El Niño de la Bola: Novela - 08

Total number of words is 4784
Total number of unique words is 1682
35.8 of words are in the 2000 most common words
47.3 of words are in the 5000 most common words
53.3 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
siempre que podia, y hasta creemos que hubiera sido capaz de
mostrarse al jóven enteramente desnuda (fingiendo descuido), á fin
de acabar de volverle loco..., por lo mismo que estaba decidida á no
otorgarle el más insignificante favor... ¡ni tan siquiera que besara
la corona bordada en su pañuelo!
Y era natural. En aquel pueblo, donde todo se veia y sabía, y en
aquella austerísima casa, donde pasaba por una Santa Ursula, tenía
la madrileña que olvidarse de sí propia, ó mejor dicho, tenía que
acordarse de cómo estaba obligada á parecer.--Además: hay mujeres
que sólo entre sus pares enarbolan bandera corsaria, y la prima del
Marqués, la amiga del Duque, la festejada por los vates de moda, la
recomendada por los Ministros, pertenecia á este género.--Si Pepito
hubiese tenido un laurel, visado en Madrid, de poeta, de orador,
de capitan ó de estadista cuando la cortesana lo encontró en aquel
pueblo, de fijo lo habria considerado su igual, enlazando gustosa
en una cifra de amor más ó ménos platónico su antigua corona de
patricia á la del preconizado y consagrado genio...; y hasta puede
asegurarse que si, rodando los años, llegó á encontrarlo en el
capitolio madrileño, lleno de gloria y fama, por _él_, más que por
_ella_, quedaria el que no se entrase en largas rectificaciones de
conducta.--Pero, pues que entónces Pepito era un lugareño anónimo (y
no tampoco ningun Adónis, ningun Hércules, ni ningun Tenorio plebeyo,
capaz de seducirla y hacerle olvidar las otras consideraciones más
arriba apuntadas), nada tenía de particular que la huéspeda de D.
Trajano se vengase de su forzosa inaccion complaciéndose en el
martirio del deseo ajeno, al modo de los reclusos que divierten sus
ocios favoreciendo ó contrariando alternativamente las aficiones de
tal ó cual especie de animalillos...
Negaba, por lo tanto, al atrevido mozo, segun ya hemos expuesto,
cosas que para ella eran verdaderas nimiedades... Habíale negado,
vg., (aunque se los pidió en unas sentidísimas estrofas) tres
cabellos de sus largos tirabuzones, ¡de aquellos tirabuzones que tal
vez habria saqueado muchas veces la sin ventura, para que amantes
olvidadizos se hicieran cadenas de reloj, que ya no existirian!...
En cambio, ella introdujo en la tertulia del señor de Mirabel la
costumbre de dar la mano á los caballeros, y, cuando se la daba á
Pepito, recreábase en ver la cara de gozo, de triunfo y de veneracion
que ponia el infeliz...--¡Aquella mano, que tantos esfuerzos
inútiles habria hecho quizás para retener á ingratos y pérfidos
Eneas, pareciale á él una azucena virginal, un don del cielo, el
principio de una escala mística que conducia á la gloria!...
Dichosamente, no habia en el pueblo quien pudiera desengañar al
jóven.--Tal vez el Obispo, desde su palacio, adivinaba la verdad, por
haber frecuentado mucho tiempo la alta sociedad madrileña... Tal vez
lo sabía todo el Juez de primera instancia, que habia andado por las
esferas ministeriales pretendiendo aquel y otros destinos... Pero
ambos eran hombres de órden y muy cautos, incapaces de escandalizar
al público con imprudentes revelaciones... y nada dispuestos á
malquistarse con la recomendada de los Ministros.
En lo demas, no habia cuidado; pues las señoras y señoritas del
pueblo, aunque temian acercarse á la atildada y sabionda forastera,
no la detestaban ni envidiaban desde sus hogares, _visto_ que sus
maridos, novios y todo género de presentes y futuros experimentaban
igual temor y nunca se atreverian á decirle «los ojos tienes negros»,
y _considerando_ (¡cínica y terrible _consideracion_ de las más
celosas!) que aquella exquisita mujer no se prendaria en ningun caso
de sus ramplones caballeros.--Limitábanse, pues, á no visitarla, ya
por la dicha cortedad, ya por aquel necio orgullo que suelen producir
los agrios de la modestia; pero, así y todo, imitaban hasta donde
podian sus trajes y modo de componerse, siendo ya muchas las damas y
damiselas del país que habian encargado á la Capital, ó héchose en
casa, sombreros (_gorros_ se llamaban entónces) _como los de la prima
del Marqués_, ó sea una especie de galeras (poco menores que las de
la Mancha) que á la sazon estaban muy de moda.
