Filosofía Fundamental, Tomo I - 10

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ángulo puede estar sucesivamente determinada por la diferencia que le
constituye recto y no recto; pero estas determinaciones no pueden
coexistir ni aun en nuestro concepto, por cuya razon no afirmamos la
imposibilidad absoluta de la union de la diferencia con el género,
sino que la limitamos á la condicion de la simultaneidad.
En esta proposicion: un ángulo recto no puede ser obtuso; el sujeto no
es la idea genérica sola, sino unida con la diferencia _recto_. En el
concepto del sujeto formado de estas dos ideas, ángulo y recto, vemos
la imposibilidad de que se les una la idea _obtuso_. Esto sin ninguna
condicion de tiempo, y en este caso tampoco se la expresa. Se dice con
frecuencia: un ángulo no puede ser al mismo tiempo recto y obtuso;
pero jamás se dice el ángulo recto no puede _á un mismo tiempo_ ser
obtuso, sino absolutamente: el ángulo recto no puede ser obtuso.

[200.] Observa Kant que la equivocacion dimana de que se comienza por
separar el predicado de una cosa del concepto de esta cosa, y que en
seguida se le junta á este mismo predicado su contrario, lo que no da
jamás una contradiccion con el sujeto sino con el predicado que le
está unido sintéticamente; contradiccion que no tiene lugar sino en
cuanto el primero y el segundo predicado están puestos á un mismo
tiempo. Esta observacion de Kant es en el fondo muy verdadera; pero
adolece de dos defectos: el que se la presenta como original cuando no
dice sino cosas muy sabidas; y el que se le emplea para combatir una
equivocacion que no existe sino en la mente del filósofo que pretende
quitarla á los demás. Las dos proposiciones analizadas en el párrafo
anterior confirman lo que acabo de decir: el ángulo no puede ser recto
y no recto. Aquí la condicion del tiempo es necesaria porque la
repugnancia no está entre el predicado y el sujeto sino entre los dos
predicados. El ángulo puede ser recto ó no recto, con tal que esto se
verifique en tiempos diferentes. El ángulo recto no puede ser obtuso;
aquí la condicion del tiempo no debe ser expresada, porque entrando en
el concepto del sujeto la idea _recto_, está enteramente excluida la
de _obtuso_.

[201.] Si el principio de contradiccion hubiese de servir únicamente
para los juicios analíticos, esto es, para aquellos en que el
predicado está contenido en la idea del sujeto, la condicion del
tiempo no debiera ser expresada nunca; pero como este principio ha de
guiarnos tambien para todos los demás juicios, se sigue que en la
fórmula general no podia prescindirse de una condicion absolutamente
indispensable en la mayor parte de los casos. En el estado actual de
nuestro entendimiento, mientras nos hallamos en esta vida, el no
prescindir del tiempo es la regla, el prescindir la excepcion: ¿y se
queria que una fórmula general se refiriese solo á la excepcion y
dejase en olvido la regla?

[202.] No se concibe la razon que pudo mover á Kant á ilustrar esta
materia con los ejemplos arriba citados. No cabe decir cosas mas
comunes é inoportunas que las añadidas por este filósofo cuando
ilustra la materia con algunos ejemplos. «Si digo, un hombre que es
ignorante no es instruido, la condicion _al mismo tiempo_ debe estar
expresada; porque el que es ignorante en un tiempo, puedo muy bien ser
instruido en otro.» Esto á mas de ser comun é inoportuno, es sobre
manera inexacto. Si la proposicion fuese: un hombre no puede ser
ignorante é instruido; entonces la condicion _al mismo tiempo_ debiera
añadirse, porque no dándose preferencia á ningun predicado con
respecto al otro, se indicaria el motivo de la repugnancia, que es de
predicado á predicado y no de predicado á sujeto. Pero en el ejemplo
aducido por Kant, «el hombre que es ignorante no es instruido,» el
sujeto no es solo hombre, sino hombre ignorante; el predicado
instruido recae sobre el hombre modificado con el predicado ignorante;
y por consiguiente la expresion del tiempo no es necesaria ni se la
emplea en el lenguaje comun.
Hay mucha diferencia entro estas dos proposiciones: el hombre que es
ignorante _no es_ instruido; el hombre que es ignorante, _no puede
ser_ instruido. En la primera, la condicion del tiempo no debe estar
expresada por las razones dichas: en la segunda sí, porque hablándose
de la imposibilidad de un modo absoluto, se negaria al ignorante hasta
la _potencia_ de ser instruido.

