Escenas Montañesas - 14

Total number of words is 4353
Total number of unique words is 1629
32.5 of words are in the 2000 most common words
44.6 of words are in the 5000 most common words
50.3 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
Ya tocaba en el ocaso
del sol el fúlgido disco,
y sobre el campo cayendo
leves gotas de rocío,
daban vida á los maizales
y al retoño ya marchito,
cuando en la loma de un cerro
á cierto lugar vecino,
cuyo nombre no hace al caso,
y por eso no le cito,
un jinete apareció[11]
sobre indefinible bicho,
pues desde el lomo á los pechos
y desde el rabo al hocico,
llevaba más alamares
que sustos pasa un marido.
Todo un _curro_ era el jinete,
á juzgar por su trapío:
faja negra, calañés
y sobre la faja un cinto
con municiones de caza,
pantalón ajustadísimo,
marsellés con más colores
que la túnica de un chino,
y una escopeta, al arzón
unida por verde cinto.
Al ver entre matorrales
destacarse y entre espinos
el escueto campanario,
de su hogar místico abrigo,
detuvo la lenta marcha
del engalanado bicho,
descubrióse la cabeza,
exhaló tierno suspiro,
meditó algunos instantes ...
y continuó su camino.
Á un cuarto de hora del pueblo
detuvo otra vez el _ímpetu_
de su jaco, se apeó
y llamó en un ventorrillo:
--¡Ah de casa!... ¡_montañés_!
--¡Allá va!--¡Po janda, endino!
--¡Buenas tardes.--Que mu güenas....
Pero, calle...; ¡tío Perico!
--¡La Virgen me favorezca!,
¡si es _Celipuco_ el de _Chisco_!
--El mismo que viste y calza.
--Seas mil veces bien venido.
¿Y cómo va de salud?
--Mejor que quiero...; ¡pues digo!;
salú ... pesetas ... viniendo,
camará, del paraíso,
como yo vengo ... á patás
topamos allí toiticos
esos probes menesteres....
Conque toque usté esos cinco ...
y destranque la canilla,
que yo pago ¡de lo fino!...
Vaya un vaso.--Á tu salud.
--Á la de usté, tío Perico.
Y mi padre ¿cómo está?
--Los años,...--¡Ya!... ¡Probesiyo!
¡Si esa borona maldita
es el manjar más endino
cá nacío de la tierra!...;
pero ende hoy, tío Perico,
ha de tragar buen pan blanco,
buenas hebras y buen vino;
que si el probe no lo tiene,
para él lo ganó su hijo.
--Bien harás, que es muy honrado
y anciano.--¡Cuando yo digo
que ha de gastar pitifoques
y calesín!...--No es preciso,
para que honres á tu padre,
tanto lustre; que ha vivido
entre terrones, y tiene
sobrado, junto á sus hijos,
para ser feliz de veras,
con pan, descanso y cariño.
--Pos cariño y pan tendrá,
y descanso.... Ya estoy frito
por verle y darle un abrazo....
Ahí tiene usté por el vino,
que va cerrando la noche
y es oscura.... No lo digo,
es la verdá, por el miedo,
porque me espante el peligro,
que allá, bien lo sabe Dios,
más negras las he corrió;
sino que..., ¡firmes, Lucero!
¿Pero no ve usté qué bicho?
Es una fiera, ¡cabales!;
cuanto más anda, más bríos.
Misté el jierro en esta nalga:
es cartujano legítimo....
Y oigasté, por lo que sea:
dejo atrás, en el camino,
una recua de jumentos
cargaos con mis equipos.
Cuando lleguen, que refresquen
los mozos con un traguillo
y encamine usté la recua
á mi casa.... Me repito.
Clavóle los acicates
en los ijares al bicho,
arreglóse el calañés,
escupió por el colmillo,
y, entonando una _rondeña_,
partió á galope tendido.
