El Criterio - 10

Total number of words is 4722
Total number of unique words is 1686
35.3 of words are in the 2000 most common words
49.4 of words are in the 5000 most common words
57.9 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
ha variado; todo ha tomado otras formas y colores; diriase que los
objetos han sido tocados con la varita de un mago.
¿Y cuál es la causa? es que el corazon se ha puesto en juego, es que
nosotros nos hemos mudado, y nos parece que se han mudado los objetos.
Así al darse á la vela la embarcacion que nos lleva, el puerto y las
costas huyen á toda prisa; cuando en realidad nada se ha movido sino la
nave.
Y nótese que esta mudanza no se realiza tan solo cuando el ánimo se
conmueve profundamente, y puede decirse que las pasiones estan
levantadas; en medio de una calma aparente sufrimos á menudo esta
alteracion en la manera de ver, alteracion tanto mas peligrosa, cuanto
ménos se hacen sentir las causas que la producen. Se han dividido en
ciertas clases las pasiones del corazon humano, pero sea que no se hayan
comprendido todas en la clasificacion filosófica, sea que cada una de
ellas entraña en su seno otras muchas que deben ser consideradas como
sus hijas, ó como transformaciones de una misma, lo cierto es que quien
observe con atencion la variedad y graduacion de nuestros sentimientos
creerá estar asistiendo á las mudables ilusiones de una vision
fantasmagórica. Hay momentos de calma y de tempestad, de dulzura y de
acritud, de suavidad y de dureza, de valor y de cobardia, de fortaleza y
de abatimiento, de entusiasmo y de desprecio, de alegría y de tristeza,
de orgullo y de anonadamiento, de esperanza y de desesperacion, de
paciencia y de ira, de postracion y de actividad, de expansion y de
estrechez, de generosidad y de codicia, de perdon y de venganza, de
indulgencia y de severidad, de placer y de malestar, de saboreo y de
tedio, de gravedad y de lijereza, de elevacion y de frivolidad, de
seriedad y de chiste, de.... pero adónde vamos á parar, enumerando la
variedad de disposiciones que experimenta nuestra alma? No es mas
mudable é inconstante el mar azotado por los huracanes, mecido por el
zéfiro, rizado con el aliento de la aurora, inmóbil con el peso de una
atmósfera de plomo, dorado con los rayos del sol naciente, blanqueado
con la luz del astro de la noche, tachonado con las estrellas del
firmamento, ceniciento como el semblante de un difunto, brillante con
los fuegos del medio dia, tenebroso y negro, como la boca de una tumba.

§ III.
Eugenio. Sus transformaciones en veinte y cuatro horas.
Érase una hermosa mañana de abril, Eugenio se habia levantado muy
temprano, habia extendido maquinalmente el brazo á su librería, y con el
tomito en la mano, pero sin abrir, se habia asomado al balcon que daba
vista á una risueña campiña. ¡Qué dia mas bello! ¡qué hora tan
embelesante! El sol se levanta en el horizonte matizando las nubecillas
con primorosos colores, y desplegando en todas direcciones madejas de
luz, como la dorada cabellera ondeante sobre la cabeza de un niño; la
tierra ostenta su riqueza y sus galas, el ruiseñor gorjea y trina en la
cercana arboleda, el labrador se encamina á su campo, saludando al
luminar del dia con cantares de dicha y de amor. Eugenio contempla
aquella escena con un placer inexplicable. Su ánimo tranquilo, sosegado,
apacible, se presta fácilmente á emociones gratas y suaves. Goza de
completa salud, disfruta de pingüe fortuna; los negocios de la familia
andan con viento en popa, y cuantos le rodean, se esmeran en
complacerle. Su corazon no está agitado por ninguna pasion violenta;
anoche concilió sin dificultad el sueño, que no se ha interrumpido hasta
el rayar del alba; y espera que las horas se adelanten para entregarse
al ordinario curso de sus tranquilas tareas.