[203.] El otro ejemplo de Kant es el siguiente: «pero si digo, ningun
hombre ignorante es instruido, la proposicion será analítica, porque
el carácter de la ignorancia constituye ahora el concepto del sujeto y
por tanto la proposicion negativa se deriva inmediatamente de la
proposicion contradictoria sin que la condicion _al mismo tiempo_ deba
intervenir.» No se ve la razon porque establece Kant tanta diferencia
entre estas dos proposiciones: un hombre que es ignorante no es
instruido; ningun hombre ignorante es instruido; en ambas el predicado
no se refiere tan solo á hombre, sino á hombre ignorante, y tanto vale
decir hombre que es ignorante, como hombre ignorante. Si pues la
expresion del tiempo no es necesaria en la una, tampoco lo será en la
otra.
Si la idea de ignorante afecta al sujeto mismo, el predicado está
necesariamente excluido, porque las ideas de instruccion y de
ignorancia, son contradictorias: entonces nos hallamos con la regla de
los dialécticos de que en materias necesarias, la proposicion
indefinida equivale á la universal.
De esta discusion resulta que la fórmula del principio de
contradiccion debe ser conservada tal como está, y que no debe
suprimirse la condicion del tiempo, porque de otro modo se
inutilizaria la fórmula para muchísimos casos (XX).


CAPÍTULO XXI.
SI EL PRINCIPIO DE CONTRADICCION MERECE EL TÍTULO DE FUNDAMENTAL; Y EN
QUÉ SENTIDO.

[204.] Aclarado ya el verdadero sentido del principio de
contradiccion, veamos si merece el título de fundamental, reuniendo
todos los caractéres exigidos para esta dignidad científica. Estos son
tres: primero, que no se apoye en otro principio. Segundo, que cayendo
él, se arruinen todos los demás. Tercero, que permaneciendo él firme,
pueda argüirse de una manera concluyente contra quien niegue los
demás, reduciéndole á buen camino por demostracion, al menos
indirecta.

[205.] Para resolver cumplidamente todas las cuestiones que se
refieren al principio de contradiccion, asentaré algunas proposiciones
acompañándolas con la demostracion correspondiente.
PRIMERA PROPOSICION.

Si se niega el principio de contradiccion, se desploma toda certeza,
toda verdad, todo conocimiento.
Demostracion. Si una cosa puede ser y no ser á un mismo tiempo,
podemos estar ciertos y no ciertos, conocer y no conocer, existir y
no existir; la afirmacion puede estar junto con la negacion, las cosas
contradictorias pueden hermanarse, las distintas identificarse, las
idénticas distinguirse; la inteligencia es un caos en toda la
extension de la palabra; la razon se trastorna, el lenguaje es
absurdo, el sujeto y el objeto se chocan en medio de espantosas
tinieblas, toda luz intelectual se ha extinguido para siempre. Todos
los principios están envueltos en la ruina universal; y la misma
conciencia vacilaria, si al hacer esta suposicion absurda no se
hallase sostenida por la invencible mano de la naturaleza. Pero en
medio de la absurda hipótesis, la conciencia que no desaparece porque
no puede desaparecer, se siente arrastrada tambien por el violento
torbellino que lo arroja todo á las tinieblas del caos; en vano se
esfuerza por conservar sus ideas, todas desaparecen por la fuerza de
la contradiccion; en vano hace brotar otras nuevas para sustituirlas á
las que va perdiendo, desaparecen tambien; en vano busca objetos
nuevos, desaparecen tambien; y ella misma no continúa sino para sentir
la imposibilidad radical de pensar nada; solo ve á la contradiccion
que señoreada de la inteligencia, destruye con fuerza irresistible
cuanto se quiera levantar.
SEGUNDA PROPOSICION.

