Historia de la literatura y del arte dramático en España, tomo IV - 16

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pieza consta sólo de un acto con arreglo á la terminología española; no
es comedia, sino zarzuela, como se llama también en las antiguas
ediciones. Las modernas de este mismo autor no son, pues, exactas cuando
suprimen su calificación propia, dándoles diverso nombre.
_Amado y aborrecido._--Sólo son mitológicos los nombres, y su ingeniosa
fábula, original de Calderón. Consiste en una disputa entre Venus y
Diana acerca de cuál es más fuerte, el odio ó el amor: pruébanlo en un
mortal, y la balanza tarda largo tiempo en inclinarse; pero al fin vence
el amor.
_Fineza contra fineza._--Parecida por su argumento á la anterior, y,
como ella, de invención del autor, aunque la mitología desempeñe también
su papel exterior. Ni en su pensamiento ni en su desarrollo es más que
mediana. Es posible que la historia de Olimpo y Sofronia, del acto
tercero, sea una reminiscencia del Tasso.
_Fieras afemina amor._--Desenvuelve las hazañas de Hércules. Las
aplicaciones de la maquinaria que hubo de exigir su representación,
debieron ser de las más complicadas, porque casi todas las hazañas
atribuídas á Hércules aparecen en este drama. Entre otras, trepa á la
cima del Parnaso, monta allí en el caballo Pegaso y cabalga en él por
los aires, para pelear con el dragón, que guarda las manzanas de las
Hespérides. En la loa son los personajes parlantes el águila de dos
cabezas de Austria, el fénix, el pavo real, los doce meses del año y los
doce signos del Zodiaco. No es grande el mérito de esta obra.
De composición muy semejante á las mitológicas, y con el propósito
también de interesar los sentidos por la pompa escénica y por el cambio
continuo de decoraciones, son la mayor parte de las comedias, cuyo
argumento ha sacado Calderón de novelas y poesías antiguas. Con arreglo
á las palabras que leemos en _El maestro de danzar_,
......Las locuras
De Esplandián y Belianís,
Amadís y Beltenebros,
A pesar de Don Quijote,
Hoy á vivir han vuelto.
Hay motivos para extrañar que el poeta haya llevado á la escena los
singulares cuentos de los libros de caballería, y en este concepto se ha
observado, en son de burla, que los héroes gigantes y damas encantadas
de Amadís y de Esplandián se habían refugiado en el teatro después de
expulsarlas Don Quijote de los libros; pero tampoco es posible negar que
Calderón ha mejorado esas invenciones desordenadas y fantásticas de los
antiguos romances, revistiéndolas de verdadera y más brillante poesía.
La acción es indudablemente de carácter épico marcado, y, con arreglo á
la índole de estos materiales, prestábanse con dificultad á servir para
una composición verdaderamente dramática; pero á pesar de este
obstáculo, que se encuentra en las obras de Calderón, correspondientes á
esta clase, ¿quién podrá oponerse á renegar del encanto de este mundo
romántico y maravilloso, realzado con todas las galas de la poesía y
expresado en el lenguaje más florido? Esa brillante magia, á cuya señal
surgen de los desiertos castillos suntuosos, coros invisibles que
entonan dulces cánticos, y ninfas voluptuosas que estrechan á los
guerreros en sus brazos después de sus trabajos; esa ostentación
escénica que nos transporta, ya á perfumados jardines, á la sombra de
mirtos y naranjos, ya á palacios de oro resplandeciente, ya á islas
encantadas; esa multitud de aventuras novelescas en un país maravilloso
en que toman forma sensible todos los asuntos de la fantasía; todo esto,
junto con una exposición que centuplica sus bellezas con sus ricas y
artísticas pinceladas, atrae el espíritu con sus gratísimas imágenes, y
lo arrulla, haciéndolo olvidarse de la realidad. Hay en este drama,
aunque pertenezca á otro género literario, lo mismo que en los cantos
del Ariosto.
