Oporto; y otra división de 6000 hombres compuesta igualmente de tropas
españolas tomará posesión de la provincia del Alentejo y del reino de
los Algarbes.
3.º Las tropas francesas serán alimentadas y mantenidas por la España
y sus sueldos pagados por la Francia durante todo el tiempo de su
tránsito por España.
4.º Desde el momento en que las tropas combinadas hayan entrado en
Portugal, las provincias de Beira, Tras-os-Montes y la Extremadura
portuguesa (que deben quedar secuestradas) serán administradas y
gobernadas por el general comandante de las tropas francesas, y las
contribuciones que se les impondrán quedarán a beneficio de la Francia.
Las provincias que deben formar el reino de la Lusitania septentrional
y el principado de los Algarbes serán administradas y gobernadas por
los generales comandantes de las divisiones españolas que entrarán en
ellas, y las contribuciones que se les impondrán quedarán a beneficio
de la España.
5.º El cuerpo del centro estará bajo las órdenes de los comandantes de
las tropas francesas, y a él estarán sometidas las tropas españolas que
se reúnan a aquellas: sin embargo si el rey de España o el príncipe de
la Paz juzgaren conveniente trasladarse a este cuerpo de ejército, el
general comandante de las tropas francesas y estas mismas estarán bajo
sus órdenes.
6.º Un nuevo cuerpo de 40.000 hombres de tropas francesas se reunirá
en Bayona a más tardar el 20 de noviembre próximo, para estar pronto a
entrar en España para transferirse a Portugal en el caso de que los
ingleses enviasen refuerzos y amenazasen atacarlo. Este nuevo cuerpo
no entrará sin embargo en España hasta que las dos altas potencias
contratantes se hayan puesto de acuerdo a este efecto.
7.º La presente convención será ratificada &c.

NÚMERO 1-7.
Hemos visto las más de las piezas que obraron en este proceso. Decimos
_las más_ porque como el original ha rodado por tantas manos y personas
de intereses encontrados, no sería extraño que se hubiesen extraviado
algunos documentos o alterado otros. Dicho proceso paraba en poder de
Don Mariano Luis de Urquijo, y a su muerte acaecida en París en 1817
pasó al del marqués de Almenara. No sabemos si este lo conserva aún, o
si lo ha entregado al rey Fernando VII.

