El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 07

Total number of words is 4424
Total number of unique words is 1493
35.4 of words are in the 2000 most common words
48.5 of words are in the 5000 most common words
54.9 of words are in the 8000 most common words
Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
si tarda, que si le habrá pasado algo... Se necesita un regimiento de
criados para servirle y atenderle.
VENANCIO
Tenemos aquí muchos trajines. Vivimos de nuestro trabajo.
GREGORIA
Atendemos a la tierra, a las plantas, al fruto. Hay que mirar a todo.
VENANCIO
Al ganado de pelo y de pluma.
GREGORIA
Ahora me tienen ustedes todo el santo día en la cocina; y que no
trabajo menos con la cabeza que con las manos: ¡Señor, qué pondré
hoy!... ¡Si le gustarán las manos de ternera!... ¡Si acertaré a freír
el filete!... ¡Ay, Jesús!... Y a todas estas, mis judías sin coger, mis
tomates pudriéndose en las ramas... y mis gallinitas olvidadas...
VENANCIO
Olvidadas, no, que aquí estoy yo para retorcerles el pescuezo... A este
paso, señores míos, pronto liquidará la Pardina.
EL CURA
Vamos... siempre habéis de ser lo mismo... aldeanos que se ahogan,
aunque naden en la abundancia.
EL MÉDICO
Siempre llorando... y escondiendo a la espalda las llaves del granero.
EL CURA
¡Avarientos, mezquinos!
VENANCIO, ~achicándose~.
Sr. D. Carmelo, no hemos dicho nada.
GREGORIA, ~suspirando~.
Sr. D. Salvador... ustedes mandan.
EL CURA
Por lo demás, yo creo también que el pobre león de Albrit estará mejor
en otra leonera.
EL MÉDICO
A ver si ha pensado usted lo mismo que yo.
EL CURA, ~enfatuado~.
Tengo una idea...
VENANCIO, ~adivinando~.
Yo tengo también una idea...
EL MÉDICO
Llevarle a Zaratán.
EL CURA
Al convento de Jerónimos.
VENANCIO, ~asintiendo con viveza, lo mismo que Gregoria~.
Eso, eso.
EL CURA
Solución que debe ser la mejor, pues se aprueba por unanimidad.
EL MÉDICO
Allí estará como un príncipe. Falta que los reverendos quieran.
EL CURA
Deseándolo, querido Salvador, deseándolo. Locos de contento en cuanto
les propuse...
VENANCIO
¿Pero habló usted con el Prior?...
EL CURA
¡Toma! ¿Creen que soy de los que cuando dan con una feliz idea, la
están rumiando siete meses?... Y no solo he hablado con el Prior, sino
que he escrito a la Condesa...
GREGORIA, ~viendo llegar al Conde~.
Cuidadito, que aquí viene.

ESCENA IV
~EL MÉDICO, EL CURA, VENANCIO, GREGORIA; EL CONDE, a paso lento,
apoyado en su palo. Nótase más deterioro y descuido en su ropa. Avanza
muy abstraído, sin parar mientes en las personas que están en la
habitación.~
EL CURA
¿Señor Conde, cómo va ese valor?
EL CONDE
¡Ah! _pastor Curiambro_, ¿estás aquí? No te había visto... ~(Examinando
las personas.)~ ¿Y este bulto...?
EL CURA
No es bulto, es nuestro gran médico...
EL MÉDICO, ~saludándole~.
Señor Conde...
EL CONDE, ~muy afectuoso~.
Perdona, hijo... ¡Veo tan poco!... Y aquel es Venancio... a ese le
conozco sin verle... Y Gregoria... Ya está aquí todo el cónclave...
Bien, bien... Antes de que me lo preguntes, médico ilustre, te digo
que, fuera de este achaque de la vista, me encuentro muy bien... ¡Y
qué contento vivo en la Pardina! Venancio, Gregoria, sabed que estoy
contentísimo, y que tendréis la satisfacción de alojarme por mucho
tiempo...
VENANCIO
Es lo que deseamos...
EL MÉDICO
¿Va el señor Conde a dar su paseo?...
EL CONDE
Si ustedes no disponen otra cosa... Pero me quedaré un poquito por
hacer los honores debidos a las dignas personas que honran mi casa.
~(Se sienta en el sillón.)~
EL CURA
Mil gracias, señor Conde. Veníamos...