_La puente de Mantible_[116].Calderón--Composición llena de los más
extravagantes prodigios. La expedición guerrera de Carlomagno contra el
gigante sarraceno, Fierabrás; los combates incesantes entre los
caballeros moros y cristianos; el lugar encantado, con su río de verdes
orillas; el puente maravilloso, que aparece y desaparece, y el palacio
mágico, edificado en la cabeza de un enano de bronce, forman el marco,
en cuyo centro se desarrollan los amores de Guido de Borgoña y de
Floripes. El primero, con otros caballeros francos, ha caído en manos de
Fierabrás, siendo encerrados todos en el castillo encantado para morir
al día siguiente. Floripes, hermana de Fierabrás, entra en la prisión de
su amante y mata á los carceleros; pero Fierabrás acude corriendo, y
pone sitio al castillo para rendir por hambre á su hermana y á los
caballeros cristianos. Guido cae prisionero en una salida que hacen, y
ya está á punto de sucumbir, á pesar de los ruegos de Floripes, cuando
sus compañeros lo libertan, y se abren paso por el ejército de Fierabrás
para poner en noticia de Carlomagno la situación apurada de sus pares.
El Emperador está separado del territorio sarraceno por un río temible y
torrencial, no habiendo en él más que la puente de Mantible, guardada
por el gigante Galafre; pero Guido se lanza con su corcel en la
corriente, y llega así al lugar ocupado por los cristianos. Sabedor
Fierabrás de la huída del caballero, acorre al puente y hace allí cara
con sus gigantes, por una parte al Emperador y al ejército cristiano que
lo ataca, y por otra á los caballeros del castillo, que lo acometen á
las órdenes de su hermana Floripes. La victoria se decide al fin por los
cristianos: el puente es hecho pedazos por ellos; Fierabrás cae desde él
á los pies del Emperador, amenazándole hasta en su caída; Carlomagno da
orden de tratarlo con dulzura, y Floripes da su mano á Guido.
_El jardín de Falerina_[117].Calderón--Trata de la conocida hazaña de
Rolando, de Boyardo, cuando vence el arte mágico de la hada Falerina, y
pone en libertad á las damas y caballeros cristianos, presos en su
jardín mágico. Este drama se distingue también por su brillante poesía
romántica, hablando al alma por la nobleza y ternura de los
sentimientos, y por el espíritu verdaderamente caballeresco que en toda
ella reina, así como arrebata la imaginación por la pompa y variedad de
sus decoraciones.
_El castillo de Lindabridis._--Drama en general inmejorable, rebosando
en hechos maravillosos, sucesos y casos increíbles, en una palabra, en
las _magnanimes mensonges_ de la caballería fantástica. Proviene su
argumento del libro célebre de _El caballero de Febo, espejo de
príncipes y caballeros_[118]. La princesa tártara Lindabridis, á quien
su hermano ha despojado del trono, no dispone de otro medio para
recuperarlo que el hallazgo de un esposo, que aventaje al usurpador en
valor y en prudencia. En un palacio encantado atraviesa los aires,
recorriendo todos los países, para buscar el marido que necesita. Grande
es el número de los que, atraídos por sus encantos y por la suerte
codiciada que les aguarda, se creen dignos de alcanzar su mano. Las
luchas de los rivales y otras diversas aventuras del caballero Febo y
del príncipe Rosicler, enlazadas con la acción principal, llenan esta
comedia, que termina con un gran torneo que decide la contienda, y con
las bodas de Rosicler y de Lindabridis.
_Hado y divisa de Leonido y Marfisa_[119].Calderón--Vera Tassis asegura
que ésta es la última obra de Calderón, escrita á los ochenta y un años.
Sin embargo, el fuego de la imaginación del autor es aquí juvenil,
encontrándose pocas faltas, de las que se hallan en las restantes
comedias de los últimos años de su vida; como afirma muy acertadamente
V. Schmidt, parece que la luz de su poesía, antes de extinguirse, brilla
por última vez clara y vigorosa. El argumento, con su varia y rica
alternativa de las más diversas imágenes y situaciones; con sus
caballeros, tan valerosos y tan inquietos, siempre amando ó peleando, y
con sus damas varoniles, se nos presenta al alma como un sueño
agradable, respirando dulce soñolencia; los cuadros tan sentidos que en
ella se trazan, á la vez que su dicción galana y abundante, ya sublime,
ya atrevida, ya dulce, ya agradable, realzan más el encanto de su
conjunto. Digna es, por tanto, de ser tratada y explicada más
prolijamente.