Abre por fin el libro: es una novela romántica. Un desgraciado á quien
el mundo no ha podido comprender, maldice á la sociedad, á la humanidad
entera, maldice á la tierra y al cielo, maldice lo pasado, lo presente y
lo futuro, maldice al mismo Dios, se maldice á sí mismo; y cansado de
mirar un sol helado y sombrío, una tierra mustia y agostado, de
arrastrar una existencia que pesa sobre su corazon, que le oprime, que
le ahoga como los brazos del verdugo al infeliz ajusticiado, se propone
dar fin á sus dias. Miradle, ya está en el borde del precipicio fatal,
ya está escrita en la cartera la palabra _á Dios_; ya vuelve en torno su
cabeza desgreñada, su semblante pálido, sus ojos hundidos é inflamados,
sus facciones alteradas; y ántes de consumar el atentado se queda un
momento en silencio, y luego reflexiona sobre la naturaleza, sobre los
destinos del hombre, sobre la injusticia de la sociedad. «Esto es
exagerado, dice con impaciencia Eugenio; en el mundo hay mucho malo,
pero no lo es todo. La virtud no está todavía desterrada de la tierra;
yo conozco muchas personas que sin atroz calumnia no pueden ser contadas
entre los criminales. Hay injusticias, es cierto; pero la injusticia no
es la regla de la sociedad; y si bien se observa, los grandes crímenes
son excepciones monstruosas. La mayor parte de los actos que se cometen
contra la virtud proceden de nuestra debilidad; nos dañan á nosotros
mismos, pero no traen perjuicios á otros; no aterrorizan al mundo, y los
mas se consuman sin llegar á su noticia. Ni es verdad que el bienestar
sea tan imposible; los infortunados son muchos, pero no todo dimana de
injusticia y crueldad; en la misma naturaleza de las cosas se encuentra
la razon de estos males, que ademas no son ni tantos ni tan negros como
se nos pintan aquí. No sé qué modo de mirar los objetos tienen esos
hombres; se quejan de todo, blasfeman de Dios, calumnian á la humanidad
entera, y cuando se elevan á consideraciones filosóficas, llevan el alma
por una region de tinieblas, donde no encuentra mas que un caos
desesperante. Cuando vuelve de semejantes excursiones, no sabe
pronunciar otras palabras que _maldicion_ y _crímen_. Esto es
insoportable; esto es tan falso en filosofía como feo en literatura.»
Así discurria Eugenio, y cerraba buenamente el libro, y apartaba de su
mente aquellos tétricos recuerdos, entregándose de nuevo á la
contemplacion de la bella naturaleza.
Pasan las horas, suena la de comenzar sus tareas; y aquel dia parece el
de las desgracias. Todo va mal; diríase que le han alcanzado á Eugenio
las maldiciones del suicida. Muy de mañana corre por la casa un mal
humor terrible; N ha pasado malísima noche; M se ha levantado
indispuesto, y todos son mas agrios que zumo de fruta verde. A Eugenio
se le pega tambien algo de la malignidad atmosférica que le rodea; pero
todavía conserva alguna cosa de las apacibles emociones de la salida del
sol.
El dia se va encapotando, el tiempo no será tan bueno como se prometia
el espectador de la mañana. Sale Eugenio á sus diligencias, la lluvia
comienza, el paraguas no basta para cubrir al viandante, y en una calle
estrecha y atestada de lodo se encuentra Eugenio con un caballo que
galopa, sin atender á que los chispazos de fango de sus cascos dejan al
pobre pasajero pedestre hecho una lástima de pies á cabeza. Ya es
preciso retroceder, volverse á casa, entre irritado y mohino, no
maldiciendo tan alto como el romántico, pero sí haciendo no muy piadosa
plegaria para el caballo y el jinete. La vida no es ya tan bella, pero
todavía es soportable; la filosofía se va encapotando como el tiempo,
pero el sol no ha desaparecido aun. Los destinos de la humanidad no son
desesperantes, pero los lances de los hombres son algo pesados. Al fin
siempre seria mejor que las caras domésticas no fueran de cuaresma, que
las calles estuviesen limpias, ó que si estaban sucias, no galopasen los
caballos á la inmediacion de los transeuntes.
