Historia de la literatura y del arte dramático en España, tomo I - 01

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COLECCIÓN
DE
ESCRITORES CASTELLANOS
CRÍTICOS


HISTORIA
DE
LA LITERATURA
Y DEL ARTE DRAMÁTICO
EN ESPAÑA

TIRADAS ESPECIALES

100 ejemplares en papel de hilo, del 1 al 100.
25 " en papel China, del I al XXV.
25 " en papel Japón, del XXVI al L.
[imagen: retrato de Adolf Friedrich Graf von Schack]
[imagen: título]
COLECCION DE ESCRITORES CASTELLANOS
HISTORIA
DE
LA LITERATURA
Y DEL ARTE DRAMÁTICO
EN ESPAÑA
POR
ADOLFO FEDERICO
CONDE DE SCHACK
traducida directamente del alemán al castellano
POR
EDUARDO DE MIER
TOMO I
MADRID
IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE M. TELLO
_Impresor de Cámara de S. M._
Isabel la Católica, 23
1885
[imagen]


AL SEÑOR
D. FELIPE GONZÁLEZ VALLARINO

_A cuyo amor á su patria, y al mayor lustre de las letras españolas, se
debió la publicación del primer tomo de esta obra en 1862; y como leve,
aunque cordial testimonio de admiración á tan raro ejemplo, y de que los
títulos á la gratitud nunca prescriben, ni la memoria ha de olvidar
jamás los beneficios recibidos, dedica esta nueva y completa edición de
la misma obra, en 1885, su afectísimo y antiguo amigo_
EDUARDO DE MIER.
[imagen]
[imagen]


ADOLFO FEDERICO,
CONDE DE SCHACK.

Adolfo Federico, conde de Schack, nació en Schwerin (Meclemburgo) el 2
de agosto de 1815, pasando los años de su niñez en Brüssewitz, posesión
de campo situada no lejos de aquella ciudad. Nombrado su padre miembro
de la Dieta del imperio, trasladó con él su residencia, todavía joven, á
Francfort del Mein, cuyo gimnasio frecuentó. Aquí sintió los primeros
estímulos para aficionarse al estudio de las lenguas; y á la vez que se
consagraba á aprender el griego con pasión, y aprovechaba sus horas
libres en conocer el italiano y el español, se servía además de la
gramática y de la crestomatía de Wilkens para iniciarse en el idioma
persa. También desde sus primeros años se despertó en él la inclinación
á los viajes, visitando, cuando sólo contaba diez y ocho años, la
península itálica. Estudió jurisprudencia en las universidades de Bonn,
Heidelberg y Berlín, aunque con disgusto y sin otra mira que complacer á
sus padres, más ocupado en el estudio de las lenguas y de las
literaturas antiguas y modernas, así de Occidente como de Oriente, que
en el de las leyes y sus fundamentos. Ya en esa época acariciaba la idea
de trasladar la gran epopeya de Firdusi á la lengua alemana.
Comprendiendo, sin embargo, que, para dominar el idioma persa, era
necesario poseer á fondo el árabe, no menos difícil, dedicóse á aprender
este último con ardor extraordinario. A la vez ponía todo su empeño en
traducir también el sanscrito. Con estas tareas eruditas alternaba
Schack sin descanso escribiendo versos. Sus constantes vigilias y
aplicación alteraron un tanto su salud, no encontrando alivio de otro
modo que haciendo largos viajes; así recorrió en 1835 toda la Italia, é
intentó penetrar en España, después de visitar detenidamente los
Pirineos, si bien no pudo lograrlo por impedírselo la guerra carlista.