Conque basta ya de entreacto, y oigamos á Don Trajano Perícles de
Mirabel y Salmeron, que va á referirnos todo lo acontecido en el
asunto de Manuel Venegas despues que éste se ausentó de la Ciudad.
Dijo así el ilustre personaje:


V.
DE CÓMO SE CASÓ ANTONIO ARREGUI.

--Meses, años, lustros (ó, por lo ménos, un lustro y parte de otro)
pasaron sin que volviese á haber noticias del mal llamado _Niño de
la Bola_...--Digo más: hasta hace dos horas y media, no ha sabido
nadie en la Ciudad si era muerto ó vivo, si habia logrado enriquecer
ó estaba en la miseria, ni qué zona, clima ó region del globo
presenciaba su gigantesca lucha con el Hado...
--Pero ¿por qué no escribia?--interrogó la madrileña, cuyo interes
hácia aquel drama de carne y hueso, tan apropiado á los gustos
literarios de entónces, se comprenderá fácilmente.
D. Trajano respondió en el acto:
--¡Tampoco escribió Diego Marsilla á Isabel de Segura en la comedia
que está hoy tan de moda y que tanto entusiasma á usted!--Además (y
dejándonos de comparaciones), el hijo de mi infortunado amigo no
era hombre de hacer las cosas á medias, y, por lo tanto, explícase
muy bien que le repugnara dar cuenta y razon de su paradero y del
estado de sus fondos... Semejante oficiosidad hubiera equivalido á
hallarse presente y ausente á un propio tiempo; de donde se habria
debilitado el prestigio que siempre acompaña y da mayor estatura á
todo lo arcano y misterioso;--doctrina artístico-literaria que se me
ocurre en el calor de la improvisacion, y respecto de la cual, oh
bella Marquesita, nosotros los clásicos convenimos con ustedes los
románticos...
--Adelante,--repuso la veterana deidad, mirando con tentadora
indulgencia al retoñado viejo.
--Ni ¿á qué escribir tampoco? (prosiguió el señor de Mirabel.)--Sus
tremebundas amenazas no podian ménos de estar vivas en la
memoria de estos naturales, y repetirlas era como presuponer el
propio interesado que álguien pudiese echarlas en olvido.--En
cuanto á escribir á la misma Soledad, hubiera sido perder el
tiempo lastimosamente, dado que el astuto y vigilante D. Elías
habria interceptado todas las cartas... Mas, áun prescindiendo
de tal consideracion, ¿qué podia Manuel decir á la jóven?--¿Que
no le olvidara? ¿que lo quisiese? ¿que lo aguardase hasta su
regreso?--¡Harto sabe usted, mi querida doña Luisita, que esas cosas
no se piden; y hasta me aventuro á añadir que el suplicarlas es
_contra-producentem_!...--_Ergo_ no debe acusarse al hijo de mi amigo
(como se le ha acusado aquí esta noche) por no haber escrito á nadie
durante su prolongada ausencia...--¡Yo, en su caso, hubiera hecho lo
mismo!
--¡Tú, Mirabel! (exclamó la jubilada esposa del anciano
jurisconsulto.) ¡Repara en lo que dices! ¿Te vas á comparar ahora con
ese muchacho?
--¡Déjame, Tecla! Tú no entiendes de estos achaques, considerados
bajo su aspecto artístico...--replicó D. Trajano con tal autoridad,
que su pobre mujer se arrepintió de haber abierto la boca.
Los tertulianos indígenas cerraron por su parte los ojos, como
dando á entender que ellos no se atreverian en ningun caso á hacer
observaciones á aquella especie de Salomon con tupé y patillas, y
mucho ménos delante de la sobrehumana forastera.