NÚMERO 1-8.
_Carta del príncipe de Asturias Fernando al emperador Napoleón en 11 de
octubre de 1807._
Señor: el temor de incomodar a V. M. I. en medio de sus hazañas y
grandes negocios que lo ocupan sin cesar, me ha privado hasta ahora de
satisfacer directamente mis deseos eficaces de manifestar a lo menos
por escrito los sentimientos de respeto, estimación y afecto que tengo
al héroe mayor que cuantos le han precedido, enviado por la providencia
para salvar la Europa del trastorno total que la amenazaba, para
consolidar los tronos vacilantes, y para dar a las naciones la paz y la
felicidad.
Las virtudes de V. M. I., su moderación, su bondad aun con sus más
injustos e implacables enemigos, todo en fin me hacía esperar que la
expresión de estos sentimientos sería recibida como efusión de un
corazón lleno de admiración y de amistad más sincera.
El estado en que me hallo de mucho tiempo a esta parte incapaz de
ocultarse a la grande penetración de V. M., ha sido hasta hoy segundo
obstáculo que ha contenido mi pluma preparada siempre a manifestar mis
deseos. Pero lleno de esperanzas de hallar en la magnanimidad de V. M.
I. la protección más poderosa, me determino no solamente a testificar
los sentimientos de mi corazón para con su augusta persona, sino a
depositar los secretos más íntimos en el pecho de V. M. como en el de
un tierno padre.
Yo soy bien infeliz de hallarme precisado por circunstancias
particulares a ocultar como si fuera crimen una acción tan justa y tan
loable; pero tales suelen ser las consecuencias funestas de un exceso
de bondad, aun en los mejores reyes.
Lleno de respeto y de amor filial para con mi padre (cuyo corazón es el
más recto y generoso), no me atrevería a decir sino a V. M. aquello que
V. M. conoce mejor que yo; esto es, que estas mismas calidades suelen
con frecuencia servir de instrumento a las personas astutas y malignas
para confundir la verdad a los ojos del soberano, por más propia que
sea esta virtud de caracteres semejantes al de mi respetable padre.
Si los hombres que le rodean aquí le dejasen conocer a fondo el
carácter de V. M. I. como yo lo conozco, ¿con qué ansias procuraría
mi padre estrechar los nudos que deben unir nuestras dos naciones? Y
¿habrá medio más proporcionado que rogar a V. M. I. el honor de que
me concediera por esposa una princesa de su augusta familia? Este es
el deseo unánime de todos los vasallos de mi padre, y no dudo que
también el suyo mismo (a pesar de los esfuerzos de un corto número de
malévolos) así que sepa las intenciones de V. M. I. Esto es cuanto mi
corazón apetece; pero no sucediendo así a los egoístas pérfidos que
rodean a mi padre, y que pueden sorprenderle por un momento, estoy
lleno de temores en este punto.
Solo el respeto de V. M. I. pudiera desconcertar sus planes abriendo
los ojos a mis buenos y amados padres, y haciéndolos felices al mismo
tiempo que a la nación española y a mí mismo. El mundo entero admirará
cada día más la bondad de V. M. I., quien tendrá en mi persona el hijo
más reconocido y afecto.
Imploro pues con la mayor confianza la protección paternal de V. M.,
a fin de que no solamente se digne concederme el honor de darme por
esposa una princesa de su familia, sino allanar todas las dificultades
y disipar todos los obstáculos que puedan oponerse en este único objeto
de mis deseos.
Este esfuerzo de bondad de parte de V. M. I. es tanto más necesario
para mí, cuanto yo no puedo hacer ninguno de mi parte mediante a que
se interpretaría insulto a la autoridad paternal, estando como estoy
reducido a solo el arbitrio de resistir (y lo haré con invencible
constancia) mi casamiento con otra persona, sea la que fuere, sin el
consentimiento y aprobación positiva de V. M., de quien yo espero
únicamente la elección de esposa para mí.
Esta es la felicidad que confio conseguir de V. M. I., rogando a Dios
que guarde su preciosa vida muchos años. Escrito y firmado de mi propia
mano y sellado con mi sello en el Escorial a 11 de octubre de 1807.
— De V. M. I. y R. su más afecto servidor y hermano. — Fernando. —
(_Traducción hecha por Llorente en sus memorias, y sacada del original
inserto en el Monitor de 5 de febrero de 1810._)

NÚMERO 1-9.
_Extracto del coloquio tenido por Don Eugenio Izquierdo con el ministro
Champagny. (Llorente, tom. 3.º núm. 120.)_
Mr. de Champagny: No quiero meterme en cuestiones: me limito a decir
a V. de orden del emperador: 1.º Que pide muy de veras S. M. que por
ningún motivo ni razón, y bajo ningún pretexto no se hable ni se
publique en este negocio cosa que tenga alusión al emperador ni a su
embajador en Madrid, y nada se actúe de que pueda resultar indicio ni
sospecha de que S. M. I. ni su embajador hayan sabido, intentado ni
coadyuvado a cosa alguna interior de España. 2.º Que si no se ejecuta
lo que acabo de decir, lo mirará como una ofensa hecha directamente
a su persona que tiene (como V. sabe) medios de vengarla, y que la
vengará. 3.º Declara positivamente S. M. que jamás se ha mezclado
en cosas interiores de España, y asegura solemnemente que jamás se
mezclará; que nunca ha sido su pensamiento el que el príncipe de
Asturias se casase con una princesa, y mucho menos con Mlle. Tascher
de la Pagerie, sobrina de la emperatriz, prometida ha mucho tiempo al
duque de Aremberg; que no se opondrá (como tampoco se opuso cuando
lo de Nápoles) a que el rey de España case a su hijo con quien tenga
por acertado. 4.º Mr. de Beauharnais no se entrometerá en asuntos
interiores de España; pero S. M. I. no le retirará, y nada debe dejarse
publicar ni escribir de que pudiera inferirse cosa alguna contra este
embajador: y 5.º Que se lleven a ejecución estricta y prontamente los
convenios ajustados el 27 de octubre último; que no haya pretexto para
dejar de enviar las tropas prometidas; que en ningún punto falten, y
que si faltan S. M. mirará esta falta como una infracción del convenio
ajustado.