Sobre una desgracia viene otra. Reparado Eugenio del primer descalabro,
vuelve á sus diligencias, dirigiéndose á casa de su amigo, quien le ha
de comunicar noticias satisfactorias, con respecto á un negocio de
importancia. Por lo pronto es recibido con frialdad, el amigo procura
eludir la conversacion sobre el punto principal, y finge ocupaciones
apremiadoras que le obligan á aplazar para otro dia el tratar del
asunto. Eugenio se despide algo desabrido y receloso, y se devana los
sesos por adivinar el misterio; pero una feliz casualidad le hace
encontrar con otro amigo que le revela la trama del primero, y le avisa
que no se duerma si no quiere ser víctima de la perfidia mas infame.
Marcha presuroso á tomar sus providencias, acude á otros que puedan
informarle de la verdadera situacion de las cosas, le explican la
traicion, se compadecen de su desgracia, pero todos convienen en que ya
es tarde. La pérdida es crecida, y ademas irreparable: el pérfido ha
tomado sus medidas con tanta precaucion, que el desgraciado Eugenio no
ha advertido la estratagema hasta que se ha visto enredado sin remedio.
Acudir á los tribunales es imposible, porque el negocio no lo consiente;
reprochar al pérfido la negrura de su accion es desahogo estéril; con
tomar una venganza nada se remedia y se aumentan los males del vengador.
No hay mas que resignarse. Eugenio se retira á su casa, entra en su
gabinete, se entrega á todo el dolor que consigo trae el frustrarse
tantas esperanzas, y un cambio inevitable en su posicion social. El
libro está todavía sobre la mesa, su vista le recuerda las reflexiones
de la mañana; y exclama en su interior: «Oh! cuán miserablemente te
engañabas, cuando reputabas exageracion las infernales pinturas que del
mundo hacen esos hombres! No puede negarse: tienen razon: esto es
horrible, desconsolador, desesperante, pero es la realidad. El hombre es
un animal depravado, la sociedad es una cruel madrastra, mejor diré un
verdugo que se complace en atormentarnos, que nos insulta, y se mofa de
nuestras angustias, al mismo tiempo que nos cubre de ignominia, y nos da
la muerte. No hay buena fe, no hay amistad, no hay gratitud, no hay
generosidad, no hay virtud sobre la tierra; todo es egoismo, miras
interesadas, perfidias, traicion, mentira. Para tanto padecer, ¿porqué
se nos ha dado la vida? ¿dónde está la Providencia, dónde la justicia de
Dios? dónde?....»
Aquí llegaba Eugenio, y, como ven nuestros lectores, la dulce y apacible
y juiciosa filosofía de la mañana, se habia trocado en pensamientos
satánicos, en inspiraciones de Beelzebub. Nada se habia mudado en el
mundo, todo proseguia en su ordinaria carrera, y ni el hombre ni la
sociedad podian decirse peores, ni entregados á otros destinos, por
haberle sucedido á Eugenio una desgracia imprevista. Quien se ha mudado
es él; sus sentimientos son otros, su corazon lleno de amargura derrama
la hiel sobre el entendimiento, y este, obedeciendo á las inspiraciones
del dolor y de la desesperacion, se venga del mundo pintándole con los
colores mas horribles. Y no se crea que Eugenio proceda de mala fe: ve
las cosas tales como las expresa; así como las expresaba por la mañana
tales como á la sazon las veia.
Dejamos á Eugenio, en el terrible _dónde_.... que á no dudarlo hubiera
abortado una blasfemia horripilante, si no se interrumpiera el monólogo
con la llegada de un caballero que con libertad de amigo penetra en el
gabinete sin detenerse en antesalas.
--Vamos, mi querido Eugenio, ya sé que te han jugado una mala partida.
--¡Cómo ha de ser!
--Es mucha perfidia.
--Así anda el mundo.
--Lo que importa es remediarlo.
--Remedio?.... es imposible ...
--Muy sencillo.
--Me gusta la frescura.
--Todo está en aprontar mas fondos, aprovechar el correo de hoy, y
ganarle por la mano.
--¿Pero cómo los apronto? sus cálculos estriban sobre la imposibilidad
en que me hallo de hacerlo, y como sabia el estado de mis negocios,
efecto de los desembolsos hechos hasta aquí para el maldito objeto, está
bien seguro que no podré tomarle la delantera.