Después de sufrir Schack los exámenes jurídicos necesarios para actuar
como abogado, ejerció esta carrera en Prusia, en los tribunales de
Berlín. En el año de 1839 tuvo la fortuna, ansiada por él con extremo,
de renunciar al manejo de los autos, que tan odioso le era, y satisfacer
sus deseos vehementes de recorrer el mundo. Encaminóse en seguida á
Sicilia, dió la vuelta á esta isla magnífica, y ascendió á la cima del
Etna, aunque era en el mes de marzo y toda la montaña, hasta sus faldas,
estaba cubierta de nieve. Aguardábale aquí una aventura extraña. En
Siracusa, y en compañía de varios ingleses, se había embarcado en un
buque costero llamado _Speronara_, con rumbo á Malta; pero, durante una
noche obscura y borrascosa, el miserable barquichuelo fué sumergido por
un brik francés, nombrado _Les Deux Augustes_, hundiéndose en la mar á
los pocos minutos. Schack y sus compañeros de viaje escaparon á duras
penas con la vida; las olas se tragaron sus cofres y dinero, debiendo
sólo á la circunstancia de llevar en un cinto ceñido á su cuerpo una
carta de crédito, el disponer de medios suficientes para trasladarse
desde Malta á la tan deseada Grecia. Según cuenta Goedeke en su
biografía de Manuel Geibel, Schack, amigo de este último y de Ernesto
Curtius, á quienes había tratado en Berlín antes de salir estos dos para
Atenas, celebró con ellos un banquete de despedida, y brindaron á su
pronto encuentro en la ciudad del Pireo; y en efecto, Schack tuvo la
suerte, al desembarcar en el Pireo, de ver á su amigo Curtius, y de
visitar con él en seguida á su común amigo Geibel. Residió algunas
semanas, inolvidables para él, en la ciudad del Ilyso; visitó luego
parte de la Grecia septentrional, y se detuvo algún tiempo, durante la
primavera, en el valle encantador del Eurotas.
Después de recorrer diversas islas griegas, desembarcó en Magnesia y en
los campos de batalla de Troya, atravesó el Asia Menor hacia Brusa,
ascendió al Olimpo de Bitynia, y contempló por vez primera á la suntuosa
Byzancio. Desde aquí, con arreglo á un plan, no bien calculado, pasó á
Egipto, y luego, bajo los rayos de un sol ardiente, visitó el Sinay y la
peñascosa ciudad de Petra, de muy difícil acceso por lo escarpado de la
costa. Después de visitar, dirigiéndose otra vez al Norte, á Jerusalén,
Damasco y el Líbano, se embarcó en Beyrut, y después de un breve
descanso en Syra y Malta, llegó al Peñón de Gibraltar.
A pesar de haber ya transcurrido un año desde su salida de Alemania, y
terminado su licencia, no pudo resolverse á dar la vuelta á su patria
sin invertir algunos meses en recorrer la España, principalmente á
Granada, Sevilla y Madrid. Resultado de este primer viaje fué su poema
_Lotario_, publicado mucho después, el cual, como dice en la
dedicatoria á Fernando Gregorovius, se escribió ya en una barca del
Nilo, ya en lo alto del convento latino de Jerusalén, ya, en fin, en la
soberbia alameda de Ronda, suspendida en el abismo. Posteriormente, sin
embargo, reunió Schack importantes materiales de las bibliotecas
españolas para su _Historia de la literatura y del arte dramático en
España_, cuyo vasto plan trazó y revolvió con especial empeño durante
largo tiempo. Al publicarse esta obra, algunos años más tarde, á costa
de penosas investigaciones hechas en las bibliotecas de Londres, de
París y de Viena, el autor obtuvo rica cosecha de aplausos, tanto en
Alemania como en España.
A su regreso consiguió Schack un puesto oficial más adecuado á sus
inclinaciones, entrando al servicio inmediato del Gran Duque de
Meclemburgo, Federico Francisco II, y pasando en seguida, con el cargo
de consejero de legación, al consejo de la Dieta de Francfort del Mein,
cuyas funciones le dejaban tiempo bastante para consagrarse á sus
estudios literarios. Los años transcurridos en esta ciudad, su segunda
patria, fueron para él venturosos y fecundos en obras de su ingenio. Su
vida fué, no obstante, agitada, habiendo residido algún tiempo en París,
en donde tuvo la fortuna de tratar personalmente á varias celebridades
literarias y artísticas, especialmente á Víctor Hugo, al pintor
Delacroix y al compositor Héctor Berlioz.
Así como en Francia conoció la corte de Luis Felipe, así también en otro
largo viaje, en que acompañó al Gran Duque por elección de éste, conoció
también casi todas las cortes alemanas é italianas, y en Constantinopla,
personalmente, al Gran Sultán. En el año de 1848 abandonó la ciudad de
Francfort por haber cesado en su cargo.