NÚMERO 1-10.
_Esta orden se copia de los papeles que en defensa suya ha publicado el
mismo duque de Mahón._

NÚMERO 1-11.
_Nota dirigida desde París al príncipe de la Paz por el consejero de
estado Don Eugenio Izquierdo. (Escóiquiz, idea sencilla, núm. 1.º)_
La situación de las cosas no da lugar para referir con individualidad
las conversaciones que desde mi vuelta de Madrid he tenido por
disposición del emperador, tanto con el gran mariscal del palacio
imperial el general Duroc, como con el vice gran elector del imperio
príncipe de Benevento.
Así me ceñiré a exponer los medios que se me han comunicado en estos
coloquios para arreglar, y aun para terminar amistosamente los
asuntos que existen hoy entre España y Francia; medios que me han
sido transmitidos con el fin de que mi gobierno tome la más pronta
resolución acerca de ellos.
Que existen actualmente varios cuerpos de tropas francesas en España es
un hecho constante.
Las resultas de esta existencia de tropas están en lo futuro. Un
arreglo entre el gobierno francés y español con recíproca satisfacción
puede detener los eventos, y elevarse a solemne tratado y definitivo
sobre las bases siguientes:
1.ª En las colonias españolas y francesas podrán franceses y españoles
comerciar libremente, el francés en las españolas como si fuese
español, y el español en las francesas como si fuese francés, pagando
unos y otros los derechos que se paguen en los respectivos países por
sus naturales.
Esta prerrogativa será exclusiva, y ninguna potencia sino la Francia
podrá obtenerla en España, como en Francia ninguna potencia sino la
española.
2.ª Portugal está hoy poseído por Francia. La comunicación de Francia
con Portugal exige una ruta militar, y también un paso continuo de
tropas por España para guarnecer aquel país y defenderle contra la
Inglaterra; ha de causar multitud de gastos, de disgustos, engorros, y
tal vez producir frecuentes motivos de desavenencias.
Podría amistosamente arreglarse este objeto quedando todo el Portugal
para España, y recibiendo un equivalente la Francia en las provincias
de España contiguas a este imperio.
3.ª Arreglar de una vez la sucesión al trono de España.
4.ª Hacer un tratado ofensivo y defensivo de alianza, estipulando
el número de fuerzas con que se han de ayudar recíprocamente ambas
potencias.
Tales deben ser las bases sobre que debe cimentarse y elevarse a
tratado el arreglo capaz de terminar felizmente la actual crisis
política en que se hallan España y Francia.
En tan altas materias yo debo limitarme a ejecutar fielmente lo que se
me dice.
Cuando se trata de la existencia del estado, de su honor, decoro, y del
de su gobierno, las decisiones deben emanar únicamente del soberano y
de su consejo.
Sin embargo mi ardiente amor a la patria me pone en la obligación
de decir que en mis conversaciones he hecho presente al príncipe de
Benevento lo que sigue:
1.º Que abrir nuestras Américas al comercio francés es partirlas entre
España y Francia; que de abrirlas únicamente para los franceses es
dado que no quede de una vez arrollada la arrogancia inglesa, alejar
cada día más la paz, y perder hasta que esta se firme nuestras
comunicaciones y las de los franceses con aquellas regiones.
He dicho que aun cuando se admita el comercio francés no debe
permitirse que se avecinden vasallos de la Francia en nuestras
colonias, con desprecio de nuestras leyes fundamentales.
2.º Concerniente a lo de Portugal he hecho presente nuestras
estipulaciones de 27 de octubre último; he hecho ver el sacrificio del
rey de Etruria; lo poco que vale Portugal separado de sus colonias; su
ninguna utilidad para España, y he hecho una fiel pintura del horror
que causaría a los pueblos cercanos al Pirineo la pérdida de sus leyes,
libertades, fueros y lengua, y sobre todo el pasar a dominio extranjero.
He añadido: no podré yo firmar la entrega de Navarra por no ser el
objeto de execración de mis compatriotas, como sería si constase que un
navarro había firmado el tratado en que la entrega de la Navarra a la
Francia estaba estipulada.
En fin he insinuado que si no había otro remedio para erigirse un nuevo
reino, virreinato de Iberia, estipulando que este reino o virreinato no
recibiese otras leyes, otras reglas de administración que las actuales,
y que sus naturales conservasen sus fueros y exenciones. Este reino o
virreinato podría darse al rey de Etruria, o a otro infante de Castilla.
3.º Tratándose de fijar la sucesión de España he manifestado lo que
el rey N. S. me mandó que dijese de su parte; y también he hecho de
modo que creo quedan desvanecidas cuantas calumnias inventadas por los
malévolos en ese país han llegado a inficionar la opinión pública en
este.
4.º Por lo que concierne a la alianza ofensiva y defensiva, mi celo
patriótico ha preguntado al príncipe de Benevento si se pensaba en
hacer de España un equivalente a la confederación del Rin, y en
obligarla a dar un contingente de tropas, cubriendo este tributo con
el decoroso nombre de tratado ofensivo y defensivo. He manifestado que
nosotros estando en paz con el imperio francés no necesitamos para
defender nuestros hogares de socorros de Francia; que Canarias, Ferrol
y Buenos Aires lo atestiguan; que el África es nula &c.
En nuestras conversaciones ha quedado ya como negocio terminado el del
casamiento. Tendría efecto; pero será un arreglo particular de que no
se tratará en el convenio de que se envían las bases.
En cuanto al título de emperador que el rey N. S. debe tomar no hay, ni
había dificultad alguna. Se me ha encargado que no se pierda un momento
en responder a fin de precaver las fatales consecuencias a que puede
dar lugar el retardo de un día el ponerse de acuerdo.
Se me ha dicho que se evite todo acto hostil, todo movimiento que
pudiera alejar el saludable convenio que aún puede hacerse.
Preguntado que si el rey N. S. debía irse a Andalucía, he respondido la
verdad, que nada sabía. Preguntado también que si creía que se hubiese
ido, he contestado que no, vista la seguridad en que se hallaban
concerniente al buen proceder del emperador, tanto los reyes como V. A.
He pedido, pues se medita un convenio, que ínterin que vuelve la
respuesta se suspenda la marcha de los ejércitos franceses hacia lo
interior de la España. He pedido que las tropas salgan de Castilla;
nada he conseguido; pero presumo que si vienen aprobadas las bases
podrán las tropas francesas recibir órdenes de alejarse de la
residencia de SS. MM.
De ahí se ha escrito que se acercaban tropas por Talavera a Madrid;
que V. A. me despachó un alcance: a todo he satisfecho, exponiendo con
verdad lo que me constaba.
Según se presume aquí V. A. había salido de Madrid acompañando los
reyes a Sevilla: yo nada sé; y así he dicho al correo que vaya hasta
donde V. A. esté. Las tropas francesas dejarán pasar al correo, según
me ha asegurado el gran mariscal del palacio imperial. París 24 de
marzo de 1808. — Sermo. Sr. — De V. A. S. — Eugenio Izquierdo.


