Dafnis y Cloe; leyendas del antiguo Oriente (fragmentos) - 08

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metafísico, y la solución del problema cosmológico. Doctrina parecida es
la de Longo cuando hace decir á Amor que es anterior al tiempo todo.
Esta idea del Amor, como fuerza demiúrgica, está expresada en la
Teogonía de Hesiodo, diciendo:
Ἤτοι μὲν πρώτιστα Χάος γένετ’, αὐτὰρ ἔπειτα
Γαῖ’ εὐρύστερνος, πάντων ἕδος ἀσφαλὲς αἰεὶ
Ἀθανάτων οἳ ἔχουσι κάρη νιφόεντος Ὀλύμπου,
Τάρταρα τ’ ἠερόεντα μυχῷ χθονὸς εὐρυοδείης,
Ἠδ’ Ἔρος, ὃς κάλλιστος, κ. τ. λ.
Lo cual coincide con la cosmogonía de los fenicios, que se lee en un
fragmento de Sancuniathon, y dice: «Fueron principio de este universo un
aire tenebroso y sutil y el caos confuso y envuelto en obscuridad, á los
cuales, en tiempo infinito y que no se puede determinar, encendió un
soplo de Amor, mezclándolos, y de esta mezcla nació el deseo, fuente de
la creación toda.» Aristófanes, en su comedia _Las Aves_, donde éstas
cantan en coro el origen del mundo, expone doctrina semejante: «Eran
primero el Caos, dice, y la Noche, y el negro Erebo, y el extenso
Tártaro. No había tierra, ni aire, ni cielo. Pero en el seno infinito
del Erebo, la Noche, dotada de alas negras, puso un huevo, del cual,
agitado é incubado por las Horas, brotó el Amor, lleno de deseos.» De
aquí nació todo. Antes de Amor no hubo ni dioses.

Πρότερον δ’ οὐκ ἦν γένος ἀθανάτων, πρὶν Ἔρως ξυνέμιξεν ἅπαντα.
Esta idea de poner á Amor antes que todo y como creador de todo inspira
hasta á los poetas cristianos. Milton, en vez de Amor, pone sobre el
Caos al Espíritu Santo, á manera de paloma, incubándole y fecundándole.
_...with mighty wings outspread_
_Dove-like sat’st brooding on the vast abyss,_
_and mad’st it pregnant._

XIX. _Tanto puede (Amor) que Júpiter no puede más._ Todo este segundo
discurso de Filetas, dice Courier que está tomado de Platón. Yo entiendo
que de Platón y de muchos otros autores, esto es, que poco ó nada es
nuevo ó era nuevo entonces, salvo el sentir propio del autor, y su
expresión y estilo, lleno de candor y de gracia. Se citan unos versos de
Menandro, en que pone el poder de Amor por cima del de Júpiter. Pero,
¿de qué poeta no podrá citarse sentencia parecida? Ya Homero, en su
himno á Afrodita, dice que todas las divinidades están sujetas á su
imperio, salvo tres, que son Minerva, Diana y Vesta.
Estos encarecimientos del poder de Amor no cesan con los autores
cristianos, confundiéndole tal vez para ello con una de las personas
divinas. Así dice San Bernardo que _Amor triunfa de Dios_; y nuestro
Padre Fonseca pone, entre mil otras alabanzas, que «Amor entróse por
esos cielos, y cogiendo á Dios, no flaco, sino fuerte; no en el trono de
la Cruz, sino en el de su majestad y gloria, luchó con él hasta bajarle
del cielo y hasta quitarle la vida.»
Las victorias de Amor son, pues, extraordinarias y no tienen cuento. Por
eso, los espartanos, creyéndole más belicoso que á Marte, se
encomendaban á él y le hacían sacrificios siempre que tenían que reñir
alguna brava batalla.
Fué creído, además, desde muy antiguo, inspirador de todas las acciones
generosas y de virtud, y se tuvo por cierto, con prefiguración
profética, aunque confusa, de los más altos misterios, que el Dios
supremo le envía á la tierra para que salve á los hombres. Ya Esopo
habla bellamente de esto en su fábula de Júpiter y Amor, dando cuenta de
que «cuando Júpiter crió á los hombres, dióles todas las prendas que los
adornan ahora; pero aún no moraba Amor en las almas de ellos, porque
este dios, que tiene alas tan sublimes, no bajaba nunca del cielo, y
sólo hería con sus flechas á los dioses. Temeroso Júpiter, no obstante,
de que se perdiera la más hermosa de sus criaturas, envió á Amor á la
tierra para que fuese custodio del género humano. Amor obedeció el
mandato de Júpiter, pero no consideró que le estuviese bien morar en
todas las almas y elegir por templo suyo lo mismo las profanas que las
iniciadas y buenas, por lo cual distribuyó el rebaño de las almas
comunes entre los Amores plebeyos, hijos de las Ninfas, y él se fué á
vivir dentro de las almas celestes y divinas, y embriagándolas con
delirio amoroso, produjo infinitos bienes para todos los hombres.»