En cuanto á Pepito, habia salido á buscar noticias, por indicacion de
toda la tertulia, poco ántes de que D. Trajano comenzase su relacion.
--¡Pues sí! (continuó victoriosamente el neopagano.) Manuel procedió
como era debido dejando rodar el mundo y pasar el tiempo, á fin de
que cada cual obrara _secundum se_, _naturaliter_ y sin presion
exterior ó extrínseca.--¡Lo contrario hubiera sido mantener un estado
de cosas violento y falso, de muy mal agüero como prolegómeno de
posibles nupcias!--Conque dejemos esto, y pongamos sobre el tapete á
Soledad; pues veo, mi querida Luisa, que está usted deseando saber
cómo la adorada por el _Niño de la Bola_ pudo casarse con otro
hombre, ó cómo hubo hombre que se atreviese á casarse con ella...
--¡_C’est ça_!--respondió vivamente la cortesana.
--Dice que «_así es_»... (advirtió el afrancesado, dirigiéndose á su
habitual tertulia.)--Pues señor... (añadió luégo:) Soledad estuvo muy
mala cerca de un año, despues de la partida del osado Venegas, y,
durante aquel tiempo, su padre no pensó más que en cuidarla, hasta
que, dichosamente, en fuerza de mimos y desvelos, y de traer médicos
de todas partes, consiguió hacerle recobrar la salud.--Dedicóse
entónces D. Elías por sí, ó por medio de terceras personas, á
buscarle marido, procurando que ni ella ni su madre lo notaran; pero,
dicho sea en honra y gloria del amador ausente, nadie se prestó á
disputarle el corazon, ó la mano, de su elegida, y eso que el antiguo
usurero (me valdré de sus expresiones) _daba á la muchacha enterrada
en onzas_, y se la ofreció áun á sujetos de medianísima clase y sin
ningunos bienes de fortuna; y eso tambien que la tal muchacha seguia
siendo un primor de belleza, de quien todos estaban suficientemente
enamorados.--Realizábase, en suma, aquel diabólico plan del hijo de
mi amigo «de hacerse amo de los valientes de la poblacion, como medio
infalible de llegar á serlo de Soledad»; pues excusado es decir que
no todos los que se negaban á casarse con la millonaria lo hacian
tanto por devocion amistosa á Manuel, como por miedo á las amenazas
y juramentos que profirió al marcharse...--En cuanto á lo demas, si
algunos interpelaban á D. Elías Perez sobre los sentimientos de su
hija (para el caso de que se decidieran á pretenderla), todos oian
una misma contestacion:
--«_Ese es cuidado mio_» (les respondia el viejo con la mayor
calma).--Cuente usted con su conformidad.
«¡Asómbrese usted, Luisita!...--(Y no salga esto de aquí, señores,
pues voy á revelar un hecho que conocen muy pocos, y que á mí me
contó el mismo riojano, un dia que vino á consultarme acerca de otros
asuntos,--y yo no quiero enemistades con entes como el que tengo que
nombrar ahora...)--¡Asómbrese usted, digo! Una sola persona; el jóven
más feo y más cobarde de la Ciudad; una especie de _Cuasimodo_ sin
belleza de alma que contrastase con la deformidad de su cuerpo...
(¡Observará usted que tambien yo conozco á Víctor Hugo!...); un bicho
malo y descreido, á quien todos trataban y tratan á puntapiés, por
más que no pueda negársele algun ingenio y mucha (aunque detestable)
ilustracion; un tal _Vitriolo_, en fin, mancebo de la botica que
habrá visto usted en la Plaza, fué quien se atrevió, no ya á secundar
indicaciones del usurero (que nunca se las hizo, tal vez por no
considerarlo criatura humana), sino á tomar la iniciativa y dirigir
una carta á Soledad y otra á su padre presentando su candidatura
á la mano de la gentil doncella.--Alegaba el mísero, con la mayor
formalidad del mundo, la belleza de su alma, la elevacion de su
talento, su cultura (¡que el muy necio calificaba de superior á la
de todo el vecindario!), su carencia de vicios, su laboriosidad, su
despreocupacion en materias religiosas y políticas, y, sobre todo,
la circunstancia de _no temer_ ni poco ni mucho al valenton llamado
el _Niño de la Bola_.