APÉNDICE
DEL
LIBRO SEGUNDO.

NÚMERO 2-1.
_Proclama de Carlos IV._
«Amados vasallos míos: vuestra noble agitación en estas circunstancias
es un nuevo testimonio que me asegura de los sentimientos de vuestro
corazón; y Yo que cual padre tierno os amo, me apresuro a consolaros
en la actual angustia que os oprime. Respirad tranquilos: sabed que el
ejército de mi caro aliado el emperador de los franceses atraviesa mi
reino con ideas de paz y de amistad. Su objeto es trasladarse a los
puntos que amenaza el riesgo de algún desembarco del enemigo, y que la
reunión de los cuerpos de mi guardia ni tiene el objeto de defender mi
persona, ni acompañarme en un viaje que la malicia os ha hecho suponer
como preciso. Rodeado de la acendrada lealtad de mis vasallos amados,
de la cual tengo tan irrefragables pruebas, ¿qué puedo Yo temer? Y
cuando la necesidad urgente lo exigiese, ¿podría dudar de las fuerzas
que sus pechos generosos me ofrecerían? No: esta urgencia no la verán
mis pueblos. Españoles, tranquilizad vuestro espíritu: conducíos como
hasta aquí con las tropas del aliado de vuestro rey, y veréis en breves
días restablecida la paz de vuestros corazones, y a mí gozando la que
el cielo me dispensa en el seno de mi familia y vuestro amor. Dado en
mi palacio real de Aranjuez a 16 de marzo de 1808. — Yo el rey — A
Don Pedro Cevallos.»