--«Mucha bulla, pocas nueces;
mucha paja, poco trigo»;
--murmuró desde la puerta
del ventorro el tío Perico.--
Aunque si lo de la recua
no falta.... El mancebo es listo....
¿Quién sabe?... Cierro y aguardo.
.................................
Pero la recua no vino.
FOOTNOTES:
[Footnote 11: Desde que los ferrocarriles cruzan nuestra Península y
penetran en esta provincia, los jándalos no vienen á caballo, ni se van
en tardo mulo. Han perdido, por lo tanto, uno de sus más gráficos
atributos.
(_Nota de la 1.ª ed. en 1864_.)]


II

Echando al aire cohetes
y descerrajando tiros,
y entonando macarenas
coplas, á pelado grito,
entró el jándalo en su pueblo
entre perros y chiquillos,
que de una en otra barriada,
con voces y con ladridos,
publicaron la venida
de aquel hombre «tan riquísimo»,
en un instante, saliendo
á la calle los vecinos
á verle pasar; que el pueblo,
como es notorio, _ab initio_
es novelero y curioso
aquí y en Francia ... y en Pinto.
--Buen verano, caballeros....
¡Adiós, mi alma!...--Bien venido.
--Compadre, jasta la vista....
--Dios te guarde.--Agur, vecino.
--¡Bien llegado!--Agraesiendo,
camará..., siempre su amigo;
pero me aguarda mi padre....
¡Hacerse á un laito, niños!
Y revolviendo su potro,
como pudo, á cada grito,
y la mano dando al uno
y al otro las gracias fino,
y á las mozas requebrando
y atropellando chiquillos,
atravesó la barriada
y llegó al hogar carísimo,
donde hubo besos y abrazos
y todo lo consabido.
Después se sacudió el polvo
con su pañuelo finísimo,
guardó el caballo entre mantas
(«porque era una fiera el bicho,
y tragándose el espacio
al andar, sudaba el quilo»),
anunció, como de paso,
para muy luego el arribo
de la consabida recua;
y entre familia y amigos
que á saludarle acudieron,
circuló el jarro de vino,
se cenó de lo mejor;
y hasta que ya era por filo
pasada la media noche,
en loor al recién venido,
duró la marimorena
que, aunque inútil es decirlo,
costó al jándalo los cuartos
y á más de tres ... el sentido.
Amaneció el nuevo día,
y ya su ánimo tranquilo,
abrió el jaque la maleta
para mudarse el vestido;
llamó ufano á la familia,
y ofreció á cada individuo
un regalo: un calañés
á su padre; á un hermanito,
una camisa de holanda
(y era de algodón mezquino),
y á su hermana un _rico_ chal
de la India (según dijo,
pues era un retal menguado,
de vara de pico á pico).
Todo aquello, por supuesto,
eran obsequios levísimos,
pues las galas que traía
hasta para los amigos,
las conducía «la recua
que quedaba en el camino».
Pasó el día de San Juan
gastando largo y tendido
y luciendo, aunque el calor
hacía trinar los grillos,
capa de largos fiadores
sobre zamarra de rizos.
Al siguiente, el pobre viejo
que iba á descansar tranquilo
con el amparo del jándalo,
de sus retoños seguido
volvió al campo, como siempre,
á doblar su cuerpo rígido
sobre los terrones, que
le daban sustento mísero.
En tanto vagaba el jándalo,
sobre su andaluz _bravío_,
por callejas y senderos,
_reconociendo_ los sitios
que poco antes frecuentara
con el dalle y el rastrillo....
Porque lo había olvidado
todo, todo..., hasta el oficio,
y el lenguaje de su pueblo
y el nombre de sus vecinos.


III

Entre fiestas pasó un mes,
descuidado peregrino,
corriendo de feria en feria
y embaucando á sus amigos
con cuentos de Andalucía
y primores que había visto.