XX. _El mismo dios Pan... como más avezado que nosotras á los negocios
de la guerra, por haber ya militado en muchas..._ Aún se conserva en
nuestros idiomas modernos el epíteto de _pánico_, dado al terror cuando
es muy grande. Pan auxilió mucho á Júpiter en las guerras que tuvo,
encadenando á Tifeo ó envolviéndole en una red; si bien otros dicen que
le asustó, dando un grito espantoso. En otras guerras ocurridas en este
bajo mundo, auxilió á sus devotos, como, por ejemplo, á los griegos
contra los galos, mandados por Breno.

XXI. _...se puso á contar la fábula de Siringa..._ Esta transformación
de Siringa en flauta, y los amores de Pan, que la originaron, sucedieron
en Arcadia, á orillas del río Ladón, según refiere Ovidio en sus
_Transformaciones_, donde dice que la Ninfa iba huyendo de Pan:
_Donec arenosi placidum Ladonis ad amnem_
_Venerat; hic illam, cursum impedientibus undis_
_Ut se mutarent, liquidas orasse sorores:_
_Panaque cum prensam sibi jam Siringa putaret,_
_Corpore pro Nymphæ calamos tenuisse palustres;_
_Dumque ibi suspirat, motos in arundine ventos_
_Effecisse sonum tenuem, similemque quærenti,_
_Arte nova: vocisque deum dulcedine captum,_
_Hoc mihi colloquium tecum dixisse manebit,_
_Atque ita disparibus calamis compagine ceræ_
_Inter se junctis nomen mansisse puellæ._

XXII. _Llegó el invierno, para Dafnis y Cloe más que la guerra crudo._
Sin duda convenía al autor, para su sencillo argumento, que el invierno
fuese muy rigoroso, ó tal vez quiso lucir su retórica pintándole, pues
es evidente que, ni en nuestro siglo, ni en la época de la acción de la
novela, hubo de hacer jamás tanto frío ni de caer tanta nieve en la isla
de Lesbos.

XXIII. _¡Salud!_, _¡oh, hijo mío!_ Χαῖρε, ὦ παῖ, dice el original. He
preferido decir, _¡salud!, ¡oh, hijo mío!_, al modo más natural de
saludar ahora, diciendo _Dios te guarde_, porque este modo parece
anacrónico é impropio de gentiles.