[206.] No basta que no se suponga falso el principio de
contradiccion; es preciso además suponerle verdadero, si no se quiere
que se arruine toda certeza, todo conocimiento, toda verdad.
Demostracion. Las razones alegadas con respecto á la proposicion
anterior podrian reproducirse por entero. En el primer caso se supone
negada la verdad del principio; en el segundo no se le da por
verdadero ni por falso; pero es evidente que la indiferencia no basta;
porque desde el momento en que el principio de contradiccion no esté
fuera de toda duda, volvemos á caer en las tinieblas, debemos dudar de
todo.
No quiero decir que para tener certeza de cualquiera cosa, sea
necesario pensar explícitamente en dicho principio; pero sí que
debemos tenerle por firmemente asentado, que no podemos abrigar sobre
él la menor duda, y que en viendo alguna cosa ligada con él mismo, es
preciso considerarla como asida de un punto inmóvil; la menor
vacilacion, el mas ligero _quién sabe_!.... sobre este principio, lo
arruina todo: la posibilidad de un absurdo es ya por si misma un
absurdo.
TERCERA PROPOSICION

[207.] Es imposible encontrar un principio que nos asegure de la
verdad del de contradiccion.
Demostracion. Hemos visto que en todo conocimiento es necesario
suponer la verdad del principio de contradiccion; luego ninguna puede
servir para demostrarle á él. En cualquiera raciocinio que con este
objeto se haga, habrá por necesidad un círculo vicioso; se probará el
principio de contradiccion con otro principio que á su vez supondrá
siempre el de contradiccion. Tendremos pues un edificio que estribará
sobre un cimiento y un cimiento que estribará sobre el mismo edificio.
CUARTA PROPOSICION.

[208.] A quien niegue el principio de contradiccion, no se le puede
reducir directa ni indirectamente por ningun otro.
Demostracion. Seria curioso oir los argumentos dirigidos contra un
hombre que admite la posibilidad del sí y del nó en todo. Cuando se le
reduzca al sí, no se le hará perder el nó, y vice-versa. Es imposible
no solo argumentar, sino hablar, ni pensar en suposicion semejante.
QUINTA PROPOSICION.

[209.] No es exacto lo que suele decirse que con el principio de
contradiccion podamos argüir de una manera concluyente contra quien
niegue los demás.
Adviértase que solo digo que _no es exacto_; porque en efecto creo que
en el fondo es verdadero, pero mezclado con alguna inexactitud. Para
manifestarlo examinemos el valor de la demostracion que se da en
casos semejantes. En forma de diálogo las razones, las contestaciones
y las réplicas se presentarán con mas claridad y viveza. Supongamos
que uno niega este axioma. El todo es mayor que la parte.
Si V. niega esto, admite que una cosa puede ser y no ser á un mismo
tiempo.
Esto es lo que se me ha de probar.
El todo de V. será todo y no lo será, y la parte será parte y no
parte.
¿Por qué?
En primer lugar, será todo, porque así se supone.
Admitido.
Al mismo tiempo no lo será....
Negado.
No lo será porque no será mayor que su parte.
Buen modo de argumentar; esto es una peticion de principio: yo
comienzo por afirmar que el todo no es mayor que su parte, y V. me
arguye en el supuesto contrario; pues me dice que el todo no será todo
si no es mayor que su parte. Si yo concediese que el todo es mayor que
su parte, y luego negase esta propiedad, entonces incurriría en
contradiccion haciendo un todo que segun mis principios no seria todo;
pero como ahora niego que el todo haya de ser mayor que su parte, debo
negar tambien que deje de ser todo, por no ser mayor que su parte.

