Divinas palabras : Tragicomedia de aldea - 1

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COSTE
DIECISÉIS
REALES
DE VELLÓN


Tipografía Yagües. — Nuncio, 8. — Madrid. — Teléfono 44-99.


DIVINAS PALABRAS


DIVINAS PALABRAS
TRAGICOMEDIA
POR
DON RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN
OPERA OMNIA
VOL. XVII


DRAMATIS PERSONÆ

LUCERO, QUE OTRAS VECES SE LLAMA SÉPTIMO MIAU Y COMPADRE MIAU
POCA PENA, SU MANCEBA
JUANA LA REINA Y EL HIJO IDIOTA
PEDRO GAILO, SACRISTÁN DE SAN CLEMENTE; MARI-GAILA, SU MUJER, Y
SIMONIÑA, NACIDA DE LOS DOS
ROSA LA TATULA, VIEJA MENDIGA
MIGUELÍN EL PADRONÉS, MOZO LEÑADOR
UN CHALÁN
MUJERUCAS QUE LLENAN LOS CÁNTAROS EN LA FUENTE
MARICA DEL REINO CON OTRAS MUJERUCAS
UN ALCALDE PEDÁNEO
UNA RAPAZA
EL CIEGO DE GONDAR
EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN
UN PEREGRINO
LA PAREJA DE CIVILES
UN MATRIMONIO DE LABRIEGOS CON UNA HIJA ENFERMA
LA VENTERA
SERENÍN DE BRETAL
UNA VIEJA EN UN VENTANO
UNA MUJER EN PREÑEZ
OTRA VECINA
UN SOLDADO CON EL CANUTO DE LA LICENCIA
LUDOVINA LA TABERNERA
TROPAS DE RAPACES CON BURLAS Y CANCIONES
BEATERIO DE VIEJAS Y MOZAS
BENITA LA COSTURERA
QUINTÍN PINTADO
MILÓN DE LA ARNOYA
COIMBRA, PERRO SABIO
COLORÍN, PÁJARO ADIVINO
EL TRASGO CABRÍO
UN SAPO ANÓNIMO QUE CANTA EN LA NOCHE
FINAL DE GRITOS Y ATRUJOS MOCERILES