Pero, ¡ay!, al llegar agosto,
tentó con ansia el bolsillo
que ya protestaba lacio,
y, aunque con dolor vivísimo,
vendió su caballo enteco
(que nunca fué más lucido)
en diez duros, no cabales,
al primero que le quiso,
para reparar algunos
siniestros apremiantísimos,
pues no llegando «la recua
que quedaba en el camino»,
su traje se clareaba
á puro darle cepillo,
y sus botas se torcían
y no bastaba el tocino
para remediar las grietas
ni para prestarles brillo.
Trocó el presuntuoso puro
de á cuarto por el mezquino
pitillo; dejó el pan blanco
y el riojano negro líquido,
como regalo superfluo,
sólo para los domingos;
y aunque chancero y zumbón
y fingiéndose aburrido,
iba al campo algunas veces
«á enredar con el rastrillo».
Mas era que el pobre viejo,
formalizado, le dijo
un día:--«Si todas tus rentas
son las que á casa has traído,
ó trabajas ó no comes,
que yo del trabajo vivo.»
Tras esto llegó septiembre,
y el buen jándalo, afligido,
gastó la última peseta
que tenía en el bolsillo;
y no asomando «la recua
que quedaba en el camino»,
remendó los pantalones,
comió berzas y _respingos_,
emprendió con la _tortuca_
con mucha pujanza y brío,
dió en levantarse á la aurora,
y trabajando solícito,
se dormía por la noche
cansado, si no tranquilo.
Ya no habló más en caló
en medio de sus vecinos,
porque se burlaban todos
sin piedad de aquello mismo
que, oyéndolo de su boca,
aplaudían cuando vino.
Eran todos sus debates
sobre carros y novillos;
volvió á pensar en la _herba_,
y á _echar cambas_ ... y cuartillos;
llamó á la alubia _barbanzo_;
dijo por vuelto _golvío_;
por lo ignorado _el aquel_;
en vez de boca, _bocico_;
por agujero, _juriaco_,
y en lugar de trajo, _trijo_.
Dejó, en fin, su mixta jerga
de andaluz muy corrompido,
y volvió á adoptar de plano
su propio lenguaje antiguo:
_rézpede, ojeuto, chumpar,
rejonfuño, sostuvido,
escorduña, megodía,
sastifecho, tresponío_...,
lo más selecto y más clásico,
lo más puro y más legítimo
del diccionario especial
de tamaños barbarismos.
Entonces ya confesó,
sin ambajes ni remilgos
que estuvo en Puerto Real
tres años vendiendo vino
y llevando garrotazos
de padre y muy señor mío;
que sacó seiscientos reales
por todo producto líquido,
después de comprar el jaco,
ropa, escopeta y avíos,
y que entró con una onza
en su casa, el pobrecillo,
y la gastó en francachelas
por echársela de rico....
Y dos otoños, en fin,
después de lo referido,
con unos calzones pardos,
un chaquetón de lo mismo,
una camisa de estopa
y zapatos con clavillos,
salió otra vez de su pueblo
montado sobre un borrico,
para volver á la tierra
de la viña y del olivo,
á ganar otros seiscientos
con los azares sabidos.


ARROZ Y GALLO MUERTO
I

Aún no se habrían extinguido las últimas chispas de la hoguera, y apenas
asomaban los primeros rayos del sol sobre la cúspide de las montañas
vecinas, cuando las campanas del lugar comenzaron á tocar al alba. Sin
duda el sacristán había pasado la noche con sus convecinos bailando al
fulgor de la hoguera; pues de otro modo, según pública fama, no hubiera
sido capaz de tomar la delantera al sol para abandonar el lecho.
Comenzaba yo, entre sueños, á reparar en la tan, para mí, inusitada
música, y tal vez hubiera conseguido no salir con ella del plácido
letargo que me dominaba, cuando la tos, las pisadas y los gritos de mi
tío que entraba en la alcoba con el objeto de despertarme, ahuyentaron
completamente el sueño que, por ser el de la aurora, es el que más me
gusta.