Había trabajado mientras tanto con el mayor celo en su imitación de
Firdusi, ya casi concluída, puesto que, á pesar de su vida
extraordinariamente activa, había logrado emplear algunas horas diarias
en sus estudios favoritos. Había escrito al mismo tiempo innumerables
composiciones poéticas; pero temía publicarlas, contentándose con
escribirlas. Mientras duraron los desórdenes políticos de Alemania,
después de estallar la revolución francesa de febrero, residió también
Schack en Francfort para observar de cerca el desarrollo de los sucesos,
cuyo teatro era su patria. Entonces comenzó su comedia, titulada _Der
Kaiserbote_, acabada el año siguiente, con el propósito de satirizar á
los gobiernos y á los diversos partidos, é inspirándose en el deseo de
defender la unidad de Alemania bajo el cetro de los Hohenzollern.
Constituído un poder central provisional, á consecuencia de un acuerdo
del Parlamento, el representante del imperio creyó conveniente entablar
relaciones internacionales con las demás potencias de Europa, y nombrar
embajadores para Londres, París, San Petersburgo, Roma y Atenas. El
príncipe Chlodwig de Hohenlohe fué el encargado del imperio en estas dos
últimas ciudades, como lo es ahora en la capital de Francia,
ofreciéndosele á Schack el cargo de consejero de legación cerca de este
mismo diplomático. Aunque sabía bien que esta embajada no daría
resultados políticos importantes, aceptó, sin embargo, la oferta que se
le hizo, comprendiendo que viajar con un Príncipe tan ilustrado, á quien
acompañaba su amable esposa, le proporcionaría goces lícitos muy
apetecibles y aprender muchas cosas interesantes. Entonces visitó al
papa Pío IX en Gaeta, en donde se había refugiado después de estallar la
revolución de Roma. Schack en esta ocasión besó varias veces la diestra
del vicario de Jesucristo, cuya bondad, impresa en todos sus rasgos,
hizo en él la impresión más favorable y duradera. El mismo pequeño
castillo de Gaeta, que albergaba al Papa, sirvió de refugio al rey
Fernando de Nápoles, al cual visitó también nuestro historiador; pero,
así como Pío IX era para él la imagen de un patriarca venerable, así
también el monarca de Nápoles simbolizaba en su persona al tirano
sombrío é intrigante. En esa reducida fortificación se reunían también
todos los embajadores, acreditados en las Cortes de Italia, por cuya
razón su residencia en este lugar proporcionó á nuestro poeta,
llenándolo de alegría, conocer y tratar á dos españoles, distinguidos
por sus méritos literarios, á saber: á Martínez de la Rosa y á D. Angel
de Saavedra, duque de Rivas, embajador el primero en Roma y el segundo
en Nápoles.
Pasando por Malta navegó entonces á Atenas, en donde la embajada del
imperio fué saludada con entusiasmo por los alemanes allí residentes,
considerándola como anuncio de la unidad tan deseada de su patria,
siendo también recibida por el rey Otón con la mayor alegría. La amistad
que unía á Schack con el embajador inglés Sir Edmundo Lyons, que puso un
vapor inglés á disposición del príncipe de Hohenlohe, contribuyó
poderosamente á amenizar una excursión muy agradable que hizo á la
Tierra Santa y á Egipto. Desde Kaipha, en donde arribó el vapor,
emprendieron los viajeros á caballo en compañía de la princesa de
Hohenlohe, que demostró ser una amazona varonil, una expedición á
Jerusalén, pasando por Nazaret y Naplus; después desde Jaffa, en cuya
rada insegura no pudo echar el áncora el vapor, volvieron hacia la
montaña del Carmelo, en donde debían aguardar un tiempo más favorable á
la navegación. Con un mar borrascoso llegaron, no obstante, á Egipto,
cuyo virrey, no menos complaciente que lo había sido el embajador
inglés, les proporcionó un vapor para viajar por el Nilo hasta las
Cataratas. En Tebas, al pie del coloso de _Memnon_, iluminado también
ahora por los rayos de la aurora, ocurrió á Schack el pensamiento de una
breve epopeya titulada Memnon, escribiendo en seguida alguno de sus
cantos, si bien lo terminó recientemente con distinta versificación.