--Y si estos fondos estuviesen ya prestos ...
--No soñemos ...
--Pues mira, estábamos reunidos varios amigos para el negocio que tú no
ignoras; se nos ha referido lo que te acaba de suceder, y el desastre
que iba á ocasionarte. La profunda impresion que me ha producido, puedes
suponerla; y habiendo pedido permiso á los socios para abandonar por mi
parte el proyecto, y venir á ofrecerte mis recursos, todos
instantáneamente han seguido mi ejemplo; todos han dicho que arrostraban
con gusto el riesgo de aplazar sus operaciones, y de sacrificar su
ganancia hasta que tú hubieses salido airoso del negocio.
--Pero yo no puedo consentir....
--Déjate ...
--Pero, y si esos caballeros, á quienes no conozco siquiera ...
--Tú desconfianza estaba ya prevista; aprovecha el correo, yo me voy, y
en esta cartera encontrarás todo lo que se necesita. A Dios, mi querido
Eugenio.
La cartera ha caido al lado del libro fatal; Eugenio se avergüenza de
haber anatematizado la humanidad, sin excepciones; la hora del correo no
le permite filosofar, pero siente que su filosofía toma un sesgo ménos
desesperante. A la mañana siguiente el sol asomará hermoso y radiante
como hoy, el ruiseñor cantará en el ramaje, el labrador se dirigirá á
sus faenas, y Eugenio volverá á ver las cosas como las veia ántes de sus
fatales aventuras. En 24 horas, que por cierto no han alterado nada ni
en la naturaleza, ni en la sociedad, la filosofía de Eugenio ha
recorrido un espacio inmenso, para volver como los astros, al mismo
punto de donde partiera.

§ IV.
Don Marcelino. Sus cambios políticos.
Don Marcelino acaba de salir de unas elecciones, en que los partidos han
luchado en tremenda batalla. La fuerza muscular ha tenido tambien su
voto; se han blandido puñales, se han menudeado los garrotazos; la
campanilla del presidente ha resonado entre el ruido de voces
estentóreas, y de pulmones de bronce. Don Marcelino pertenece al partido
derrotado, y ha tenido que salvarse á escape. Lo que es valor, ya se ve,
no le faltaba; pero ha sido preciso no olvidar las consideraciones de
prudencia y decoro.
La desagradable impresion no se le borrará en algunos dias, y es notable
que ella basta para echar á perder sus ideas liberales. «Desengáñense
Vds., señores, dice con el tono de la mas profunda conviccion, esto es
una farsa, un absurdo; nos hemos empeñado en una barbaridad; no hay mas
remedio que un brazo fuerte; el absolutismo tiene sus inconvenientes,
pero del mal el ménos. El gobierno representativo; el gobierno de la
razon ilustrada y de la voluntad libre, es muy hermoso en las páginas de
las obras de derecho constitucional, y en los artículos de periódico;
pero en la realidad no medran mas que la intriga, la inmoralidad, y
sobre todo la impudencia y la audacia. Yo ya estoy desengañado, y he
palpado bien aquello de: otros vendrán que me abonarán.»
A consecuencia de los disturbios, la autoridad militar toma una actitud
imponente, declara el estado de sitio, la constitucion se suspende, los
revoltosos se amedrentan, y la ciudad recobra la calma. Don Marcelino
puede entregarse sin recelo á sus paseos ordinarios; reina la mayor
seguridad de dia como de noche; y así el cuitado elector va olvidando la
escena de los campanillazos, gritos, garrotes y puñales.
Ocúrresele entre tanto hacer un viaje, y necesita su pasaporte. A la
entrada de la casa de la policia hay numerosa guardia de tropa: Don
Marcelino se va á entrar por la primera puerta que se ofrece, y el
granadero le dice: «_Atras._» Encaminase á la otra, y el centinela le
grita en alta y destemplada voz: «_Paisano, la capa._» Quítase el
embozo, prosigue algo mohino, y los esbirros, que se resienten de la
rigidez gubernativa, le dicen en ademan descortes: «no vaya V. tan
aprisa; aguarde V. su turno.» Llegado á la mesa, el oficial le dirige
mil preguntas investigadoras, le mira de pies á cabeza, como si
sospechase que el pobre D. Marcelino es uno de los jefes del motin del
otro dia. Al fin le entrega el pasaporte con ademan desdeñoso, baja la
cabeza, y no se digna devolver el saludo que el viajero le dirige con
afabilidad y cortesía.