NÚMERO 2-2.
_Decreto de S. M. el rey Carlos IV exonerando a Don Manuel Godoy de sus
empleos de generalísimo y almirante._
«Queriendo mandar por mi persona el ejército y la marina, he venido
en exonerar a Don Manuel Godoy, príncipe de la Paz, de sus empleos de
generalísimo y almirante, concediéndole su retiro donde más le acomode.
Tendreislo entendido, y lo comunicaréis a quien corresponda. Aranjuez
18 de marzo de 1808. — A Don Antonio Olaguer Feliú.»

NÚMERO 2-3.
_Carta del rey Carlos IV al emperador Napoleón en Aranjuez a 18 de
marzo de 1808._
«Señor mi hermano: hacía bastante tiempo que el príncipe de la Paz me
había hecho reiteradas instancias para que le admitiese la dimisión de
los encargos de generalísimo y almirante, y he accedido a sus ruegos;
pero como no debo poner en olvido los servicios que me ha hecho, y
particularmente los de haber cooperado a mis deseos constantes e
invariables de mantener la alianza y la amistad íntima que me une a V.
M. I. y R., yo le conservaré mi gracia.
Persuadido yo de que será muy agradable a mis vasallos, y muy
conveniente para realizar los importantes designios de nuestra alianza,
encargarme yo mismo del mando de mis ejércitos de tierra y mar, he
resuelto hacerlo así y me apresuro a comunicarlo a V. M. I. y R.,
queriendo dar en esto nuevas pruebas de afecto a la persona de V. M. de
mis deseos de conservar las íntimas relaciones que nos unen, y de la
fidelidad que forma mi carácter del que V. M. I. y R. tiene repetidos y
grandes testimonios.
La continuación de los dolores reumáticos que de un tiempo a esta parte
me impiden usar de la mano derecha, me privan del placer de escribir
por mí mismo a V. M. I. y R.
Soy con los sentimientos de la mayor estimación y del más sincero
afecto de V. M. I. y R. su buen hermano. — Carlos.»

NÚMERO 2-4.
ποῦ νῦν ἡ λαμπρά τῆς ὑπατείας περιβολή; ποῦ δὲ αἱ φαιδραὶ λαμπάδες;
ποῦ δὲ οἱ κρότοι, καὶ οἱ χοροί, καὶ αἱ θαλίαι, καὶ αἱ πανηγύρεις; ...
πάντα ἐκεῖνα οἴχεται· καὶ ἄνεμος πνεύσας ἀθρόον τὰ μὲν φύλλα κατέβαλε,
γυμνὸν δὲ ἡμῖν τὸ δένδρον ἔδειξε, καὶ ἀπὸ τῆς ῥίζης αὐτῆς σαλευόµενον
λοιπόν· ... τίς γαρ τούτου γέγονεν ὑψηλότερος; οὐ πᾶσαν τὴν οἰκουμένην
παρῆλθε τῷ πλούτῳ; οὐ πρὸς αὐτὰς τῶν ἀξιωµάτων ἀνέβη τὰς κορυφάς; οὐχὶ
πάντες αὐτὸν ἔτρεμον καὶ ἐδεδοίκεισαν; ἀλλ’ ἰδοὺ γέγονε καὶ δεσμωτῶν
ἀθλιώτερος, καὶ οἰκετῶν ἐλεεινότερος, καὶ τῶν λιμῷ τηκοµένων πτωχῶν
ἐνδεέστερος, καθ’ ἑκάστην ἡμέραν ξίφη βλέπων ἠκονημένα, καὶ βάραθρον,
καὶ δηµίους, καὶ τὴν ἐπὶ θάνατον ἀπαγωγήν· ...
(ΟΜΙΛΙΑ ΕΙΣ ΕΥΤΡΟΠΙΟΝ.)