EL CONDE
Ya me lo figuro: a pasar revista a la huerta y examinar los tomates, y
armar las grandes peloteras con Gregoria sobre si son mejores los de
allá o los de acá... ~(Todos ríen.)~
EL CURA
Los míos son así de gordos.
GREGORIA
Ya quisiera...
EL CONDE
Basta de polémicas, y si arrojáis en esta placentera reunión el tomate
de la discordia, yo, deferente con el bello sexo, adjudico el premio a
mi patrona... Gregoria, Venancio, Dios os colme de prosperidades... a
ver si salís de pobres... ~(Con ironía sutil.)~ En ello voy ganando,
porque de lo que tengáis, hijos míos, algo ha de participar siempre
este pobre viejo... ¿Verdad que sí?...
VENANCIO, ~secamente~.
Sí, señor.
EL MÉDICO, ~que, sentado a su lado, le pone la mano en el hombro~.
¿Conque bien...?
EL CONDE
Pero no de la vista. Cada día se nublan más mis ojos.
GREGORIA, ~con un alarde de osadía~.
El señor se pondría bueno de la vista... y de la cabeza... ¿lo digo? si
no tuviera tan mal genio.
EL CONDE
¡Mal genio yo! Si con la voluntad siempre en guardia he logrado
dominarme, y ya no riño, ya no me oiréis gruñir...
VENANCIO
Nos dice palabras blandas, pero con intención dura... Entre flores
esconde el látigo con que...
EL CONDE
¿Yo? No, hijo mío. Precisamente quería aprovechar esta ocasión para
decirte que admiro y alabo tus hábitos de arreglo, y tus grandes dotes
de administrador.
VENANCIO, ~sobresaltado~.
¿Qué quiere decir Vuecencia?
EL CONDE
Que eres un ejemplo digno de ser imitado por cuantos manejan intereses
propios o ajenos. Así prosperan las casas. Si no eres ya rico,
Venancio, yo te auguro que lo que posees en tomates y berenjenas, lo
tendrás pronto en peluconas. Carmelo, Salvador, oigan este golpe:
cuando llegué a la Pardina, este buen amigo mío y antiguo servidor puso
a mis órdenes a un muchacho llamado Rogelio, inteligente, listo, para
que fuese mi ayuda de cámara. Toda mi vida he tenido un servidor de
esta clase. Mentira me parecía que pudiera pasarme sin él... Pero me
paso, sí, señor, me paso... porque ayer me quitaron el criadito, y ya
ven... estoy perfectamente.
VENANCIO, ~mascando las palabras~.
Señor, es que... Rogelio...
GREGORIA
Fue preciso mandarle a traer yerba... ~(El Médico y el Cura se miran,
hablan con los ojos.)~
EL CONDE, ~con ironía finísima~.
Pero, tontos, si no os riño; si me parece bien lo que habéis hecho...
si os lo agradezco, porque así me vais educando en la pobreza, y
enseñándome a ser como vosotros, económico, administrativo... No quiero
ser gravoso; quiero que prosperéis; y con medidas como esta claro es
que habéis de llegar a ser riquísimos.
VENANCIO
Señor, díganos las cosas claras.
EL CONDE
Digo lo que siento. Y otra: tienes una mujer que no te la mereces. Esta
Gregoria vale más que pesa, y con su instinto de gobernante de casa te
ayudará, te empujará para que subas pronto a la cima de la opulencia.
GREGORIA, ~asustada~.
Señor, ¿por qué lo dice?
EL CONDE
Porque es verdad. ¡Cuánto siento no estar ya en edad de tomaros por
modelo!
EL CURA
¿Pero qué...?
EL CONDE
Que esta Gregoria, con su arte sublime de mujer casera, me ha suprimido
mi bebida favorita: el buen café.
GREGORIA
Señor, si se lo llevé esta mañana.
EL CONDE
Me serviste un cocimiento de achicoria, recalentado y frío, que...
Pero no te riño, no. Si está muy bien. Siempre me dais mucho más de lo
que merece este pobre viejo inútil, enfadoso... Prosperad, prosperad
vosotros, y que os vea yo llenos de bienestar, desde el fondo de esta
miseria en que he caído.
VENANCIO
No somos ricos, ni aspiramos a serlo.
EL MÉDICO, ~con severidad~.
Conviene que se sirva al señor Conde un café muy bueno. Yo lo mando.
EL CURA
Y yo... Y si no se le da como es debido, lo haré yo en casa, y se lo
enviaré.