--¡Arriba, perezoso, que ya es hora!--oí gritar entre garrotazos
sacudidos sobre los muebles, y taconazos y patadas en el suelo.
--¡Pero, señor, si está amaneciendo!--contesté balbuciente y
restregándome los ojos.
--Eso es: será mejor levantarse al mediodía como hacéis en la ciudad....
¡Fuera pereza!--añadió con una risotada, tirando de un manotazo la ropa
que me cubría, á los pies de la cama.--Alza esos huesos y disponte á
celebrar á San Juan como es debido.
Estas últimas palabras me hicieron recordar que era el día de mi tío, y
que por ello había llegado yo la víspera á su casa. Felicitéle
cordialmente, y no pude menos de admirar aquella humanidad robusta y, á
pesar de los sesenta años que contaba de fecha, fresca y rebosando en
vida.
Estaba ya afeitado y vestido con la ropa de los domingos, traje que sin
ser de rigorosa elegancia, ni mucho menos, tampoco bajaba hasta el
vulgar de los campesinos: ancho, fino y cómodo, como pertenecía á un
señor bien acomodado de aldea; categoría en que figura mi tío con tanto
derecho como el mejor caballero de la provincia.
Cuando me hube vestido, me cogió por un brazo y se empeñó en que le
acompañara á dar una vuelta por el barrio, mientras era hora de
almorzar. Dispúseme á complacerle y salimos del cuarto. La gran sala
que atravesamos tenía abiertas de par en par las tres puertas de su
inmenso balcón; el sol entraba ya por ellas, iluminando todo el
larguísimo y espacioso _carrejo_ que terminaba en la escalera; se oía el
cuchareteo y hervor de la cocina que empezaba á animarse por la
solemnidad del día, y se respiraba en toda la casa un ambiente especial,
una atmósfera pura y embalsamada, que sólo se respira en el campo de la
Montaña en las madrugadas de verano, al secar el sol el fresco rocío
sobre las flores de las praderas.
Al llegar á la puerta de la escalera encontramos á mi tía, digna
compañera de su marido, como él robusta y fresca, descubiertos sus
blancos y rollizos brazos hasta cerca de los codos, y llevando un gran
jarro de leche, espumosa y tibia aún, en cada mano. Sonrióse gozosa y
expansiva con nosotros, saludóme cariñosa, y _velis nolis_, me hizo
probar la leche que ella misma acababa de ordeñar.
Al bajar la escalera espantamos con nuestra presencia el averío que en
el ancho portal se desayunaba con el maíz que para eso había
desparramado mi tía sobre las losas.
En el corral saltaban los terneros alrededor de sus madres, saliendo al
campo á solazarse algunas horas bajo la vigilancia de un guardián; el
mastín gruñía atado aún á la cadena, pero alegre y bullicioso al
vernos..., todo, en una palabra, cuanto nos rodeaba, parecía disfrutar
de la belleza del día que empezaba, y de la inefable satisfacción que
experimentaba aquella familia modesta en el sexagésimo aniversario de mi
tío, festividad doblemente solemne, por cuanto San Juan era, á la vez
que de mi tío, el patrono del lugar.
Siguiéndole yo siempre, salimos por la ancha portalada característica de
todas las casas solariegas de la Montaña; entramos en una verde y
entoldada calleja, y al llegar á la iglesia que estaba cerca, nos
sentamos en un rústico banco detrás de ella y bajo una viejísima y
copuda cajiga.
Á pocos pasos, enfrente de nosotros, estaba la taberna; y en su portal,
dos reses desolladas colgadas de una gruesa viga, eran el centro
alrededor del cual giraba entonces el pueblo entero, en busca de un
pedazo de carne, sabroso regalo con que se celebraba entre aquella gente
la fiesta del patrono.