XXIV. _...comieron coronados de hiedra._ Parece que un gentil muchacho,
llamado Cisso, gran bailarín y valido de Baco, bailando un día delante
del dios, para divertir sus ocios, se cayó en un hoyo y se convirtió en
hiedra, planta que fué consagrada á dicho dios, el cual gustaba de
coronarse con ella. También para los poetas se tejían de ella coronas:
_Pastores hedera crescentem ornate poetam._
dice Virgilio. La hiedra, sobre todo, era para coronar á los poetas
dramáticos, por ser el teatro propio de Baco. Por eso Menandro pide á
los dioses ser siempre coronado de hiedra ática:
Τὸν Ἀττικὸν αἰεὶ στέφεσθαι κισσόν.
En las bacanales se coronaban asimismo de hiedra los que las celebraban.
Así es que el gobernador que puso Antíoco en Jerusalén, queriendo hacer
gentiles á los judíos, les mandaba que fuesen por las calles coronados
de hiedra cuando se celebraba la fiesta de aquel dios, como se cuenta en
el libro II, capítulo VI, de los Macabeos: _et cum Liberi sacra
celebrarentur, cogebantur heredà coronati Libero circuire_.

XXV...._hallaron narcisos, violetas, corregüelas_ y _otras vernales
primicias_. El texto griego dice ἀναγαλλίς, que hemos traducido por
_corregüela_. Las anagalídeas son un género de la familia de las
primuláceas, en el que se contienen muchas especies como los _murajes_.
Courier traduce _muguet_, que viene á ser en español _lirio de los
valles_; pero tal vez puso _muguet_ sólo porque el vocablo es bonito y
también el objeto que expresa. Quiera significar lo que quiera la tal
flor Anagalis, al tratar de traducirla al castellano, un amigo mío me ha
recordado á una Ninfa Anagalis, de quien nada leí jamás en ningún libro,
ni en Polidorio Virgilio; pero que, según afirma Juan de la Cueva, en su
extraño poema de _Los inventores de las cosas_, fué la que inventó el
juego de pelota. El erudito poeta dice:
Del juego tan común de la pelota
Anagalis, muchacha, fué inventora:
Que se llame Astragalis quieren otros.

XXVI. _...expresando poco á poco el nombre de Itis._ Este Itis fué hijo
de Tereo, rey de Tracia. Progne, mujer de Tereo, mató á su hijo Itis, y
se le dió á comer á su propio padre. Filomena, hermana de Progne y tía
de Itis, fué convertida en ruiseñor; Progne, en golondrina; en gavilán,
Tereo, y en faisán, Itis.

XXVII. _Por el reposo casero y holganza del invierno estaba rijoso y
lucio, y con el beso se emberrenchinaba y con el brazo se alborotaba._
Para descargo de mi conciencia de haber traducido con sobrada energía y
desenvoltura, diré que Dafnis, con el reposo y holganza, ἐνηβήσας, de
ἐνηβάω, _pubesco_, _juveniliter lascivio_: con el beso ὤργα, de ὀργάω,
_succo turgeo_, _venerea cupiditate flagro_; y con el abrazo ἐσκιτάλιζε,
de σκιταλίζω, _salax sum_. Lo mismo digo de otros pasajes, donde siempre
he atenuado el brío y suavizado la crudeza del texto.