[210.] ¿A quien discurre de esta manera qué se le puede replicar? nada
absolutamente en forma de raciocinio; lo que se puede hacer es
llamarle la atencion hácia el absurdo en que se coloca; pero esto nó
argumentando, sino determinando con toda exactitud el sentido de las
palabras y analizando los conceptos que por ellas se expresan. Esto es
lo único que se puede y debe hacer. La contradiccion existe, es
cierto; y lo que conviene es que la vea el que ha incurrido en la
misma; para lo cual, ó será suficiente la explicacion de los términos
y el análisis de los conceptos, ó no bastará nada.
Veámoslo en el mismo ejemplo. El todo es mayor que su parte. ¿Qué es
todo? es el conjunto de las partes, es las partes mismas reunidas. En
la idea del todo entran pues las partes. ¿Qué significa mayor? Una
cosa se dice mayor que otra, cuando además de contener cantidad igual
á esta, contiene alguna otra; el siete es mayor que el cinco, porque á
mas de contener el mismo cinco, contiene tambien el dos. El todo
contiene á la parte y además á las otras partes, luego en la idea de
todo entra la idea de ser mayor que su parte. Así se podria reducir á
quien negase este principio: método que mas bien que de argumentacion,
podria llamarse de explicacion de términos y análisis de conceptos,
porque es claro que no se ha hecho mas que definir aquellos y
descomponer estos.
SEXTA PROPOSICION.

[211.] El principio de contradiccion no puede ser conocido sino por
evidencia inmediata.
Demostracion. Se han de probar dos cosas. Que el conocimiento es por
evidencia, y que la evidencia es inmediata. Tocante á lo primero
observaré que el principio de contradiccion no es un simple hecho de
conciencia sino una verdad puramente ideal. El hecho de conciencia
envuelve la realidad, no puede expresarse de ningun modo sin que se
afirme alguna existencia; el principio de contradiccion no afirma ni
niega nada positivo; esto es, no dice que algo exista ó no exista;
solo expresa la repugnancia del ser al no ser, y del no ser al ser,
prescindiendo de que el verbo _ser_ se tome sustantiva ó
copulativamente.

[212.] Todo hecho de conciencia es algo, no solo existente sino
determinado; no es un pensamiento en abstracto, sino tal ó cual
pensamiento. El principio de contradiccion no contiene nada
determinado; no solo prescinde de la existencia de las cosas sino
tambien de la esencia, pues no se refiere á solas las existentes sino
tambien á las posibles; y entre estas no distingue especies, sino que
las abraza todas en su mayor generalidad. Cuando se dice «es imposible
que una cosa sea y no sea,» la palabra _cosa_ no restringe su
significacion de ninguna manera; expresa el ser en general, en su
mayor indeterminacion. En el _sea_ ó _no sea_, el verbo _ser_ no
expresa solo la existencia sino toda clase de relaciones de esencias,
tambien en su mas completa indeterminacion. Así el principio se aplica
igualmente en estas dos proposiciones; es imposible que la luna sea y
no sea; es imposible que un círculo sea y no sea círculo; no obstante
que la primera es del órden real, y en ella el verbo _ser_ expresa
existencia; y la segunda es del órden ideal, y el verbo _ser_
significa únicamente relacion de predicado á sujeto.

[213.] Todo hecho de conciencia es individual, el principio de
contradiccion es lo mas universal que imaginarse pueda; todo hecho de
conciencia es contingente, el principio de contradiccion es
absolutamente necesario: necesidad que es uno de los caractéres de las
verdades conocidas por evidencia.

[214.] El principio de contradiccion es una ley de toda inteligencia;
es de una necesidad absoluta tanto para lo finito como para lo
infinito: ni la inteligencia infinita se halla fuera de esta
necesidad, porque la infinita perfeccion no puede ser un absurdo. El
hecho de conciencia como puramente individual, se refiere tan solo al
ser que lo experimenta; de que yo exista ó no exista ni el órden de
las inteligencias ni el de las verdades sufre alteracion alguna.