El paciente se marcha muy disgustado, pero no piensa que aquella escena
haya debido modificar sus opiniones políticas. Reúnese con sus amigos,
la conversacion gira sobre las últimas ocurrencias, y se eleva poco á
poco hasta la region de las teorias de gobierno. Don Marcelino ya no
será absolutista del otro dia. ¡Qué escándalo, dice uno de los
circunstantes, yo no puedo recordarlo sin detestar esas
trampas!--Ciertamente, responde D. Marcelino, pero en todo hay
inconvenientes; mire V., el absolutismo proporciona quietud, pero ¿qué
sé yo? tambien tiene sus cosas. A los hombres no conviene gobernarlos
con palo; y al fin es necesario no olvidar la dignidad propia.--¿Pero la
olvidan por ventura los que viven bajo un gobierno absoluto?--Yo no digo
eso, pero sí que es préciso no precipitarse en condenar las formas
representativas; porque no puede negarse que las absolutas tienen cierta
rigidez, de que se resienten hasta las últimas ruedas del gobierno.
El lector conocerá que D. Marcelino, sin advertirlo siquiera, piensa en
la escena del pasaporte; el rudo _atras_ del granadero, el grito del
centinela, _paisano, la capa_, la descortesia de los esbirros y del
oficial, han bastado para introducir en sus ideas políticas una reforma
de alguna consideracion.
Desgraciadamente el oficial de la policía habia llevado muy léjos sus
sospechas. Librado el pasaporte, no pudo ménos de indicar á su principal
que se le habia presentado un sugeto, de quien recelaba, segun las
señas, no fuese uno de los que buscaba la autoridad. Sin saber cómo, en
el acto de subir D. Marcelino á la diligencia es detenido, conducido á
la cárcel, y allí se le fuerza á pasar algunos dias, sin que basten á
libertarle las vehementes presunciones que en su favor ofrecen, un traje
muy decente y cómodo, un cuerpo bien nutrido, y un semblante pacato. No
se necesitaba mas para que acabasen de desplomarse con estrépito sus
convicciones absolutistas, ya algo desmoronadas con el negocio del
pasaporte. Lo brusco de la captura, lo incómodo de la cárcel, lo pesado
y quisquilloso y ofensivo de los interrogatorios, bastan y sobran para
que salga D. Marcelino de la prision con su liberalismo rejuvenecido,
con su aficion á la tabla de derechos, con su odio á la arbitrariedad,
con su aversion al gobierno militar, con su vehemente deseo de que la
seguridad personal y demas garantías constitucionales sean una verdad.
Su fe política es en la actualidad muy viva; en cuanto á firmeza,
aguardad que vengan otras elecciones, ó que un dia de ruido le asusten
las carreras y los gritos de la calle. Será dificil que las nuevas
convicciones resistan á tan dura prueba.

§ V.
Anselmo. Sus variaciones sobre la pena de muerte.
Anselmo, jóven aficionado al estudio de las altas cuestiones de
legislacion, acaba de leer un elocuente discurso en contra de la pena de
muerte. Lo irreparable de la condenacion del inocente, lo repugnante y
horroroso del suplicio, aun cuando lo sufra el verdadero culpable, la
inutilidad de tal castigo para extirpar ni disminuir el crímen, todo
está pintado con vivos colores, con pinceladas magníficas; todo realzado
con descripciones patéticas, con anécdotas que hacen estremecer. El
jóven se halla profundamente conmovido, imagínase que medita, y no hace
mas que _sentir_; cree ser un filósofo que juzga, cuando no es mas que
un hombre que se _compadece_. En su concepto la pena de muerte es
inútil; y aun cuando no fuera injusta, es bastante la inutilidad para
hacer su aplicacion altamente criminal. Este es un punto en que la
sociedad debe reflexionar seriamente para libertarse de esa costumbre
cruel que le han legado generaciones ménos ilustradas. Las convicciones
del nuevo adepto nada dejan que desear; en ellas se combinan razones
sociales y humanitarias; al parecer, nada fuera capaz de conmoverlas.