Arminda, princesa de Trinacria, y sus dos pretendientes, los príncipes
de Rusia y de Suavia, persiguen á Leonido con sus espadas desenvainadas,
dándole apenas tiempo de refugiarse en una barca con un compañero fiel,
y escapar, á fuerza de remos, de sus perseguidores. El fugitivo, sin
saberlo, ha dado muerte en un torneo á un hermano de Arminda, por
haberse alabado de que su novia Mitilene es la dama más bella de la
tierra. Arminda promete dar su mano á quien quiera que le entregue el
matador, muerto ó vivo, apresurándose los Príncipes á ganar tan
codiciado premio. El lugar de la escena se muda de Trinacria á Mitilene.
Leonido desembarca con su compañero; deja su escudo y su armadura cerca
de una caverna de la ribera, y sale en busca de guarida. Marfisa,
vestida de pieles, sale á su vez de la caverna; ve las armas, y
experimenta un sentimiento vago y agradable; pero el viejo encantador
Argante la arrastra á la fuerza á la gruta. Preséntase entonces la
princesa Mitilene, con brillante acompañamiento, con música y cánticos;
se propone, por curiosidad, robar á Marfisa, siendo la música el medio
más eficaz de lograrlo, ya que los pastores, que han visto muchas veces
desde lejos á la beldad portentosa que habita la gruta, le han asegurado
que aquélla será atraída irresistiblemente por tan gratos sonidos. Pero
lo impiden otros sucesos que ocurren: Leonido, que se hace pasar por un
mercader náufrago, se arroja á los pies de Mitilene pidiéndole
protección, llegando casi en seguida la noticia de que su amante ha
muerto á manos de Leonido. La Princesa clama venganza y se aleja de allí
precipitadamente, declarando que, por la muerte de su amante, le
corresponde, por juro de heredad, el trono de Trinacria. Alegre Leonido
de que nadie se acuerde de él, se queda allí solo, presentándose
entonces Marfisa, y sintiendo ambos, al verse por vez primera, tierna y
recíproca simpatía. Leonido se prepara á arrancar á Marfisa de su triste
morada, cuando acude colérica la furia Megera, evocada del Infierno por
Argante, y huye, llevándose por los aires á Marfisa entre tempestades y
terremotos.
En el acto segundo reina la mayor tranquilidad. Leonido se acerca de
nuevo á recoger sus armas y á ver á Marfisa; arranca un peñasco de la
caverna, y mira á la doncella en un salón de cristal en medio de sus
ninfas, que la cubren de galas y regocijan sus oídos con cánticos
agradables. El mágico Argante rodea á su pupila con estas seducciones
para tenerla contenta en la caverna, porque una profecía le amenaza con
el peligro de matar á quien más ama, ó de perecer por mano del mismo.
Leonido se presenta á Marfisa y le cuenta su vida, diciéndole que había
sido expuesto á la inclemencia del cielo, adoptándolo el duque de
Toscana, y que más tarde, ya hecho caballero, por amor á Arminda había
dado muerte á su hermano. Marfisa, en un espejo mágico, hace ver á su
amada, que, con ayuda de los dos Príncipes, busca á aquel matador. El
amor aleja de allí á Leonido, á causa del peligro que le amenaza; pero
antes de separarse de la joven que habita en la gruta, cambian ambos dos
alhajas que llevan desde sus primeros años, y que son exactamente
iguales, llenándolos de sorpresa este hallazgo. La escena inmediata es
otra vez en Trinacria. Mitilene desembarca con poderoso ejército para
conquistar la isla, y ya se prepara á recibirla y á pelear con ella
Arminda con sus soldados, cuando Megera abre el cráter del Etna, que
despide en todas direcciones corrientes de lava y de fuego, y que
obliga á Mitilene á refugiarse en sus buques. Arminda corre el peligro
de morir abrasada en su tienda; pero Leonido, vestido como un guerrero
ordinario, arrebata su presa á las llamas.