Mi tío se entretenía en contarme la vida y milagros de cada aldeano que
pasaba por delante de nosotros, saludándonos humildísimamente; provisto
ya de su miserable tajada, objeto de sus ahorros de un mes.
--¿Ves ese--me decía--que se tambalea sobre las piernas, y lleva la
cara metida hasta las narices en un sombrero viejo, mal calzado y peor
vestido? Pues es un hombre muy honrado; tiene siete hijos, y el mayor,
con quien gastó la mitad de su pobreza para librarle de la cárcel en que
le metieron por haber dado una paliza á su vecino, después de casado le
puso pleito y le embargó la pobre choza que le quedaba, porque no le
devolvió una corta suma el mismo día en que venció el plazo del
préstamo.... Hoy se habría muerto de hambre y de pena si yo no le
hubiera dado el dinero para salir de su apuro.--Ese otro jaquetón, tan
planchado y que parece un señor, es un trapisondista capaz de pegársela
al lucero del alba.--Repara bien en esa mujer que nos ha saludado con
voz melosa y sin levantar los ojos del suelo; pues es una bribonaza,
chismosa, enredadora y capaz de beberse á toda su casta: apostaría una
oreja á que lleva la botella del aguardiente debajo del delantal.--¡Éste
sí que es todo un hombre de bien y hacendoso! Sin tener un carro de
tierra suyo, se arregla tan bien con la que lleva á renta, que nunca le
falta media onza de repuesto al pico del arca: es el mejor de mis
colonos.--Algo más que este otro perdido: tres años hace que no me paga
un cuarto. Murmúrase si lo gasta con una vecina...; porque también por
acá hay sus gatuperios, como en la ciudad.... ¡Mira!, la muy pingona ya
se va detrás de él.--Éste es el señor alcalde, labrador acomodado; pero
no me puede ver, aunque me saluda muy fino. ¡Como no le dejo pasar
ciertas cosas en el ayuntamiento!... Siete pleitos he tenido con él, y
le he ganado cinco.--Observa á ese que se arrima á la pared para no
caerse; va hecho un cuero de vino: es vecino mío, y le da siempre en la
borrachera por pegar fuego á mi casa. Cuatro veces le he cogido con el
tizón en la mano; en una de ellas estaba ya ardiendo la leñera. No le he
echado á presidio, porque me da lástima de su pobre familia.--Ahí tienes
dos novios convidándose á castañas.... Buena pareja, ¿eh?: hoy va la
tercera amonestación á misa mayor, y mañana se casan....--Mira el mastín
de la cabaña, ¡gran perro!: media nalga arrancó á un muchacho que le
quiso montar el otro día. Ahora va á la carnicería á ver si pesca algo
que valga la pena; ¡como hay dos reses hoy!... Todos los domingos del
año se mata una sola; pero en días señalados se consumen dos.... Si
fuera aguardiente.... ¡Eso sí que tiene consumo en el lugar!...
De esta manera siguió el buen señor hablándome largo rato de todo cuanto
veía y recordaba, sin tregua entre uno y otro asunto, y sin dar tiempo á
que le replicara yo una sola palabra.
Hago, pues, omisión de todas sus observaciones, en la inteligencia de
que el lector no encontrará tanto interés en ellas como mi tío, para
quien, como buen aldeano, eran la salsa favorita.
Aproximándose la hora del desayuno, dispusímonos á volver á casa, mas
antes quiso mi tío darse una vuelta por la iglesia, por si sus hijas
habían vestido ya al santo.
Conviene advertir que mi tío era mayordomo de San Juan, honra que venía,
_ab initio_, vinculada en la familia; y corría de su cuenta alumbrarle
todo el año, y vestirle, y adornarle en su festividad, y buscar y pagar
predicador para este día.