[215.] El principio de contradiccion, á mas del carácter de
universalidad y necesidad con que se distinguen las verdades de
evidencia, posee tambien el del ser visto con esa claridad
intelectual inmediata, de que mas arriba se ha tratado. En la idea del
ser vemos clarísimamente la exclusion del no ser.
De esto se infiere la prueba de la segunda parte de la proposicion:
porque hay evidencia inmediata de la relacion de un predicado con un
sujeto, cuando para verla nos basta la sola idea del sujeto sin
necesidad de ninguna combinacion con otras ideas; así se verifica en
el caso presente, pues no solo no es necesaria ninguna combinacion,
sino que todas son imposibles si no se presupone la verdad del
principio (XXI).


CAPÍTULO XXII.
EL PRINCIPIO DE LA EVIDENCIA.

[216.] Entre los principios que han figurado en las escuelas en
primera línea, con pretension al título de fundamentales, se encuentra
el que ha solido llamarse de los cartesianos. «Lo que está comprendido
en la idea clara y distinta de una cosa, se puede afirmar de ella con
toda certeza.» Ya hemos visto que Kant resucita, aunque en otras
palabras, este principio, tomándole equívocamente por sinónimo del de
contradiccion. Bien examinada la cosa se echa de ver que tanto la
fórmula de los cartesianos como la de Kant no son mas que la
expresion de la legitimidad del criterio de la evidencia. Ambas
podrian reducirse á otras mas sencillas: la evidencia es criterio de
verdad; ó bien, lo evidente es verdadero. Como esta transformacion me
ha de servir en adelante para distinguir ideas, en mi opinion muy
confusas, daré la razon de ella manifestando la igualdad de las dos
expresiones.

[217.] Decir que una cosa está comprendida en la idea clara y distinta
de otra, es lo mismo que decir que hay evidencia de que un predicado
conviene á un sujeto; las palabras no tienen ni pueden tener otro
sentido; «estar comprendido en una idea clara y distinta,» equivale á
decir que vemos una cosa en otra con aquella luz intelectual que
llamamos evidencia: luego esta expresion, «lo que está comprendido en
la idea clara y distinta de una cosa» es exactamente igual á esta: «lo
que es evidente.»
Decir que una cosa se puede afirmar de otra con toda certeza, es lo
mismo que decir: «la cosa es verdadera, y de esto podemos estar
completamente seguros.» Lo que se puede afirmar, es la verdad y solo
la verdad: luego esta expresion, «se puede afirmar de ella con toda
certeza,» es exactamente igual á esta otra: «es verdadero.»
Así, la expresion de los cartesianos puede transformarse en esta: «lo
evidente es verdadero,» ó en su equivalente: «la evidencia es seguro
criterio de verdad.»

[218.] «El predicado que repugna á un sujeto, no le conviene,» esta es
la fórmula de Kant. La repugnancia de que aquí se trata es la que se
encuentra en las ideas, esto es, cuando de la idea del sujeto está
necesariamente excluido el predicado por _repugnancia_ intrínseca. La
expresion pues «el predicado que repugna á un sujeto,» equivale á esta
otra: «cuando de la idea del sujeto se ve con claridad excluido el
predicado;» la que á su vez es igual á esta «la exclusion ó la
repugnancia entre el sujeto y el predicado es evidente.»
«No le conviene» significa lo mismo que es verdadero que no le
conviene; y como estas fórmulas tienen dos valores, uno para los casos
afirmativos, otro para los negativos, pues si se dice: el predicado
que repugna á un sujeto no le conviene, se puede decir con la misma
razon, el predicado contenido en la idea del sujeto le conviene,
resulta que la fórmula de Kant coincide exactamente con esta: «lo que
es evidente es verdadero.»

[219.] Con esta transformacion se logra mayor sencillez y mas
generalidad: sencillez, por la expresion misma; generalidad, porque
están contenidos tanto los casos afirmativos como los negativos. Las
palabras «lo que es evidente» abrazan tanto las afirmaciones como las
negaciones; porque tan evidente puede ser la inclusion de un predicado
en un sujeto como su mutua repugnancia. Se puede ver que está
contenida una cosa en la idea de otra, como que está excluida de
ella. Bajo todos los conceptos es preferible la fórmula: lo que es
evidente es verdadero; y si se quiere expresar nó como principio sino
como regla aplicable, se puede convertir en esta otra: «la evidencia
es seguro criterio de verdad.»