NÚMERO 2-5.
_Véase la Gaceta de Madrid del 25 de marzo de 1808._

NÚMERO 2-6.
Cesión de Carlos V. (_Véase Famiani Strada: De bello belgico. Liber I.
y F. Prudencio de Sandoval: Historia de la vida y hechos de Carlos V._)

NÚMERO 2-7.
_Véase Marina: Teoría de las cortes, tom. 2.º, cap. 10, refiriéndose al
documento que existe en la academia de la Historia. — Z. 52, fol. 301._

NÚMERO 2-8.
_Comentarios del marqués de San Felipe, tom. 2.º, año 1724._

NÚMERO 2-9.
_Des documents historiques publiés par Louis Bonaparte. Vol. 2.º, pág.
290. París 1820._

NÚMERO 2-10.
_Nota escrita por la reina de España para el gran duque de Berg y
remitida por la reina de Etruria sin fecha._
«El rey mi esposo (que me hace escribir por no poderlo hacer a causa
de los dolores e hinchazón de su mano) desea saber si el gran duque de
Berg llevaría a bien encargarse de tratar eficazmente con el emperador
para asegurar la vida del príncipe de la Paz, y que fuese asistido de
algunos criados suyos o de capellanes.
Si el gran duque pudiera ir a librarle o por lo menos darle algún
consuelo, él tiene todas sus esperanzas en el gran duque, por ser su
grande amigo. Él espera todo de S. A. y del emperador a quien siempre
ha sido afecto.
Asimismo que el gran duque consiga del emperador que al rey mi esposo,
a mí y al príncipe de la Paz se dé lo necesario para poder vivir todos
tres juntos donde convenga para nuestra salud sin mando ni intrigas,
pues nosotros no las tendremos.
El emperador es generoso, es un héroe, y ha sostenido siempre a sus
fieles aliados y aun a los que son perseguidos. Nadie lo es tanto como
nosotros. ¿Y por qué? porque hemos sido siempre fieles a la alianza.
De mi hijo no podemos esperar jamás sino miserias y persecuciones.
Han comenzado a forjar y se continuará fingiendo todo lo que pueda
contribuir a que el príncipe de la Paz (amigo inocente y afecto al
emperador, al gran duque y a todos los franceses) parezca criminal a
los ojos del público y del emperador. Es necesario que no se crea nada.
Los enemigos tienen la fuerza y todos los medios de justificar como
verdadero lo que en sí es falso.
El rey desea igualmente que yo ver y hablar al gran duque y darle
por sí mismo la protesta que tiene en su poder. Los dos estamos
agradecidos al envío que ha hecho de tropas suyas y a todas las pruebas
que nos da de su amistad. Debe estar S. A. I. bien persuadido de la
que nosotros le hemos tenido siempre y conservamos ahora. Nos ponemos
en sus manos y las del emperador y confiamos que nos concederá lo que
pedimos.
Estos son todos nuestros deseos cuando estamos puestos en las manos de
tan grande y generoso monarca y héroe.»

_Carta de la reina de Etruria al gran duque de Berg en Aranjuez a 22 de
marzo de 1808, con una posdata del rey Carlos IV._
«Señor mi hermano: acabo de ver al edecán comandante, quien me ha
entregado vuestra carta por la cual veo con mucha pena que mi padre
y mi madre no han podido tener el gusto de veros, aunque lo deseaban
eficazmente, porque toda su confianza tienen puesta en vos, de quien
esperan que podréis contribuir a su tranquilidad.
El pobre príncipe de la Paz cubierto de heridas y contusiones está
decaído en la prisión, y no cesa de invocar el terrible momento de su
muerte. No hace recuerdo de otras personas que de su amigo el gran
duque de Berg, y dice que este es el único en quien confía que le ha de
conseguir su salud.
Mi padre, mi madre y yo hemos hablado con vuestro edecán comandante. Él
os dirá todo. Yo fío en vuestra amistad y que por ella nos salvaréis a
los tres y al pobre preso.
No tengo tiempo de deciros más: confio en vos. Mi padre añadirá dos
líneas a esta carta: yo soy de corazón vuestra afectísima hermana y
amiga. — María Luisa.»