»Dicho se está que el padre y la hija despreciaron aquellas cartas,
tomándolas como una broma de mal género; pero el jóven, viendo que no
obtenia respuesta, se propasó á hablar personalmente del asunto con
D. Elías; y éste, que en ocasiones sacaba á relucir un genio de todos
los diablos, le contestó llenándolo de improperios y de sangrientas
burlas, y diciéndole para terminar:
--«¡Líbrete Dios, sierpe venenosa, de volver á mandar cartas á mi
hija; pues si ella se contentó dias pasados con obligar á un perro
á comerse tu ridícula declaracion de amor, yo te obligaré á tí á
tragarte los demas papeles que tengas la avilantez de dirigirle!»
_Vitriolo_ se puso más verde de lo que era, y respondió con una risa
que espantó á _Caifás_:
--«¡Pobre perro! ¡Procuren ustedes que no rabie!--Mi carta de amor,
guardada en tal estuche, no podrá ménos de convertirse en verdadero
ácido sulfúrico.»
«Y, dicho esto, se volvió á su casa, donde estuvo enfermo dos ó tres
meses.
»He contado á usted esta anécdota, para que forme juicio del extremo
á que llegaron las cosas por la obstinacion del prestamista en casar
á Soledad con cualquiera que no fuese Manuel Venegas, y tambien para
que se haga usted cargo de lo humillada y afligida que estaria por
dentro la _Dolorosa_ en la difícil situacion que le habia creado la
desventura...--Por lo demas, nuestra heroína seguia en apariencia lo
mismo que siempre; serena, impasible, callada en todo lo relativo
á Manuel, afectuosísima y zalamera con el embobado don Elías,
acompañándolo á la iglesia y á paseo, gastándole cada año un dineral
en vestidos y joyas, y contestando con frias sonrisas de lástima
á los jóvenes que osaban dirigirle alguna galantería...--¡Dios me
perdone si me equivoco; pero, en mi concepto, aquella muchacha tan
hermosa y tan rica, estaba como indignada al ver que ningun hombre se
atrevia á arrostrar la muerte por ella!
»De este modo pasaron seis años.--D. Elías Perez, agobiado por la
edad y los sinsabores, se acercaba al sepulcro, y su desesperacion
no tenía límites al pensar que dejaba célibe á Soledad y que el
odiado Venegas podria regresar el dia ménos pensado y darle la mano
de esposo. Ocurriósele entónces la idea de marcharse con su familia
á otro país, donde no gravitaran sobre los ánimos las inolvidables
amenazas del _Niño de la Bola_ y le fuese posible hallar marido
para la heredera de sus millones...--¡Pero ya era tarde! Un tenaz
reuma no le consentia moverse... Estaba postrado en el lecho para no
levantarse más.
»Como ni D. Elías ni la _Dolorosa_ tuvieron nunca amigos ni
confidentes, diferenciándose en esto de los héroes del teatro, sábese
muy poco de las conversaciones que mediarian en aquel tiempo entre
el padre y la hija, y sobre los verdaderos sentimientos de ésta.
Sólo la madre (á quien la jóven trataba con el mismo despego y poca
confianza que el riojano, cual si tampoco le perdonase el haber
servido honradamente en calidad de criada al que seguia sirviendo
humildísimamente en calidad de consorte); sólo la señá María Josefa,
digo, habia logrado cogerles algunas expresiones; y, con referencia á
ella, se asegura que D. Elías exclamó varias veces durante su larga
enfermedad:
--«¡Hija mia! ¡cásate ántes de que yo me muera!»
»Y que la jóven le contestaba siempre:
--«¿Con quién? ¿con _Vitriolo_?--¡Ese es el único que me solicita!»
»Á lo cual solia poner la madre esta coleta, cuando hablaba del
asunto con sus paniaguadas, ántes de que apareciese en escena Antonio
Arregui:
--«¡Ya se ve! La muy picarilla conoce que está defendida por la
sombra del que se marchó, á quien todos temen ver llegar de un
momento á otro; y, por eso, y porque le gusta su papel de niña
mimada, no le lleva la contraria á su padre.--¿Para qué, si nadie ha
de pretenderla?--Mi hija quiere con toda su alma á Manuel; pero tiene
mucho talento y mucha serenidad; pone todo su orgullo en no descubrir
sus aficiones de ningun género, y no gusta de comprometerse á nada ni
con nadie.--¡Yo no he conocido persona de más espera!»