Mas todo esto se hacía con su cuenta y razón; no se crea que á este
santo se le servía gratis et amore, sólo por su bienaventuranza. San
Juan era uno de los propietarios del lugar, registrado en los libros del
ayuntamiento como otro vecino cualquiera. Tenía dos prados de regadío,
bastante buenos, que arrendados á un colono producían una renta anual de
doscientos reales, renta que cobraba su mayordomo, llevando en un libro
especial una cuenta corriente con el santo.
Pero en obsequio al administrador, debe quedar consignado: 1.°, que los
dos prados del beatífico propietario, eran de una manda hecha por la
piedad de un abuelo de mi tío; y 2.°, que éste, en honor del santo,
gastaba todos los años, sobre los doscientos reales que producían las
fincas, otros cuatrocientos de su bolsillo, en lo cual se creía, y con
razón, muy honrado. Y se comprende muy bien. San Juan no era para la
casa de este buen señor solamente su patrono y el del lugar, ni uno de
tantos bienaventurados cuya imagen se veneraba en la iglesia parroquial
del pueblo: era, además, un protector especial, un huésped constante de
mis parientes.
Los paños, los candeleros, las velas del altar del santo, se encontraban
en aquella casa como la ropa y el calzado de la familia, y hasta en las
listas de la colada se leía siempre, junto al renglón, por ejemplo, de
los calzoncillos de mi tío, otro de los _paños_ de San Juan. Cuidábase
su imagen, quitábasele á menudo el polvo, se restauraba la pintura donde
quiera que se descascaraba un poco; pintábanse cada dos años y se
doraban las andas en que se le sacaba en procesión, y se esmeraban mis
primas en renovarle los ramilletes de flores que le rodeaban en la urna,
con la frecuencia necesaria, y en engalanarle para las grandes
solemnidades; era el santo, en fin, _como de la casa_, valiéndome de una
frase de mi tía.
Y hechas estas advertencias, volvamos al asunto principal.
Entramos en la iglesia. En el centro de ella, y colocado ya en las
pintorescas andas, sobre una mesa, estaba San Juan con el corderito á
los pies, y en la diestra la cruz con el _Agnus Dei qui tollis peccata
mundi_, escrito sobre la flámula ceñida á ella. Sin estos atributos,
confieso que me hubiera sido imposible conocer lo que aquel aparato
representaba. Tales primores habían hecho mis primas con la imagen.
Hallábase ésta bajo dos arcos cruzados, en el sentido de las diagonales
de las andas, revestidos de pañuelos de seda de sobresalientes colores,
y caían sobre la cabeza del Bautista multitud de relicarios,
campanillas, acericos y escapularios, y no pareciéndoles, sin duda,
bastante á mis primas la piel con que el escultor cubrió la desnudez de
la imagen, habíanle colgado sobre los hombros un rico chal de Manila,
que le llegaba hasta los pies, y colocado en la mano con que señalaba el
corderito, un pompón encarnado y verde, procedente de un chacó de
realistas, cuerpo á que, en sus mocedades, había tenido mi tío la honra
de pertenecer.
Mirábame éste y miraba al santo, y tornaba á mirarme después con cierta
expresión de complacencia, mientras yo contenía á duras penas la risa
que me excitaba el fatalísimo gusto de mis primas, que habían hecho, con
fervorosa y cándida intención, un ídolo chino de una de las imágenes más
poéticas y sencillas de nuestro culto.
Felicité, no obstante, á mi tío por su celo y esplendidez, y después de
dar él algunas órdenes al sacristán relativas á la procesión, salimos de
la iglesia y nos volvimos á casa.


II

Esperábannos ya alrededor de la mesa mi tía, mis dos primitas, que, en
el vigor de la robustez y de la juventud, hubieran podido marear á un
estoico con algo menos de rubor y con un poco más de coquetería, y el
predicador que debía hacer el panegírico del santo aquel día. Era un
franciscano exclaustrado, párroco de uno de los pueblos inmediatos, y
orador de tanta fama en la comarca como pulmones.