OPERA OMNIA
DIVINAS PALABRAS
TRAGICOMEDIA DE ALDEA
VOL. XVII


JORNADA PRIMERA


DIVINAS PALABRAS: JORNADA PRIMERA: ESCENA PRIMERA

_San Clemente, anejo de Viana Del Prior. Iglesia de aldea sobre la cruz
de dos caminos, en medio de una quintana con sepulturas y cipreses.
Pedro Gailo, el sacristán, apaga los cirios bajo el pórtico románico.
Es un viejo fúnebre, amarillo de cara y manos, barbas mal rapadas,
sotana y roquete. Sacude los dedos, sopla sobre las yemas renegridas,
las rasca en las columnas del pórtico. Y es siempre a conversar consigo
mismo, huraño el gesto, las oraciones deshilvanadas._
PEDRO GAILO
...Aquellos viniéronse a poner en el camino, mirando al altar. Estos
que andan muchas tierras, torcida gente. La peor ley. Por donde van
muestran sus malas artes. ¡Dónde aquellos viniéronse a poner! ¡Todos de
la uña! ¡Gente que no trabaja y corre caminos!...
_Pedro Gailo se pasa la mano por la frente, y los cuatro pelos quédanle
de punta. Sus ojos con estrabismo miran hacia la carretera donde
hacen huelgo dos farandules, pareja de hombre y mujer con un niño
pequeño, flor de su mancebía. Ella triste y esbelta, la falda corta, un
toquillón azul, peines y rizos. El hombre, gorra de visera, la guitarra
en la funda, y el perro sabio sujeto de un rojo cordón mugriento.
Están sentados en la cuneta, de cara al pórtico de la iglesia: Habla
el hombre, y la mujer escucha zarandeando al niño que llora. A esta
mujer la conocen con diversos nombres, y, según cambian las tierras,
es Julia, Rosina, Matilde, Pepa la Morena. El nombre del farandul es
otro enigma, pero la mujer le dice Lucero. Ella recibe de su coime el
dictado de Poca Pena._
LUCERO
Tocante al crío, pasando de noche por alguna villa, convendría soltarlo.
POCA PENA
¡Casta de mal padre!
LUCERO
Pon que no lo sea.
POCA PENA
Tú mismo eres a titularte de cabra.
LUCERO
Pues titulándome padre del crío, considero que no debo legarle mi mala
leche.
POCA PENA
¿Qué estás ideando? ¡No te pido correspondencias para mí, te pido que
tengas entrañas de padre!
LUCERO
¡Porque las tengo!
POCA PENA
Si el hijo me desaparece, o se me muere por tus malas artes, te hundo
esta navaja en el costado. ¡Lucero, no me dejes sin hijo!
LUCERO
Haremos otro.
POCA PENA
¡Ten caridad, Lucero!
LUCERO
Cambia la tocata.
POCA PENA
¡Escapado de un presidio!
_Lucero hace un gesto desdeñoso, y con la mano vuelta pega en la boca
de la coima, que, gimoteando, se pasa por los labios una punta del
pañuelo. Mirando la sangre en el hilado, la coima se ahínca a llorar,
y el hombre tose con sorna, al compás que saca chispas del yesquero.
Pedro Gailo el sacristán levanta los brazos entre las columnas del
pórtico._
PEDRO GAILO
¡A otro lugar era el iros con vuestros malos ejemplos, y no venir con
ellos a delante de Dios!
LUCERO
Dios no mira lo que hacemos: Tiene la cara vuelta.
PEDRO GAILO
¡Descomulgado!
LUCERO
¡A mucha honra! ¡Veinte años llevo sin entrar en la iglesia!
PEDRO GAILO
¿Te titulas amigo del Diablo?
LUCERO
Somos compadres.
PEDRO GAILO
Ahora ríes enseñando los dientes, ya te llegará el rechinarlos.
LUCERO
No temo esa hora.
POCA PENA
Hasta las bestias del monte temen.
PEDRO GAILO
Para toda conducta hay premio o castigo, enseña la doctrina de Nuestra
Santa Madre la Iglesia.
LUCERO
Cambie usted la tocata, amigo. Esa polka es muy antigua.
PEDRO GAILO
Dios Nuestro Señor no baja su dedo porque yo calle.
LUCERO
¡Bueno!
_Una vieja con mantilla de paño pardo sale al pórtico, después otra,
más tarde otra. Salen deshiladas, portan agua bendita en el cuenco de
las manos y la van regando sobre las sepulturas. La última tira de
un dornajo con cuatro ruedas, camastro en donde bailotea adormecido