»Muy digno de estudio me parece este comentario materno, clave y
norma del carácter y de la conducta posterior y futura de Soledad;
y usted, Marquesita, que tan aficionada es al análisis de los
sentimientos, no podrá ménos de reconocer detras de esas palabras
un corazon mucho más femenino que los que se empeñan en colocar los
románticos dentro del corsé de las mujeres...
--¡Mirabel! ¡por Dios! ¡Que hay señoras!--no pudo ménos de exclamar
la esposa del clásico.
--¡Tecla! ¡por la Vírgen! (replicó el preopinante:) Yo hablo de
literatura..., y la marquesa me comprende...--¿No es verdad, Luisita?
--Ya discutiremos... (respondió la doctora, haciendo un malicioso
mohin á la mujer del abogado, para que no la odiase.) Ahora estoy
deshecha por ver á usted llegar á lo que los historiadores llaman
_nuestros dias_...
--Pues continúo...--Y tú, mujer, no te escandalices de cosas
abstractas...--¡Yo no estoy discurriendo aquí como hombre, sino como
artista!--Conque voy á terminar en breves momentos.
«La vez primera que administraron el Viático á D. Elías Perez, es
decir, tres meses ántes de su defuncion (tambien ha contado esto la
señá María Josefa), se abrazó el viejo á Soledad convulsivamente y le
dijo con infinita angustia:
--»¡Júrame que nunca te casarás con Manuel Venegas!
--»Yo no haré más que lo que usted me ordene,--respondió Soledad.
--»Pero yo me puedo morir... yo me estoy muriendo... ¡Júrame que,
cuando cierre los ojos!...
--»Entónces haré lo que me ordene mi madre...--interrumpió la jóven.
--»¡Tu madre es una imbécil! (gritó el usurero) ¡tu madre es cómplice
de aquel bandido!--¡Júrame, por lo tanto, que, aunque ella te lo
ordene, no te casarás con el que hoy me mata!...
--»Padre, yo no juro... ¡Eso es pecado...! (replicó Soledad
gravemente.)--Pero, en lo demas, yo obedeceré siempre á mi padre y
á mi madre, como lo manda Dios en la misma Ley que prohibe jurar su
santo nombre en vano...
--»¡En vano! ¡en vano! (repitió el moribundo.)--¡Ah, gran
hipócrita!--Tú piensas reirte de mí despues que me entierren... ¡Tú
eres una ingrata, que te complaces en amargar la agonía del padre que
tanto te ha idolatrado, que tanto dinero ha consumido en darte gusto,
y que ya no puede servirte de nada!...
--»Yo soy una hija obediente á mis padres y á Dios...--¡á Dios sobre
todas las cosas!... (exclamó la jóven seráficamente.)--Por eso no
juro ni juraré, aunque usted me insulte de esta manera...
--»¡Pues, entónces, no puedo morirme todavía! (repuso el anciano
con asombrosa naturalidad.) Quita de en medio todos esos jarabes, y
dáme de comer.--¡Mañana estaré bueno! ¡Tu rebelion me ha resucitado!
Siento en mi máquina una energía nueva con que ni tú ni yo contábamos
hace poco...--¡Me has dado, cuando ménos, un año y un dia de vida,
que es el tiempo que necesito para utilizar tu obediencia!
--»Usted mandará...
--»¡Ya lo creo que mandaré!--Mañana mismo entrarás de novicia
en un convento, y, si durante el noviciado no puedo casarte, de
mañana en un año serás monja profesa, y yo bajaré tranquilo al
sepulcro, despues de legar todos mis bienes á los hospitales de la
Rioja...--¿Qué tienes ahora que decir?
--»Que mañana me trasladaré al convento,--respondió Soledad, besando
á su padre.»
»No se puso bueno el riojano al otro dia, ni halló fuerzas para dejar
el lecho ninguna de las veces que lo intentó, ni habia de levantarse
más, segun que ya he dicho; pero la verdad es que se mejoró bastante
despues de aquella conversacion; tanto, que los mismos médicos que lo
habian mandado administrar, lo declararon fuera de inminente peligro
y hasta muy capaz de vivir todavía mucho tiempo, si no se presentaba
una nueva crísis.--En cuanto á Soledad, no hay que decir que al dia
siguiente entró en el convento.--¡El padre y la hija estaban cortados
por una misma tijera!