El jóven filósofo habla sobre el particular con un magistrado de
profundo saber y dilatada experiencia, quien opina que la abolicion de
la pena de muerte es una ilusion irrealizable. Desenvuelve en primer
lugar los principios de justicia en que se funda, pinta con vivos
colores las fatales consecuencias que resultarian de semejante paso,
retrata á los hombres desalmados, burlándose de toda otra pena que no
sea el último suplicio, recuerda las obligaciones de la sociedad en la
proteccion del débil y del inocente, refiere algunos casos desastrosos
en que resaltan la crueldad del malvado y los padecimientos de la
víctima; el corazon del jóven ya experimenta impresiones nuevas; una
santa indignacion levanta su pecho, el celo de la justicia le inflama;
su alma sensible se identifica y eleva con la del magistrado; se
enorgullece de saber dominar los sentimientos de injusta compasion, de
sacrificarlos en las aras de los grandes intereses de la humanidad; é
imaginándose ya sentado en un tribunal revestido con la toga de un
magistrado, parece que el corazon le dice: «sí, tambien sabrias ser
justo; tambien sabrias vencerte á tí mismo; tambien sabrias, si
necesario fuese, obedecer á los impulsos de tu conciencia, y con la mano
en el corazon, y la vista en Dios, pronunciar la sentencia fatal en
obsequio de la justicia.»

§ VI.
Algunas observaciones para precaverse del mal influjo del corazon.
Nada mas importante para pensar bien que el penetrarse de las
alteraciones que produce en nuestro modo de ver, la disposicion de
ánimo en que nos hallamos. Y aquí se encuentra la razon de que nos sea
tan difícil sobreponernos á nuestra época, á nuestras circunstancias
peculiares, á las preocupaciones de la educacion, al influjo de nuestros
intereses; de aquí procede que se nos haga tan duro el obrar y hasta el
pensar conforme á las prescripciones de la ley eterna, el comprender lo
que se eleva sobre la region del mundo material, el posponer lo presente
á lo futuro. Lo que está delante de nuestros ojos, lo que nos afecta en
la actualidad, hé aquí lo que comunmente decide de nuestros actos y aun
de nuestras opiniones.
Quien desea pensar bien, es preciso que se acostumbre á estar mucho
sobre sí, recordando continuamente esta importantísima verdad; es
necesario que se habitúe á concentrarse, á preguntarse con mucha
frecuencia: «¿tienes el ánimo bastante tranquilo? ¿no estás agitado por
alguna pasion que te presenta las cosas diferentes de lo que son en sí?
¿estás poseido de algun afecto secreto que sin sacudir con violencia tu
corazon le domina suavemente, por medio de una fascinacion que no
adviertes? En lo que ahora piensas, juzgas, preves, conjeturas, ¿obras
quizas bajo el imperio de alguna impresion reciente, que trastornando
tus ideas, te muestra trastornados los objetos? pocos dias, ó pocos
momentos ántes, ¿pensabas de esta manera? ¿Desde auándo has modificado
tus opiniones? ¿No es desde que un suceso agradable ó desagradable,
favorable ó adverso, han cambiado tu situacion? ¿Te has ilustrado mas
sobre la materia, has adquirido nuevos datos, ó tienes tan solo nuevos
intereses? ¿Qué es lo que ha sobrevenido, razones ó deseos? Ahora que
estás agitado por una pasion, señoreado por tus afectos, juzgas de esta
manera, y tu juicio te parece acertado; pero si con la imaginacion te
trasladas á una situacion diferente, si supones que ha trascurrido algun
tiempo, ¿conjeturas si las cosas se te presentarán bajo el mismo
aspecto, con el mismo color?»