La acción en el acto tercero es en el palacio de Arminda. Casimiro, tío
de las dos Princesas, que se hacen la guerra, ha llegado ya para poner
fin á su contienda; al ver á Leonido, que, como salvador de Arminda,
tiene libre entrada en el palacio, experimenta hacia él extraña
simpatía. Arminda (que no conoce al matador de su hermano, no habiéndolo
visto nunca, y sólo sabe que se llama Leonido, por cuya razón ignora que
el salvador de su vida, que lleva un nombre falso, es realmente ese
mismo matador) excita á Leonido, por quien siente cierta inclinación
amorosa, á provocar al matador de su hermano y á pelear con él á muerte,
puesto que su mano ha de ser la recompensa que obtenga. Leonido se queda
anonadado; pero su amigo le hace volver en sí de su asombro, y se ofrece
á tomar sus armas, y, fingiendo ser Leonido, á pelear con él. Otra vez
aparece de nuevo la gruta de Mitilene; preséntase el amigo de Leonido
para recoger las armas de éste; pero lo mata el príncipe de Suavia en
una emboscada, tomándolo por Leonido. Marfisa cree también que ha
muerto su amigo; se reviste su armadura excitada por el deseo de alejar
de él la vergüenza de su cobarde abstención, después de enterarse del
suceso, y llega á Trinacria, rompiendo el encanto y desoyendo los
consejos de Argante.
En la escena última se han hecho los preparativos del torneo, delante
del palacio de Arminda: Marfisa y Leonido se aprestan á la pelea, pero
se conocen y combaten con cierto temor. Casimiro los separa, y se
informa de su procedencia. Al presentarle las joyas, que ambos guardan,
averigua que son los dos hijos gemelos suyos y de Matilde, princesa de
Trinacria, que los ha dado á luz en secreto. Los dos, después de nacer,
fueron enviados á escondidas á Casimiro; pero el buque que los llevaba
naufragó en las costas de Toscana, robando Argante á la niña, y
amamantando una leona al varón. Después de esta aclaración, Leonido
ofrece su mano á Arminda; el príncipe de Rusia hace lo mismo con
Marfisa, y Mitilene se casa con el príncipe de Suavia.
Otras novelas y libros caballerescos son también el fundamento de los
dramas siguientes:
_Los hijos de la fortuna, Teagenes y Clariclea._--De la célebre novela
de Heliodoro[120], que Cervantes tuvo ya á la vista al escribir su
_Persiles_. De los muchos hechos extraños, en parte, y en parte
agradables é interesantes, que componen esa novela, sólo se aprovechan
los más notables. Bastan éstos, sin embargo, para formar una acción
dramática de mucho movimiento; pero el mérito principal de esta obra de
Calderón consiste en su belleza moral, y en la pureza de sentimientos
que en ella predominan; en la pintura incomparable de la tierna
inocencia de la heroína, y en los nobles y elevados sentimientos de su
amante, que no sólo salen ilesos, sino que brillan con resplandor más
vivo, á pesar de los tormentos y de las contrariedades que experimentan
en su vida.
_Argenis y Poliarco._--De la novela latina _Argenis_, de John Barclay,
conocida ya en España por dos traducciones de Josef Pellicer de Salas, y
de Gabriel Correa (impresas ambas en Madrid en 1626). Evidentemente
contiene esta novela una descripción de la historia política de Francia
bajo Enrique III, y, con nombres fingidos, la de los hombres más
célebres de aquella época, entre los cuales aparece Felipe II con los
colores más repugnantes[121]; pero Calderón prescinde de todas estas
alusiones, ateniéndose únicamente á su fábula.
_Amor, honor y poder._--Se funda en una novela de Bandello (II, nov.
38), que, á su vez, descansa también en datos históricos. Los
principales personajes son Eduardo III, rey de Inglaterra, y Estela de
Salverich (la condesa de Salisbury). Puede servir la de Calderón para
hacer comparaciones interesantes con el antiguo y excelente drama inglés
_Edward the Third and the Black Prince_, atribuída recientemente, con
plena razón, á Shakespeare. Ambas son, sin embargo, completamente
diversas. Shakespeare no ha tenido presente para nada la novela, sino
sólo la tradición histórica. El amor de Eduardo á la bella Condesa llena
sólo su acto primero. Esta mujer enérgica se da trazas de proteger su
honor, tomando una resolución varonil, y obligar al Rey á volver de
nuevo á su heróica y magnánima senda, llenando la segunda mitad del
drama las hazañas ejecutadas por el Monarca, después de vencer su
pasión. La comedia española, al contrario, gira toda ella sobre la
lucha, que se establece entre el honor, el poder y el amor. Eduardo,
apasionado hasta el extremo de la bella Condesa, y persuadido de que
serán vanos sus esfuerzos para lograr sus deseos, intenta forzarla; pero
ella es bastante discreta para burlarse de todas sus estratagemas, y
llega á dominarlo de tal modo con la nobleza de sus sentimientos, que su
amor sensual se trueca en respeto y veneración, y después, cuando cesa
la lucha entre esos tres poderes, ella le ofrece voluntariamente su
mano.