un enano hidrocéfalo. Juana la Reina, sombra terrosa y descalza que
mendiga por ferias y romerías con su engendro, interroga al sacristán,
de quien es hermana._
LA REINA
¿Cómo no disteis la comunión en la misa?
PEDRO GAILO
No había partículas en el copón.
LA REINA
Hacía cuenta de recibir a Dios. La tierra me llama.
PEDRO GAILO
Sí que estás decaída.
LA REINA
Esta madre roe en mí.
PEDRO GAILO
¡Madre llamas a la tierra! ¡Madre es de todos los pecadores! ¿Y el
sobrino va despertándose? Él alumbra algún conocimiento, hermana mía.
LA REINA
¡Malpocado!
_Pedro Gailo pone su ojo bizco sobre el enano, que con expresión lela
mueve la enorme cabezota. Y la madre le espanta las moscas que acuden a
posarse sobre la boca belfa donde el bozo negrea. Tirando del dornajo
cruza la quintana y sale a las sombras de la carretera. El perro del
farandul, levantado en dos patas, ensaya un paso de danza ante aquella
figura triste y color de tierra. Lentamente el animal se dobla, y
agacha la cola aullando con el aullido que reservan los canes para el
aire del muerto. Lucero silba, y el perro, otra vez en dos patas, va
para su amo, que ríe guiñando un ojo._
LUCERO
Este animal tiene pacto con el compadre Satanás.
PEDRO GAILO
Hasta que tope quien le diga los exorcismos y reviente en un trueno.
LUCERO
Reventaremos los dos.
PEDRO GAILO
Con la verdad quieres levantar una duda.
LUCERO
Me has conocido el pecado.
POCA PENA
¡Cuánta pamema!
LUCERO
¡Ven acá, Coimbra! Y mira mucho cómo respondes a una pregunta. Mano
derecha para el Sí. Mano siniestra para el No. El rabo te queda para
El Qué Sé Yo. Y ahora responde sin mentira: ¿A este amigo su señora le
hace Don Cornelio?
_Coimbra, siempre en dos pies, reflexiona moviendo la cabeza manchada
de negro y azafrán, con cascabeles en la punta de las orejas. Poco a
poco, poseída del espíritu profético, queda inmóvil mirando a su dueño,
y tras un momento de vacilar, temblantes los cascabeles de las orejas,
comienza a mover furiosamente el brazuelo izquierdo._
LUCERO
Amigo, Coimbra responde que no. Ahora va a decirnos otra cosa:
¿Coimbra, tendrías ciencia para conocer si este amigo está llamado a
ser de la Cofradía de los Coronados? Mano derecha para el Sí. Mano
siniestra para el No. El rabo le queda a usted, señorita, para El Qué
Sé Yo.
_Coimbra, moviendo la cola y ladrando, vuelve a saltar en dos patas,
y con leve y alterno temblor en los brazuelos, se avizora mirando al
farandul. Los cascabeles de las orejas tienen un largo y sutil temblor.
El farandul sonríe siempre guiñando un ojo, y de pronto la perra se
decide a levantar el brazuelo derecho._
LUCERO
¿No estarás equivocada, Coimbra? Saluda, Coimbra, y pide perdón a este
amigo de haberle calumniado.
PEDRO GAILO
¡Mala ralea! Burlas de un réprobo no afrentan.
LUCERO
Amigo, hay que tomarlo como juego. ¡Al avío, Poca Pena!
PEDRO GAILO
Mucho vas a reír en los infiernos.
_Poca Pena tercia el pañolón, recogiendo al niño en sus pliegues, y el
farandul se carga a la espalda la jaula del Pájaro Sabio. Caminan._
POCA PENA
¡Ten entrañas de padre, Lucero!
LUCERO
¡Boca callada!
POCA PENA
Romperé la esclavitud de esta vida. Me desapartaré de ti.
LUCERO
¿Sospechas que iría a cortejarte? Estás engañada.
POCA PENA
Ya fuiste una vez y a un hombre diste muerte.
LUCERO
Mi intención no era.
POCA PENA
Si el golpe venía para mí, ¿por qué lo erraste?
LUCERO
Suspende la tocata. ¿Tiene alpiste el pájaro?
POCA PENA
Se niega a comer.
LUCERO
Coimbra, ¿dónde encontraremos otro? ¿Te parece pedírselo al compadre
Satanás?
POCA PENA
¡Pamemas!
_Se desconsuela el niño en brazos de la madre, y sobre la espalda del
errante bambolea la jaula del pajarito que saca la suerte: Dorada bajo
el sol, es Alcázar de la Ilusión._