XXVIII. _Cromis, sujeto ya de edad madura, quien había traído de la
ciudad á una mujercita_, etc. Debe entenderse que esta mujercita no era
la mujer propia, la esposa de Cromis, sino una cortesana mantenida por
él. Su mismo nombre Lycenia, de Αὔκαινα, _loba_, parece ya indicarlo, y
hasta la circunstancia de venir siempre dicho nombre en diminutivo en el
texto griego. En el teatro de aquel pueblo apenas había comedia en que
no hiciesen papel las cortesanas ó _heteras_, á veces vilipendiadas
cruelmente por los poetas, á veces también ensalzadas de discretas,
amables, generosas y hasta virtuosas. Y esto no ha de extrañarse, porque
las cortesanas de entonces representaban la inteligencia y la cultura de
la parte femenina, y alcanzaban gran poder y valimiento. Algunas se
casaban con los mismos reyes. Targalia de Mileto se casó con un rey de
Tesalia, y Tais con un Ptolomeo. Duró esto hasta muy tarde, hasta época
ya en que estaba muy difundido el Cristianismo. La mujer de Justiniano,
la célebre emperatriz Teodora, había sido una cortesana de las más
disolutas. Fué, además, tan desaforada comedianta, que las cosas que
hacía en público teatro no hay quien se atreva á explicarlas en ningún
idioma moderno, sino que se toman de Procopio y se ponen como nota, en
griego, en las historias que de ello tratan. El mismo Gibbon lo deja sin
traducir. Imitémosle.
No ha de extrañarse, pues, que en la edad clásica y gentílica las
cortesanas tuviesen grande influjo, y fuesen amigas respetadas de los
hombres más eminentes: así Aspasia, de Pericles; Arqueanasa, de Platón;
Herpilis, de Aristóteles, y Glicera, de Menandro. Alcifrón puso en
cartas muchos rasgos brillantes de las cortesanas, y Machón escribió un
poema de los dichos discretos y agudos de estas mujeres.
Una de las más ilustres, por su talento, discreción y afecto á sus
compatriotas, fué Rodopis, alma de la colonia griega de Egipto en tiempo
del rey Amasis. El célebre egiptólogo y novelista Jorge Ebers, en su
novela _La hija de Faraón_, hace de esta Rodopis la principal heroína,
después de la misma hija del rey de Egipto que casó con Cambises, y de
la princesa Atosa, hija de Ciro, mujer de Darío y madre de Jerjes. Claro
está que Lycenia no era una hetera de primer orden, sino modesta y de
pocas campanillas, como un pobre labrador de Lesbos podía costearla.

XXIX. _...habiéndose cerciorado ella de que todo estaba alerta y en su
punto..._ Creo haber traducido del modo más púdico posible el texto,
μαθοῦσα ἐνεργεῖν δυνάμενον καὶ σφριγῶντα, que interpreta así la versión
latina: _ipsa jam edocta eum ad patrandum non solum fortem esse, verum
etiam libidine turgere_...

XXX. _...Luego sacó del zurrón pan de higos..._ Para que no se entienda
que este _pan de higos_ está inventado por mí por la afición que yo
tengo á las cosas andaluzas, diré que παλάθη no significa más que pan de
higos; _massa caricana_, dice la versión latina, esto es, masa hecha
con el higo de Caria, que se llamaba _carica_. P. L. Courier traduce, no
sé por qué, _raisin sec_. De seguro que no había comido él, como yo, el
delicioso pan de higos que se hace en Málaga.

XXXI. Los mitólogos varían mucho al referir esta historia de Eco.
Fíngenla los más hija del Aire y de la Tierra. Juno dicen que la castigó
obligándola á repetir las últimas sílabas de las palabras que oyese.
Otros, que desdeñada de Narciso, á quien amaba, se convirtió en peñasco.
Ovidio, en las _Transformaciones_, cuenta que su mal pagado amor la secó
de suerte y la consumió hasta tal punto, que se quedó en los huesos y en
la voz:
_Vox manet: ossa fuerunt lapide traxisse figuram_
_Inde latet sylvis nulloque in monte videtur,_
_Omnibus auditur: sonus est qui vivit in illa._
La fábula de Longo es, pues, diversa, y su principal gracia consiste en
un equívoco intraducible; porque μέλος, en griego, significa _miembro_,
y también _verso_, _medida_, de donde la palabra _melodía_. Así es que
los pastores esparcieron por toda la tierra τὰ μέλη, las canciones, las
melodías de la Ninfa, lo cual está traducido en latín _cantabunda
membra_, y por Courier, á quien en esto seguimos, _sus miembros_,
_llenos de harmonía_.