Quedan todavía diversas comedias, que, como algunas de las mencionadas
últimamente, son de argumento fantástico y de lujo escénico, como ellas;
pero, según todas las probabilidades, de la exclusiva invención del
poeta. Si no fuese otro nuestro objeto que presentar á Calderón por su
lado más favorable, pasaríamos adrede por alto estas composiciones
ostentosas, puesto que se observa en ellas, no obstante la variedad y
riqueza de su fondo, como cierto cansancio y vacío interior, no
ciertamente compensado por la superabundancia de sus galas exteriores.
Sus personajes son de ordinario príncipes y princesas de los países más
diversos de Europa, juguetes de los más extraños acontecimientos, aunque
incapaces también de excitar nuestro interés. No faltan en ellas, sin
duda, extrañas aventuras, desafíos, serenatas á la luz de la luna,
grutas misteriosas, en las cuales se pronuncian oráculos, y castillos
antiguos, rodeados de jardines solitarios; pero todos estos estímulos
románticos, y alguna que otra escena importante, no bastan para hacernos
olvidar sus defectos y su falta de arte, genuinamente dramático. A esta
clase pertenece la comedia _Efectos de odio y de amor_, cuya heroína,
Cristerna, representa, al parecer, á la reina Cristina de Suecia. Para
formar una idea de lo fabuloso de su geografía, téngase en cuenta que se
dice en ella que el Danubio es el límite entre Rusia y Suecia; los
protagonistas, además de la Reina, son el duque de Rusia y los duques de
Albania y de Gothia; algunas bellezas de su parte cómica no contrapesan
la vaciedad de la parte seria. Los mismos defectos se observan en las
piezas verdaderas de espectáculo, _Auristela y Lisidante_, y _Los tres
afectos de amor_. De más mérito, pero formada con iguales elementos, es
_El conde Lucanor_, obra fantástica, cuya acción alterna entre Egipto y
Toscana, y cuyos principales personajes son un príncipe de Rusia, otro
de Hungría, el duque de Toscana, el Sultán y una encantadora egipcia; no
escasean en ella detalles agradables y poéticos, pero la traza de ópera
de su conjunto y lo alambicado de su exposición, ahogan por completo
estas bellezas aisladas. Este drama no tiene nada de común con la
célebre colección de novelas de igual nombre, del infante Don Juan
Manuel.
[Illustration]
[Illustration]


CAPÍTULO XI.
Comedias románticas de Calderón.

La enumeración de las comedias de Calderón nos ofrece ahora una serie de
dramas, que no pueden calificarse de otra manera, que, con el nombre,
demasiado genérico, de comedias románticas. Estas composiciones, que son
todas, al parecer, de la exclusiva invención del poeta, por cuya razón
no pueden ser comprendidas en las divisiones anteriores, tienen, sin
embargo, argumento demasiado serio para que se las llame únicamente
comedias, y de aquí que las juntemos bajo el epígrafe tan general
indicado, á pesar de lo diverso de sus elementos predominantes.