_Posdata de Carlos IV._
«Señor y muy querido hermano: habiendo hablado a vuestro edecán
comandante e informádole de todo lo que ha sucedido, yo os ruego el
favor de hacer saber al emperador que le suplico disponga la libertad
del pobre príncipe de la Paz, quien solo padece por haber sido amigo
de la Francia, y asimismo que se nos deje ir al país que más nos
convenga llevándonos en nuestra compañía al mismo príncipe. Por ahora
vamos a Badajoz: confio recibir antes vuestra respuesta caso de que
absolutamente carezcáis de medios de vernos, pues mi confianza solo
está en vos y en el emperador. Mientras tanto yo soy vuestro muy afecto
hermano y amigo de todo corazón. — Carlos.»

_Carta de la reina de España al gran duque de Berg en Aranjuez a 22 de
marzo de 1808 junta con la anterior de su hija._
«Señor mi querido hermano: yo no tengo más amigos que V. A. I. El rey
mi amado esposo os escribe implorando vuestra amistad. En ella está
únicamente nuestra esperanza. Ambos os pedimos una prueba de que sois
nuestro amigo, y es la de hacer conocer al emperador lo sincero de
nuestra amistad y del afecto que siempre hemos profesado a su persona,
a la vuestra y a la de todos los franceses.
El pobre príncipe de la Paz que se halla encarcelado y herido por ser
amigo nuestro, apasionado nuestro y afecto a toda la Francia, sufre
todo por causa de haber deseado el arribo de vuestras tropas y haber
sido el único amigo nuestro permanente. Él hubiera ido a ver a V. A. si
hubiera tenido libertad, y ahora mismo no cesa de nombrar a V. A. y de
manifestar deseos de ver al emperador.
Consíganos V. A. que podamos acabar nuestros días tranquilamente en un
país conveniente a la salud del rey (la cual está delicada como también
la mía) y que sea esto en compañía de nuestro único amigo que también
lo es de V. A.
Mi hija será mi intérprete si yo no logro la satisfacción de poder
conocer personalmente y hablar a V. A. ¿Podríais hacer esfuerzos para
vernos aunque fuera un solo instante de noche o como quisierais? El
comandante edecán de V. A. contará todo lo que hemos dicho.
Espero que V. A. conseguirá para nosotros lo que deseamos, y que
perdonará las faltas y olvidos que haya cometido yo en el tratamiento,
pues no sé donde estoy, y debéis creer que no habrán sido por faltar a
V. A. ni dejar de darle seguridad de toda mi amistad.
Ruego a Dios guarde a V. A. I. muchos años. Vuestra más afecta. —
Luisa.»

_Carta del general Monthion al gran duque de Berg en Aranjuez a 23 de
marzo de 1808._
«Conforme a las órdenes de V. A. I. vine a Aranjuez con la carta de V.
A. para la reina de Etruria. Llegué a las ocho de la mañana: la reina
estaba todavía en cama: se levantó inmediatamente: me hizo entrar:
le entregué vuestra carta: me rogó esperar un momento mientras iba a
leerla con el rey y la reina sus padres: media hora después entraron
todos tres a la sala en que yo me hallaba.
El rey me dijo que daba gracias a V. A. de la parte que tomabais en
sus desgracias, tanto más grandes cuanto era el autor de ellas un hijo
suyo. El rey me dijo: «que esta revolución había sido muy premeditada;
que para ello se había distribuido mucho dinero, y que los principales
personajes habían sido su hijo y Mr. Caballero ministro de la justicia:
que S. M. había sido violentado para abdicar la corona por salvar la
vida de la reina y la suya, pues sabía que sin esta diligencia los dos
hubieran sido asesinados aquella noche; que la conducta del príncipe
de Asturias era tanto más horrible cuanto más prevenido estaba de que
conociendo el rey los deseos que su hijo tenía de reinar, y estando S.
M. próximo a cumplir sesenta años, había convenido en ceder a su hijo
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