XXXII. _Esta manzana ¡oh, vírgen! es creación de las Horas divinas._ El
texto dice Ὦ παρθένε, τοῦτο τὸ μῆλον ἔφυσαν Ὧραι καλαί: el latín, _Mea
virgo, hoc pomum quod vides, anni ætates pulchræ pepererunt_. _Cette
pomme Chloe, ma mie, les beaux jours, d’été l’ont fait naître_, traduce
Courier. Yo he preferido dejar á las Horas, á las diosas, hijas de
Júpiter y de Temis, que dirigen y gobiernan las estaciones y cuidan del
carro del Sol, como creadoras de la manzana. No lo disputo, aunque creo
que esto es más poético que decir llanamente que con el verano se crió
la manzana; pero entiendo que soy más fiel traductor. Tal vez se dirá
que no es gran encarecimiento de alabanza el decir que una manzana es
creación de las Horas. Lo mismo crean las Horas las manzanas gruesas y
hermosas que las feas y ruines. Esto es verdad, considerado
pedestremente; pero cuando esto de que la manzana es creación de las
Horas se dice con entusiasmo, vale tanto como decir que las Horas
pusieron en crearla singular esmero. Semejante censura he oído hacer,
por ejemplo, de aquellos versos de Zorrilla en elogio de Granada.
Salve ¡oh, ciudad! en donde el alba nace,
Y donde el sol poniente se reclina;
Donde la niebla en perlas se deshace,
Y las perlas en plata cristalina.
En todas las ciudades nace el alba, se pone el sol, se deshace la niebla
y corre el agua: no cabe duda; pero Zorrilla da á entender que en
Granada ocurre todo ello de una manera eminente, ejemplar y soberana,
como si la aurora no quisiera nacer sino para alumbrar á Granada, y el
sol no quisiera reclinarse más que en el seno ó á la espalda de sus
montes.