JORNADA PRIMERA: ESCENA II

_Paraje de árboles sobre la carretera. Juana la Reina, en aquellas
sombras, pide limosna con el pañuelo de flores abierto en las ribas de
la cuneta, y el enano hundido en el jergón del dornajo, vicioso bajo la
manta remendada, hace su mueca._
LA REINA
¡Un bien de caridad para el desgraciado sin luz de razón! ¡Miradle tan
falto de valimiento!
_A lo largo de sus palabras, gime oprimiéndose los vacíos. Y Rosa la
Tatula, que en el buen tiempo de romerías y sementeras también pide
limosna, le da sus consejos de vieja prudente y doctora._
LA TATULA
Habías de estar en el Hospital de Santiago. ¡Te entró fiera la dolor!
LA REINA
¡Años va que no me deja!
LA TATULA
¡Y fortuna que el hijo te vale un horno de pan!
LA REINA
¡Pudiera él salir de su jergón, aun cuando contra su madre, con un
puñal desnudo se viniera!
LA TATULA
Dios Nuestro Señor te lo dio así, y con ello se cumple su divina
voluntad.
LA REINA
¿Has visto que vaya contra ella?
_Suspirando y tranqueando, con un plato de peltre en las manos, iba al
encuentro de los ricos feriantes. Un chalán que conduce novillos del
monte, levantándose sobre los estribos, da voces por que se aparte del
camino._
EL CHALÁN
¡Eh!... ¡No me espantes el ganado!
_La mendiga, oprimiéndose los flancos, vuelve a la sombra de los
robles. Tiene los ojos con vidrio, y la boca del color de la tierra.
Los juvencos del monte, berrendos en negro, desfilan en una nube de
polvo, y el chalán, de perfil romano, encendido y obeso, trota a la
zaga._
LA REINA
¡Ay, muero! ¡Ay, muero!
LA TATULA
¿Es mucha la dolor?
LA REINA
¡Un gato que me come en el propio lugar del pecado!
LA TATULA
¡Es mal de ijada!
LA REINA
¡Un trago de anisado dábame la vida!
LA TATULA
Alguno pasará que lleve su caneco.
LA REINA
¡El Señor me abra sus puertas!
LA TATULA
Los trabajos del mundo ganan el Cielo.
LA REINA
¡Este día acabo!
_Se dobla con la boca pegada a la tierra, el pelo sobre las mejillas,
y las manos arañando la yerba. Bajo el cairel roído del refajo, las
canillas y los pies descalzos son de cera. Rosa la Tatula la contempla
con expresión de sobresalto._
LA TATULA
¡Prueba a levantarte! ¡No entregues el alma en este camino, criatura!
¡Tienes que hacer confesión y ponerte a las buenas con el Señor!
LA REINA
¡Ay, qué gran romaje! ¡No falta condumio!
LA TATULA
La dolor te priva el sentido.
LA REINA
¡Recogedme ese pañuelo, que no le cabe encima más moneda!... ¡Calla,
Laureano!... ¡Ay, qué bueno!...
LA TATULA
¡San Blas! ¿Esto es delirio?
LA REINA
¡Marelo, pon un vaso de agua de limón! ¡Hay dinero, Marelo!... ¡Hay
dinero!
LA TATULA
¡Juana Reino, no acabes aquí, que me comprometes! ¡Prueba a tenerte!
¡Vamos para la aldea!
LA REINA
¡Qué estrellón en el Cielo!
_La Tatula intenta levantar aquella reliquia doliente, y el cuerpo
flácil y deshecho escúrrese alzando los brazos como dos aspas._
LA TATULA
¡Ay, qué rajo!
_A lo lejos, bajo chatas parras, sostenidas en postes de piedra, asoma
un mozuelo, y tras esta figura se diseña el perfil de otra figura
tendida a la sombra. El rapaz, requiriendo el palo, échase a los
hombros el tabanquillo de los lañadores. Es Miguelín el Padronés, uno
que anda caminos, al cual por sus dengues le suele acontecer en ferias
y mercados que lo corran y afrenten. Miguelín lleva arete en la oreja._
LA REINA
¡Acude acá, cristiano!
MIGUELÍN
Si es por que te socorra, ya estoy cerca.
LA TATULA
¡Ven acá, por el alma de quien te trajo al mundo!
MIGUELÍN
Me parió mi suegra.
LA TATULA
Deja esos relatos. ¡La acudió una dolor de alferecía a Juana la Reina!
MIGUELÍN
Friégala con ortigas.
LA TATULA
¡Ven acá, mal cristiano!
MIGUELÍN
Ahora acude el Compadre Miau.
_El otro que estaba tumbado a la sombra de las parras, ya se
incorporaba y salía a la luz. Es aquel farandul otras veces visto en
compañía de una mujer apenada que le llamaba Lucero._
MIGUELÍN
¿Bajamos, Compadre Miau?