Mi tío se honraba todos los años dándole de comer y de almorzar el día
de San Juan, y sus hijas le planchaban y rizaban la soprepelliz que se
vestía para predicar.
Pusiéronse encendidas como dos pimientos mis primitas al tener que
contestar á mi saludo; tendióme una gruesa, morena y áspera mano el
exclaustrado, abrazando en seguida á mi tío; y todos, en grata compañía,
nos sentamos á la mesa.
Sirviéronnos, primeramente, chocolate al exclaustrado y á mí, pues la
familia se despachó á su gusto con sendas cazuelas de sopas de leche. Y
dije «primeramente», porque el reverendo, después que con el último
sorbo estrepitoso, infinito, sublime, tirado al pocillo, apuró
«cuanto en el hondo cangilón había»,
acometió á las sopas de leche, haciendo en ellas él solo tanto estrago
como toda la familia junta. Después de la leche nos sirvieron vino
blanco con bizcochos, prototipo en las aldeas de digestivos y
confortantes, y cuyas virtudes se tienen en tanto, que lo mismo se
administra este agasajo á un moribundo que en una boda. Por ello tuve, á
mi pesar, que echarme al cuerpo mi ración correspondiente, pues
desairarla era, á lo que vi, la mayor ofensa que podía hacerse á la
rumbosa prodigalidad de mis tíos.
Concluído el almuerzo, llegó la hora de ir á misa; y al acercanos á la
iglesia, fuimos acometidos por una comparsa de danzantes, bajo cuyos
arcos tuvimos que pasar más de dos veces; honor tributado exclusivamente
á las notabilidades del pueblo, ó mejor dicho, á todas las personas que
podían dar algunas monedas de gratificación, en cambio de tan señalado
festejo.
Antes de la misa se llevó en solemne procesión al santo alrededor de la
iglesia, teniendo mi tío el honor, en compañía del alcalde y dos
regidores, de cargar con las andas. Dos mocetones, armados de escopetas,
abrían la marcha haciendo fuego, y un ciego gaitero acompañaba con su
ronco instrumento al señor cura en sus cánticos, á los que contestaba
todo el pueblo, de vez en cuando con un fervoroso _«ora pro nobis»_.
Empezada la misa, no cesaron los tiros en el portal de la iglesia, y la
gaita siguió tocando en el coro, acompañando á los cantores, entre los
cuales estaba mi tío, que era una especialidad para _echar_ la epístola.
Tocó su turno al predicador, cuyo sermón era el gran acontecimiento del
día. No diré que con muy brillantes formas, pero con un pulmón
admirable, con palabras sencillas y con una doctrina pura y llena de paz
y de consuelo, infundió tal entusiasmo en su auditorio, que, convertido
cada oyente en un héroe, hubiera seguido al franciscano ... hasta la
hoguera, jurando á Jesucristo y á San Juan. Líbreme Dios de no admirar
tanto fervor. ¡Ojalá tuviera cada aldea y en cada semana, por lo menos,
un orador de aquel género, que conservara viva y consoladora en el
pecho de los pobres aldeanos la fe de sus mayores! Con ella únicamente
son posibles la paz y la ventura entre tantas privaciones y miserias.
Los derechos políticos, la civilización _autonómica_, nunca producirán
entre ellos más que envidias y escisiones, hambre y desesperación. Ser
pobre y honrado es la mayor de las virtudes; y el pueblo, para ser
virtuoso, necesita, antes que derechos y títulos pomposos que le
ensoberbezcan, pan que le alimente y fe que le resigne al trabajo.
La misa fué, pues, de lo más solemne que era posible en semejantes
circunstancias; tan solemne, que duró dos horas. Mi cabeza, mi cuerpo
entero, lo recordará toda la vida.
Al llegar á casa, y después de felicitar sinceramente al exclaustrado
por su discurso, lo cual no dejó de envanecerle un poquillo por la razón
de gastar yo bigote y perilla y ser de la ciudad, nos sentamos alrededor
de la mesa que ya estaba preparada, y empezó la comida, previo
_benedicite_ del franciscano.