»Formando cábalas andaban las gentes sobre las reservas mentales
de la _Dolorosa_, á quien acá mismo juzgábamos esperanzada en que
su padre moriria ántes de un año, y resuelta de todos modos á no
profesar en tiempo alguno; pues hacerse monja era cerrar á Manuel
Venegas todos los caminos, hasta el del adulterio...
--¡Mirabel!... ¡yo no te he oido nunca hablar así! (interrumpió doña
Tecla:)--¡Esto pasa ya de castaño oscuro!...
--Porque nunca he tenido que hablarte de psicología ni de
fisiología... (respondió el académico.)--Pero la marquesa me
comprende...
--Vamos... vamos... ¡amigo mio! (expuso la forastera). Doña Tecla
tiene razon... ¡Déjese usted de esos estudios, y sáqueme de penas de
una vez!...
--¡Es usted muy amable, Luisita, en no reclamar contra unas
interrupciones que lamento profundísimamente..., bien que, en medio
de todo (yo soy justo), hagan honor á la castidad de mi digna
esposa!... (replicó D. Trajano, dando el último golpe á su pobre
mujer con este fulminante cumplido, que arrancó una indefinible
sonrisa á la no tan lisonjeada madrileña.)--Decia, pues (continuó
el impertérrito oráculo), que tal rumbo llevaban las cosas, cuando,
á los pocos dias de entrar Soledad en el convento (¡véase lo que es
el destino de los mortales!), llegó á esta Ciudad otro riojano, con
carta de recomendacion para D. Elías, á fin de que éste le ayudase
con sus consejos y buenas relaciones á establecer, al pié de la
vecina Sierra, una fábrica de paños, movida por agua...
»D. Antonio Arregui se llamaba el recien llegado, y era un hombre
como de treinta años de edad; de buena presencia; muy circunspecto y
formal en su trato; poco amigo de conversaciones inútiles; bastante
rico, aunque muchísimo ménos que el prestamista; de inmejorables
sentimientos, bien que no brillante en sus manifestaciones, y
dedicado por completo al trabajo y á los negocios.--Añádase que era
soltero.
»¡D. Elías habia encontrado su hombre!--Comenzó, pues, por hospedarlo
en su casa: puso en juego á todos sus deudores para que le ayudasen y
protegiesen en cuanto se le fuera ofreciendo: le regaló, á título de
paisano suyo y antiguo amigo de sus parientes, el terreno necesario
para la Fábrica: obligóle á ir al Convento varias tardes á visitar
á su hermosa hija, dándole encargos y comisiones para ella; y,
cuando consideró que el buen industrial estaba ya en sazon de caer
espontáneamente en el lazo que iba á presentarle, refirióle un dia
con habilidad suma las que llamó «cuitas de su vejez y desventuras
de su casa, que le tenian postrado en aquel lecho y acabarian por
matarle muy pronto», ó sea la historia de la horrible presion que un
mala cabeza, llamado el _Niño de la Bola_ (lenguaje suyo), estaba
ejerciendo sobre él y sobre su pobre hija, porque eran débiles y no
contaban con un brazo que los defendiera en aquella egoista Ciudad,
donde no se perdonaba á nadie el delito de ser forastero...; presion
que habia llegado hasta el punto de impedir que la jóven se casase
con personas muy dignas, y de obligarla, por último, á pensar en
hacerse monja, sin vocacion alguna á la vida del claustro, pero como
único arbitrio para eludir su ridícula y peligrosa situacion; «todo
ello (concluyó diciendo D. Elías), en virtud del miedo cerval que
causan á un pueblo entero, á una Ciudad de doce mil habitantes, las
criminales amenazas de una especie de facineroso cuyo paradero se
ignora hace muchos años, y que probablemente habrá ya muerto en un
patíbulo...»