Schack, después de regresar á Italia, y mientras el príncipe de
Hohenlohe se encaminaba á Alemania, residió algún tiempo en Nápoles, y
después en Roma, convertida en república bajo la presidencia de Mazzini.
Había tratado antes con alguna intimidad en Londres á este famoso
conspirador y revolucionario, sin compartir sus ideas políticas,
mereciendo de él la mayor consideración, como era de esperar de un
personaje tan instruído y de pensamientos tan elevados, por cuyo motivo
se regocijó sobremanera al saludarlo otra vez en Roma y merecer de él
tan cordial acogida. Hace poco visitó con satisfacción el notable
monumento levantado en Génova al mismo.
Schack fué llamado de repente de Italia á Alemania para ocupar un
asiento en Berlín en el consejo de administración del titulado
_Drei-Königs-Bundniss_ (alianza ó liga de los tres reyes). Propúsose,
sin duda, Prusia, después de renunciar la dignidad imperial el rey
Federico Guillermo IV, fundar un estado confederado alemán, excluyendo
de él á Austria. Este período fué para nuestro poeta tan ocupado, que
hubo de renunciar á sus trabajos literarios, y durante su permanencia en
Berlín con tal motivo, fueron para él inolvidables por sus atractivos
las horas en que disfrutó del trato y compañía de Alejandro de Humbold,
que lo apreció siempre sobremanera, y de Luis Tieck. Por último, después
de la muerte de su padre en el año de 1852, renunció al servicio del
Estado, aprovechando la libertad conquistada en volver de nuevo á
España, en donde vivió dos años enteros, en Madrid el invierno y en
Granada el verano. En Madrid trató diariamente á Hartzenbusch, al duque
de Rivas y á otros literatos y poetas notables; en Granada, en donde
trabajó un día entero en la Alhambra, maduró el proyecto de escribir una
obra acerca de la civilización de los árabes españoles, y en particular
de su poesía, no bien conocida hasta ahora. Estuvo luego en Lisboa, con
el propósito de encaminarse á la América meridional y realizar uno de
sus deseos más vehementes; visitó, pues, la isla de Madera y también las
Canarias, subiendo al pico de Tenerife y abandonando, al fin, su
propósito, porque su salud, ya delicada, no se prestaba á las exigencias
de un viaje de esta especie.
Hallándose, después de una ausencia de dos años, solitario otra vez en
su posesión de campo de Meclemburgo, le sorprendió una carta del rey
Maximiliano II de Baviera, en que este monarca manifestaba el deseo de
tenerlo á su lado. Schack, prefiriendo á todo su independencia, no
aceptó, á la verdad, la envidiable posición que el Rey le ofrecía cerca
de su persona, pero tampoco se opuso á presentarse á este soberano tan
ilustrado en una excursión que hizo á Berchtesgaden, siendo recibido con
el mayor agrado, y dando esto motivo á que Schack, durante algunos años,
residiese en Munich en los meses de invierno. Mantuvo un trato personal
íntimo con el rey Maximiliano, que lo animaba cariñosamente en sus
trabajos. Dedicóse entonces con el mayor celo á escribir, libre ya de
obstáculos exteriores que se lo prohibiesen. A sus _Stimmen vom Ganges_,
colección de tradiciones indias, sacadas en su mayor parte de los
Puranas, siguió la obra en dos tomos titulada _Poesía y arte de los
árabes en España y Sicilia_, y las _Estrofas de Omar Chifam_, del
persa.
Resolvió entonces el poeta, que guardaba muchas obras poéticas inéditas,
cuyo número se aumentaba cada día, ofrecerlas al público. A los
_Poemas_, impresos en 1866, siguieron en breve intervalo de tiempo los
_Episodios_, colección de narraciones en verso; las poesías épicas
burlescas _Durch alle wetter_ y _Ebenbürtig_, en parte recuerdos de
viajes y del Lotario, escrito con anterioridad; la pequeña epopeya
_Memnon_; las comedias políticas _Der Kaiserbote_ y _Cancan_, reputadas
por muchos como sus obras más importantes; _Noches orientales_ ó la
_Weltalter_; las tragedias los _Pisanos_, _Timandra_, _Atlantes_,
_Eliodoro_, _Gastón_, _Emperador Balduino_, _Walpurga_; las dos
colecciones de poesías líricas, _Cantos de año nuevo_ y _Hojas de Loto_,
y por último, los _Fragmentos diurnos y nocturnos_, serie de poesías
cortas, en su mayor parte narrativas, de muy diverso argumento[1].