EL CONDE
Gracias... Pero ya veis que no me enfado... Soy pobre, y como a pobre
quiero que me traten. Este Venancio, esta Gregoria, que tanto me
quieren y no pueden olvidar los beneficios que de mí han recibido,
desean hacerme a su imagen y semejanza, y que como ellos viva, y como
ellos coma, para de este modo sujetarme y tenerme siempre a su lado.
¿Verdad que es esto lo que anheláis? Pues me tendréis. De aquí no me
muevo. Estad tranquilos, que vuestro huésped seré... tendréis Conde de
Albrit para un rato.
EL MÉDICO
Seguramente. Estos aires le prueban bien.
EL CONDE, ~con gravedad~.
No me cuido yo de los aires, sino de la misión que tengo que cumplir.
EL CURA, ~receloso~.
¿Aquí precisamente?
EL CONDE
Aquí... al menos por ahora. ~(El Médico y el Cura se sientan junto al
Conde, uno por cada lado. Venancio y Gregoria se retiran y vuelven de
puntillas, poniéndose tras el sillón a escuchar lo que hablan.)~
EL MÉDICO
Pues si el señor Conde quiere oír un consejo de amigo y de médico...
de médico más que de amigo, me permitiré decirle que la misión más
adecuada a su edad y a sus achaquillos es darse buena vida.
EL CURA
Y no cuidarse de nada ni de nadie.
EL CONDE
La ancianidad da derecho al egoísmo; pero a mí, pásmense ustedes, me
han rejuvenecido las desgracias, y tras las desgracias han venido las
ideas a darme vigor. Por unas y otras, yo tengo aún que hacer algo en
el mundo. ~(El Médico y el Cura se miran, comunicándose con los ojos
sus impresiones.)~
EL MÉDICO
¿Sería tan amable el Sr. D. Rodrigo que nos dijera qué misión es esa?
EL CONDE
Misión que, en cierto modo, tiene cierto paralelismo con la tuya,
Salvador, y con la tuya, Carmelo.
EL CURA
Tres misiones paralelas.
EL CONDE
Tú, _pastor Curiambro_, luchas en el terreno de la moral, disputando
almas al pecado; tú, Salvador, te bates con la muerte en el terreno
físico, tratando de arrancarle los pobres cuerpos humanos; yo combato
en la esfera moral contra el deshonor ~(Pausa; D. Carmelo y Angulo
se hacen guiños)~, que es lo mismo que decir: por el derecho, por la
justicia... ~(Pausa. Sonríe benévolamente.)~ Veo poco, amigos míos;
pero lo bastante para hacerme cargo de que os reís de mí.
EL CURA
¡Oh! no, Sr. D. Rodrigo...
EL CONDE
Si no me enfado, no. ¡Ay! El quijotismo inspira siempre más lástima
que respeto. Si compadecéis el mío, yo compadeceré el vuestro: el
religioso y el científico... ¡Cómo ha de ser! En la relajación a que
hemos llegado, el honor ha venido a ser un sentimiento casi burlesco.
EL CURA
Reconozcamos, mi señor D. Rodrigo, que lo han desacreditado los
duelistas...
EL CONDE
Sí, sí, y los nobles presumidos. Aparte de eso, ¿no alcanzáis a ver
la relación íntima del honor con la justicia, con el derecho público
y privado? No, no la veis... Sin duda sois más ciegos que yo... Y
decidme ahora, tontainas: ¿también os parecen cosa baladí la pureza de
las razas, el lustre y grandeza de los nombres, bienes que no existen,
que no pueden existir sin la virtud acrisolada de las personas que...?
~(Sus interlocutores callan, observándole.)~ No, no me entendéis. Tú,
clérigo, y tú, doctorcillo, vivís envenenados por los miasmas de la
despreocupación actual, de ese asqueroso _lo mismo da_, de ese inmundo
¿_y qué_?
EL CURA
Comprendemos la idea; pero...
EL MÉDICO
Es una idea feliz; pero...
EL CONDE, ~irritándose~.
¡Pero qué!... ~(Se calma y sonríe con desdén.)~ Si tuviera tiempo y
ganas de entretenerme, os explicaría... ~(Sintiendo ruido detrás
del sillón.)~ ¿Quién anda ahí? ~(Descubre a Venancio y su mujer.)~
Venancio, Gregoria, ¿por qué andáis por ahí acechando como espías?