XXXII. _Semele, pariendo; Ariadna, dormida_, etc. Aquí pone el autor en
breves palabras los principales casos de la vida de Baco. _Semele
pariendo_, no es la común opinión, pues refieren los más, de cuantos han
tratado este asunto, que Semele, hija de Cadmo, que tenía amores con
Júpiter, deseó ver al Dios en toda su gloria, y al verle, ardió en el
resplandor que de sí lanzaba. Ya muerta, sacó Júpiter á la criatura que
tenía ella en su seno, y acabó de criarla, hasta que se cumplieron los
nueve meses, guardándosela en un muslo. Cuentan otros, no obstante, que
Semele dió á luz á Baco naturalmente y á su tiempo, y á éstos sigue
Longo. Repetimos, con todo, que la general opinión es la del doble
nacimiento de Baco. Luciano le ha celebrado en un diálogo burlesco, y el
dios ha llevado nombres que recuerdan este nacimiento doble. Así se ha
llamado _bimatre dithyrambo_, de παρὰ τὸ δύο θύρας βῆναι, salir por dos
puertas, y Eirafiote, cosido en el muslo.
Por lo demás, Baco y su historia tienen grandes variaciones, por ser
este dios uno de los más simbólicos y misteriosos que en Grecia se
adoraron, y por representar á la vez no pocas cosas. Por una parte,
proviene este dios del naturalismo: es la fuerza vegetativa de las
plantas. De aquí que tantas le estén consagradas, como la hiedra, la
higuera y la vid, y que le llamen γενεσιουργὸς τῶν καρπῶν, engendrador
de los frutos, y que sea también padre de Príapo.
Representa, además, á un héroe conquistador y civilizador del mundo, y
su leyenda, bajo este aspecto, toma mucho de la de Osiris egipcio, y de
la de Melkarh ó Hércules tirio. Como Hércules, Baco erigió sus columnas
en el extremo de las tierras y mares hasta donde llevó su expedición
triunfadora.
Representa, por último, Baco la fuerza y virtud del licor fermentado,
que inspira á los hombres una especie de delirio, que se tenía á veces
por sagrado. En este sentido, Baco trae su origen de Soma, dios de los
Vedas, dios-bebida, dios-libación, dios que se consume en la llama del
sacrificio; hijo de Indra, como Baco es hijo de Júpiter. En este
sentido, Baco recibió muchos títulos ó sobrenombres entre los griegos y
latinos. Llamóse _Musagetes_, conductor de las Musas; _Pirigenio_,
nacido del fuego; _Melpómeno_, celebrado en himnos; _Leneo_, de ληνός,
lagar; _Líber_, por la libertad que el vino engendra, y _Taurokeros_ ó
_Tauromorfos_, porque tomaba cuernos y forma de toro, á causa del furor,
osadía y violencia que adquiere quien se embriaga. De aquí que Horacio
dijese á Baco:
_Tu spem reducis mentibus anxiis_
_Viresque et addis cornua pauperi._
Dice Longo, _encadenado Licurgo_. Era éste un rey de Tracia que se opuso
al culto de Baco, por lo cual sufrió un gran castigo del dios.
_Despedazado Penteo._ Esta aventura es de las más famosas de la historia
de Baco, por haber dado asunto á un drama de Esquilo, ya perdido, que
llevaba por título _Penteo_, y á la tragedia de Eurípides, que se
conserva y se titula _Las Bacantes_. Parece que el culto de Baco, con
sus frenéticas orgías, vino á Grecia desde Tracia y Macedonia, y halló
en Grecia al principio grande oposición. Penteo en Tebas se opuso á este
culto, y fué despedazado por las bacantes furiosas, entre las cuales se
hallaba Agave, su madre.
_Ariadna dormida._ Prescindimos, por no ser prolijos, del valor y
significado alegórico é histórico que puedan tener los amores de
Ariadna, hija de Minos, con Baco. La general opinión, esto es, la fábula
más conocida, junta en una las dos historias de los amores de Ariadna
con Baco y con Teseo. Abandonada por este príncipe en la isla de Naxos,
después que le ayudó á vencer al Minotauro y á salir del laberinto, Baco
se le aparece enamorado, y se la lleva en triunfo. Los hermosísimos
versos de Catulo, en el epitalamio de Tetis y Peleo, describen
admirablemente, así el furor de Ariadna abandonada, como su triunfo
inmediato, y la pompa báquica en toda su extraña locura:
_At pater ex alia florens volitabat Iachus,
Cum thiaso Satyrorum et Nysigenis Silenis,
Te quærens, Ariadna, tuoque incensus amore;
Qui tum alacres passim lymphata mente furebant
Evoe, bachantes, evoe, capita inflectentes.
Horum pars tecta quatiebant cuspide thyrsos,
Pars e divolso raptabant membra fuvenco:
Pars sesse tortis serpentibus incingebant;
Pars obscura cavis celebrabant orgia cistis
Orgia quæ frustra cupiunt audire profani;
Plangebant alia proceris tympana palmis.
Aut tereti tenues tinnitus ære ciebant;
Multi raucisonos efflabant cornua bombos,
Barbaraque horribili stridebat tibia cantu._
Como se ve, el asunto del triunfo de Ariadna, de las bacanales y de la
historia del hijo de Semele, rodeado siempre de bacantes, sátiros y
silenos, se prestaba mucho á la pintura, y desde los tiempos más
antiguos se han empleado en este asunto los pintores.
Pedimos perdón á los eruditos de habernos extendido demasiado en esta
nota, pero ya se harán cargo de que escribimos también para el vulgo, el
cual tal vez ignora lo que ellos tienen olvidado de puro sabido. Para no
prolongar más la nota omitimos mucho que, con ocasión de Baco, se
pudiera decir sobre el origen de la tragedia, que nació en sus fiestas,
y sobre otras cosas, curiosas para quien no las sabe, y tal vez cansadas
para los doctos, que las saben más fundamentalmente que yo.