Volviendo ahora á la vida de nuestro Schack, añadiremos, que, después de
la prematura y sensible muerte del Rey Maximiliano II, como había
cesado la única causa que lo retenía en Munich, residió ya en esta
ciudad con menos persistencia, visitándola sólo en la primavera y en el
otoño, y pasando el invierno en Italia y el verano en Meclemburgo. Lo
que lo atraía principalmente á la capital de Baviera, era el cuidado y
aumento de su galería de cuadros, cuyo origen y disposición ha trazado
prolijamente por escrito. En la última mitad de su vida no renunció
Schack á su costumbre de emprender largos viajes. En el año de 1865
acompañó al Gran Duque de Meclemburgo á España y Portugal. Entonces
visitó al emperador Napoleón III en Biarritz, en su villa Eugenia, y á
la reina Isabel en su residencia real de San Ildefonso. Otra expedición
más importante hizo también el poeta en el año de 1872 á Oriente, con el
Gran Duque de Meclemburgo. La navegación por el Nilo hasta Phile le
impresionó más que antes, porque el gran egiptólogo Brugchs Pachá, que
habitaba con él en el mismo camarote del vapor, le inició en los nuevos
y maravillosos descubrimientos sobre la prodigiosa antigüedad de la
civilización de Egipto. A caballo y durmiendo veintiocho noches bajo
tiendas, atravesaron los viajeros la Palestina, una gran parte de Siria
y el Líbano. Después pasaron á Atenas, en donde Schack visitó á los dos
nuevos soberanos en el mismo palacio, en donde antes lo recibieron el
Rey Otón y su esposa. En Constantinopla también tuvo ocasión, como unos
treinta años antes, de visitar la corte de los Osmanes.
Prescindiendo, pues, de estas expediciones hechas por nuestro poeta,
movido por causas exteriores, casi hasta nuestros días, y obedeciendo á
su natural afición, ha acometido otras casi anuales á Argel, á Suecia y
Noruega, y otra vez á España, en el invierno de 1883 á 84. No obstante
su vida activa y sus frecuentes viajes, ha aprovechado el tiempo,
consagrándose á sus trabajos literarios, y así se explica que conserve
todavía muchas composiciones poéticas inéditas, y muchos recuerdos y
apuntes curiosos de su vida, que se propone publicar. Si bien hace
cuatro años se lamentaba de _la helada frialdad y mortal indiferencia_,
que mostraba la nación alemana á sus obras poéticas y literarias, hoy no
tiene ya ni pretexto siquiera para quejarse. Todas sus poesías han
logrado un éxito extraordinario, y se han hecho populares en todas las
clases sociales, hasta el punto de agotarse su primera edición en el
breve espacio de un año, preparándose ahora otra, considerablemente
aumentada. Tampoco puede lamentarse Schack de que sus méritos no hayan
sido conocidos y premiados con honores y distinciones de toda clase.
Así, el emperador de Alemania le concedió el título de conde en 1876,
transmisible á sus herederos; las universidades de Leipzig y de Tübingen
le nombraron doctor honorario; es también miembro honorario de la
Academia Real de Ciencias de Baviera, de la Academia Real de Baviera y
de la Imperial Austriaca de Bellas Artes, miembro de la Real Academia
Española de la Lengua y de la de la Historia de Madrid, caballero de la
Orden Real prusiana de San Juan; tiene la Gran Cruz de la Orden Real
bávara de San Miguel; es miembro de la Orden de Maximiliano para premiar
las ciencias y las artes, comendador de primera clase de la Orden del
Gran Ducado de Meclemburgo de la Corona Wendische, oficial de primera
clase de la Orden Real griega del Salvador, Gran Cruz honorífica de la
Haus-Orden del Gran Ducado de Oldemburgo, comendador de primera clase de
la Orden del Halcón Blanco del Gran Ducado de Weimar, caballero de la
Orden Imperial austriaca de segunda clase de la Corona de Hierro, gran
oficial de la Orden persa del Sol y del León, comendador de primera
clase de la Orden española de Carlos III y Gran Cruz de la Orden de
Isabel la Católica, estando además condecorado con la Imperial turca de
Nischan-Iftichar con brillantes, y siendo gran oficial de Medschidje,
caballero de la Orden del Zähringer León del Gran Ducado de Baden, de la
Ludwigs-Orden del Gran Ducado de Hesse y de la Legión de Honor francesa.