Venid a mi lado, que lo que digo, decirlo puedo y quiero también
delante de vosotros. Ya todos somos iguales. Venid. ~(Se acercan
tímidamente.)~ Pues decía: a ti y a ti ~(por el Cura y el Médico)~,
según veo, os importa un ardite que las familias honradas... y no me
refiero solo a las aristocráticas, sino a toda familia pundonorosa
y decente... conserven la limpieza del nombre y de la sangre... ~(A
Venancio y Gregoria.)~ ¿Y vosotros, qué pensáis, papanatas? También
a vosotros os tienen sin cuidado las usurpaciones ignominiosas de
estado civil, nombre, riqueza... ~(Callan los cuatro, observándole
compadecidos.)~ ¡Ah, todos lo mismo: el sabio, el ignorante, igualmente
ciegos ante el sol de la moral pura, de la verdad!... ~(Bruscamente,
levantándose.)~ Me voy... no quiero más conversación, no quiero...
EL CURA, ~queriendo detenerle~.
Pero, señor Conde...
EL MÉDICO
Señor, aguarde...
EL CONDE, ~nervioso, rechazándoles~.
No quiero, no... Me voy... Abur, abur.
~(Sale.)~

ESCENA V
~EL CURA, EL MÉDICO, VENANCIO, GREGORIA~
VENANCIO, ~viéndole alejarse~.
Allá va: habla solo, golpea el suelo con su palo.
GREGORIA
¿Qué les parece a ustedes?
EL CURA
A mí, cosa perdida.
VENANCIO
A mí... peligroso.
EL MÉDICO, ~más reflexivo que los otros~.
No precipitarse a juzgar. Le tengo por uno de tantos. El hombre piensa;
su idea le invade el espíritu; su voluntad aspira a la realización
de la idea. Uno de tantos, digo, como usted y como yo, mi querido D.
Carmelo.
EL CURA
¿No ves la demencia en ese pobre anciano?
EL MÉDICO
Veo la exaltación de un sentimiento, una inteligencia que trabaja
sin desmayar nunca, una voluntad agitándose en el vacío, con fuerza
hercúlea que no puede aplicarse...
VENANCIO, ~desdeñoso~.
Estos médicos siempre han de dar a las cosas nombres raros.
GREGORIA
Para que no entendamos.
VENANCIO
¿Es eso locura, o qué es?
EL MÉDICO
¿Queréis que os hable con toda sinceridad, como médico honrado? Pues no
lo sé.
EL CURA, ~confuso~.
¿Es o no clara la monomanía?
EL MÉDICO
En toda monomanía hay una razón.
EL CURA, ~mirando al techo en busca de una idea que se le escapa~.
Bueno: yo veo...
VENANCIO, ~rascándose el cráneo~.
Sí: yo veo también...
GREGORIA, ~más sincera que los demás~.
Todos vemos que... Lo diré claro: las barrabasadas de la señora Condesa
han influido en que nuestro D. Rodrigo esté tan perdido del caletre...
EL CURA
Exactamente... De ahí le viene la tos al gato.
EL MÉDICO
Porque... aquí que nadie nos oye, señores... la Condesa...
EL CURA, ~limpiando sus gafas~.
Todo lo que digas es poco.
VENANCIO
No siga usted, D. Salvador... La señora...
GREGORIA
Callamos por respeto; pero ello es que la tal Doña Lucrecia...
EL CURA, ~sonriente~.
Chitón...
VENANCIO
No chistamos...
EL CURA, ~poniéndose las gafas~.
Nos sale al encuentro un caso delicadísimo de la vida privada, y ante
él cerramos nuestros picos, y nos lavamos nuestras manos. La misión de
los que ahora estamos aquí reunidos no es enmendar los yerros de la
Condesa de Laín, ni tampoco sacarla a la vergüenza pública. Nuestra
misión... ~(Tosiendo, para tomar luego un tonillo oratorio.)~ nuestra
misión, digo, es tan solo aliviar, en lo que de nosotros dependa, la
triste situación física y moral de ese anciano desvalido, de ese
prócer ilustre, verdadero mártir de la sociedad, amigos míos. Y
recordando que en la época de su poderío y grandeza él nos tendió la
mano y fue nuestro sostén, correspondámosle ahora con nuestra filial
solicitud y cariñoso amparo.