_El pintor de su deshonra._--A quien se sienta dispuesto á dudar del
genio sublime de nuestro poeta castellano, le presentaremos esta
magnífica tragedia, de lo mejor, sin duda, que ha escrito Calderón, y
que reune todos los encantos de la poesía romántica con notable
profundidad psicológica, y una impresión trágica conmovedora en sumo
grado. El lugar de la acción del primer acto es la residencia del
gobernador de Gaeta, el cual, en la primera escena del mismo, felicita
por su llegada al mismo sitio á su amigo el español Don Juan Roca, y á
su joven esposa Serafina. Porcia, la hija del gobernador, traba pronto
amistad con Serafina, confiándose ambas sus secretos amorosos. La
primera cuenta que acepta en secreto las pretensiones del príncipe de
Ursino, y la segunda describe con fuego la pasión que le inspiró el
hermano de Porcia, Don Alvaro, correspondida por él con igual
vehemencia. Pero Don Alvaro se había embarcado después, recibiéndose á
poco la noticia de haber naufragado el buque que lo llevaba, pereciendo
todos los pasajeros. Esta noticia la anonadó por completo, acabando la
obra las instancias repetidas de su padre, para que diese su aprobación,
como lo hizo, á su enlace con Don Juan. Serafina, al referir estos
sucesos, se impresiona de tal modo por la fuerza de su sentimiento, que
cae en tierra sin sentido, saliendo Porcia presurosa para pedir socorro.
En este instante se presenta un desconocido, mira á la desmayada y se
inclina sobre ella con la expresión del interés más vivo; Serafina abre
los ojos, y después de gritar ¡Alvaro! cae otra vez en tierra desmayada.
En efecto, la noticia de la muerte de su amante era falsa, porque
encontró medio de salvar su vida del naufragio. La escena, en que se
encuentran de nuevo los dos amantes en una situación tan dramática, está
escrita con toda la perfección y ternura de afectos, de que era capaz el
pincel de Calderón, y conmueve hasta admirarnos el principio de este
cuadro, que ha de representar la lucha entre el deber y el amor en el
corazón de Serafina. La desdichada se empeña con toda la energía de su
alma en dominar su inclinación, declarando á Don Alvaro, con fingida
frialdad, que se casó con su esposo por deber y por amor. Durante esta
entrevista se oye un cañonazo: es la señal que anuncia la partida de Don
Juan; Serafina se apresura á acompañarlo á su patria, y Don Alvaro se
queda en Gaeta sin esperanza.
El acto segundo nos ofrece á Don Juan, en su residencia de Barcelona,
ocupado en retratar á su esposa, por ser aficionado entusiasta á la
pintura. La paz y la felicidad rodean, al parecer, á este matrimonio, y
hasta los recuerdos de lo pasado se han borrado ya del corazón de
Serafina. De repente, al dejar Don Juan sola á su esposa, entra en la
habitación un hombre vestido de marinero: es Don Alvaro, que, no
pudiendo resistir á su antiguo amor, se ha encaminado con este disfraz á
Barcelona; con nuevas súplicas atormenta el corazón de Serafina, pero
ella le representa con tanta energía y elocuencia lo insensato y lo vano
de sus deseos, que él resuelve, por su parte, luchar con su amor, y no
turbar más, en adelante, la tranquilidad de su amada. Las escenas
siguientes trazan con los colores más bellos las fiestas del Carnaval en
la orilla del mar de Barcelona. Don Juan, con su esposa, se halla en una
quinta de un amigo, situada en la ribera, y se mezcla también con la
muchedumbre, entregada á estas diversiones; allí los encuentra Don
Alvaro, pero sin acercarse á ellos, porque aparentemente ha triunfado de
su amor. Un día, cuando la gente alborozada se abandona por completo á
estas fiestas, se oye de repente la voz de fuego. La quinta, en donde
habita Don Juan, es presa de las llamas; Serafina, sin sentido, es
salvada por su esposo, confiándola á la guarda de Don Alvaro, á quien no
conoce; aléjase después para socorrer á otro, que se halla en peligro,
mientras que Don Alvaro, en cuyos brazos se encuentra entonces su amada
de un modo tan impensado, cede entonces por esta circunstancia al ímpetu
irresistible de su amor, vencido en apariencia, puesto que la tentación
es demasiado fuerte: se lleva consigo á Serafina, siempre desmayada;
sube en su buque, y se hace á la vela con su víctima. Don Juan se acerca
entonces á la orilla, cuando el navío levanta el áncora; descubre que ha
sido engañado, y se precipita en las olas para alcanzar á los fugitivos.