Nada de notable había en ella, lector, en cuanto á la calidad, que
merezca participársete, pero preciso es que sepas que en cuanto á la
cantidad..., ¡aquello tenía que ver! La sopera, llena hasta los bordes,
era poco menor que un barreño; las fuentes del potaje podían servir de
barcas en caudaloso río; el primer principio se componía de más de media
arroba de carne guisada; y cuando llegó el gallo en pepitoria, héroe del
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - Escenas Montañesas - 15
  • Parts
  • Escenas Montañesas - 01
    Total number of words is 4908
    Total number of unique words is 1688
    34.4 of words are in the 2000 most common words
    47.7 of words are in the 5000 most common words
    54.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 02
    Total number of words is 4786
    Total number of unique words is 1784
    30.1 of words are in the 2000 most common words
    41.9 of words are in the 5000 most common words
    48.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 03
    Total number of words is 4963
    Total number of unique words is 1667
    33.8 of words are in the 2000 most common words
    45.6 of words are in the 5000 most common words
    52.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 04
    Total number of words is 4944
    Total number of unique words is 1651
    37.8 of words are in the 2000 most common words
    51.3 of words are in the 5000 most common words
    59.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 05
    Total number of words is 5011
    Total number of unique words is 1511
    37.1 of words are in the 2000 most common words
    48.4 of words are in the 5000 most common words
    54.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 06
    Total number of words is 5018
    Total number of unique words is 1587
    33.6 of words are in the 2000 most common words
    44.7 of words are in the 5000 most common words
    50.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 07
    Total number of words is 4610
    Total number of unique words is 1630
    34.0 of words are in the 2000 most common words
    47.1 of words are in the 5000 most common words
    54.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 08
    Total number of words is 4701
    Total number of unique words is 1656
    33.4 of words are in the 2000 most common words
    45.1 of words are in the 5000 most common words
    51.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 09
    Total number of words is 4853
    Total number of unique words is 1720
    33.4 of words are in the 2000 most common words
    46.5 of words are in the 5000 most common words
    53.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 10
    Total number of words is 4819
    Total number of unique words is 1703
    32.2 of words are in the 2000 most common words
    45.3 of words are in the 5000 most common words
    51.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 11
    Total number of words is 4949
    Total number of unique words is 1642
    34.0 of words are in the 2000 most common words
    45.6 of words are in the 5000 most common words
    52.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 12
    Total number of words is 4453
    Total number of unique words is 1552
    35.3 of words are in the 2000 most common words
    49.3 of words are in the 5000 most common words
    55.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 13
    Total number of words is 4127
    Total number of unique words is 1443
    33.4 of words are in the 2000 most common words
    43.9 of words are in the 5000 most common words
    49.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 14
    Total number of words is 4353
    Total number of unique words is 1629
    32.5 of words are in the 2000 most common words
    44.6 of words are in the 5000 most common words
    50.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 15
    Total number of words is 4991
    Total number of unique words is 1747
    32.0 of words are in the 2000 most common words
    43.8 of words are in the 5000 most common words
    49.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 16
    Total number of words is 4857
    Total number of unique words is 1698
    31.2 of words are in the 2000 most common words
    44.3 of words are in the 5000 most common words
    51.0 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 17
    Total number of words is 4868
    Total number of unique words is 1772
    32.2 of words are in the 2000 most common words
    43.7 of words are in the 5000 most common words
    51.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 18
    Total number of words is 4987
    Total number of unique words is 1652
    34.1 of words are in the 2000 most common words
    44.4 of words are in the 5000 most common words
    49.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • Escenas Montañesas - 19
    Total number of words is 4412
    Total number of unique words is 1596
    33.8 of words are in the 2000 most common words
    45.8 of words are in the 5000 most common words
    53.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.