XXXIV. _Á este mensajero, que se llamaba Eudromo, porque su oficio era
correr._ Es evidente que en lo antiguo los nombres y los apellidos
debieron de ser apodos, que denotasen oficio, condición, virtud, defecto
ó calidad de la persona á quien se daban. Y esto en todos los países é
idiomas. Lo que ocurría primero en la realidad de la vida se conservó
después en Grecia y Roma, en las ficciones poéticas, sobre todo en
comedias y cuentos, donde aparecen personajes imaginarios, y no
históricos. El nombre de cada uno de estos personajes designa ya su
carácter, empleo ó menester. Así, por ejemplo, en las comedias de
Terencio se pone al principio lo que llaman _ratio nominum_, ó sea una
explicación de por qué los personajes se llaman como se llaman. Allí
vemos que una nodriza se llama Canthara, del cantarillo ó vaso de la
leche; un soldado fanfarrón, Thraso, de θράσος, audacia; un joven
alegre, Fedro, de φαιδρός, alegre; una meretriz desenvuelta, Bacchis;
un criado, Parmeno, porque está ó permanece cerca de su amo, etc.
Eudromo, pues, el buen corredor, se llamaba así porque corría.

XXXV. _...Sin duda mandará ahorcar de un pino á este viejo sin ventura,
como ahorcaron á Marsyas._ Marsyas no fué sólo ahorcado, sino también
desollado, como dice Ovidio en los Fastos.
_Provocat et Phœbum, Phœbo superante, pependit;_
_Cæssa recesserunt a cute membra sua._
Se cuenta de este Marsyas que fué un sátiro de grandísimo ingenio, que
inventó muchas cosas, pero que se puso tan soberbio, que quiso competir
con el propio Apolo en la música, de lo cual salió tan mal parado como
queda dicho. Las Ninfas, de quien Marsyas era muy estimado, le lloraron
y le convirtieron en río, cuyas aguas riegan la Frigia. Esto sucedió
cerca de la ciudad de Celenas, por donde corre el río Marsyas. Así es
que Xenofonte, cuando pasó por allí con los diez mil, acompañando al
joven Ciro, dice que «se contaba que allí desolló Apolo á Marsyas cuando
le venció en la contienda que con él tuvo sobre la música, y que colgó
el cuero de él en una cueva de donde nacen las fuentes.» Xenofonte no
dice con todo que Marsyas se convirtió en río, sino que por eso, por
dicho lance, se llamó el río Marsyas.

XXXVI. _...en compañía de su parásito, Gnatón._ Gnatón viene de γνάθος,
boca, quijada. Tal vez salga de este vocablo griego la palabra española
_gaznate_. De todos modos, γνάθων es sinónimo de parásito, y muchos
personajes de comedias, que representan dicho carácter, llevan por
nombre Gnatón. Hasta hay cortesanas ó etéreas que, sin duda, por muy
golosas y comilonas, se llaman Gnatenas. El parásito del _Eunuco_ de
Terencio se llama Gnatón. Alcifrón, en sus famosas cartas, describe
muchos parásitos, y en el teatro griego apenas había comedia en que no
figurase uno, respondiendo á nuestros lacayos graciosos de las comedias
de capa y espada, si bien los parásitos eran más despreciables y ruines.

XXXVII. _Ni Apolo, cuando estuvo de pastor al servicio de Laomedonte..._
Aquí el autor se distrajo tal vez, y supuso que Apolo guardó los bueyes
de Laomedonte, por más que la general creencia era la de que guardó el
ganado de Admeto, rey de Tesalia, cuando andaba oculto por las riberas
del río Anfriso huyendo de las iras de Júpiter por haber muerto á los
cíclopes. Hizo Apolo estas muertes porque los cíclopes forjaron á
Júpiter el rayo con que el rey de los dioses mató á Esculapio, que era
hijo de Apolo. Apolo estuvo también con Neptuno al servicio de
Laomedonte, mas fué para levantar los muros de Troya.