EL COMPADRE MIAU
Solamente veríamos la mueca de la muerte.
MIGUELÍN
¿A usted le mandó el aire?
EL COMPADRE MIAU
Hace rato mandóselo a Coimbra.
LA TATULA
¿Qué receláis, cativos?
EL COMPADRE MIAU
Puesto que por nuestro nombre nos llama, vamos para allá caminando.
_Los dos compadres bajan hacia la carretera. Miguelín se busca con la
lengua un lunar rizoso que tiene a un canto de la boca, y el otro bate
el yesquero. En la sombra de los robles yace la pordiosera inmóvil y
aplastada. Las canillas desnudas salen del refajo como dos cirios de
cera._
LA TATULA
¡Juana Reino! ¡Juana Reino!
EL COMPADRE MIAU
No esperes respuesta: Te cumple llevar aviso a las familias. Solamente
declaras media verdad: Que en este paraje le entró dolor, y que con el
dolor queda. Esa mujer ya está difunta.
LA TATULA
¡San Blas! ¡Que me cueste andar en justicias tener el corazón de
manteca!
EL COMPADRE MIAU
Excusado decir que a mí para nada me nombras...
LA TATULA
¿Y quién advirtió que era muerta?
EL COMPADRE MIAU
No me nombras.
LA TATULA
¿Y si me llaman a declarar?
EL COMPADRE MIAU
No me nombras.
LA TATULA
¡Tanto temor qué representa!
EL COMPADRE MIAU
Tu cuero para un pandero.
_El farandul se ha sentado a la sombra de los árboles, y pica dos
tagarninas juntas con su navaja de Albacete. Rosa la Tatula, helada y
prudente, se calza los zuecos en la orilla de la carretera, requiere el
zurrón de espigas, y apoyada en el palo, tranqueando, se parte a llevar
la mala nueva. En la fronda del robledo, el idiota, negro de moscas,
hace su mueca. Miguelín el Padronés, con la punta de la lengua sobre el
lunar rizoso, se escurre ondulando, y mete las manos redondas bajo el
jergón del dornajo, de donde saca una faltriquera remendada, sonora de
dinero._
EL COMPADRE MIAU
¡El timbre es de plata!
MIGUELÍN
De la que da la gata.
EL COMPADRE MIAU
A verlo vamos.
MIGUELÍN
Esto solamente es negocio mío.
EL COMPADRE MIAU
¡No le creía a usted tan avaro, compadre! Usted no quiere que sea
negocio de los dos, y tenemos que ventilarlo.
MIGUELÍN
¿En qué tribunal?
EL COMPADRE MIAU
¿Compadre, quiere usted que el pleito lo sentencie Coimbra?
MIGUELÍN
Compadre, no quiero mi pleito en el Diablo.
_El farandul se levanta, liando el cigarro con aquella su navaja de
cachas doradas, y apenas anda dos pasos se sienta sobre la arqueta del
lañador. Miguelín, con una sonrisa sesga y muy pálido, esconde el bolso
entre la faja. Después, bizcando para mirar el tufo que le cae sobre la
frente, estalla la lengua._
EL COMPADRE MIAU
¡Maricuela! Si por buenas no arrías el bolso, te mando al corazón la
navaja.
MIGUELÍN
¿Qué fue de aquella mujer que iba en su compañía, Compadre?
EL COMPADRE MIAU
Para su tierra caminando.
MIGUELÍN
¿Muy largo camino?
EL COMPADRE MIAU
¡Muy largo!
MIGUELÍN
¿No será el fin del mundo?
EL COMPADRE MIAU
La plaza de Ceuta.
MIGUELÍN
Donde está el gran presidio.
EL COMPADRE MIAU
Y la flor de España.
MIGUELÍN
¿Conoce usted esa ribera?
EL COMPADRE MIAU
Comadre Maricuela, de allá soy escapado. ¿Qué se ofrece?
MIGUELÍN
¡Y mirando que tanto tiene corrido, no será mejor que renuncie a estos
cuartos!
EL COMPADRE MIAU
Maricuela, cambia la tocata. Aún estoy por reclamarte un recuerdo en el
escalo de la Colegiata de Viana.
MIGUELÍN
Si por sospechas fui a la cárcel, por estar sin culpa a la calle me
echaron.
EL COMPADRE MIAU
¿Recuerda usted una ocasión en que estábamos con chanzas en la taberna
del Camino Nuevo?
MIGUELÍN
¡Coplas!
EL COMPADRE MIAU
Coimbra le ha designado como de aquel negocio.
MIGUELÍN
¡Coplas!
EL COMPADRE MIAU
Coplas fueron, que escarbando al pie de la ventana por donde se hizo
el robo, descubrió este arete. Recóbrelo usted, que es hermano del que
lleva en la oreja, y repartamos ese dinero. Y si usted no quiere la
prenda, iremos con ella a los Señores Guardias.
MIGUELÍN
¡Cochinos ochavos! ¡Los aborrezco! ¡A pique estuvimos de reñir,
compadre! Riña de enamorados.