De los hechos indicados, que constituyen la historia ó biografía de
nuestro autor, se desprenden lecciones importantes, útiles á la
generalidad de los hombres y aún más á los españoles. Aparece de ellos
que Schack, ávido desde su adolescencia de saber, de distinguirse y de
servir á su país, comprendió que para la consecución de tan grandes
fines, era de todo punto indispensable emplear los medios conducentes á
su logro. De aquí, sin duda, el ardor extraordinario, con que se dedicó
al estudio de las lenguas antiguas y modernas, aprendiendo el latín,
griego, árabe, persa, sanscrito, francés, inglés, español é italiano.
Sin embargo, para escribir una historia literaria, y más la de un pueblo
como España, tan rico en estas obras de ingenio, era necesario además
poseer otros muchos conocimientos, tanto estéticos como históricos y
literarios. Tropezaba á la vez con la grave dificultad de allegar
materiales adecuados á su propósito, conocerlos bien, ordenarlos y
clasificarlos, valorar su mérito respectivo y formar de ellos juicios
estético-críticos que exigían profundos estudios previos, y sobre todo
un buen gusto depurado por frecuentes observaciones y comparaciones con
los modelos, que en cada género se han considerado hasta aquí como más
perfectos. Es claro también que, al escribirse hoy una historia de
cualquiera literatura especial, se piden á su autor requisitos poco
comunes, y entre ellos una extensión de conocimientos, que demandan
mucho tiempo y mucho trabajo, ya que siempre es conveniente hacer
continuas excursiones en el campo de otras literaturas extrañas, para
comparar y calificar las producciones similares y su valor relativo. Por
último, es también indispensable trazarse un plan sensato y práctico, al
cual han de sujetarse los estudios y trabajos que se hagan, empresa
tanto más difícil cuanto más nueva. Mariana, bajo este aspecto, merece
más aplausos que los demás escritores de nuestra nación, consagrados
también á escribir la historia, puesto que el primero hubo de dar una
forma á inmensos materiales desordenados, y los demás encontraron ya
abierta la senda que, más ó menos limpia ó más ó menos alterada en su
dirección primitiva, había de llevarles al lugar deseado.
Pues bien; todo esto, que parece exigir entre otras condiciones
personales del historiador la de tener una edad madura, lo hizo Adolfo
Federico de Schack cuando contaba poco más de veinte años.
Las causas que le indujeron á acometer esta obra, fueron probablemente,
además de las indicadas, la emulación despertada en él por sus
contemporáneos, cuyas lecciones, trato y escritos hubieron de influir
mucho en su ánimo. Desde el impulso dado á la crítica por Lessing,
extendiendo sus horizontes y no contentándose ya con las reglas y los
antiguos modelos, se había sentido en Alemania afición extraordinaria al
estudio de las literaturas extranjeras, como lo prueban los muchos
escritos de autores distinguidos de esta época, entre los cuales, por su
relación especial con nuestra literatura, sobresale en primer término
Augusto Guillermo Schlegel. Puede asegurarse que si éste no fué el único
creador de la escuela romántica, fué por lo menos el que expuso y
defendió sus principios con más talento, con más elocuencia y con mejor
éxito. Las ideas estéticas de Schack son, pues, también románticas, y
con ese criterio juzga las producciones de nuestros ingenios. Sin
embargo, ni el romanticismo de Schlegel, ni el de Schack, es el absurdo
y monstruoso que reinó después en Francia, y que pasó á nuestra España,
esto es, una violación perpetua de todas las reglas del buen gusto, una
monomanía continua de romper todo freno y toda valla y traspasar todos
los límites razonables, un _delirium tremens_, cuyo único fin es el
culto á lo inverosímil, á lo extravagante y á lo patibulario. Este no es
ni ha sido nunca el romanticismo de esos grandes maestros ni el de
Alemania, porque pocas naciones, como Francia, disfrutan el singular
privilegio de exagerarlo y desfigurarlo todo, como, por ejemplo, trocar
la aversión razonable y sensata á los excesos y males del fanatismo
religioso en odio y en persecución encarnizada al catolicismo y al
cristianismo, las ventajas de una libertad política, prudente y juiciosa
en una orgía eterna de desórdenes y de luchas de partido, y, en crítica
literaria, la estimación y aprecio de las obras populares, aunque no
clásicas, con la soberanía del desenfreno y del mal gusto.