[220.] No se crea que el análisis precedente tenga por único objeto la
transformacion indicada; bien que en estas materias la claridad y la
precision deben ser llevadas al mas alto punto posible, no obstante me
hubiera abstenido de entrar en semejantes consideraciones si solo me
hubiese propuesto lograr una innovacion que en la práctica puede
producir muy escaso resultado; lo mismo se expresa de un modo que de
otro, quien no entienda las primeras fórmulas no entenderá la última.
Pero no era esta innovacion mi objeto principal; sino el manifestar la
confusion de ideas que hay en este punto cuando se examina si el
principio que contiene la legitimidad del criterio de la evidencia
debe ser considerado ó nó como fundamental y preferido al de
contradiccion y al de Descartes.

[221.] Comienzo por asentar una proposicion que parecerá la mas
extraña paradoja, pero que está muy lejos de serlo. _El principio de
la evidencia no es evidente._
Demostracion. Este principio puesto en forma mas sencilla es el que
sigue. Lo evidente es verdadero. Yo digo que esta proposicion no es
evidente. ¿Cuándo es evidente una proposicion? cuando en la idea del
sujeto vemos el predicado; esto no sucede aquí. Evidente es lo mismo
que visto con claridad, que ofrecido al entendimiento de una manera
muy luminosa. Verdadero es lo mismo que conformidad de la idea con el
objeto. Pregunto ahora ¿por mas que se analice esta idea: «visto con
claridad» se puede descubrir esta otra, «conforme al objeto?» nó. Se
da aquí un salto inmenso, se pasa de la subjetividad á la objetividad,
se afirma que las condiciones subjetivas son el reflejo de las
objetivas, se hace el tránsito de la idea á su objeto, tránsito que
constituye el problema mas trascendental, mas difícil, mas oscuro de
la filosofía. Vea pues el lector si he dicho con fundamento que no era
una paradoja esta asercion: El principio de la evidencia no es
evidente.

[222.] ¿Qué diremos pues de esta proposicion: lo evidente es
verdadero? hélo aquí. No es un axioma porque el predicado no está
contenido en la idea del sujeto; no es una proposicion demostrable
porque toda demostracion estriba en principios evidentes y consiste en
deducir de los mismos una consecuencia evidentemente enlazada con
ellos; lo que no puede tener lugar si no se presupone la legitimidad
de la evidencia, es decir, lo mismo que es objeto de la demostracion.
Al comenzar el raciocinio se podria preguntar desde luego, ¿cómo es
conocido el principio en que se le quiere fundar? ¿cómo se sabe que
sea verdadero? ¿por la evidencia? recuérdese que se trata de probar
que lo evidente es verdadero, y por tanto hay una peticion de
principio. La verdad de las leyes lógicas á que debe conformarse todo
raciocinio, es conocida solo por evidencia: luego si no se supone que
lo evidente es verdadero, no se puede ni raciocinar siquiera.

[223.] Tenemos pues que el principio de la evidencia no puede apoyarse
en otro, y por consiguiente reune el primer carácter de principio
fundamental. Cayendo él caen tambien todos los demás, incluso el de
contradiccion, que como todos, no es conocido sino por evidencia; este
es otro de los caractéres del principio fundamental. Veamos sí reune
el tercero, á saber, que con su auxilio se pueda reducir á quien
niegue los demás.
Difícil es encontrar quien niegue el principio de contradiccion y
admita el de evidencia; sin embargo haciendo esta suposicion
extravagante, si algun principio pudiera servir para el caso seria
este sin duda, porque la cuestion estaria reducida á si confesaria que
los principios son para él evidentes; si no lo son, su entendimiento
es diferente del de los demás hombres; si lo son, el argumento que se
le hace es concluyente. Segun V. confiesa lo evidente es verdadero;
tal ó cual principio es evidente para V., luego es verdadero. Las
premisas son admitidas por él mismo; la legitimidad de la consecuencia
es evidente, y por tanto debe reconocerla tambien, ya que por regla
general admite el criterio de la evidencia.