~(Demostraciones de asentimiento. Sigue a ellas amplísima y a ratos
calurosa discusión. Aceptada en principio por los cuatro vocales la
conveniencia de alojar al anciano Albrit en los Jerónimos de Zaratán,
surgen criterios distintos acerca de la forma y manera de realizar
lo que creen benéfica y santa obra. Mientras Venancio opina que debe
conducírsele al Monasterio con toda la derechura y sencillez con que
se traslada un buey de este al otro prado, Gregoria, más delicada y
benigna, propone que los propios monjes vengan por él, y le conviden
a una fiesta, y le hagan muchas carantoñas hasta llevársele; y una
vez allí, que le trinquen bien y le pongan ronzal de seda. El Médico,
por el contrario, niégase a autorizar nada que transcienda a forzado
encierro, y sostiene que D. Rodrigo debe entrar en Zaratán voluntaria
y libremente, y quedarse allí sin ninguna violencia, única manera de
precaver un desorden mental verdaderamente grave. Y el Cura, hombre
conciliador, que todo lo pesa y mide, se ofrece a buscar una fórmula
que sea como resultante mecánica de las diversas opiniones expuestas,
y a proponer un procedimiento que a unos y otros satisfaga. Nómbranle
por unanimidad _Comisión ejecutiva_, y como él se pirra por todo lo
que sea dirección y mangoneo, promete desplegar en el asunto toda su
diplomacia, y el hábil manejo con que sabe acometer las empresas más
arriesgadas y dificultosas.~
~Despídese Angulo para continuar sus visitas, y Don Carmelo, con los
dueños de la casa, se dirige al espacioso y bien poblado gallinero de
la Pardina. Examinando huevos, pollos y echaduras, se pasa parte de
la mañana, y, por último, se convida a comer. Gregoria le aconseja
que prefiera la cena, y propone invitar también al Médico. Aprobación
unánime.)~

ESCENA VI
~Bosque.~
EL CONDE, ~solo, paseando lentamente~.
¡Qué hermoso día!... aire manso y tibio, cielo claro, las nubes
replegadas sobre el horizonte, el mar azul, tendido, adormilado...
el bosque en silencio. ¡Qué solemne tranquilidad! El paso del hombre
no ensucia este cuadro grandioso y puro... ~(Mira hacia el sendero
que corta el bosque en dirección a Jerusa, y detiénese, creyendo
sentir voces.)~ ¿Vendrán las nenas de paseo? Pareciome oír sus voces
lejanas... El corazón me ha saltado en el pecho... No son ellas, no.
Es que el bosque tiene ruidos extraños, modulaciones misteriosas
que a veces semejan llanto de niños, a veces risotadas de muchachas
que anduvieran volando entre el ramaje. ~(Óyense, en efecto, voces,
risas.)~ ¡Ah! ¿Serán ellas? No... son insectos o no sé qué animaluchos,
que remedan la voz humana. ~(Aparecen mujeres del campo, charlando y
riendo.)~ Por allí vienen... Pero no son ellas. Esas voces ordinarias
no son las de las graciosas niñas de Albrit. ~(Pasan las aldeanas y le
saludan respetuosas; el Conde contesta con afecto paternal al saludo.)~
Adiós, hijas; que os divirtáis mucho... ~(Sigue andando.)~ Ya estoy
solo otra vez... No sé qué voz del alma me dice que no vendrán por
aquí mis chiquillas. ¡Cómo han de venir las pobres, si toda la mañana
las tienen encerradas con el preceptor, un simple, a quien se paga para
embrutecerlas! Pero no conseguirán haceros idiotas, ¿verdad, hijas
mías?... ~(Suspirando.)~ ¡Nell, Dolly! ¿cuál de vosotras es mi nieta,
heredera de mi sangre y de mi nombre? ~(Deteniéndose y cruzando las
manos, dolorido.)~ Señor, ¿las amo o las aborrezco? En mi corazón hay
plétora de amor a mi descendencia. Pero la certidumbre de que una de
las dos, una... no es de ley, me vuelve loco... No, no es esto locura,
no puede serlo; esto es razón, derecho, justicia, el sentimiento
del honor en toda su grandeza... ~(Desesperado.)~ Daría mi vida por
ellas... las mataría... no sé. ~(Continúa andando, agitadísimo.)~
No puedo, no debo consentir intrusos en mi linaje... Al fuego la
hierba mala, traída a mi hogar con engaño, contrabando del vicio...