Schack no es, por tanto, clásico como parece serlo Ticknor, y tiene
sobre éste la ventaja de profesar á su asunto un amor mucho más vivo y
entusiasta, cualidad que, aunque tenga sus inconvenientes bajo el
aspecto rigorosamente crítico, no puede menos de agradar á los
españoles. Ha contribuído eficazmente á difundir por el mundo la
importancia y la fama de nuestros grandes dramáticos, y lo que es más
meritorio, ha influído en nosotros para que reconozcamos y apreciemos su
mérito. Hay, pues, que agradecérselo, teniendo siempre en cuenta que,
al escribir su libro, no se propuso ni pudo nunca proponerse decir la
última palabra sobre la materia, ni apurar todas las investigaciones
posibles sobre los autores y sus escritos, ni dejar un monumento que
fuese de todos los tiempos, acerca de nuestra literatura dramática. Su
objeto no fué otro que ilustrar esta parte importantísima de los
conocimientos humanos, contribuir á la mayor extensión de la crítica
estética, y en lo posible, influir también en el teatro de su patria,
que se encuentra en un estado muy parecido al de las demás naciones de
Europa. Tuvo juicio bastante para encerrar su trabajo en límites
razonables, y para que con su lectura pudiera formarse una idea exacta
de lo que ha sido nuestra literatura dramática. Trazó sus límites con
prudencia y con discernimiento, ni dándoles una extensión desmesurada de
difícil ó imposible ejecución y terminación, como Amador de los Rios, ni
hacerlo tampoco estrecho, defectuoso é insuficiente; y la prueba de que
esto es exacto, nos la suministra el hecho elocuente de que la obra de
Schack es y será por mucho tiempo la única clásica y verdaderamente útil
sobre nuestro teatro.
Como no es nuestro objeto enumerar todos los méritos de Schack, por no
extendernos demasiado, poco diremos de sus poesías, notabilísimas en
todos conceptos, que lo hacen uno de los primeros poetas de Alemania por
la variedad de sus asuntos, por la novedad de los mismos, por la
profundidad de sus pensamientos, por la nobleza y distinción de sus
afectos, por la abundancia y belleza de sus imágenes y por su maestría
incomparable en la versificación y en el manejo de la lengua. Ha
enriquecido su literatura con la bellísima traducción libre ó imitación
del _Firdusi_, poeta épico persa de un mérito extraordinario, y con
imitaciones no menos hábiles y excelentes de la poesía griega, de la
india y de la italiana. Distínguese como lírico por la nobleza y
elevación de sus sentimientos, por su melancólica y constante tendencia
á lo infinito y, como nuestro Selgas, por la delicadeza, siempre moral y
tierna, de sus poesías, prenda, en verdad, tan apreciable como rara. Su
frescura y lozanía son tan admirables como la flexibilidad de su
talento. Como poeta narrativo no tiene superior en Alemania de los
presentes ni de los pasados por el interés de los asuntos elegidos, por
su fecundidad inagotable y por su maravilloso don para exponer. Notable
novelista en verso, cómico hábil á lo Aristófanes y trágico de primer
orden, es hoy la estrella poética de primera magnitud que luce en el
cielo de Alemania[2]. Aristócrata por su nacimiento, por sus riquezas y
por su genio, se ha servido de sus ventajas para trabajar sin descanso
en honrar á la humanidad entera y á su patria. ¡Lástima grande que tan
preclaro ejemplo no tuviera imitadores en nuestra España!
EL TRADUCTOR.
MADRID 11 de septiembre de 1885.
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PRÓLOGO.

Largo tiempo hace que se nota la falta de una exposición completa del
desarrollo de la poesía y del arte dramático en España, y en repetidas
ocasiones se ha reparado en la laguna, que una omisión de esta especie
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