[224.] ¿De qué nacen las extrañezas que hemos notado en este
principio? No es evidente, ni es demostrable; es necesario para todos
los demás, y con su auxilio se puede reducir á quien los niegue; ¿de
dónde semejante extrañeza? de un orígen muy sencillo. Es que el
principio de la evidencia no expresa ninguna verdad objetiva, y por
consiguiente no es demostrable; no es un simple hecho de conciencia
porque expresa la relacion del sujeto al objeto y por consiguiente no
puede limitarse á lo puramente subjetivo; es una proposicion que
conocemos por acto reflejo y que expresa la ley primitiva de todos
nuestros conocimientos objetivos. Estos se fundan en la evidencia; así
lo experimentamos; pero cuando el espíritu se pregunta ¿por qué debes
fiarte de la evidencia? no puede responder otra cosa sino que lo
evidente es verdadero. ¿En qué funda esta proposicion? ordinariamente
en nada: se conforma á la misma sin haber pensado nunca en ella; pero
si se empeña en reflexionar encuentra tres motivos para asentir á la
misma. Primero: un irresistible instinto de la naturaleza. Segundo: el
ver que no admitiendo la legitimidad del criterio de la evidencia, se
hunden todos sus, conocimientos y le es imposible pensar. Tercero: el
notar que admitiendo este criterio todo se pone en órden en la
inteligencia, que en vez de un caos halla un universo ideal con
trabazon admirable, y se siente con los medios necesarios para
raciocinar y construir un edificio científico con respecto al
universo real del que tiene conocimiento por la experiencia (XXII).


CAPÍTULO XXIII.
CRITERIO DE LA CONCIENCIA.

[225.] Apreciado el mérito de los tres principios, de conciencia, de
contradiccion y de evidencia, con respecto á la dignidad de principio
fundamental, vamos ahora á examinar el valor intrínseco de los
diferentes criterios. Para esto nos suministra mucha luz la doctrina
de los capítulos anteriores, de la cual son los siguientes un
desarrollo y complemento. Comencemos por la conciencia ó sentido
íntimo.
El testimonio de la conciencia ó del sentido íntimo, comprende todos
los fenómenos que activa ó pasivamente se realizan en nuestra alma.
Por su naturaleza, es puramente subjetivo; de modo que considerado en
sí mismo, separadamente del instinto intelectual y de la luz de la
evidencia, nada atestigua con respecto á los objetos. Por él sabemos
lo que experimentamos, nó lo que es; percibimos el fenómeno, nó la
realidad; él nos autoriza á decir: me _parece_ tal cosa; pero nó, _es_
tal cosa.
La transicion del sujeto al objeto, de la idea representante á la cosa
representada, de la impresion á la causa imprimente, pertenece á otros
criterios: la conciencia se limita á lo interior, ó por mejor decir á
ella misma, que no es mas que un hecho de nuestra alma.

[226.] Conviene distinguir entre la conciencia directa y la refleja;
aquella acompaña á todo fenómeno interno, esta nó; aquella es natural,
esta es filosófica; aquella prescinde de los actos de la razon, esta
es uno de estos actos.
La conciencia directa es la presencia misma del fenómeno al espíritu,
ya sea una sensacion, ya una idea, ya un acto ó impresion cualquiera,
en el órden intelectual ó moral.
Por esta definicion se echa de ver que la conciencia directa acompaña
á todo ejercicio de las facultades de nuestra alma, activo ó pasivo.
Decir que estos fenómenos existen en el alma y no están presentes á
ella, es una contradiccion.
Estos fenómenos no son modificaciones como las que se verifican en las
cosas insensibles; se trata de modificaciones vivas por decirlo así,
en un ser vivo tambien: en la idea de las mismas está contenida su
presencia al espíritu.
Es imposible sentir sin que la sensacion se experimente: porque quien
dice sentir, dice experimentar la sensacion; esta experiencia es la
presencia misma: una sensacion experimentada es una sensacion
presente.
El pensamiento es por su esencia una representacion, la que no puede
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