Esa diabólica mujer no ha querido decirme cuál es la falsa; pero no
importa... Verás, verás, infame, cómo yo lo averiguo sin ajeno auxilio,
sin interrogar a los que seguramente conocen tus secretos... Dios me
dé una intensa penetración para desentrañar la verdad; sabré leer la
historia de mi deshonra en esas preciosas caras; y si por mi ceguera
no acierto a descifrar los rostros, leeré la invisible cifra de los
pensamientos, penetraré en la hondura de los caracteres, y no necesito
más, pues los caracteres son el temperamento, la sangre, el organismo,
la casta... Adelante, Rodrigo de Albrit... Voy a sentarme en aquel
altozano del bosque que parece suspendido sobre el mar, y que está
siempre seco y bien bañado del sol. ~(Apresura el paso.)~ No se qué
tengo hoy, que no me canso nada, pero nada. Andaría mis dos leguas como
un hombre...
~Otra parte del bosque.~
~Terreno quebrado, donde escasean los árboles, y abundan los chaparros
y arbustería silvestre entre rocas musgosas. Al Norte, el cantil que
desciende con rápido declive hasta la playa, la cual se extiende limpia
y arenosa en toda la profundidad del paisaje. En una peña que le
ofrece cómodo asiento se recuesta el anciano, meditabundo, y contempla
abstraído la costa, y el oleaje manso y rumoroso.~
¡Cómo pica el sol! Turbonada esta tarde... Allá lejos, en la playa,
distingo unos bultitos blancos que se mueven... Dios mío, ¿serán ellas?
~(Haciendo anteojo con su puño para ver mejor.)~ Sí, sí... juraría que
son ellas... Aquel vagar rápido, aquel vuelo de mariposas... ~(Con
súbita alegría.)~ Ellas son. Hasta me parece que oigo sus chillidos
alegres. ~(Bajando un poco, entre las peñas.)~ Y distingo también un
bulto negro, una especie de cigarrón que las persigue... Es el maestro,
el pobre Coronado... ¿Qué haré? ¿Las llamo, les hago una seña con el
pañuelo, voy a buscarlas? ~(Vuelve a sentarse, indeciso.)~ ¡Dios mío,
estas lindas criaturas serían mi encanto, mi gloria, mi consuelo,
si no me amargara la vida el convencimiento de que una de ellas es
intrusa, fraudulenta, usurpadora! Quiero idolatrarlas; pero antes,
urge separar la verdad de la mentira, para poder amar exclusivamente
a la que lo merezca... ¿Cuál es, cuál de las dos, Señor? ~(Se golpea
el cráneo con el puño cerrado.)~ Misterio terrible, ¿será posible que
yo no pueda penetrar en ti?... ~(Pausa.)~ ¿Qué atracción es esta que
hacia ellas me llama?... Fuerza superior a mi voluntad. No quiero ir,
y voy... Atracción del enigma, el ansia inmensa del _¡qué será!_...
~(Se levanta.)~ ¡Ah, parece que me han visto! Creo notar una agitación
de cosas blancas, como si me saludaran con los pañuelos. Sí, sí: ya
percibo sus vocecitas, más dulces, más musicales que cuantos sones hay
en la Naturaleza... ~(Gritando.)~ Sí, sí, Nell, Dolly; aquí estoy...
Ya os había visto... os veo en medio de la inmensidad... ¿Queréis que
baje, o subís vosotras?... ~(Gozoso.)~ Ya, ya vienen. No corren, vuelan.

ESCENA VII
~EL CONDE, NELL, DOLLY, D. PÍO~
NELL, ~cuya voz suena lejos~.
¡Abuelo, abuelo!
EL CONDE
No corráis, hijas, que podéis caeros.
DOLLY ~(Suena la voz menos lejana.)~
Abuelo, te vimos, te vimos.
NELL, ~cerca~.
Yo fui la que primero te vi.
DOLLY, ~más cerca~.
No, que fui yo.
EL CONDE
Yo bajaría; pero este camino, lleno de zarzas, es tan quebrado que temo
caerme.
NELL, ~próxima~.
No te muevas, que allá vamos.
DOLLY, ~más próxima~.
Por esta veredita, Nell.
NELL
Por aquí. ~(Llegan a un tiempo las dos, sofocadas, sin aliento, junto
al anciano, que las abraza y las besa.)~
EL CONDE
¿Por qué habéis venido tan a prisa? Claro, como sois ángeles, nada os
cuesta volar.