JORNADA PRIMERA: ESCENA III

_Otro camino galgueando entre las casas de un quintero. Al borde de
los tejados maduran las calabazas verdigualdas, y suenan al pie de los
hórreos las cadenas de los perros. Baja el camino hasta una fuente
embalsada en el recalo de una umbría de álamos. Silban los mirlos,
y las mujerucas aldeanas dejan desbordar las herradas, contando los
cuentos del quintero. Rosa la Tatula llega haldeando, portadora de la
mala nueva._
LA TATULA
¡Alabado sea Dios, y qué callada es su divina Justicia! Ahí atrás queda
privada del sentido Juana la Reina. Estuve dándola voces, y ni a pie ni
a mano. Tiene la color de la muerte. Sin tanta ansia como llevo por
estar en la villa, pasábame por la puerta de aquella hermana que tiene
en la Cruz de Lesón. ¿Alguna de vosotras, mora por aquel ruero?
UNA MUJERUCA
Puerta con puerta tenemos las casas.
LA TATULA
Ya le podías llevar la mala razón.
UNA MUJERUCA
¿Y a tu consentimiento rindió el alma?
LA TATULA
Que tiene la color de la muerte, es cuanto digo.
OTRA MUJERUCA
Llevaba tiempo que roía en ella el mal. Ya pasó sus trabajos, soles y
lluvias, siempre a tirar del carretón. ¿Qué suerte tendrá ahora el
engendro? ¿Adónde rodará?
LA TATULA
Conforme al modo que ello se considere, es una carga y no la es. Juana
la Reina achicaba en un día más bebida que una de nos achica en un año,
y la bebida no la dan sin moneda. Por su engendro tenía mantenencia.
¡Mal sabéis lo que se gana con un carretón! No hay cosa que más
compadezca los corazones. Juana la Reina sacaba un diario por riba de
siete reales. ¿Y adónde vas tú, cuerpo sano, que saques ni medio de ese
estipendio?
_Dos mujeres, madre e hija, con los cántaros en la cabeza, bajan por el
sendero a la umbría de la fuente. La madre, blanca y rubia, risueña de
ojos, armónica en los ritos del cuerpo y de la voz. La hija, abobada,
lechosa, redonda con algo de luna, de vaca y de pan_.
UNA MUJERUCA
Cara aquí vienen las Gailas. Esas son familias.
LA TATULA
Mari-Gaila, casada con un hermano carnal de la difunta. Pedro Gailo el
sacristán, en sus papeles es Pedro del Reino.
OTRA MUJERUCA
El porte que ellas traen no es de saber la nueva.
LA TATULA
Mari-Gaila corre, que a tu cuñada le acudió una alferecía, y está
privada en las sombras de la vereda.
MARI-GAILA
¿Cuál de las los cuñadas?
LA TATULA
Juana la Reina.
MARI-GAILA
¡Ay, Tatula, declárate si ella es difunta, que no me falta fortaleza!
REZO DE LAS MUJERES
Más de lo que sabes aquí no sabemos.
_Mari-Gaila deja caer el cántaro, desanuda el pañuelo que lleva a la
cabeza, y frente a la hija que suspira apocada, abre los brazos en
ritmos trágicos y antiguos. La fila de cabezas, con un murmullo casi