No se crea que esta práctica sea imposible; cada cual puede probarlo por
experiencia propia, y echará de ver que le sirve admirablemente para
dirigir el entendimiento y arreglar la conducta. No llega por lo comun á
tan alto grado la exaltacion de nuestros afectos, que nos prive
completamente del uso de la razon; para semejantes casos no hay nada que
prescribir; porque entónces hay la enajenacion mental, sea duradera ó
momentánea. Lo que hacen ordinariamente las pasiones es ofuscar nuestro
entendimiento, torcer el juicio; pero no cegar del todo aquel, ni
destituirnos de este. Queda siempre en el fondo del alma una luz que se
amortigua, mas no se apaga; y el que brille mas ó ménos en las ocasiones
criticas, depende en buena parte del hábito de atender á ella, de
reflexionar sobre nuestra situacion, de saber dudar de nuestra aptitud
para pensar bien en el acto, de no tomar los chispazos de nuestro
corazon por luz suficiente para guiarnos, y de considerar que no son
propios sino para deslumbrarnos.

§ VII.
El amigo convertido en monstruo.
Que las pasiones nos ciegan es una verdad tan trivial, que nadie la
desconoce. Lo que nos falta no es el principio abstracto y vago, sino
una advertencia continuada de sus efectos, un conocimiento práctico,
minucioso, de los trastornos que esta maligna influencia produce en
nuestro entendimiento; lo que no se adquiere sin penoso trabajo, sin
dilatado ejercicio. Los ejemplos aducidos mas arriba manifiestan
bastante la verdad cuya exposicion me ocupa; no obstante creo que no
será inútil aclararla con algunos otros.
Tenemos un amigo cuyas bellas cualidades nos encantan, cuyo mérito nos
apresuramos á encomiar siempre que la ocasion se nos brinda, y de cuyo
afecto hácia nosotros no podemos dudar. Niéganos un dia un favor que le
pedimos, no se interesa bastante por la persona que le recomendamos,
recíbenos alguna vez con frialdad, nos responde con tono desabrido, ó
nos da otro cualquier motivo de resentimiento. Desde aquel instante
experimentamos un cambio notable en la opinion sobre nuestro amigo; tal
vez una revolucion completa. Ni su talento es tan claro, ni su voluntad
tan recta, ni su índole tan suave, ni su corazon tan bueno, ni su trato
tan dulce, ni su presencia tan afable; en todo hallamos que corregir,
que enmendar; en todo nos habíamos equivocado; el lance que nos afecta
ha descorrido el velo, nos ha sacado de la ilusion; y fortuna si el
hombre modelo no se ha trocado de repente en un monstruo.
¿Es probable que fuera tanto nuestro engaño? No: lo es sí que nuestro
afecto anterior no nos dejaba ver sus lunares; y que nuestro actual
resentimiento los exagera ó los finge. ¿Por ventura no creíamos posible
que el amigo pudiese negarse á prestar un favor, ó se portase mal en un
negocio, ó en un momento de mal humor se olvidase de su ordinaria
afabilidad y cortesía? Ciertamente que esto no era imposible á nuestros
ojos; si se nos hubiese preguntado sobre el particular, hubiéramos
respondido que era hombre, y por lo mismo estaba sujeto á flaquezas,
pero que esto nada rebajaba de sus excelentes prendas. Pues ahora,
¿porqué tanta exageracion? El motivo está patente; nos sentimos heridos;
y quien piensa, quien juzga, no es el entendimiento ilustrado con nuevos
datos, sino el corazon irritado, exasperado, quizas sediento de
venganza.
¿Queremos apreciar lo que vale nuestro nuevo juicio? hé aquí un medio
muy sencillo. Imaginémonos que el lance desagradable no ha pasado con
nosotros, sino con una persona que nos sea indiferente; aun cuando las
circunstancias sean las mismas, aun cuando las relaciones entre el amigo
ofensor y la persona ofendida, sean tan afectuosas y estrechas como las
que mediaban entre él y nosotros, ¿sacaremos del hecho las mismas
consecuencias? Es seguro que no: conoceremos que ha obrado mal, se lo
diremos quizas con libertad y entereza, habremos tal vez descubierto una
mala cualidad de su índole, que se nos habia ocultado; pero no
dejaremos por esto de reconocer las demas prendas que le adornan, no le
juzgaremos indigno de nuestro aprecio, proseguiremos ligados con él con
los mismos vínculos de amistad. Ya no será un hombre que nada tiene
laudable; sino una persona que dotada de mucho bueno, está sujeta á lo
malo. Y estas variaciones de juicio sucederán aun suponiendo al amigo
culpable en realidad, aun olvidando el ser muy fácil que nuestra pasion
ó interes nos hayan cegado lastimosamente, haciendo que no atendiésemos
á los gravísimos y justos motivos que le habrán impulsado á obrar de la
manera que nosotros reprendemos, haciéndonos prescindir de antecedentes
que conocíamos muy bien, de la conducta que nosotros hemos observado, y
en fin trastornando de tal manera nuestro juicio que un proceder muy
justo y razonable nos haya parecido el colmo de la injusticia, de la
perfidia, de la ingratitud. ¡Cuántas veces nos bastaria para rectificar
nuestro juicio, el mirar la cosa con ánimo sosegado, como negocio que no
nos interesara!