XXXVIII. _...y estimaba á tu cocinero más digno de admiración y de
afecto que á todas las muchachas de Mitilene._ Esto tiene tal vez en el
original cierto sentido que, en virtud del _arreglo_ hecho por mí en el
libro IV, debe desaparecer en la traducción. El sentido que se da á la
frase en la traducción está perfectamente conforme con el carácter del
parásito glotón y aficionado á los buenos bocados. Para la gente de esta
clase, según los poetas cómicos y satíricos de la edad clásica, los
cocineros, siendo buenos, eran como dioses, y la cocina era un templo.
Las causas de su amistad y de su amor estaban en la cocina. Á este
propósito escribió un poeta del Renacimiento el siguiente epigrama:
_Vita Cœnipetas, vagos Gnathones,_
_Nec blandos licet æstimes amicos:_
_Illis, dum calet olla, amor calebit;_
_Frigebunt cito, si culina friget._
_Non te, sed tempidum colunt cæminum:_
_Illis fumus ubi est, ibi est amicus._
Lo cual imitó de esta suerte Francisco de la Torre:
Á los que representan vida buena
En el teatro de una y otra cena
Lisonjeros buscones, y testigos
De la mesa, no estimes por amigos;
Porque en éstos (Dios de ellos nos preserve)
Mientras hierve la olla el amor hierve.
Y tienen con hastío,
Si helada la cocina, el pecho frío.
Lo que aman no eres tú, aunque amigo seas,
Sólo aman las calientes chimeneas,
Y para éstos, en fin, con ardor sumo,
Allí el amigo está donde está el humo.
En las cartas de Alcifrón están pintadas las costumbres de los parásitos
y sus percances y disgustos: uno va á buscar cortesanas para el señor
que le convida; otro es apaleado casi de diario; otro está á punto de
morir de indigestión; otro se desespera porque no halla quien le
convide; otro se introduce en la cocina y roba de los mejores platos
para regalarse. Había también parásitos muy divertidos, decidores y
discretos, cuyos chistes hacían reir y entretenían á los señores con
quienes comían. En tiempo de Menandro había dos parásitos famosísimos
por sus chuscadas y por su elocuencia, y se llamaban Euclides y
Filoxeno. El respeto, la admiración y el amor que los parásitos
profesaban á los buenos cocineros, están consignados en muchos
fragmentos que de la comedia griega se conservan aún. Sobre todo esto
pueden verse pormenores curiosos en el ameno y erudito libro de
Guillermo Guizot, titulado _Menandro ó la comedia y la sociedad
griegas_. Baste decir aquí que el arte de la cocina y la gastronomía
eran considerados punto menos que santos. Había tratados de gastronomía
que se estimaban mucho, y se cita el de Archestrato como uno de los más
famosos.

XXXIX. _Vaquero fué Anquises_, etc. Esta parte del discurso de Gnatón
está de otro modo en el original. El parásito, en el original, quiere
justificarse de otras cosas con el ejemplo de los dioses.

XL. _...se desembarazó de la capa_ ῥίψας θοιμάτιον, dice el original;
_abiecto pallio_, la traducción latina. La mejor traducción de esto en
castellano es _capa_, si bien el _pallium_ era más bien una manta ó una
pieza cuadrada de tela de lana que los griegos se ponían sobre la
túnica, como los romanos se ponían la toga. El ἱμάτιον, sujeto por lo
común al cuello por un broche, _fibula_, πόρπη, tomaba diversos nombres,
según el modo de llevarle puesto.

XLI. _No me aborrezcas por haberte expuesto. Muy á despecho mío lo
hice._ Las razones meramente económicas que tuvieron los padres de
Dafnis y de Cloe para exponerlos á muerte segura y horrible, pues sólo
se salvan por milagro de Amor y las Ninfas, y la frescura y poca
vergüenza con que confiesan su infanticidio, pues lo era, aunque
frustrado, no pueden menos de sublevar los más humanos y nobles
sentimientos de nuestra edad; mas, por desgracia, esta dureza
antinatural de padres y madres no fué sólo entre paganos, ni está sólo
consignada en historias fabulosas ó verdaderas de entonces. Las
historias de épocas muy cristianas están llenas de casos parecidos y aun
peores; verdad es que no era la economía, sino un infame pundonor, quien
á tales horrores excitaba. Así vemos, por ejemplo, que Amadis fué
arrojado al río por orden ó consentimiento de su madre Elisena, y en _El
Prevenido engañado_, de Doña María de Zayas, una dama va á parir á un
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