NELL
D. Pío no quería que viniésemos.
DOLLY, ~sujetándose el cabello, que el viento le ha soltado~.
Allá sube como una tortuga el pobre viejo... ¡Qué trabajo le cuesta
seguirnos!
EL CONDE
Sentaos ya, y descansad aquí conmigo.
DOLLY
¿Estás ya contento?
EL CONDE
¿No lo ves? ¿Por qué me lo preguntas?
NELL
¡Como esta mañana estabas de tan mal humor!... ~(Sorpresa del
anciano.)~ Sí, sí... y cuando entramos a darte los buenos días, nos
asustaste.
DOLLY
Nos dijiste: «¡Idos; dejadme solo!»
EL CONDE
No hagáis caso. ¡Es que Gregoria me había servido tan mal...!
DOLLY, ~con mimo~.
De veras, ¿no estás enfadado con nosotras?
EL CONDE
Nunca. Os quiero, os idolatro.
NELL, ~cariñosa~.
Y como Gregoria y Venancio te sirvan mal, ya les ajustaremos las
cuentas. ¡Vaya...!
EL CONDE
Niñas mías, la gente pequeña, cuando se hincha de vanidad y coge debajo
a los que fueron grandes, es terrible, es peor que las fieras.
D. PÍO, ~que llega jadeante, medio muerto de fatiga, y se arroja en el
suelo~.
Señor Conde, saludo a usía. Como soy viejo, no puedo seguir a estas
criaturas, que tienen alas de mariposa.
EL CONDE
¡Pobre Coronado, cuánto le marean a usted! ¿Y qué tal? ¿Se han sabido
la lección?
D. PÍO, ~con suprema honradez~.
Señor, ni palotada. Me lo puede creer.
EL CONDE
¡Habrá picaruelas...!
D. PÍO
Como usía es tan tolerante, puedo decírselo: hacen burla de la ciencia
y de mí.
EL CONDE, ~jovial~.
¡Qué monas! ¡Ángeles divinos! Besadme otra vez, Nell y Dolly, amables
borriquitas. Vuestro D. Pío, que os consiente todas las travesuras,
y juega con vosotras cultivándoos en la ignorancia, demuestra ser un
verdadero sabio.
NELL, ~irónica~.
Dí que queremos sorprenderle, y aprendemos sin que él lo note.
DOLLY, ~maleante~.
Le hacemos rabiar un poquito para amansarle el genio, porque este D.
Pío, aquí donde le ves, tan suavecito, es un tigre.
EL CONDE
No, hijas mías, es un cordero, un santo cordero... ¿No le veis esa
cara?... Dios le hizo santo, y su familia le ha hecho mártir. Yo le
quiero. Seremos amigos.
D. PÍO, ~con emoción~.
Señor, usía me honra demasiado.
NELL, ~con lástima~.
¿Y por qué es mártir D. Pío?
DOLLY
¿No tiene muchas hijas?
EL CONDE
Pero no son buenas, como vosotras.
NELL
¡Ay, pobrecito, cuánto padecerá!
DOLLY, ~compadecida~.
Ya no volveremos a hacerle rabiar.
EL CONDE, ~notando, por los hondos suspiros que exhala Coronado, su
disgusto de aquella conversación~.
No se hable más de eso. Y ahora que nos hemos encontrado y no necesita
usted estar al cuidado de las señoritas, puede irse a descansar, Sr.
Coronado.
D. PÍO, ~tímidamente~.
Señor Conde, yo no puedo dejar a las señoritas, porque el Sr. Venancio
me encargó mucho que no les consintiera separarse de mí; que con ellas
salía y con ellas tenía que volver a casa.
EL CONDE, ~picado~.
Ya que no es usted su maestro, porque ellas no aprenden, le mandan a
usted que sea su pastor. Pues para pastorear este rebaño, me basto y me
sobro, Sr. Coronado.
D. PÍO
No se incomode, señor. Yo no hago más que cumplir las órdenes de
Venancio.
EL CONDE, ~dominando su ira por hallarse frente a un ser débil e
inofensivo~.
¿Y mis órdenes no significan nada para usted? Ese bestia mandará en su
casa, pero no en mi familia.
NELL, ~asustada~.
Abuelito, por amor de Dios, no te incomodes.
DOLLY
¡Si D. Pío se va!... ¿Qué tiene que hacer más que lo que tú le mandes?