»Arregui, que era riojano y descendiente de navarros, y no daba por
ende cabida en su sereno corazon á los supersticiosos respetos y
temores á que tanto se presta la imaginacion andaluza (yo soy tambien
andaluz, mi querida Luisita; pero desciendo de portugueses), quedóse
maravillado con lo que acababa de oir; tomó informes de personas
sensatas, y se convenció de que todo era cierto; y, como, por otra
parte, se habia prendado de la belleza, afabilidad y discrecion de
la _Dolorosa_ desde que la visitó por primera vez (no comprendiendo
que tan encantadora criatura, llamada á heredar no pocos millones, se
enterrase en vida entre las cuatro paredes de un convento), llegóse
pocos dias despues al lecho del anciano, y le dijo con su gravedad
acostumbrada:
»Yo no soy valiente de oficio; pero no le temo á ningun hombre, sobre
todo cuando la razon está de mi parte y puedo contar con el amparo
de la Ley y de los tribunales de Justicia. Tampoco soy rico, si se
me compara con usted; pero tengo tan pocas necesidades que, con mi
caudal y con mi amor al trabajo, me sobra para no necesitar ajenos
millones.--¡Lo que yo necesito, como paisano de usted, profundamente
agradecido á sus bondades, y como muy enamorado que estoy de su
linda hija, es poner término al vergonzoso estado que pesa sobre
ustedes!--Tengo, pues, la honra de pedir á usted la mano de Soledad,
sin desprecio ni desafío, pero tambien sin temor alguno, á las
amenazas del famoso _Niño de la Bola_.
»D. Elías estrechó en sus brazos á Antonio Arregui; le besó las manos
y la cara; le apellidó _hijo de su alma y de su corazon_; lloró de
agradecimiento y de alegría, y, acto seguido, llamó á su martirizada
mujer (que lo habia oido todo detras de la puerta), y le mandó que
fuese inmediatamente en busca de su hija; pero que _ántes abrazase á
su yerno_.
»La señá María Josefa llevaba ya muchos dias de presentir aquel
golpe, y áun de desearlo; pues á la pobre madre le era más duro vivir
sin la única prenda de su corazon y pensar que al cabo del año de
noviciado la perderia definitivamente, que arrostrar los desastres
á que pudiera dar motivo aquel casamiento, el dia del retorno (para
muchas gentes improbable, y para ella infalible) del tremendo
Manuel Venegas.--¡Lo que la infortunada queria era ver á su hija á
todas horas; que no se la quitasen; que no siguiera sepultada en un
claustro!--Abrazó, por consiguiente, al fabricante con cierto júbilo,
procurando acallar los aciagos presentimientos que la conmovian con
siniestros vaticinios, y marchó desalada en busca de Soledad, á quien
no habia visto desde la tarde anterior.
»Carezco de datos para referir puntualmente las escenas que se
sucedieron en la alcoba de D. Elías cuando la jóven regresó del
Convento. La señá María Josefa ha sido muy diplomática en este punto,
y se ha limitado á decir que los ruegos, el llanto y las órdenes
de aquel extenuado padre que, casi desde el féretro, le recordaba
la prometida obediencia y le amenazaba con la maldicion de Dios y
la suya... (á este coloquio no asistió Antonio Arregui), así como
la grave y noble actitud que mostró luégo el digno industrial,
cuyo circunspecto semblante expresaba un amor que no retrocedia
ante la muerte, pero que sería humilde esclavo del menor de los
caprichos de su dulce dueño... (_¡Improbe amor! ¿quid non mortalia
pectora cogit?_), decidieron al fin á la _Dolorosa_ á sacrificar las
gratuitas esperanzas de Manuel Venegas,--«al cual (son expresiones
trasmitidas por la madre) nada tenía ofrecido, ni nunca habia
dirigido la palabra...»
»Pronunció, pues, la esfinge el anhelado _sí_..., y pronunciólo
(dicho sea en verdad) con gran admiracion y espanto de todo el
pueblo, y áun de nosotros mismos... Pronunciólo muy tranquila y
valerosamente, segun unos; á costa de una formidable convulsion,
segun otros...--¡Ello es que lo pronunció (mal que le pese á la
escuela romántica), y que _ipso facto_ ocupó Antonio Arregui el trono
de esta pendenciera Ciudad, vacío desde la marcha del _Niño de la
Bola_!