religioso, está vuelta para la plañidera que bajo las sombras de la
fuente aldeana resucita una antigua belleza histriónica. Detenida en lo
alto del camino, abre la curva cadenciosa de los brazos, con las curvas
sensuales de la voz._
MARI-GAILA
¡Escacha el cántaro, Simoniña! ¡Simoniña, escacha el cántaro! ¡Qué
triste sino! ¡Acabar como la hija de un déspota! ¡Nunca jamás querer
acogerse al abrigo de su familia! ¡Ay, cuñada, no te llamaba la sangre,
y te llamó para siempre la tierra que todos pisan, de una vereda!
¡Escacha el cántaro, Simoniña!
UNA MUJERUCA
¡No hay otra para un planto!
OTRA MUJERUCA
De la cuna le viene esa gracia.
OTRA MUJERUCA
Corta castellano como una alcaldesa.
MARI-GAILA
¡Ay, cuñada, soles y lluvia, andar caminos, pasar trabajos, fueron tus
romerías en este mundo! ¡Ay, cuñada, por cismas te despartistes de tus
familias! ¡Y qué mala virazón tuviste para mí, cuñada! ¡Ay, cuñada, te
movían lenguas anabolenas!
LA TATULA
Las familias, si no es que son padres para hijos, hay que tenerlas como
ajenas.
UNA MUJERUCA
La ley de sangre siempre da su dictado.
LA TATULA
Por veces también se niega.
MARI-GAILA
¡No en mi pecho, Tatula!
LA TATULA
Así se contempla.
MARI-GAILA
Y aun cuando me quede sin pan que llevar a la boca, he de hacerme el
cargo del carretón.
LA TATULA
El carretón, si no lo retiras de los caminos, trae provecho.
MARI-GAILA
¡Cativo provecho si tengo que dejar el apaño de mi casa!
LA TATULA
Lo pones en arriendo. Si llega el caso, habla conmigo.
MARI-GAILA
Lo tendré presente. Que venga a mí el cargo del carretón, tampoco lo
dificulto. La difunta era hermana de mi hombre, y otra familia más
allegada no tiene.
LA TATULA
El pleito será entre vosotros y tu cuñada Marica del Reino.
MARI-GAILA
¡Pleito! ¿Por qué ha de haber pleito? Yo hago esta caridad porque tengo
conciencia. ¿Quién puede disputarle el cargo al hermano varón? Si van a
justicias, el varón gana el pleito o no hay ley derecha.
LA TATULA
Pues si para en tu dominio, recuerda de lo que ahora tenemos hablado.
MARI-GAILA
Ya te echo el alto. Ninguna palabra hay de por medio.
LA TATULA
Cierto que no hay palabra, pero si quieres recordar alguna cosa de lo
hablado...
MARI-GAILA
Aquello que no se me borre podré recordarlo.
LA TATULA
Yo me pasaré por tu puerta.
MARI-GAILA
Con bien llegues a ella.
UNA MUJERUCA
El carretón representa un horno de pan.
OTRA MUJERUCA
¡De pan trigo!
MARI-GAILA
¡Qué mala ventura tuviste, cuñada! ¡Aprendan de ti las anabolenas!
¡Morir sin confesión en un camino!
_Simoniña, blanca, simplona, carillena, apretando los ojos remeda el
planto de su madre, y abre los brazos ante el cántaro roto._