EL CONDE
Ya ves cómo no lo hace, y me obligará a decirlo segunda vez, cuando
estoy acostumbrado a que a la primera se me obedezca.
NELL
Váyase, D. Pío... Piito, lárgate.
D. PÍO, ~levantándose perezoso~.
Señor Conde, yo creí...
EL CONDE, ~impaciente, sin poder contenerse~.
Pronto... Retírese usted.
D. PÍO, ~tocando las castañuelas~.
Me retiro, puesto que lo manda usía con tanto imperio... Y si me riñen
allá, que me riñan... Lo que yo digo: es malo ser bueno.
~(Saluda y se aleja.)~

ESCENA VIII
EL CONDE, NELL, DOLLY
NELL
Ya estamos solitos los tres.
DOLLY
¡Qué gusto!
EL CONDE
Los dos, digo, los tres, porque vosotras, ¡ay! sois dos, aunque a mí me
parezcáis una.
NELL
¡Que parecemos una!
EL CONDE
Lo he dicho al revés: sois una, aunque parezcáis dos... No está bien
hoy mi cabeza... Quiero decir que en vosotras hay algo que sobra.
DOLLY
¿Algo que sobra? Ahora lo entiendo menos.
NELL, ~con agudeza~.
Quiere decir el abuelo que en nosotras, en las dos, no en una sola, hay
lo malo y lo bueno.
DOLLY
Y lo malo es lo que sobra.
EL CONDE
Y debe quitarse, arrojarse fuera.
NELL
You have read 1 text from Spanish literature.
Next - El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 08
  • Parts
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 01
    Total number of words is 4609
    Total number of unique words is 1581
    36.3 of words are in the 2000 most common words
    47.4 of words are in the 5000 most common words
    54.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 02
    Total number of words is 4345
    Total number of unique words is 1477
    35.3 of words are in the 2000 most common words
    49.1 of words are in the 5000 most common words
    55.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 03
    Total number of words is 4384
    Total number of unique words is 1474
    36.6 of words are in the 2000 most common words
    50.1 of words are in the 5000 most common words
    56.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 04
    Total number of words is 4417
    Total number of unique words is 1540
    34.2 of words are in the 2000 most common words
    48.4 of words are in the 5000 most common words
    54.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 05
    Total number of words is 4266
    Total number of unique words is 1439
    36.1 of words are in the 2000 most common words
    49.0 of words are in the 5000 most common words
    56.0 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 06
    Total number of words is 4282
    Total number of unique words is 1401
    36.1 of words are in the 2000 most common words
    48.9 of words are in the 5000 most common words
    55.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 07
    Total number of words is 4424
    Total number of unique words is 1493
    35.4 of words are in the 2000 most common words
    48.5 of words are in the 5000 most common words
    54.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 08
    Total number of words is 4280
    Total number of unique words is 1306
    37.7 of words are in the 2000 most common words
    50.7 of words are in the 5000 most common words
    56.7 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 09
    Total number of words is 4366
    Total number of unique words is 1435
    35.5 of words are in the 2000 most common words
    47.9 of words are in the 5000 most common words
    56.1 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 10
    Total number of words is 4374
    Total number of unique words is 1469
    34.7 of words are in the 2000 most common words
    48.3 of words are in the 5000 most common words
    54.9 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 11
    Total number of words is 4648
    Total number of unique words is 1631
    33.3 of words are in the 2000 most common words
    46.4 of words are in the 5000 most common words
    53.6 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 12
    Total number of words is 4627
    Total number of unique words is 1492
    36.1 of words are in the 2000 most common words
    50.1 of words are in the 5000 most common words
    56.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 13
    Total number of words is 4350
    Total number of unique words is 1426
    36.3 of words are in the 2000 most common words
    48.1 of words are in the 5000 most common words
    54.3 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 14
    Total number of words is 4458
    Total number of unique words is 1355
    37.0 of words are in the 2000 most common words
    51.2 of words are in the 5000 most common words
    57.4 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 15
    Total number of words is 4473
    Total number of unique words is 1420
    35.4 of words are in the 2000 most common words
    49.5 of words are in the 5000 most common words
    56.8 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.
  • El abuelo (Novela en cinco jornadas) - 16
    Total number of words is 1543
    Total number of unique words is 636
    43.0 of words are in the 2000 most common words
    55.1 of words are in the 5000 most common words
    60.2 of words are in the 8000 most common words
    Each bar represents the percentage of words per 1000 most common words.