»Ni faltó quien dijera entónces--y yo lo creí--que la taimada y
misteriosa doncella estuvo conteniéndose hasta que su prometido
se marchó al otro dia á las obras de la fábrica, y que entónces
fué cuando estallaron sus nervios con tal ímpetu que se la dió
por muerta durante muchas horas..., sin embargo de lo cual, no
bien le advirtieron que habia regresado Antonio, recobró el
imperio sobre sí misma y se le mostró sosegada, apacible y hasta
sonriente...--Fenómenos son estos, mi querida Luisita, que muchas
veces han servido para explicar ulteriores conflictos en varios
matrimonios;--como, por ejemplo, la súbita felonía de mujeres que se
casaron gustosas en apariencia y que, no obstante, abrigaban en el
pecho la sierpe de otra pasion inextinguible, destinada á morder un
dia al confiado marido en mitad del corazon y de la honra...--Pero
yo cometeria una ligereza impropia de mi carácter, si aventurara en
este punto (y con relacion al caso presente) juicios ó prejuicios
tanto más temerarios cuanto que nada real y positivo se sabe ni se ha
sabido nunca acerca de los sentimientos de la _Dolorosa_, y prefiero
volver lisa y llanamente á mi pobre y concienzudo relato.
»Diré, pues, en las ménos palabras posibles, á fin de no fatigar al
concurso, que á las pocas semanas de concertarse aquel matrimonio,
comenzaron á publicarse las amonestaciones; que, durante su lectura,
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - El Niño de la Bola: Novela - 09
  • Parts
  • El Niño de la Bola: Novela - 01
    Total number of words is 4684
    Total number of unique words is 1836
    33.3 of words are in the 2000 most common words
    46.6 of words are in the 5000 most common words
    53.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 02
    Total number of words is 4827
    Total number of unique words is 1719
    36.2 of words are in the 2000 most common words
    48.6 of words are in the 5000 most common words
    55.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 03
    Total number of words is 4856
    Total number of unique words is 1684
    37.2 of words are in the 2000 most common words
    50.6 of words are in the 5000 most common words
    57.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 04
    Total number of words is 4843
    Total number of unique words is 1665
    35.9 of words are in the 2000 most common words
    49.5 of words are in the 5000 most common words
    55.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 05
    Total number of words is 4868
    Total number of unique words is 1766
    34.2 of words are in the 2000 most common words
    48.3 of words are in the 5000 most common words
    56.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 06
    Total number of words is 4822
    Total number of unique words is 1682
    36.8 of words are in the 2000 most common words
    49.7 of words are in the 5000 most common words
    57.0 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 07
    Total number of words is 4856
    Total number of unique words is 1743
    36.2 of words are in the 2000 most common words
    49.8 of words are in the 5000 most common words
    56.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 08
    Total number of words is 4784
    Total number of unique words is 1682
    35.8 of words are in the 2000 most common words
    47.3 of words are in the 5000 most common words
    53.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 09
    Total number of words is 4771
    Total number of unique words is 1703
    36.2 of words are in the 2000 most common words
    50.6 of words are in the 5000 most common words
    56.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 10
    Total number of words is 4740
    Total number of unique words is 1760
    35.2 of words are in the 2000 most common words
    48.6 of words are in the 5000 most common words
    55.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 11
    Total number of words is 4677
    Total number of unique words is 1625
    34.7 of words are in the 2000 most common words
    46.9 of words are in the 5000 most common words
    53.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 12
    Total number of words is 4878
    Total number of unique words is 1559
    37.9 of words are in the 2000 most common words
    50.5 of words are in the 5000 most common words
    55.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 13
    Total number of words is 4809
    Total number of unique words is 1577
    36.8 of words are in the 2000 most common words
    50.4 of words are in the 5000 most common words
    56.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 14
    Total number of words is 4739
    Total number of unique words is 1643
    34.3 of words are in the 2000 most common words
    48.5 of words are in the 5000 most common words
    55.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 15
    Total number of words is 4852
    Total number of unique words is 1685
    36.6 of words are in the 2000 most common words
    49.0 of words are in the 5000 most common words
    55.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Niño de la Bola: Novela - 16
    Total number of words is 3324
    Total number of unique words is 1295
    37.7 of words are in the 2000 most common words
    50.1 of words are in the 5000 most common words
    56.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.