En el acto tercero, la acción es otra vez en Gaeta. Don Juan se presenta
disfrazado de pintor, habiendo adoptado este traje para entrar con más
libertad en las casas de los particulares, y descubrir más fácilmente al
raptor de su esposa, con cuya sangre se propone lavar la mancha de su
honor. Es presentado al príncipe Ursino, que le da la comisión de
retratar una beldad, que ha conocido en una quinta, situada en una
arboleda inmediata. El Príncipe, en persona, visita con frecuencia
aquella parada de caza, para celebrar en ella secretas entrevistas con
su amada Porcia; pero allí se ha refugiado también Don Alvaro con
Serafina, para ocultarse de su padre, habiendo llamado su belleza la
atención del mismo Príncipe. Don Juan se encamina al lugar señalado, y
coloca su caballete detrás de una ventana con rejas, desde donde puede
ver al original, que ha de ser retratado, sin miedo á que le descubran.
¿Quién podrá describir su asombro, cuando reconoce en él á Serafina?
Esta aparece allí dormida, y pronunciando en sueños palabras, que
atestiguan la pureza de su alma; pero su inocencia no puede salvarla,
debiendo sucumbir, como víctima propiciatoria de la deshonra, que, por
ella, ha sufrido su esposo. El monólogo en que Don Juan expresa la
lucha, que sostiene entre su amor, siempre vivo y ferviente, y entre las
inspiraciones de su conciencia, acerca de la vanidad de las leyes del
honor, y la necesidad en que se halla de guardar esa costumbre general,
es de un patético profundo; preséntase entonces Don Alvaro, y estrecha
entre sus brazos á Serafina dormida, pero en el mismo instante suenan
dos tiros detrás de la escena, y el raptor y la robada caen en tierra
llenos de sangre.
_Manos blancas no ofenden._--Este drama es una de las composiciones más
admirables y de mayor mérito entre las de su clase, por su enredo, hábil
y dramático, en lo general, así en la traza como en el desempeño,
interesándonos por lo mismo, y llevando el sello más esplendente de
sublime poesía. Serafina, la joven princesa de Ursino, se ve perseguida
en su corte por muchos pretendientes á su mano, siendo el más favorecido
su primo Federigo, que la ha salvado recientemente de un incendio con
peligro de su vida. Este Federigo, ahora enamorado de ella, es infiel
por esta causa á su antigua amada Lisarda, la cual (usando del ardid,
tantas veces empleado por Tirso de Molina), se disfraza de hombre, y
llega á la corte bajo el nombre del príncipe César de Orbitel para
oponerse á los planes de su infiel amante. Al mismo tiempo el príncipe
Don César, mancebo de singular belleza, casi femenina, y con el objeto
de escapar de la solícita y angustiosa ternura de su madre, se viste á
su vez de mujer, y con este disfraz se pone en camino hacia Ursino, para
formar también parte de la turba de pretendientes: un suceso casual le
impide abandonar sus vestiduras en ocasión oportuna, y llega así á la
corte de Serafina. El nuevo Aquiles de Sciros mueve entonces en la
Princesa un sentimiento amoroso, que ella confunde con la amistad.
Compréndese fácilmente el partido ingenioso, que el poeta obtiene de
esta situación, á cuyo desarrollo contribuyen también otros hechos, que
utiliza, no siendo posible exponerlo por los límites estrechos á que
hemos de reducirnos. El desenlace consiste en que Serafina, cuando Don
César al fin se descubre, le ofrece su mano, puesto que su corazón era
ya suyo, y Federigo, curado de su olvido pasajero, vuelve apasionado á
los brazos de su primera amada.
_Un castigo en tres venganzas_[122].Calderón--Esta pieza no es de las
más ingeniosas de Calderón, aunque no pueda negársele el mérito de
inspirar vivísimo interés. El duque de Borgoña sabe, con seguridad, que
un caballero de su corte tiene relaciones sospechosas con sus enemigos,
pero ignora cuál es el culpable. Clotaldo, favorito del Duque, en quien
el espectador cree descubrir desde el principio al criminal, intenta
descargarse de esta sospecha en un cierto Federico: este último,
indignado, desenvaina su espada en presencia del Duque, y es desterrado
de la corte por esta causa, triunfando tanto más Clotaldo, cuanto que,
de esta manera, se ve libre de un rival en sus pretensiones amorosas
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