§ VIII.
Cavilosas variaciones de los juicios políticos.
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - El Criterio - 11
  • Parts
  • El Criterio - 01
    Total number of words is 4637
    Total number of unique words is 1461
    33.5 of words are in the 2000 most common words
    48.1 of words are in the 5000 most common words
    56.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 02
    Total number of words is 4728
    Total number of unique words is 1492
    33.9 of words are in the 2000 most common words
    49.1 of words are in the 5000 most common words
    57.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 03
    Total number of words is 4813
    Total number of unique words is 1497
    34.7 of words are in the 2000 most common words
    50.1 of words are in the 5000 most common words
    58.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 04
    Total number of words is 4775
    Total number of unique words is 1618
    36.0 of words are in the 2000 most common words
    53.3 of words are in the 5000 most common words
    60.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 05
    Total number of words is 4636
    Total number of unique words is 1532
    33.8 of words are in the 2000 most common words
    48.9 of words are in the 5000 most common words
    56.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 06
    Total number of words is 4725
    Total number of unique words is 1602
    31.6 of words are in the 2000 most common words
    45.3 of words are in the 5000 most common words
    52.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 07
    Total number of words is 4775
    Total number of unique words is 1505
    36.5 of words are in the 2000 most common words
    50.6 of words are in the 5000 most common words
    56.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 08
    Total number of words is 4794
    Total number of unique words is 1555
    34.8 of words are in the 2000 most common words
    49.6 of words are in the 5000 most common words
    58.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 09
    Total number of words is 4785
    Total number of unique words is 1564
    34.2 of words are in the 2000 most common words
    49.6 of words are in the 5000 most common words
    57.5 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 10
    Total number of words is 4722
    Total number of unique words is 1686
    35.3 of words are in the 2000 most common words
    49.4 of words are in the 5000 most common words
    57.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 11
    Total number of words is 4687
    Total number of unique words is 1601
    33.4 of words are in the 2000 most common words
    48.4 of words are in the 5000 most common words
    56.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 12
    Total number of words is 4732
    Total number of unique words is 1466
    35.5 of words are in the 2000 most common words
    51.0 of words are in the 5000 most common words
    58.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 13
    Total number of words is 4707
    Total number of unique words is 1506
    33.8 of words are in the 2000 most common words
    49.3 of words are in the 5000 most common words
    56.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 14
    Total number of words is 4761
    Total number of unique words is 1543
    33.4 of words are in the 2000 most common words
    49.8 of words are in the 5000 most common words
    56.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 15
    Total number of words is 4769
    Total number of unique words is 1524
    35.3 of words are in the 2000 most common words
    50.5 of words are in the 5000 most common words
    58.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 16
    Total number of words is 4757
    Total number of unique words is 1581
    34.3 of words are in the 2000 most common words
    47.9 of words are in the 5000 most common words
    55.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 17
    Total number of words is 4741
    Total number of unique words is 1538
    33.0 of words are in the 2000 most common words
    48.4 of words are in the 5000 most common words
    57.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 18
    Total number of words is 4755
    Total number of unique words is 1458
    34.7 of words are in the 2000 most common words
    48.3 of words are in the 5000 most common words
    55.0 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El Criterio - 19
    Total number of words is 875
    Total number of unique words is 398
    47.3 of words are in the 2000 most common words
    60.3 of words are in the 5000 most common words
    67.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.