JORNADA PRIMERA: ESCENA IV

_El robledo, al borde del camino real. Juana la Reina está tendida de
cara al cielo, y tiene sobre el pecho una cruz formada por dos ramas
verdes. Los pies descalzos y las canillas del color de la cera, asoman
por debajo de la saya como dos cirios. Bastián de Candás, alcalde
pedáneo, pone guardas a la muerta, y da sus órdenes con una mano en el
aire, como si fuese a bendecir._
EL PEDÁNEO
Vosotros, rapaces, aquí firmes, sin desviaros del pie de la finada
difunta. No habéis de consentir por cosa del mundo que muevan el cuerpo
antes de comparecer el Ministro de la Ley.
_Algunas mujerucas aldeanas llegan haldeando. Resplandor de faroles,
negrura de mantillas. Viene, entre ellas, una vieja encorvada que da
gritos con el rostro entre las manos. Por veces se deja caer en tierra
abriendo los brazos, y declama las frases rituales de un planto. Es
Marica del Reino, hermana de la difunta._
MARICA DEL REINO
¿Dónde estás, Juana? ¡Callaste para siempre! ¡Nuestro Señor te llamó,
sin acordar de los que acá quedamos! ¿Dónde estás, Juana? ¿Dónde
finaste, hermana mía?
UNA MOZA
¡Conformidad, tía Marica!
_Tía Marica, ayudada por las mujeres y cubierta con el manteo, camina
encorvada. Cuando llega al pie de la difunta, se abraza con ella._
MARICA DEL REINO
¡Ay, Juana, hermana mía, qué blanca estás! ¡Ya no me miran tus ojos!
¡Ya esa boca no tiene palabras para esta tu hermana que lo es! ¡Ya
no volverás a detenerte en mi puerta para catar los bollos del pote!
¡Cegabas por ellos! ¡Inda esta segunda feria los merendamos juntas!
¡Qué bien te sabían con unto y con nebodas!
_Después del planto, queda recogida sobre las rodillas, gimiendo
monótonamente. Las mujerucas se sientan en torno, refiriendo azares de
los caminos, casos de muertes repentinas, cuentos de almas en pena.
Y cuando decae el interés de aquellas historias, renueva su planto
Marica del Reino. Atravesando la robleda, llega el matrimonio de los
Gailos. La mujer echada sobre los hombros la mantilla, y el marido con
capa larga y bastón señoril de dorada contera y muleta de hueso. La
hermana, viéndolos llegar, se alza en las rodillas y abre los brazos
con dramática expresión._
MARICA DEL REINO
¡Tarde vos dieron el aviso! Yo llevo aquí el más del día, casi que
estoy tullida de la friura de la tierra.
PEDRO GAILO
El hombre que tiene cargo no dispone de sí, Marica. ¿Y cómo fue que
aconteció esta incumbencia?
MARICA DEL REINO
¡Ordenado estaría en la divina proposición!
PEDRO GAILO
¡Cabal! ¿Pero cómo fue que ello aconteció?
MARICA DEL REINO
¿Y a mí lo preguntas? ¡Vírate para la difunta, que ella solamente puede
darte la respuesta!
PEDRO GAILO
¡Difunta, hermana mía, mucho te tiraba el andar por caminos, y andando
por ellos topaste la muerte!
MARICA DEL REINO
¡Las mismas consideraciones le tengo hechas! ¡Dios nos ampare!
_El sacristán, limpiándose los ojos, donde el estrabismo parece
acentuarse, se acerca al dornajo del idiota._
PEDRO GAILO
¡Ya eres huérfano, y no puedes considerarlo, Laureano! ¡Tu madre, la
hermana mía, es finada, y no puedes considerarlo, Laureano! ¡Por padre
tuyo putativo me ofrezco!
MARICA DEL REINO
El cargo del inocente a mí me cumple.
MARI-GAILA
Nosotros tampoco lo abandonamos, cuñada.
_Mari-Gaila tiene el gesto de desenfado y una luz provocativa en los
ojos parleros. La otra tuerce la cabeza mostrando desdén._
MARICA DEL REINO
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